Noche de Luna Roja

...Agonía...
...Sonrisas...
...Gritos...
...Dolor...
...Sangre...
La cacofonía lejana de aquellas bellas sinfonías, que simples danzaban junto al viento.. Se escuchaban aun a kilómetros de distancia. Todo era una maraña de cuerpos desmembrados y en condiciones grotescas... Y una risa, una risa escalofriante que viajaba en el ambiente estremeciendo mentes y corazones en aquella noche que la luna se había teñido roja.
Luna roja, sentires perdidos, sangre derramada, dolor sempiterno, gritos agudos, sonrisas arrancadas, agonía derramada...

Toc, toc...
La llamada había sido simple, la respuesta obvia, ¿Porqué habían venido a sus tierras, imbesiles, desgraciados ya carentes de vida?... Tikki sonrió mientras lamía de sus manos la sangre derramada, su sonrisa derrochaba alegría pérfida, de su calmo semblante siempre amistoso ya nada era reconocible. Un animal, un animal era el, sucumbido a sus mas básicos y espantosos instintos. Asesinar, disfrutar...
Llevaba todo el día en ello, o eso le parecía si... Puede que hubieran pasado semanas, no sabía... En el placer del éxtasis supremo se perdían los segundos, incontables en la cumbre perenne del clímax...
¿Estaba disfrutando el cruel criminal la agonía ajena?
Si...la disfrutaba... ¿Pero no era obvio?
Seguramente esa comitiva de ingleses perdidos en su selva sabían el exquisito goce que Tikki les haría disfrutar luego... Seguro habían ido a jugar con el.

Su mente ya no existía, su conciencia menos, ¿sentimientos?...Quizás, pero no los recodaba ya. En su mente perdida en la infantilidad del retorcido juego que solo el entendía...

Tikki estaba en lo profundo de la selva, rodeado de sus salvajes habitantes, con el terno goteando en sangre, los labios pintados en tan agradable líquido carmesí... y sus manos sucias de caída de todos aquellos apestosos seres que sinvergüenzas habían ido a enturbiar su hogar...
La mísera escena a su alrededor era como mínimo traumática. Trozos de cuerpos humanos colgaban de los árboles como macabros adornos, sonrisas lúgubres pendían de los rostros en aquellas cabezas que sembraban el suelo en decadencia...
Tikki y sus hombres habían disfrutado cada miembro seccionado, cada sonrisa forzada a aquellos rostros inertes... Ahora, se divertían torturando a los que quedaban.



- Soldadito pequeño soldadito ¿tu puerto has perdido?~... ¿tu futuro te ha sido escondido? ¿Tu corazón yace frío?... ve aquí, ven aquí a jugar con su dulce amigo~~-canturreaba Tikki, mientras hacía tragar aceite hervida a un pobre miserable, llenando el lugar de gritos de agonía... Gritos que con dulzura, llenaban de gozo su negro corazón.

Su sueño desapareció y el delgado cuerpo reacciono a mitad de la noche al sentir el frio invadirle, abrió sus ojos con dificultad y volteo su rostro notando que su acompañante no se encontraba a su lado. Se extraño y comenzó a buscarle por todo el hogar del keniano sin poder ubicarle- ¿Donde estará?...-se pregunto a si mismo el pelinegro. Camino hacia la puerta de salida y se dirigió a la calle. Mirando los alrededores sin éxito. Suspiro con cierta decepción hasta que el viento nocturno comenzó a correr, soplando de forma algo suave y tenebrosa entre los arbole, formando figuras algo extrañas. Los sentidos del menor se agudizaron al percibir un leve aroma que este traía, que era?...imposible…aquel aroma metálico y casi inconfundible. Sus piernas racionaron de forma involuntaria, comenzando a correr hacia el interior de la frondosa selva sin tener una dirección fija o algo, solo aquel penetrante aroma que se hacia mas y mas fuerte a su olfato, causando que su corazón se acelerara mas de lo que ya estaba por aquella carrera.

