¡Feliz Cumpleaños para Yo! [Libre~!]

No muy animado por la idea de ir a la orgía fiesta de su hermano se levantó, se puso un traje y se marchó a casa de Luis.
Llevaba un regalo y una tapadera de metal -que usaría luego para evitar ciertas cosas que podrían ocurrir cuando se encuentra entre tanto loco y peor si el mas pequeño de los españoles tomaba con ellos-.
Suspiró, levantó la mano, se arrepintió, se regañó por no quererle hablar a su propio hermano... auqneu no fueran sanguíneos realmente... volvió a levantar la mano, la volvió a bajar y continuó el ciclo como por media hora.
Finalmente, y en un ataque de valentía...
-¡Hey, hermano, Feliz cumpleaños!- gritó, aunque mas bien parecía que lo estaban atormentando.

(XD, perdona lo ridículo del Post, Haru)

(¿como no me avisaste de esto? XD Te odio!)

Las ocho de la mañana... ¿Existe algo en el mundo más raro que un español despierto un sábado a las ocho de la mañana? ¿Y entonces qué hacía precisamente la Española entre las Españolas despierta? El ruido, eso sería lo único que podría despertar a alguien como ella en un hermoso sábado.

María había oído unos ruidos raros cuando su reloj marcaba las ocho de la mañana. Algo raro, ya que... ¿qué español no se levanta un sábado a la una? Primero pensó en su hermano vasco, a lo mejor estaba preparando otro ataque terrorista... **Bueno... pero que no haga mucho ruido...** fue lo que pensó, hasta que luego se dio cuenta... ¡Tenía que pararle antes de que destruyera la casa!

Con toda la fuerza que una madrileña podía tener un sábado por la mañana, se envolvió con una bata y salió al pasillo. Allí pudo ver algo que jamás se habría esperado ver. ¿Por qué el más vago de los españoles, el andaluz molesto, estaba caminando de un lado a otro, inflando globos, y...?

Claro, entonces observó el calendario que había en el salón de la casa española. 30 de Mayo, el cumpleaños del inaguantable. Por alguna razón, el acto de que Luis hubiera decidido hacer eso él solo ablandó un poco su tsundere corazón, haciendo que esbozara una pequeña sonrisa. Sin más, se dirigió a su cuarto para volver a dormir, aunque poniendo el despertador para un par de horas después...

Cuando este sonó, y tras despertarse como es debido, la chica de arregló y se aseó todo lo que pudo. Se puso una elegante camiseta negra con dibujos blancos que resaltaban, además de una falda de tablas totalmente a juego. Unas botas negras que le llegaban a las rodillas y el cabello negro bien peinado. Pensó que no estaría mal dejar el regalo para otro día. Al fin y al cabo, Luis ni siquiera había avisado a sus hermanos... ¿verdad?

Bajó las escaleras a tiempo para ver como el castaño se sentaba a comer y comer como un burro. Soltó un suspiro, cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta.

-Deberías dejar de comer y atender a tus invitados, maricón del churro -Suspiró, mientras abría la puerta para ver a Ángel. Genial, esto parecía una reunión familiar-. Buenos días -Saludó sin mucho ánimo, cerrando la puerta tras el paso del otro chico, y luego mirando al sevillano fijamente-. Y recuerda que todo lo que causes hoy, lo recoges tú. Y que pienso cobrarte. Ah, y... -Desvió un poco la cabeza con vergüenza, odiaba decir cualquier tipo de alago, pero... bueno, era un día especial, ¿no?-. Feliz cumpleaños, Luis.