Spokoynoy nochi~ Sibír [privado-advertencia?]

Ya no le quedaban más cosas pendientes, podía dedicar el resto de la tarde para descansar, corrección, la noche, porque ya había oscurecido sin que se alcanzase a dar cuenta de ello. El trabajo consumía rápidamente las horas y parecía arrastrar la velocidad del tiempo, aunque fuera una mera impresión psicológica.

Caminó por los pasillos en dirección a su habitación, todo estaba silencioso y tranquilo, demasiado tranquilo y frío. Recordaba con cierta nostalgia cuando en su hogar vivían varias naciones junto a él, como la gran familia que siempre quiso y todavía deseaba. Era en esos momentos que se sentía más pesada la soledad y al general invierno con su gélido poder de emblanquecer todo el paisaje.

Hizo una pequeña parada frente a la habitación más helada de toda su casa, no podía olvidarse que aún quedaban personas bajo su techo, y a Aleksei, no lo había visto en todo el día, al menos iría a desearle las “buenas noches”. Tocó la puerta; más que una señal de pedir permiso, era un aviso de que entraría, abrió cuidadosamente mirando al rubio con una de esas amables sonrisas que comúnmente tenía estampada en el rostro.

Estaba medio dormido, tendido en el sofá con un libro de aspecto desgastado abierto sobre la cara, mientras se entretenía en imaginarse lo que había leído hace poco a modo de estar soñando despierto, sin siquiera haberse dado cuenta que la oscuridad acabó por inundar lentamente la habitación.

Aún tenía pendiente ocuparse de ciertos asuntos que involucraban su casa, puesto que casi siempre solía atender por su cuenta los pequeños problemas internos en su territorio, pero éste día había decidido aplazarlo un poco, sin llegar a sentir demasiada culpa. Al fin de cuentas, aquel día había amanecido especialmente frío, lo que le inspiraba ganas de simplemente pasar el rato en casa entreteniéndose vagamente con cualquier cosa, sin tener que siquiera pensar en trabajo.

Abrió los ojos al oír que tocaban a la puerta, sentándose pausadamente y pasando una mano por la cara para intentar despejarse un poco. Miró un tanto interesado en aquella dirección, sin pensar parándose de pie al ver de quién se trataba.

- Hum, parece que hoy has terminado con tu trabajo antes de lo previsto, - murmuró, extrañado de verle ahí pues Rusia no solía pasar muchas veces por su habitación, notando en seguida sonreír al otro, sin poder evitar una leve sonrisa de lado.

Al entrar encontró al menor sentado en la cama, extrañado por su presencia, no podía esperar otra reacción, no muchas veces se acordaba de dar aquellas pequeñas visitas a las personas que vivían dentro de su hogar, sin tener un motivo realmente importante para ellas.

- Hum…sí, tal vez- respondió tranquilamente, no muy seguro de haber terminado antes de lo previsto, rara vez calculaba el promedio de tiempo que tardaría en hacer un trabajo y ahora no fue la ocasión. Se acercó al sofá para sentarse a su lado.-Sólo he venido a decirte buenas noches-dijo con una amabilidad sincera y acarició su cabeza, sin revolver demasiado sus cabellos rubios, así como muchas veces solía hacérselo al pequeño letón, pero sin ejercer la misma presión, no era su intención impedir que Siberia creciera unos cuantos centímetros más.-Es extraño, lo sé, pero sentí ganas de hacerlo.

Si el día había estado un poco más helado de lo habitual, en esa habitación era más fácil de percibir, omitió hacer algún comentario tan obvio respecto a la baja temperatura o preguntar si acaso, por lo mismo, sentía frío. Lo observó detenidamente unos segundos, sin pensarlo, como es propio de todo impulso, se quitó su abrigo y lo colocó sobre los hombros del otro.

-Siempre he pensado que tu habitación es demasiado grande, pero también es la más helada- fue un mero comentario al aire, ninguna novedad para ambos, simplemente salió de su boca sin alcanzar procesar la frase.

Lo observó acercarse para sentarse a lado suyo, tan sólo sonriendo vagamente al escuchar sus palabras. De cierta manera era verdad que Ivan dedicaba más atención a los que vivían en la zona oeste de su casa, era lógico que así sucediera e incluso agradecía aquella relativa sensación de libertad. Sin embargo, sentía demasiada vinculación con el otro aún estando a su aire la mayoría del tiempo, y más en aquellos días cuando no dejaba de pasar por alto el ánimo del otro, mejor dicho la falta de él.