Dio un salto para salir de entre unas lianas y ramas para ver aquel impactante panorama- T-tikki?...-dijo el nombre del mayor en un hilillo de voz mientras retrocedía con pánico y apoyaba su espalda contra un tronco cercano. Su corazón latía aun más rápido y su piel se erizaba. Sus piernas comenzaban a flaquear mientras su cuerpo temblaba ante el trauma de lo que percibieron sus ojos, ¿Qué podía hacer?...¿Aquel hombre que sonreía de forma diabólica enfrente de el, manchado en aquel repugnante liquido carmesí…¿Era su amado y tierno Moreno?, imposible!…dudo de que el se tratase. Desvió su vista hacia el suelo para no seguir viendo aquella silueta macabra, pero solo termino empeorando. Sin querer poso sus orbes oscuras sobre el cadáver de un hombre rubio, bañado en sangre y con su rostro casi deformado por el aceite hirviendo que aun brotaba de su boca. Sus labios…todo su cuello y pecho quemados, con la piel expuesta ante las altas temperaturas que tuvo que soportar…nadie merecía una muerte tan…abominable. Llevo sus manos a los labios para evitar vomitar, su estomago se revolvía fuertemente y su corazón comenzaba a arder, aquel calor comenzaba a consumir mas y mas, extendiéndose por su todo su cuerpo, desesperándole y olvidándose por completo en las circunstancias en que se encontraba.

La mente de aquel joven se bloqueo por completo, casi como en modo de defensa involuntario, cerrándose por completo a todo tipo de sentimiento trivial que pudiera seguir dañándole. Levanto su vista hacia el infinito cielo nocturno, perdiéndose por completo en ese blanco inmaculado. Su rostro ya inexpresivo aprecio aquella estrella con detenimiento. Bajó su cara nuevamente para observar al frente suyo, aquellas imágenes deformadas y extrañas. Entra abrió algo sus labios y ladeo el rostro. Ya no sentía nada, casi como un objeto sin alma, lo único que podía sentir en esos momentos era el aroma de aquel liquido rojo y la suave canción que alguien tarareaba a la lejanía, se sonrió levemente, escuchando aquella divertida y casi absurda letra. Su entretención fue arruinada ante un jalón que recibió en su tobillo. Miro al instante lo que lo provocaba, viendo al mismo hombre de antes, el que pensaba que había muerto, el cual realmente agonizaba.

-A-a..a-ayu….-trataba de hablar con gran dificultad, solo produciendo balbuceos inteligibles de sus destrozados labios.

Je…jejeje –el menor rio y en sus labios se forjo una sonrisa excéntrica. Levanto su brazo izquierdo y sujeto la cabeza ajena, aplastándola con fuerza contra una piedra, sintiendo el hermoso sonido de aquel inútil ser romperse mas y mas ante cada golpe. Noto el cuerpo ya inmóvil y le soltó con desprecio para luego fijar su vista en los demás extraños y abalanzarse sobre ellos para seguir “jugando”, sintiendo su pulso palpitar a gran velocidad y la adrenalina recorriendo cada vena de su cuerpo.

La fiesta seguía, salvaje e indomable, los nativos habían sacado sus tambores ya. Y estos resonaban en el claro, mezclándose con los gritos agónicos y las burlescas risotadas.
Tikki seguía en medio de toda aquella locura desbandada, disfrutando a más no poder.
O así hasta que sintió una nueva presencia en el claro, lentamente se giró hacía donde la sentía con una sonrisa pérfida en el rostro, a lo mejor, si tenía suerte era otro pequeño ingles perdidito que iba a divertirse con ellos...
Mas, su seño se frunció y su rostro se ladeo al ver a un chico que no tenía pinta de ingles allí, lo miró con atención, escrutando profundamente la mirada salvaje del sujeto, en la poco familiar blanura de su piel, y en el revuelto cabello oscuro... una imagen se sobrepuso en su mente, enseñandole ese mismo rostro, solo que sin mirada salvaje y en lugar de esgrimir en su boca aquella mueca feroz, embozando una amplia sonrisa. Y entonces algo en su interior gritó ¡Detente! ¡Detente ya!... Por un segundo sus pasos se detuvieron, mas, ese pequeño aire de conciencia se perdía en la tormenta de sensaciones malogradas.
No reconocía al chiquillo, no se reconocía a si mismo... No reconocía su propio corazón, pues si... su corazón escondido estaba dentro de ese chiquillo, guardado ahí involuntariamente y sin embargo por su propia mano... Y al no reconocerlo, al no reconocer al sujeto de la mirada feroz, tampoco supo, cuando se puso de pié sobre una roca y alzó los brazos ante los demás nativos con jubilo, que estaba por destruir su propio corazón.
-AKE NDUGU DMIGA SUAJIKLI SUMANGI! (Hermanos mios, suajilis de kenia) GOA-RU SIJIK UT'YA En-kai Mno Kirinyaga Sugilka sumane Tuayawaini!!- (el supremo En-kai de Kirinyaga, envió al espíritu salvaje a celebrar con nosotros este grandioso día!) Se escucharon vítores en el sitió.
Tikki se quitó su ropa y se cubrió de pinturas tribales mientras en el claro se encendía una hoguera, los cantos prosaicos se mezclaban con el profundo sonido de los tambores, y el olor del humo dulzon de las malezas quemadas se mezclaba con el oxido de la sangre y el putrefacto olor a muerte.



