¡Porque yo lo digo! [Privado]

El Sol brillaba con fuerza, aunque sin hacer mucho calor, ya que soplaba una agradable brisa. Los hermosos y florecidos campos estaban totalmente perfectos, cada hoja en su lugar, y hasta se oía a algún que otro pajarito cantando...

Para algunas personas, un lugar de relajación. Para otras, un lugar donde inspirarse. Para la mayoría de los menores de catorce años, un lugar donde divertirse con sus famillias... Para este niño en especial, era un lugar... bueno, un lugar para pasar el rato. Destrozándolo, obviamente.

Y es que el canario, como muchas otras veces, se había escapado de la vista de sus padres, aunque eso para él no suponía un gran reto, y había decidido que se aburría, por lo que debía ir a algún lugar para quitarse ese aburrimiento...

¿Y qué más divertido para un gamberro como él, que destrozar un campo perfectamente hermoso con flores perfectamente hermosas?

-Uaah... Es tan jodidamente cursilón, que nada más mirarlo me dan ganas de dejarlo aún más bonito-Se dijo el niño en voz alta, alzando la cabeza y con las manos en las caderas.

Así pues, tras impulsarse y caer sobre las hermosas flores con un dramático y "supergenial" salto, comenzó a saltar y destrozar el hermoso campo, mientras reía como un loco.

Ay, destrozar esas cosas era taan divertido...

Esa vez estaba nuevamente de visita donde el tico, su padre el transilvano se había quedado en el castillo y el castaño se llevó al pequeño a pasar unos días en su casa, el pelirrojo estaba muy contento porque siempre que iba se la pasaba muy bien.

Ese día, su tío decidió sacarlo a pasear al parque, ya que a su padre lo habían obligado sus superiores a trabajar, ya que nunca lo hacía y siempre se escapaba, por lo que el tico menor decidió sacarlo de la casa para que el mayor no se distrajera. Al llegar allí el castaño le dió un billete a Nikolai.

-"Me voy por allí un rato, supongo que quieres jugar con otros niños, puedes gastar ese dinero y te vendré a recojer más tarde"- fué lo que le dijo antes de salir rumbo a quien sabe donde, dejándo al pequeño transilvano solo en el parque.

-Oh... bueno...-pensó en que lo mejor era hacer como su tío le había dicho y buscar a otros niños para entretenerse, por lo que caminó un poco, hasta que divisó a un niñito mayor que él por lo que se veía, que "jugaba" en un campo de flores.

-Ho..hola..!-saludó cuando hubo llegado hasta donde se encontraba el pelinegro.Le mostraba una alegre sonrisa, ya que tenía la esperanza de hacer un nuevo amigo.

-¡Ahahaha! ¡Aaahahahaaa!

Cual niño pequeño se ríe con un sonajero, el español se reía destrozando y saltando sobre las flores. Poco a poco, todo lo que pisaba se iba volviendo una mexcla de colores, formado por los pétalos y las hojas de las distintas plantas que pisaba.

Estaba bien feliz y entretenido en su tarea, hasta que un tímido "hola" le distrajo... Levantó la cabeza, y... ¡oh! ¿con qué se encontró?

Un chico pelinaranja que le miraba con algo de timidez y una alegre sonrisa... Bueno, el chico parecía algo así como el típico niño que intenta hacer amigos a pesar de ser un incomprendido e inadaptado social... Sí esa era la primera impresión que le dio al canario.

Así que, el pelinegro salió saltando del "cementerio de flores" que había creado, hasta llegar al punto que más cerca quedaba del otro niño. Con los ojos azules bien clavados en los otros, verdes, y las manos en las caderas, como muestra de superioridad, acercó bastante su cara a la del otro chico, mirándole con vista observadora, como si lo estuviese estudiando.

-¿Ah? ¿Quién eres? -Preguntó, mirándole de arriba a abajo- ¿Te conozco? ¿Qué puede hacer el impresionante yo por ti?

El otro chico parecía en extremo divertido con lo que hacía, por lo que el pelirrojo observó más atentamente, solo para darse cuenta de que el otro niño no estaba haciendo algo divertido y tampoco bueno, si no que estaba destrozando las hermosas flores de aquel campo. Y para cuando se acercó a él, ya no se podía siquiera distinguir que en ese lugar anteriormente pudo haber un bello campo de flores de distintos tamaños y colores.

El ojiazul se acercó a él y se le quedó viendo fijamente, por lo que el transilvano comenzó a sentirse nervioso, y la bonita sonrisa que anteriormente adornaba su rostro, había desaparecido por completo,para curvar sus labios hacia el lado contrario y darle a su rostro una expresión más bien temerosa.

-Bu..bueno... es solo que... eso que hiciste...-señaló con su tembloroso dedo índice en donde antes estuvo el otro chico -Eso es muy malo.... no debes de destruir la naturaleza sino cuidarla....-comentó nervioso.

