Esto no es una cita, es un encuentro casual, sólo que lo organizamos antes.. (privado, Advertencia)

El pelirrojo tragó hasta la ultima gota de la esencia de roma... relamiendo algo de lo que había escapado por sus comisuras mientras sonreía con satisfacción gatuna.
Se acercó a Roma nuevamente, aun sobre él acorralándole completamente contra el frío mármol del piso del baño.... y contempló su extenuado perfil como si fuera un manjar más a devorar...Durante largo período simplemente hizo acto de contemplarle, sin hacer un movimiento o gesto que revelara algo más que la anterior satisfacción enseñada...Aquello, hasta que con suavidad una de sus manos subió, tentativamente, en vacilante vagar, como la flor que eclosiona en primavera, abriendo delicada y lentamente, para luego acariciar aquel perfil amado, recorriendo sus rasgos con inusitado cariño y devoción, a la vez que contradictoriamente la mirada que dirigían sus ojos se volvía algo fría, inclusive hasta cierto punto calculadora...
En aquellas gemas de fragor esmeralda y tinte de hielo... se podía apreciar claramente que el pelirrojo hacía planes sobre como seguiría el asunto que allí llevaban, deleitándose con perversión adelantada a lo que estaba por hacer.
-Aun No termino contigo... Así, que no vayas a dormirte romanito~~- le dijo en tono ciertamente malicioso y juguetón mientras mordía los labios de su objeto amado con algo de brusquedad, tomando luego la nunca del mismo y acercándolo a si, para plantar en aquella boca deseada un apasionado, exigente y avasallador beso, destinado a continuarse hasta que tanto el como el romano carecieran del aliento necesario para continuarlo.

Aquellos ojos penetrantes que le observaban atentamente, le hicieron estremecer de forma algo brusca. Causando también que desviara su vista en otra dirección; le avergonzaba sostener su mirada con esos profundos ojos verdes, que parecían ver casi a través de él…le causaba demasiada inquietud.

“aun no termino contigo”…-escucho por parte de la boca del otro, haciendo que un sonrojo apareciera en sus mejillas. Aunque debía reconocer que en su interior si deseaba llegar al final con aquel pelirrojo…Una sonrisa lujuriosa broto en sus labios, y desvió su rostro para mirar al celta de frente.

Si me sigues haciendo esperar, me dormiré Nicer…-le murmuro divertido, para luego corresponder con fogosidad aquel beso que el otro planto sobre sus enrojecidos labios. Continuo con aquel beso, mientras sus manos se deslizaban lentamente por su fuerte espalda, acariciando sus hombros, costados y columna. Percibiendo con la yema de sus dedos como la piel del otro se erizaba ante esos roces.

Mnh…-gimió entre aquel necesitado beso, mientras colaba su otra mano entre ambos cuerpos, comenzando a repartir caricias sobre el pecho del pelirrojo. Pasando a llevar sus pezones, vientre…y llegando hasta la zona del otro que realmente le interesaba al romano. Con sus dedos envolvió por completo la entrepierna ajena, dando una que otra fuerte presión a la punta, entre aquellas suaves caricias; percibiendo como se endurecía más ante el contacto.

Sabia q-que te atraía de a-alguna forma…p-pero jamás pensé que tanto…n-no te culpo…-comento en un jadeo entre el beso, de forma algo engreída al mayor.

Se sentía arder por las caricias que el romano repartía a su cuerpo, lo había estado deseando, e incluso se había comenzado a preguntar como era que el romano se hubiera mantenido tan pasivo todo el tiempo… Así estaba bien, si todo resultara tan fluido sin duda se aburriría y bueno, después de todo aquello era lo que le gustaba del romano ¿no?...
De modo de su sonrisa se tornó aun más malévola entremedio de aquel beso al escuchar aquellas engreídas, palabras… Como lo había pensado, aquello era justamente lo que le excitaba tanto del romano.

-Jajajaja! Claro, me excitas de una manera increíble roma –sonrió de lado acercándose al oído del otro para susurrar – por eso después de hoy, ya no te podrás parar o sentar en meses… mi querido romano arrogante –le dijo en tono algo malicioso para luego lamer el lóbulo de se oreja en un movimiento lento y sensual.

Y clavando su mirada verde en la de ámbar del romano nuevamente, el pelirrojo mordió sus labios, con tanta pasión como brusquedad hasta hacerlos sangrar…

-Humm… hace tiempo que no probaba tu sangre romanito…eso me hace sentir ansioso por tener más de ti…. Lo quiero todo.. –murmuró dando una nueva lamida a los labios del romano, tan solo para retirar los restos de sangre antes de volver a besarle con fuerza mientras una de sus manos iba a la entrada del otro, rozándola de manera tentativa para torturarle un poco antes…

Mnh…-se dejo morder sus labios y sonrió de manera lujuriosa, sintiendo aun dolor en su labio, pero el cual estaba mezclado con placer por la atención que estaba recibiendo en su entrada. Al ver al otro apartarse, relamió sus labios también, saboreando su propia sangre.

H-haha...¿Qué no podré pararme o sentarme en meses?...-pregunto entre jadeos algo divertido- y decías que yo era pura boca…-comento al celta para provocarle más. Deseaba ver más de esa fogosidad y sabía que la única manera de verlo era por medio de provocaciones. Sus manos continuaron masajeando su hombría, a la vez que sus músculos se contraían por los roces de los dedos del otro en su cavidad.