- Es bueno que a veces te entren antojos como éstos, - murmuró, intentando hacerlo parecer una simple observación pronunciada al azar. Volteó de forma involuntaria la cabeza al otro lado al decirlo, aunque al instante siguiente notó el roce del abrigo del mayor sobre los hombros, dándose cuenta de aquel gesto puramente fraternal que había hecho el otro y tardando un rato antes de reaccionar siquiera, sintiendo las mejillas calentarse al tiempo de escucharle.

- Puede que sea helada... Pero es bella y me gusta, - susurró con la voz ronca, de pronto volviendo a sonreír un poco. - Yo necesito ese espacio.. Me sentiría raro en cualquier otro lugar, además estoy más acostumbrado al frío.

No notó la entonación levemente apagada que había dado a sus últimas palabras, alzando el rostro para ver a Rusia. Sentía ganas de abrazarle y simplemente decirle que todo estaría bien, pero acabó por detener la mano a medio camino, al fin y al cabo ya no era un niño pequeño para andar haciendo ñoñerías como ésta... Aunque no podía evitar sentirse así al verle.

- Así eres tú quien tendrá frío, - murmuró apenas, dejándose sonreír sin darse cuenta mientras le encaraba, levemente divertido.

-Oh~ es cierto- admitió un tanto apenado.-…Aunque pretendo hacerlo más seguido- dijo sonriendo con la naturalidad de siempre, de una forma amable y esta vez con un deje de dulzura bastante fraternal sin apartar sus ojos de él, fijándose en que aquellas pálidas mejillas adquierienron un color ligeramente rojo después de haberle puesto su abrigo.-No pienses que me olvido de ti~

Sabía que el siberiano ya no era un niñito que necesitase de cuidados; a pesar de ello, no dejaría de hacerlo. El menor seguiría siendo dependiente de él y no quería que fuese de otra manera, además, siempre lo concideró como suyo, por más posesivo que sonase pensar de ese modo de las personas.

-Claro, este espacio siempre te pertenecerá- apartó su vista para recorrer con ella la fría habitación que ya conocía bien, claro, no tanto como el otro, que pasaba horas y horas encerrado ahí.

Aún resonaba en su mente la apagada voz del menor, ahora era éste quien lo miraba y sentía que le decía sin necesidad de palabras que deseaba afecto, un sencillo abrazo que no se atrevería a concretar. A diferencia del rubio, no se preocupó en reprimirse, simplemente se abalanzó encima, abrazándolo cariñosamente, sin más motivación que las ganas de hacerlo.

-No lo tendré- respondió apoyando la cabeza en su hombro y estrechando un poco más su cuerpo.- Querías un abrazo ¿Da?- restregó un poco su mejilla.

Se relajaba más a medida que el otro le decía aquello en voz baja y tranquila; volviendo a sonreír de forma apenas visible y mirando a frente suyo. Saber que Ivan seguía pendiente de él, aunque si sólo fuera para decírselo muy de vez en cuando, provocaba que se revolviera el apego que sentía tanto por su casa como por el otro.

Se quedó quieto, demasiado sorprendido cuando notó el brazo de Ivan envolverle los hombros, mirándole de reojo con una mezcla de incredulidad y cariño. Recibir muestras de afecto como aquella por parte de Rusia era demasiado desacostumbrado, y más tratándose de Siberia.

Le abrazó con cuidado, acariciándole la espalda y enterrando la barbilla en el pelo claro del otro, intentando no moverse muy bruscamente, captando el calor apenas notorio que emanaba el cuerpo de Rusia y brindándole el propio.

- Da, - murmuró en voz baja, pasando a sonreír un tanto embobadamente, embriagado por la sensación de sentir al otro tan cerca suyo. - Te quiero, Vanya~, - soltó lo primero que se le pasó por la mente en aquel momento, sin pensárselo demasiado. Intentó disimularlo luego, suspirando y volviendo a hablar. - Aunque ya lo sabías... Lo eres todo para nosotros. Y aún... sin tenerles cerca, como antes, - añadió vagamente, refiriéndose a los países que antiguamente pertenecían a su casa, - sigues siendo la nación más grande, en todos los sentidos. No es así?