¡Ahahá! ¡Eso era taaaan divertido! Al parecer el otro chico se había puesto nervioso, ¡cómo el gustaba poner nerviosa a la gente! ... Aunque normalmente acabase ganándose algún que otro golpe... Bah, ¡la gente podía llegar a ser taaaan estúpida!

...Aunque la verdad es que le dio un poco de pena que esa alegre sonrisa desapareciera así... ¡Pero no! ¡Él era demasiado macho como para que no le agradasen cosas así!

-¿Ah? ¿Mal? -Repitió, para luego echar la vista atrás, hacia donde el pelinaranja señalaba... Donde otras personas hubieran visto un atentado contra la naturaleza y el buen gusto, él veía una obra de naturaleza y buen gusto-. ¡Pero si está bien! -Replicó-. ¡Oh, espera! ¿Me he dejado alguna flor sin pisar?

Iba a darse la vuelta, totalmente preocupado por no haber cumplido con su noble tarea de desconfigurar completamente cada rincón del parque, cuando, a medio camino, se detuvo por completo.

Miró un momento a lo que antes eran las bellas flores, para luego mirar al otro chico. Primero con cierto desconcierto, luego con una sonrisa pícara.

-¡Oye! ¡Ya sé lo que te pasa! -Dijo con mucho aire de superioridad-. ¡Soy tan genial que te he gustado a primera vista, y ha sido una mala excusa para acercarte a mi! -Por supuesto que sí, ¡tenía que ser eso! Su madre siempre le decía que era el niño más atractivo del mundo y que era normal que cualquiera se enamorase de él... ¡Bah! ¡Cómo si necesitase que una maricona como él le recordase esa obviedad!-. Bien, pues como soy un buen Rey y debo ser bueno con mis súbditos, puedes estar cerca de mi. ¡Ven!

Y, con ese graan complejo de "soy el Rey del mundo, soy el mejor", tomó la mano del ojiverde y lo dirigió hasta donde había estado saltando antes.

-¡Bien! ¡Te permito el honor de que saltemos juntos para destruir las flores que quedan! -Proclamó, con una gran sonrisa en su cara.

No podía creerlo, el otro consideraba que lo que estaba haciendo estaba bien, al pelirrojo siempre le habían inculcado el respeto por la naturaleza, siempre le habían dicho que las plantas y animales son seres vivientes que sienten como nosotros y que no se les debe de dañar, que al contrario se deben de proteger y cuidar siempre, eso le hizo pensar al transilvano, que los padres de ese niño de seguro eran muy malos también.

-No..eh....-no pudo responder nada porque el otro se diriigó nuevamente al lugar donde detrozaba las flores para continuar con su "matanza". Pero se devolvió y le dijo esas palabras.
-Gustar?...no entiendo...eh..noo..-fué tomado de la mano y llevado hasta el lugar en donde estaba la "ensalada de flores".

-Yo no quiero saltar!! espera!!..-reunió valor para poder hablar con un tono de voz alto,sin llegar a gritar y encarando al chico.

-Esto es malo,debes de cuidar a las florecitas no matarlas.. ellas sienten dolor como nosotros..-comentó luego un poco cabizbajo mientras se agachaba a tomar una de las plantas destruidas.

-No te gustaría que llegara alguien a pisarte a tí cierto?..-dijo en modo reprensivo mientras le mostraba la flor muerta al pelinegro.

-Ah?
Parpadeó un par de veces cuando escuchó al otro chico negar en voz más alta de lo que había echo antes, algo desconcertado. ¿No quería saltar?

"...Pf, genial"

Escuchó, cruzando los brazos, mientras el otro se agachaba y recogía una de las flores... Se veía algo triste, y eso hizo que el pelinegro se preguntase si de verdad estaba mal lo que había echo...

"¡Pero qué estupidez! ¡No está mal! ¡Son unas estúpidas flores, si no se pueden quejar, es porque no les duele!" Bueno, es lo que había pensado cada vez que llegaba y destruía uno o dos campos llenos de plantas... Nunca se había cuestionado lo que decía el chico... "¡ni lo haré"

-Ey, ey, ¡espera! -Exclamó, agachándose también, para quedar a la altura del otro chico y contemplar las flores destrozadas. A él le parecía un espectáculo, y la verdad era que, como sus padres prácticamente nunca le veían cuando hacía eso, él lo consideraba algo normal... Como romper la consola cuando el malo final te derrota...-. ¿Estás cositas sienten? ¡No me lo creo! ¡Pero si son solo plantas! -Dijo, algo asombrado por ese nuevo descubrimiento-. ¡De todas formas, la gente los está cortando continuamente! Por que llegue yo las pise un poco no va a pasar nada... -Volvió a comentar, soltando un resoplido, cual niño pequeño enfadado.