La música casi festiva del comienzo fue cambiando a una más salvaje, los nativos corrían y saltaban sin orden alguno, soltando sonidos animales, gruñidos y gasnidos que se mesclaban en la oscuridad de la noche, en la confunción del ambiente...
La masacre seguía con los espantados soldados que aun tenían la desgracia de seguir vivos, y los más afortunados simplemente podían esperar ser destruido por aquel extraño hombre con aspecto de bestia, quien al menos les proporcionaba una muerte rápida a diferencia de los inconcientes africanos quienes se deleitaban escuchando sus gritos y suplicas antes de darles una lenta y tortuosa muerte...
La noche transcurrió igual, entre danzas que parecían venir del mismísimo infierno, gritos y cuerpos destrozados tirados a una hoguera que parecía eterna.
...Pero...
Finalmente todo llegó a su cenit, cuando asomando el sol de la mañana, los espíritus enardecidos parecieron abandonar a los sujetos, dejándolos dormir cual dulces criaturas en aquel sembradío de horrores que ellos mismos habían sembrado...
El mismo Tikki cayó agotado junto a un aun salvaje Leo, que cubierto de sangre aun disfrutaba destruyendo los pequeños hilos de vida que escapaban al par de sobrevivientes, que escondidos entre los cadáveres habían pensado lograr escapar de la muerte, que ahora se les acercaba inevitablemente con aquel ausente brillo salvaje en los ojos.

Quito los últimos alientos de vida a algunos insectos moribundos para luego caer rendido sobre la tierra ensuciada con la sangre ya seca de aquellos extranjeros. Cerró sus ojos y se dejo llenar por el silencio de la selva, aunque aun en su cabeza resonaban los tambores y los gritos estruendosos de la noche anterior. Poco a poco la conciencia volvió en el, al igual que las sensaciones de cansancio y un horrible sueño, el cual se esfumo al emerger imágenes brutales y sádicas en su mente, casi como si se encontrara en una pesadilla. Se irguió rápidamente, abriendo sus orbes oscuras con gran sorpresa y observando aquella horrible masacre de su alrededor-...a-ah…n-no…no fue una…p-pesadilla?...-se pregunto a su mismo mientras se arrodillaba en el suelo, observo los cuerpos y luego se miro a si mismo, notando sus manos cubiertas de sangre, sangre que supuso que era de esos hombres que estaban tirados cerca de el.

Aquel menor habría adorado…que simplemente hubiera sido una pesadilla…

Aaaaaaahhhh!!!!!!!!!!!-dio un grito con desesperación mientras se abrazaba a si mismo y su cuerpo tomaba forma en posición fetal. Deseaba desaparecer y que todas aquellas atrocidades se borraran de su interior, de su mente, que se esfumaran como por arte de magia- n-no….no….-sollozaba con dificultad mientras las lágrimas rodaban por sus pálidas mejillas, ¡¿Como había terminado asi?! Se hizo esa interrogante por unos momentos y luego recordó a cierto hombre, aquel “dios de la muerte”, que en la noche anterior animo a los otros kenianos para continuar con la sanguinaria tortura a los pobres desafortunados, que fueron a parar a esas tierras.