Estrechó un tanto más el cuerpo de Ivan, un tanto aliviado por haberle dicho lo que hace tanto tiempo quería. Quería verle feliz como en los viejos tiempos, ver su rostro despojado de cualquier rastro de tristeza. Transmitirle lo mucho que le quería, aunque no se atreviera a hacerlo de manera directa.

El menor, tan tranquilo como siempre, se había quedado quieto, mirándolo con cierta sorpresa, dejándose abrazar. Podía comprenderlo, las muestras afectuosas entre ellos no eran para nada recurrentes, aunque pensaba que si no tomaba la iniciativa, quien sabe por cuanto tiempo todo seguiría igual, quería que esa parte tan importante, la más grande de su territorio se sintiese integrada, era parte de él, debía estarlo, no permitiría que fuese de otro modo.

No tardó mucho en notar que correspondía el gesto, rodeándolo con los brazos cuidadosamente, acariciándolo y apoyando el mentón en su cabeza. Ciñó un poco más su cuerpo, deseando no separarse, como si quisiese fundirse con aquel escaso, pero agradable calor. Se acomodó un poco más, escondiendo su rostro en el espacio formado entre el hombro y el cuello del rubio, quedándose así por un momento, sintiendo ligeramente la suavidad de la piel ajena contra su mejilla.

-También, Aliosha- susurró de modo cariñoso, separándose, no completamente, lo suficiente como para poder mirarlo. -Da- asintió con una semi sonrisa-…pero si soy grande es gracias a todos los que forma parte de mí- finalizó dejando lentamente de abrazarlo

Apartó con delicadeza alguno que otro mechón de cabello que había en su frente, depositando un pequeño beso, no más que un leve roce de sus labios en ella.

-Es un poco tarde…-dijo despacio, sentado a su lado, sin intención de levantarse todavía.- Creo que debería dejarte descansar- volvió a sonreír, aunque no tenía demasiadas ganas de dejarlo.- Oh~, pero no quiero hacerlo-se apoyó en su hombro.

Entrecerró los ojos al percibir aquel beso en la frente, alzando las cejas en un ligero gesto de sorpresa para después volver a bajar la mirada al otro, viendo como apoyaba la cabeza en su hombro otra vez y quedándose prendido de aquella visión por unos momentos.

Sentir a su nación tan cerca era desacostumbrado, y por ello aquellos minutos se le habían hecho casi eternos.

- No quieres irte?.. - Murmuró con lentitud, ladeando la cabeza mientras observaba al otro y sonriendo, ya sin disimulo. - Yo tampoco quiero que te vayas.

Le acarició el pelo con las puntas de los dedos para momentos después tirar de él con suavidad, descubriendo su cuello de la bufanda con la mano libre.

- Quédate entonces, Ivan. Pasa la noche entera aquí, sólo por esta vez. Seguramente, debe ser una experiencia muy agradable observarte mientras duermes...

Soltó una risa en voz baja, apenas sin darse cuenta inclinándose un poco más sobre él para besarle el cuello. La sensación de calor en su cuerpo aumentó, lo que tan sólo provocó que ampliara la sonrisa, aspirando con cierto ensimismamiento el aroma de la piel del otro chico.

-Lo mismo podría decir, en caso de que te duermas primero que yo~ -deseaba quedarse, sólo necesitaba la aprobación que acababa de escuchar, para decidirlo completamente, pasaría la noche con su Aliosha.- No recuerdo cuando fue la última noche que pasé contigo…- dijo, aún apoyado en él. Seguramente fue hace bastante tiempo atrás.

Dejó escapar un suave suspiro, los dedos del menor seguían deslizándose por su cabellos, sintió el frío acariciar su piel al instante que la dejaba expuesta, quitando su bufanda. Ladeó un poco el cuello de modo inconsciente, permitiéndole el contacto sutil de sus labios sobre él.

-…Me haces cosquillas-susurró entre pequeñas risas, apartándose y acomodando la bufanda alrededor de su cuello, ahora no estaba descubierto.

Sin borrar la lúdica sonrisa del rostro, sujetó sus hombros y con un movimiento rápido lo tumbó sobre la cama, recostándose a su lado. Acarició su mejilla, como si marcase el espacio sobre el cual no tardó en depositar un delicado beso, que apenas alcanzaba a ser un roce sobre su piel.