Volteó a ver al pelinegro con los ojos muy abiertos, el transilvano comenzaba a compadecerse de él ahora, ya que aunque se veía que le ganaba en edad, era bastante ignorante,y él bien sabía que eso se debía a que de seguro tenía unos padres malos que no se preocupaban por enseñarle las cosas básicas de la vida. Y de seguro, el ojiazul ni siquiera había tocado libros en su vida, o tal vez sí, pero para destruirlos.

-Claro...claro que sienten! solo que no se pueden quejar porque no tienen boca, y como no tienen boca no hacen ningún sonido! pero son seres vivos, y todos los seres vivos sienten..-explicó pacientemente al mayor.

-A tí no te gustaría que te pisen y que no puedas pedir auxilio cierto?... las personas que las cortan, lo hacen por su bien, porque saben donde no les duele, como los jardineros cuando las podan! ellos saben donde es bueno cortar para que crezcan y no sientan dolor... es como cortarse el cabello!!- la sonrisa infantil retornó a su rostro pero de una forma muy leve.

-Así que por eso, no debes hacer a otro ser vivo,lo que no te gustaría que te hicieran a tí!..-concluyó, sintiendose muy orgulloso, ya que estaba seguro de que su intervención le sería de mucha ayuda al pelinegro, para salir de la ignorancia y comprender al fin los hechos de la vida.

(Gomen por tardar, hija mía 8'D)

Está bien, está bien... No escuchaba una sola palabra de lo que decía el pelirrojo. Algo sobre... ¿flores? ¿rosas? Sinceramente, no le hacía el mayor caso. Simplemente miraba con cara de atontado la cara del chico más pequeño que él... Casi sonriendo estúpidamente cuando la sonrisa infantil del otro volvió a aparecer...

Espera, ¿había dejado de hablar? Bueno, ni lo había notado... Así que simplemente parpadeó un par de veces y, como si fuese un robot, asintió mecánicamente con la cabeza, para luego tomar de nuevo la mano del pelirrojo y salir de las flores.

-Eeeeh... -Tardó un poco de tiempo en reaccionar y volver al mundo real. A ver, a ver... estaba en un parque con un niño que le había dicho no-se-qué sobre las flores... Bien, hasta ahí todo perfecto-. ¡Eh, espera! ¿Y entonces qué se puede hacer? -Preguntó, casi exclamó, cuando su cerebro se reinició del todo-. Es decir... ¿qué haces para divertirte? -Ladeó levemente, mirando de una forma más detenida al otro chico...-. ¿Te gusta gastarle bromas a la gente? ¿Haces skate? ¿Escuchas música? ¿Pintas graffiti? ¿Juegas a videojuegos? ¿De los de primera persona? ¿Los de matar gente? ¿Los de matar zombies?

Sí, es que para él no habían muchas más maneras de divertirse...

Bajó la mirada, buscando algún vestigio de flor que no estuviera destruído del todo, que pudiera poner en un vasito con agua y esperar a que crecería nuevamente. Pero no quedaba nada, nada. Escuchó que el otro le hablaba de aquellas cosas que su padre siempre le decían que "estaban mal" y no sabía que decir. ¿Acaso se había encontrado con un delincuente? Por un momento se tiró hacia atrás, soltando la mano del mayor, pensando en que él también podría tener el mismo destino que las pobres flores.

-Bueno... leo mucho cuando estoy en la casa de mi papi Ion, y cuando estoy en la casa de mi otro papi juego a las escondidas, a la rayuela... ¡Es muy divertido! Y no hay que lastimar a nadie para hacerlo, ¿Quieres intentarlo?-preguntó, un poco más animado esta vez, y dejando ver la sonrisa que hasta hacía poco portaba. Sí, creía que el otro no debía ser malo del todo después de todo, y que podría ser un amigo.

(pfff, soy patetica x'DU)

La sonrisa que el pelinegro tenía en el rostro, animada por el pensamiento de que tal vez podría tener alguna de sus diversiones favoritas con el otro chico, se deshizo cuando sintió que soltaba su mano y comentó lo que hacía para divertirse... ¿Las escondidas? ¿La rayuela? Bueno, le resultaban familiares y posiblemente fuera de esas cosas que todos los niños en su casa jugaban cuando eran pequeños... ¡Pero a mi no me divierten!