Tikki…-desvió su rostro a un lado, observando al mayor apoyado sobre un árbol y embozando una sonrosa satisfactoria en su rostro- ¿Por qué no me detuviste?!!! –le grito aun derramando mas lagrimas de dolor, arrepentimiento y confusión…¿Como su amado moreno permitió que participara en esos actos inhumanos?, le utilizo, como cual arma, que seria usada por un sádico y cruel cazador.

Se puso de pie con enorme dificultad, observando al otro con impotencia y sentimientos indescriptibles, una punzada se le clavó en su corazón, recogiéndolo con fuerza-…nhg!...¿p-por que? –volvió a interrogarle pero ahora con dificultad a causa del nudo que se había formado en su garganta y por el dolor que no desaparecía de su pecho. Llevo sus manos hasta el y aferro algo sus ropas con sus temblorosas manos-…l-lo has ro-roto…T-tikki…-le dijo en un leve susurro para volver a caer al piso y perder el conocimiento por el enorme agotamiento físico y mental.

Todo seguía muy confuso aun en la mente del Keniano, Como siempre el recordaría los acontesimientos de la noche anterior de forma confusa y poco clara.
Las muertes los gritos, que tan euforia le había causado pronto serian olvidados por el, aunque siempre tenía conciencia luego de que eran actos terribles, le bastaba nada mas recordar las cosas horribles que habían hecho los ingleses en sus tierras para justificar sus actos y sentirse mejor consigo mismo.
ero ahora había algo que lo inquietaba desde el fondo de su alma, algo que no lo dejaba descansar en paz ni aun con todo agotamiento de tantas horas de salvaje festejo.
Abrió los ojos levemente viendo a un chico de mirada desesperada cubierto de sangre frente a él...
¿Porque no lo había detenido?... ¿de que tenia que frenarlo?...
No entendía nada, entonces vió la mirada de dolor del chico, esos ojos brillantes y bondadosos llenos de lagrimas...
Leo... ¡Leo no!
Gritó su mente acompañada de ciertos recuerdos de la noche anterior...
"Lo has roto Tikki"
Escuchó, y su corazón empezó a arder en el mismo momento que el chico apoyaba su mano sobre el pecho propio...
Lo vio caer como si todo ocurriera lejos, lejos de el y de su adolorido corazón... Y aun no lograba comprender ese dolor del todo...
¿Quien? ¿Leo? ¿Porque dolía su corazón?

En un chispazo de momentos adjuntos a un segundo solitario Tikki entendió todo de golpe, y su rostro paso de un momento a otro, del rostro que refleja a quien siente la más absoluta incomprensión, al rostro angustiado de quien esta siendo quemado en vida...
Se acercó con desesperaciñon a Leo removiendolo.
-¿Leo? ¿Leoo estas bien?... Dios...oh.. Lo siento leo, lo siento- La desperación se adueñaba rápidamente de su cuerpo, estremeciéndolo en violentos sollozos y ahogándolo en la necesidad de sacar a Leo de allí, Dios ¿Que había hecho?... Había ensuciado las manos de su amor...

No existía perdón posible para la atrocidad cometida, y su rostro era el de que sabía que estaba condenado a muerte, mientras cargaba a Leo... Y lo llevaba a pies descubiertos, corriendo con todo lo que podía a la ciudad.

Su cuerpo estaba agotado, constantemente tropezaba haciéndose dolorosas heridas en rodillas y codos, pero él ya no sentía nada de eso... No, porque el dolor asfixiante que se guardaba en su pecho era lo suficientemente fuerte para permitirle ignorar a todo el resto.
Corriendo aun entró en la ciudad, y recivió la smiradas reprovatorias de la gente al verlo cubierto de pinturas tribales que ellas sabían para que se utilizaban...
Esa era gente que había sido feliz con la libertad, y que lo encontraba suficiente, gente que ya no deseaba más muerte y que consideraba a los que seguían con resentimiento unos salvajes atados al pasado...
Usualmente Tikki era capaz de ver las cosas como esa gente, pero... Aquellos que aun deseaban sangre inglesa seguían siendo la mayoría, y lamentablemente el estaba inevitablemente atado a los deseos de su gente, no tenía escapatoria...
Finalmente y la borde de un desmayo llego a su casa...
Sus ojos se inundaron en más lagrimas al ver la cama aun deshecha, con restos de amor que habían compartido la noche anterior con su amado sueco...
¿Porque? ¿porque todo terminaba así?
Se detestaba a si mismo más que a nada por el sufrimiento que había hecho pasar al pequeño Leo... Se detestaba, y sabía que ese error, ese error cometido bajo la luz carmesí de la luna en el firmamento... Sería un error que nunca perdonaría.