Como dije antes...si sigues así aras que me d-duerma...-murmuro mientras llevaba su mano libre hasta los cabellos del pelirrojo; jalándolos hacia el y robándole un beso salvaje, mordiendo y lamiendo sus labios, saboreando también de la sangre del otro.

Que nostalgia probar tu sangre...también hacia tiempo que no la saboreaba...-dijo mientras a su mente venían antiguos recuerdos; cuando aquel hombre estuvo bajo su dominio, y de como lo había hecho suyo en más de alguna ocasión...de forma brutal y salvaje. Aquellos recuerdos hicieron que su corazón palpitara más rápido, haciéndole sentir ansioso por momentos, aunque ahora los papeles estuvieran invertidos, el deseo del romano por sentir más cerca al Celta no disminuían en lo absoluto.

Frunció algo en ceño ante las provocaciones del romano... Al parecer verdaderamente deseaba no ser capaz de levantar un dedo cuando terminara con él.
-Eres un verdadero estúpido engreído-comentó con violencia y la voz entrecortada, antes de abrir sin cuidado alguno las piernas del romano, dejando los juegos para otra ocasión, iba a enseñarle al romano a no provocar a un celta jamás, bendito estúpido, tendría que haber aprendido aquello en sus primeros encuentros ya.

Le jaló del cabello con agresividad y le besó de manera brutal, invadiendo su boca de la misma manera que poco después le invadió de forma completa, penetrandole en carencia de delicadeza alguna, casi sintiendo por un momento que le desgarraba... No quería que fuera así, pero el romano se lo había buscado.
Y aun aunque no sentía remordimiento alguno por su falta de delicadeza enseguida observó a Roma ansioso, esperando ciertamente no haberle dañado demasiado...
-Romano idiota..- volvió a murmurar con voz jadeante contra sus labios.

Dolor…el cual le recorrió como una fuerte descarga por todo su cuerpo…un agradable dolor…la verdad. Cualquiera pensaría que lo que estaba sintiendo era por puro masoquismo, quizás si, pero al menor no le importaba mucho la verdad.

Llevo su rostro a un lado, mordiendo con fuerza su labio inferior, a la vez que unas silenciosas lágrimas escapaban de sus ojos fuertemente cerrados. Sus brazos se aferraron con fuerza al celta, mientras sus manos temblaban levemente por culpa de aquel placentero dolor que le recorría, había percibido de cómo casi rompía su interior. Comenzó a respirar un poco más agitado, buscaba pensar en algo para relajar su cuerpo, pero le costo un poco. Prefirió abrir sus parpados y posar sus orbes en las del otro, pensando que quizás…ver su rostro le ayudaría…extrañamente, así paso.

Nicer…-murmuro en voz baja, para luego sonreírle un poco, y enseguida atrapar sus labios con los del mayor, en un beso más suave, que el anterior, pero igual de necesitado.

Le había dolido, el celta lo supo al observar atento cada uno de los movimientos del romano, “probablemente le dolió aun más de lo que me dejó ver a mi” pensó ahora sí, sintiendo un poco de remordimientos.
Aun así estos fueron rápidamente olvidados al escuchar su nombre en labios del romano, tan dulcemente murmurado, haciendo que su interior se derritiera aun más de lo que ya estaba, a la vez que increíblemente hacía lo que sentía por el romano, cada vez más sólido.
Alzó su mano con lentitud, llevando el movimiento a ella, y ella al rostro del romano, dibujando su perfil bajo su marmórea textura, aquel perfil amado, que acarició, que besó con fervor mientras comenzaba a arremeter contra él, desgarrarlo de pasión sin daño, llenándole de fulgor en una danza itinerante, sensual…
-…Te amo…-susurró a su oído, susurro de pecado sin riendas, susurro del alma, susurro del corazón, ese mismo corazón, corazón que ya no estaba en su pecho…
Corazón que latía, dulce pajarillo agitado, en manos del ser amado, su único amado.

Su cuerpo temblaba mientras se dejaba hacer por el más alto, sintiendo su respiración agitada contra su oído y el subir y bajar de su amplio y perfecto pecho. Sus manos seguían aferradas con fuerza a su espalda, y sus piernas rodeaban firmemente la cintura del pelirrojo, escuchando con atención sus jadeos y suspiros…especialmente aquel suave: “te amo”, el cual le hizo temblar con más fuerza, causando que hasta su agitado corazón se estremeciera.

-T-también t-te amo…N-nicer…a-ahh...-susurro también, con la voz jadeante. Escondió su rostro en el hombro del celta. Sus manos comenzaban a recorrer su cuerpo, acariciando la suave piel del otro cubierta de esa tenue capa de sudor.

-T-te a-amo…mnh...-volvió a repetir, mientras movía su cuerpo al mismo ritmo que el otro. Sintiendo que moriría de tanto placer, hacia años que no sentía esa sensación…aquel sentimiento que pensó incluso había olvidado desde que dejo de existir a manos del germano, de aquel hombre que había amado tanto en la antigüedad...realmente jamás imagino que ahora...aquel celta...su enemigo...aquel orgullos, feliz y fuerte hombre volvería a revivir esas emociones tan avasalladoras en su interior, sintiendo realmente que en esos momentos de intimidad...eran una sola persona.