-Mm... -Se llevó una mano al mentón y la otra a la cadera, como si estuviera pensando detenidamente en lo que había dicho el pelinaranja, aunque en realidad estaban pensando cosas que, para su cerebro, eran un poco más... "complicadas". Como qué hacía hablando con un niño cuyo nombre desconocía. Vale, que él era la clase de niño al que no le importa hablar con quién sea para decir lo que sea, o que incluso podía insultar a un adulto si se negaba a darle algo o le llamaba la atención... Pero por alguna razón, le apetecía aclarar la duda de su nombre cuanto antes-. ¡Oye! ¿Cómo te llamas? -Preguntó sin más, posando ambas manos sobre su cadera y echando un poco la cabeza hacia delante, acercándola al otro niño-. ¿Cuántos años tienes? ¿De dónde eres? ¿Tus padres también son dos hombres? Bueno, mi madre parece un hombre, pero yo creo que es más nena que otra cosa... ¿Dónde vives? ¿Tan solo sabes jugar a esas cosas para divertirte? -Esa parte le daba hasta un poco de pena, ¿cómo podía alguien divertirse tan solo con esos juegos?

A lo mejor era que ese niño venía de una casa pobre... ¿Sería eso? ¿Que no podía tener consola, ni siquiera televisión? Y por eso vivía jugando a esas cosas en la calle y tenía esa especie de... ¿pensamiento hippie? ¡Pobre niño! A saber qué clase de personas eran sus padres... ¡Tal vez vivía en una casucha que se caía a pedazos!

-¡Dios mío! ¡Lo tienes que pasar muy mal! -Exclamó, después de llegar a esa conclusión en su mente.

Vio como el otro se llevaba la mano al mentón y permanecía en esa pose de "profundo pensador", ¡A lo mejor lo estaba considerando! permaneció quieto, esperando paciente a que el otro hablara.

-Ah... ¿Mi nombre?-lo pensó por un momento, ¿Estaría bien darle su nombre a ese chico? ¿Que parecía que su futuro era terminar tras las rejas? Por otro lado, era solo un niño, no mucho mayor que él, así que supuso que no había peligro.-Me llamo Nikolai Olaus.-retrocedió la cabeza un poco ante el acercamiento del pelinegro y escuchó el resto de las preguntas desconcertado ¿Para qué quería saber todo eso?.-Tengo ocho años. Soy de Transilvania, Rumania. Sí, mis padres son dos hombres, y uno de ellos se enoja mucho si lo tratas de mujer.-una vez recordó el dibujo que había hecho de ellos y que a su papi Ion lo había dibujado con vestido (historia real 8D), y cómo se había enojado éste.-Vivo con en un castillo que queda en medio de las montañas, pero a veces voy a visitar a mi otro papi en Costa Rica.-se tomó un respiro antes de continuar hablando, aún no entendía cómo el otro podía preguntar todas esas cosas de una sola vez.-No... también sé jugar a otros juegos, ¿Conoces el futbol? es muy divertido, a mi papá le gusta mucho, pero no es tan bueno como el resto (costa rica=0 mundiales 8D).

-También hay muchos juegos rumanos, nunca los jugué, pero lo leí una vez y sé las reglas. Existe el Ivanka, el capcaunul, el pikar... son todos divertidos, pero no los puedo jugar porque todos en el castillo siempre están ocupados.-decía, haciendo caso omiso de la exclamación del mayor.

-Ahora que lo pienso... ya te dije todo lo que querías saber de mí ¡Ahora es mi turno! ¿Cómo te llamas? ¿Cuál es tu edad? ¿Conoces otros juegos? y... ¿Jugarías conmigo?-obviamente, no era capaz de preguntar tanto como el otro, pero con solo saber eso ya le era suficiente.

Escuchó atentamente la presentación del pequeño. Ajá, tenía ocho años... así que tres menos que él, ¿eh?... Y vivía en Transilvania... Y se llamaba Nikolai...

-¡Wou! -Exclamó, asombrado-. ¿¡Transilvania!? ¡Eso es impresionante! -Bueno, la verdad era que nunca había llegado a conocer a nadie más allá de Reino Unido, y fue tan solo cuando era un pequeño recién nacido que podía defenderse bien de los piratas que querían atacarlo... ¡Realmente, eso de Transilvania le sonó tan exótico! Por no decir que a la mente se le vinieron todos esos juegos de vampiros a los que había jugado...-. ¡Woaah! ¿Eres un vampiro? ¿Conoces a alguno? ¿De verdad que pueden convertir a otros humanos en vampiros? ¿Me transformas en vampiro? ¿Porfa, porfa, porfa, porfa?

El pequeño niño podía emocionarse rápidamente con cualquier cosa que relacionase con un videojuego. Tal vez sí que era verdad que tanta tele hace daño al cerebro... Se dio cuenta de que aún no había respondido las preguntas de Nikolai, así que suspiró y se cruzó de brazos.

-Ejem... Yo soy el impresionante Alexis Sánchez Iparraguirre, tengo once años y vivo en Canarias, España, ¡pero solo hasta que pueda irme de casa, que será muy dentro de poco! ¡Y claro que conozco otros juegos! -Dijo, alzando la cabeza como si eso fuera algo importante-. ¡De todo tipo, además! ¡Podría brindarte el honor de jugar junto al impresionante yo, si tanto insistes!