Una hora después Tikki había lavado a leo Y lo había recostado en una cama recién hecha, para luego lavarse el... Ahora, estaba sentado junto a la cama, esperando y rogando que despertara pronto...

Pudo percibir una presencia junto a el y un cosquilleo en su nuca aun estando en un profundo sueño. Abrió sus parpados con cuidado y miro de quien se trataba, quien le vigilaba desde hacia rato, al lograr enfocar mejor su visión, logro captar a aquel hombre…su cuerpo se tenso y tembló levemente, haciendo que se moviera a la orilla de la cama, ocultándose mas entre las sabanas casi como buscando refugio entre ellas. Le observo con temor, casi como un animalito asustado, mientras de sus labios salían pequeños ruidos, parecido a gruñidos hacia el keniano. No era capaz de dirigirle la palabra…sentía temor al jamás imaginar de lo que era capaz de hacer aquel hombre que amaba…Siempre estuvo consiente del odio que este tenia hacia los ingleses. Siempre Tikki le comentaba y le contaba historias de cómo su pueblo sufrió por culpa de ellos, y que hasta hoy en día aun quedaban grandes heridas que no pudieron sanar a pesar del transcurso del tiempo ¿Pero llegar a aquella matanza?...

Relajo algo su mirada mientras ese temor desaparecía levemente, se armo de valor y estiro su mano tocando el pecho del moreno con suavidad, percibiendo los latidos algo rápidos de este.

-Te compadezco…-susurro, mirándole con sus orbes nubladas con un aire de tristeza- Al odiar…el único que sufre eres tú…

Comento para alejar su mano de su tibia piel y volver a acurrucarse entre las fresadas blancas y mirando atentamente cada movimiento del cuerpo ajeno. Su corazón seguía roto…desvió la vista hacia otra dirección, prefiriendo no seguir observando a aquel hombre que le había utilizado como arma, sabiendo cuanto odiaba la muerte, las matanzas…y especialmente esa parte de el…aquel demonio sanguinario que llevaba en su interior y prefería ocultar ante los ojos de los demás…

-Q-quiero…irme…a c-casa…-

dijo en un hilillo de voz mientras las lagrimas volvían a aflorar, mucho mas que antes. Sus manos ya limpias de aquel líquido de vida, se aferraron con fuerza a las sabanas…Solo ahora, deseaba salir de aquel lugar…

Su vida se extinguía a medida que veía lo que había causado en su preciado amor, sin duda se había encargado de destruir su corazón...
Pero ya no había solución, supo que Leo tenía razón, odiar era malo... Nunca lo había considerado una condición grata en su vida, pero nada podía hacer, nada podía hacer por ese odio... Porque el, como Leo... No era un ser humano normal, era la conciencia de un pueblo, por tanto sus actos estaban dictados por lo que su pueblo sentía... Si los Kikuyu aun odiaban a los ingleses, nada podía hacer él para evitarlo...
Esa vida no era suya, no tenía poder de decisión alguno, y pensó; debía de haber pensado en eso antes de relacionarse con Leo... Alguien tan puro, no merecía un ser lleno de odio como él. Le había hecho daño, pero se aseguraría de nunca más volver a hacerlo.

Su corazón gritaba en agonía absoluta tratando de rearmar su desmoronada alma a la vez que el sonreía...

-El odio es algo que no estoy dispuesto a dejar- le dijo, después de todo, sentía como responsabilidad suya lo que sentía su pueblo, y el sabía que el asunto con los ingleses era algo que utilizaban como escusa para permanecer unidos y que no empezaran de nuevo las reyertas entre ellos.
Se puso de pie y miró a Leo aun sonriendo educadamente, aunque en su interior su corazón gritara desesperado por una salida y lentamente se estuviera transformando en piedra. Piedra inerte y sin sentimientos, piedra quebrada y muerta...