La verdad era que el pobre canario, al estar tanto tiempo metido en su casa, nunca había echo amistad con otras personas... A lo mejor era por su complejo de matón de patio, a lo mejor porque no había ningún niño que quisiera aguanter su personalidad egocéntrica y sus complejos de superioridad... ¡No, no es que me sienta solo! ¡Es que estar solo es divertido!

(*muere con alex* awww, ternurita *3* *cara pedobear*)

-¿Eh? Ah... no. Mi papá le tiene miedo a los vampiros, dice que son malos. Pero tengo dos tíos que sí lo son, le podrías preguntar a ellos...-se preguntó por un momento a qué se debía ese repentino interés por su hogar y por los vampiros, talvez, solo talvez, el mayor alguna vez había leído algún libro de eso y por eso estaba interesado.- ¡Pero debe ser horrible! No puedes estar a la luz del sol o te haces polvo, tampoco puedes entrar a las iglesias, y tendrías que tomar sangre de gente inocente para alimentarte... Creo que le tengo un poco de lástima a los vampiros.-comentó, para después escuchar atento las respuestas del otro.

-¿Así que Alexis?-recordó que ese nombre en Rumania se decía "Alex" o "Alexandru", pero ese último era demasiado largo y difícil de pronunciar para él.-¿Entonces te puedo llamar Alex?

Sonrió al escuchar que el otro jugaría con él, sin hacer caso del comentario egocéntrico que vino en medio.

-Bien, ¿Entonces que sabes jugar? No es nada en lo que hay que lastimar seres vivos ¿Verdad?.-preguntó, contento de tener alguien con quien pasar el tiempo que no fuera un adulto, como siempre.

(xDDDDDDDDDDD)(L- e_é! *protege a Alex con un churro* ... *se come el churro* *qué buena madre...*)

Sonrió animadamente, ¿de verdad le hacía tan feliz conocer a alguien al fin que no fuera un adulto? Claro que no, ¡es que me aburría! Y mi padre siempre me supera en todos los juegos... ¡Claro, es eso! ¡No es que esté feliz de tener compañía, es que al fin voy a poder machacar a alguien en un juego!

-¡Pero los vampiros son geniales! ¡Están todos pálidos, y pueden convertir a la gente en otros como ellos! ¡Son como los zombies, pero con cerebro! -La verdad era que le gustaban bastante todo ese tipo de cosas, y le gustaba defender que, para él, ¡son realmente mejor que los humanos normales y corrientes!

Aún con esa amplia sonrisa en su rostro, tomó la mano del rumano una vez más, para luego girar la cabeza a ambos lados, mirando quién había alrededor. Nadie conocido, y además no mucha gente... Eh, ahora que lo pensaba, era la primera vez que no le llamaban la atención por destrozar plantas, ¿sería por estar con ese niño con pinta de buenecillo?

-¡Claro, puedes llamarme Alex! ¡Te concedo ese honor!-Dijo, alzando más la cabeza como si eso fuera algo enorgullecedor-. Y yo... Te llamaré Niko ¿vale? -Giró su cuerpo media vuelta, mirando el campo de flores que había destrozado. Suspiró y luego observó de nuevo al pelinarannja, volviendo a acercar su cabeza a la del otro-. ¿Qué clase de juegos te gustan? Claro que no se hace daño a gente, ¡al menos no gente de verdad! A no ser que ahora me digas que los que hay dentro de los videojuegos también sienten... -Suspiró. Realmente, no le hubiera extrañado si el pelinaranja hubiera saltado con algo como "claro que sienten, ¡los seres gráficos sienten!"

(LOOOOL x'DDDU también amo a luisi *3* *puchurra*)

-P-pero si uno es vampiro... se hace malo, y lastima a la gente, y...-trató de decir, recordando que en su casa, le habían enseñado que "dios=bueno" y "diablo=malo", por consiguiente: "humano=bueno" y "vampiro=malo".

Sonrió ante lo que le dijo el mayor, le hacía muy feliz ver que era llamado por ese diminutivo por alguien más que no fueran sus padres.

-Bueno, no conozco muchos juegos... Solo los que se juegan al aire libre o los de mesa, como las cartas.-contestó, para después inclinar la cabeza un poco al costado, en señal de duda.-¿Qué es un videojuego?-claro, vivía en un castillo, en donde se suponía que ni siquiera había electricidad, ¿Cómo iba a conocer esas cosas? Como mucho, sabía lo que era la televisión, ya que en la casa de su otro padre había una, pero no le llamaba mucho la atención, pensaba que eran como muñequitos adentro de una caja, nada muy llamativo.

Su mente comenzó a divagar sobre la clase de videojuegos que podía jugar contra Nikolai... A lo mejor cosas como el Resident Evil o Silent Hill eran demasiado por ahora...

Espera, ¿¡qué!?

Una mueca de asombro apareció en la cara del canario al escuchar aquella pregunta por parte del rumano. ¿¡No sabe lo que es un videojuego!? ¡Este pobre no tiene infancia!

-¿¡Qué es un videojuego!? ¿¡Lo dices en serio!? -Repitió, en voz bastante alta-. ¡Venga, ya! ¿¡Nunca has jugado a ningún videojuego!? ¿¡Ni siquiera al Comecocos, Hetamon o Space Invaders!? ¡Al menos al juego del pin pong! -¿Qué clase de infancia había tenido ese pobre niño? ¡La vida del canario se basaba en esas cosas! Dio un largo suspiro y miró al otro con cara de pena-. Ay, Niko... Pobrecito... -Murmuró-. Está bien, supongo que no puedo jugar contra ti al Unreal si jamás has tocado una consola... -Colocó una mano sobre el naranja cabello del rumano y lo acarició, como si fuera una madre que tratara de tranquilizar a un niño que se había golpeado en la cabeza.

...Pues sí que tiene un pelo suave... Mantuvo la mano sobre la cabeza del rumano durante un buen tiempo, mirándole casi embobado. La verdad era que el menor tenía un no-sé-qué basstante... ¿hermoso?... No hubiera sabido describir con las pocas palabras que conocía lo que le transmitía aquél pequeño...

Parpardeó fuertemente, intentando apartarse de esos pensamientos nada machos. Retiró la mano de la cabeza del otro rápidamente y rió con cierto nerviosismo.

-A-Ah... ¡Entonces tendría que enseñarte algún videojuego! ¿No? Pero mi casa está muy lejos... ¡Ah, ya sé, podemos jugar a patear latas! Y luego podríamos ponerle carteles en la espalda a la gente, ¿a que es una buena idea? Kihihi~ -Hablaba deprisa y nerviosamente, intentando evitar aquél pensamiento de hacía unos momentos. ¿Qué demonios le había pasado?

Inconscientemente, apretó un poco el agarre de su mano con la del pequeño.

(noooo, alex, amoooor x'DUU!! *se le tira a abrazar pedobearmente, esta vez tirandole un churro a luis para que no la aleje*)

Observó la cara que el otro ponía, asustandose un poco, ¿Acaso era algo tan importante? Pues, para que español se pusiera de ese modo, debía serlo.

-¿E-es algo que debería saber...?-preguntó de forma nerviosa, mientras el otro le acariciaba el cabello de una manera extraña, como hacía su padre para consolarle cuando él se lastimaba.

-¿Patear latas? ¿Es divertido? ¿No estaríamos desparramando aún más la basura?-permaneció callado ante lo de los carteles, recordando por un momento las bromas de mal gusto que uno de sus tantos tíos hacía.-¿Y... Y qué dirán los carteles?-preguntó inocentemente, como si de verdad aún no supiera. Luego sintió la mano del ojiazul con más fuerza sobre la suya, y le contestó de la misma forma, sonriendo un poco, pero luego pensando en si eso que hizo estuvo bien.

-Bien... hay unas latas por ahí, cerca de los botes de basura.-señaló el punto, estaba solo a unos pocos metros.-¿Vamos?-de todas formas, patear latas, que no sentían ni nada por el estilo, debía ser mucho mejor que incomodar a la gente dejándoles carteles en la espalda.

(A- D8! ¡Protegeme, marica!)(L- ¡Un churro! *-*)(A- D8! *huye* ¡¡No huyo, ejercito las piernas!!)

Había que admitirlo, aquella inocencia que tenía el rumano le causaba... Le causaba... ... ... Extrañamente, no es que le causara náuseas o algo así, como siempre había pensado que le causaría alguien así de adorable... Era esa extraña sensación de querer abrazarlo y protegerlo del mundo no tan inocente como él...

¿¡En qué mariconadas estoy pensando!?

Un ligero rubor cruzó sus mejillas cuando sintió que el otro también apretaba fuertemente su mano, observando casi embobado, una vez más, la cara del pelinaranja. Asintió con la cabeza a la propuesta del otro, con la boca ligeramente abierta.

-E-Eh... S-Sí, vamos... -Murmuró, antes de comenzar a caminar por su cuenta, casi sintiendo que arrastraba al otro niño. Su mirada iba bien clavada al suelo, y sentía como si la mano, y todo el cuerpo, le sudasen más que en el más caluroso de los días de agosto.

Una vez llegó al punto donde se encontraban las latas, colocó una de ellas debajo de su pie derecho. La arrastró por la acera, hasta darle una patada que provocó que la pelota saliera en el aire, aunque con tan buena suerte que calló a apenas unos milímetros de un cubo de basura. ¿Qué demonios me pasa?