-Llamaré a tu hermano para que venga por ti- comentó en tono ligero mientras iba por un teléfono.
Claramente sabía el numero de Leo, antes de que le dieran permiso de visitarlo hablaban horas por teléfono... Marcó y esperó hasta que al otro lado sonó la voz de Suecia, el hermano de Leo.

-Hola, Suecia... Habla Kenya... Leo no se encuentra bien, deberías venir por el enseguida- le dijo y cortó enseguida, ya daría explicaciones...
Suspiró mientras se acercaba al balcón de su hogar, contemplando la salvaje selva de Kenya... Su amado hogar y su condena, porque... Finalmente la selva no podía ser domada, ni siquiera por el amor, y el, él la conciencia de todo aquel lugar... Estaba condenado al salvajismo y la eterna soledad de su selva.
ahora se encargaría de recordarlo, ahora se encargaría de no desear... Lo que no podía ser suyo...

-Tikki Makao es un ser de ficción, no puede existir, no puede sentir y no puede elegir... Por lo tanto, el deja de existir desde el día de hoy... Yo soy Kenya, el país donde el sol nunca se pone, nada mas Kenya... Y sólo existo por mi gente...- murmuró en voz baja convenciéndose a si mismo de que así era, de que no habían más salidas, deque coger una identidad había sido el camino equivocado...
Si... Eso estaba bien, se autoconvenció Kenya, cerrando los ojos levemente y derramando tan solo una lagrima por la muerte de aquel sujeto llamado Tikki. Muerte, porque Tikki ya no existía más... El había muerto junto con su corazón al ver el miedo y la decepción en los ojos de la única persona que había amado en su vida, cuando se enteró... El gran error que era para alguien como él... Sentir amor.

La tranquilidad de su hogar fue interrumpida por el molesto sonido del teléfono, fue rápidamente a contestar, imaginando que seria que su amado finés quien le llamaba, contesto y llevo el aparato a su oído con suavidad-

Hej?...quien habla? –pregunto para luego oir la voz del keniano.

-Hola, Suecia... Habla Kenya... Leo no se encuentra bien, deberías venir por el enseguida- Le dijo el otro, y antes de poder haber dicho o preguntado algo, la persona del otro lado le colgó. Miro unos momentos el teléfono algo preocupado, sabía perfectamente que no era normal que su hermano se sintiera mal, y menos estando con el keniano…por que aunque estuviera enfermo se encargaría de convencerse el mismo y a los demás que todo andaba bien, tan solo para seguir con su amado moreno, así era su joven hermano. Prefirió dejar de hacerse interrogantes y arreglarse lo más rápido posible y partir a aquellas lejanas tierras.

Había llegado rápidamente a Kenia junto con la dirección anotada en un papel y preguntando a cada ciudadano que veía confiable para que le indicara que camino seguir para llegar al hogar de Tikki. Tras un par de horas logro al fin ubicarse correctamente, vio a lo lejos esa enorme casa, camino hacia ella con algo de rapidez y luego se paro en frente de la puerta, observándola unos momentos para luego levantar su puño y tocarla con fuerza, esperando que le escucharan. Se quedo tranquilo, sabiendo que en cualquier momento le abrirían.

(asdasd sorry, edite algunas cosas xDDDDUu)

El Keniano aun meditaba sus decisiones cuando la puerta sonó, el sonido se le antojó lejano e inocuo, sin textura y sin un verdadero sentido, se movió sintiéndose muerto aunque aun su corazón palpitara, mas nada de eso se notaba en su semblante. El que, aunque expresara una frialdad poco común en él no parecía el rostro de una persona deprimida, o dolida. Incluso mirándole desde cierto punto de vista podía parecer una persona enojada, irritada, aburrida...
Abrió la puerta con esa mueca en su rostro y apenas observó a Suecia, le dio el paso.
-Has sido rápido, Leo esta en la última habitación del pasillo- le dijo mientras el se dirigía a la sala a tomar un café.

Esperaría que Suecia hablara con Leo, porque después de todo, y aunque no lo demostrara, seguía muy preocupado por el, y esperaba encarecidamente que la presencia de su hermano le ayudara en algo, tal vez...así pudiera remendar su horrible error.