Alzó la cabeza para observar al rumano. Miró su cabello naranja, que antes había tocado, y extrañamente le dieron ganas de volver a acariarlo... Quería descubrir si también la piel de Niko era así de suave...

-¡O-Oye, me gusta mucho tu pelo! -Comentó, desviando la mirada hacia el cielo-. ¡E-Es bastante suave! Claro que no es nada comparado con el mío, ¡pero es muy bonito! -Le miró de reojo un momento, clavando sus azules ojos en los verdes... Luego en el resto de cara, punto a punto.

Casi sin darse cuenta de lo que hacía, dio media vuelta y se dirigió a un lugar donde habían plantados unos árboles. Se agachó y cogió un poco de tierra con el puño. Después se giró y observó al pelinaranja, antes de lanzarle la tierra a la mejilla izquierda. Con una fingida para de preocupación, se acercó a su rostro.

-¡Perdón, ha sido sin querer, no sé ni por qué lo he echo! -Exclamó, tal vez sobreactuando demasiado-. ¡Ahora te la quito! -Agarró la mejilla izquierda del menor y, con el pulgar, comenzó a retirar la tierra que había lanzado...

No sabía que la piel de la gente podía ser tan suave... Sus ojos se clavaron en el rincón al que le estaba quitando la tierra, para luego mirar un momento a Nikolai... Volvió a sonrojarse y a mirar a la mejilla, acariciándola con el pulgar incluso cuando hubo retirado la tierra... Realmente sí que tenía una cara bonita.

(looool, padre, siempre consigues alegrarme el día x'D)

-¿Mi pelo? Ah... Hum... G-gracias.-respondió nerviosamente, era la primera vez que le hacían un cumplido, por lo menos alguien que no fuera uno de esos adultos que se quedan mirando a los niños con cara de embobados.-El tuyo también es muy lindo.-agregó al poco tiempo.

Observó las latas y pensó en patear alguna, hasta tenía el pie derecho a medio levantar cuando sintió que algo húmedo le rozó la mejilla. Simplemente se quedó observando al otro, sin atinar a hacer nada.

-Oye... Si querías hacer eso, me podrías haber pedido.-dijo, casi en murmullo, pero con tono serio. Él podía ser bastante inocente en unos cuantos aspectos, pero no era tonto. De todas formas, no era como si estuviera enojado, más bien le causaba risa y talvez hasta ternura el drama que hacía el mayor.-Veamos, supongo que ahora es mi turno.-levantó la mano un poco e hizo lo mismo que éste le estaba haciendo. Pudo sentir algo apenas melado en la cara contraria, y con el dedo índice lo quitó.-Hum, deberías limpiarte mejor después de comer dulces... ¿Qué es esto? ¿Chocolate?-preguntó divertido, aún observando la cara del pelinegro.

-¡Ah! es mejor que sigamos jugando, mi tío puede venir a buscarme a cualquier momento.-recordó, se dio la vuelta como si nada y se dirigió nuevamente a las latas, tratando de encontrar alguna que de preferencia no tuviera hormigas rodeándola.

-Oh...

Abrió los ojos cuando escuchó aquél murmullo por parte del pelinaranja, ¿tal vez se había enfadado por lo que había echo? ¡No es que me importe que se enfade conmigo! ¿¡Por qué iba a importarme!?

Su sonrojo aumentó bastante cuando sintió el dedo índice del pequeño retirando el chocolate de cerca de la comisura de sus labios, la verdad era que rara vez alguien le había echo algo así, ya que el niño era tan autosuficiente que hasta de pequeño se quitaba él solo los restos de comida de la boca. Sin quererlo, la mano que agarraba la del pelinaranja se destensó, aunque aún agarraba su mejilla derecha.

-Niko... -Murmuró, cuando de pronto vio al rumano darse la vuelta y acercarse a las latas. Sus manos se habían soltado del contacto con el ojiverde, al cual se quedó mirando fijamente. Bajó la mirada al suelo y cerró los puños, metiéndolos en los bolsillos de los pantalones que llevaba-. Tsché, tampoco es que me importe -Susurró, antes de darle una patada a una lata cercana.

(nya, y yo que pensaba que Alex era de esos que andaba con la cara llena de restito de churro :'D)

Estaba algo lejos, de modo que no pudo escuchar lo que el otro susurraba y murmuraba. Ahora trataba de patear alguna lata, sin lograr que éstas se levantaran del suelo unos pocos centimetros.

-Ah, mi tío también me dio dinero, así que si quieres luego podemos ir a tomar algo o comprar algodón dulce.-comentó, antes de volver a patear una lata, usando más fuerza esta vez, logrando así perder el equilibrio y caerse sentado en el suelo.

Por suerte, no se había lastimado, aunque continuaba en el suelo, inmóvil, le daba bastante pena el caerse por algo tan patético, pero no hacía ni decía nada, y solamente observaba al otro con cara de que esperaba que no lo hubiera visto mientras se caía.

(sequitica, como diria izu D:)

Con las manos bien metidas en sus bolisllos y su expresión de enfado, continuó dándole pequeñas patadas a las latas, como si ellas tuvieran su culpa de todos sus males... Por no decir que no conocía más de la mitad. ¿Por qué tenía esa sensación de enfado con el mundo entero tan de pronto? Si lo no sé, tampoco será nada importante. Esa era la frase mágica que siempre lo arreglaba todo.

Alzó la vista cuando escuchó la voz del pelirrojo, listo para ver como, antes de que pudiese reaccionar, este perdía el equilibrio y caía sentado en el suelo. No pudo evitar reírse un poco por la escena, aunque se calló automáticamente, cuando el rumano dirigió aquella mirada hacia él.

Debía de ser ya la tercera o cuarta vez que le pasaba desde que estaba en compañía del pelirrojo, pero su corazón volvió a ir al ritmo que le daba la gana. Fue rápidamente al encuentro del menor, agachándose y mirándole con preocupación, aunque con una sonrisa.

-¡Menudo golpe te has dado! -Exclamó divertido, sentándose él también en el suelo-. ¿Estás bien? ¿Te duele?

Examinó la espalda y el cuerpo del niño, de nuevo acercándose mucho a él, como le era mala costumbre de acercarse mucho a todo el mundo, realmente era muy confianzudo...

-Oh, espera... Sigues teniendo una mancha aquí... -Murmuró, mirando la comisura del labio superior de Nikolai-. Espera un momento, yo te la quito... -Acercó un poco más el rostro, posando sus labios sobre la inexistente mancha, más bien sobre los finos labios del pequeño.

El otro se reía, bueno, ya se lo esperaba. Seguramente fue una escena bastante patética. Era en momentos como esos en los que se imaginaba que tal vez, después de todo, había heredado parte de la torpeza de su padre.

-Sí, estoy bien.-contestó, sonriendo un poco ante la expresión del contrario, que le hacía sentir por alguna extraña razón más en confianza.-No me lastimé, solo me caí... no es nada.

El otro seguramente no debía conocer lo que era el "espacio personal", puesto que le revisaba por todos lados, soltó un suspiro ante eso. Si bien en Rumania la gente era recatada, él era bastante liberal en esos sentidos, así que supuso que no habría problemas en dejarle hacer al mayor lo que quisiera.

Bien, por lo menos no hubo problemas hasta que el otro hizo ESO. ¿Y ahora? ¿Qué hacía? Puede ser que solamente estuviera rozando sus labios, pero él sabía que aquello era lo mismo que sus padres hacían todo el tiempo.

Posó una mano sobre el hombro del ojiazul y lo alejó un poco, de repente estaba muy sonrojado. No entendía, ni siquiera era uno de esos besos que se daban en las novelas que él leía, pero dado que nunca había pasado por cosa parecida...

-E-eso es algo que solo hacen los adultos.-comentó apenado, posando un dedo sobre su labio superior, en donde había sentido la presencia del español hacía cuestión de segundos.-

Nadie le había dicho nunca que las personas podían saber a algo. Jamás nadie había mencionado que rozar los labios de otra persona podía saber así de dulce, así de delicioso, por corto que fuera el tiempo o el contacto. Nunca se habría imaginado que, esa cosa que de vez en cuando veía en algunas películas o videojuegos, pero que inmediatamente había tachado siempre de "muy poco machas" era en realidad tan hermoso...

Es por eso que el primer sentimiento que invadió su cuerpo cuando se sintió alejado de los labios del rumano fue una gran frustración. Como si acabasen de quitarle de las manos un churro al que solo había dado un pequeño mordisco... O puede que mas.

Miró al rumano con esa frustración, como exigiéndole que le devolviese en ese momento el churro, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Está bien, está bien... ¿por qué demonios había echo eso?

-¡No es una cosa de adultos! -Exclamó, intentando buscar algún punto a su favor, aunque no habían demasiados...-. Eh... Es... ¡Es que somos amigos! ¿Verdad? -¡Eso es, copiarle el discurso a el protagonista de aquél juego de terror! Qué idea tan brillante-. ¡Es lo que hacen los amigos, claro! ¡Es normal que lo hagan los amigos, los mejores amigos!-Y ojalá pudiera haber usado esa amistad como excusa para volver a besarle, porque era algo que deseaba, como nunca había deseado nada. Especialmente por aquél extraño hormigueo que le causó ver como pasaba su mano por sus labios... ¡Gases! ¡No es ningún hormigueo, son gases!