¿Qué tal si empezamos con unos tomates? {Privado: Italia del Sur}

por **Antonio F. Carriedo** Jue Feb 28, 2013 2:55 am

La vida no era precisamente de color de rosa para España. Desde allá en el momento en el que empezó a decaer como Imperio, poco a poco su vida había ido haciéndose cada día más monótona y aburrida. Ahora solo le consolaban las pequeñas visitas que hacía y que recibía, además de las fiestas populares de su país. Pero la mayor parte del tiempo se la pasaba trabajando. ¿Cómo sino iba a conseguir estar a la altura del resto de sus amigos y compañeros?

- ¡No! ¡Yo sigo siendo el Jefe! - sonrió para sí mismo esa mañana. Así era, seguía siendo el Jefe, y debía demostrárselo a sí mismo y al resto del mundo, aunque tuviera que trabajar muy duro para conseguirlo - A ver... hoy qué debo hacer... - se quedó un momento tirado en la cama, pensando- ¡Ah! ¡Ya sé! ¡Hoy hay que recoger los tomates de la plantación!

Eso le dio bastantes energías, ya que los tomates le traían muy buenos recuerdos. Se levantó, se vistió, desayunó y tomó su cesta que le ayudaría en aquel trabajo.

Y bajo el sol abrasador que comenzaba a salir en España, Toño comenzó a recoger aquel preciado tesoro rojo bajo el cielo azul, sin importarle que su cuerpo se perlara de sudor, merecía la pena... Y que él supiera, ese día no recibiría visita alguna... Aunque con la cabeza que tenía...

por **Italia del Sur** Vie Abr 05, 2013 12:52 am

Tenía hambre, mucha hambre, y el idiota de su fratello se había ido a casa del macho patata y lo había dejado solo. Maldito, como podía dejarlo así sin siquiera dejarle algo para comer. Sin duda lo odiaba, estúpido fratello!

Suelta un suspiro, está de camino a casa de España. ¿El porqué? tiene hambre, claro, no es como si él fuera a visitar al español con cualquier escusa para pasar tiempo con él. Nada que ver, solo iba por los tomates y por que el español si sabía cocinar y no le molestaba si se tomaba después una siesta, aunque tampoco le importaba si a España le molestaba, claro, ¡que le iba a importar!

Conoce las calles de toda España como la palma de su mano, como si fueran las calles de Roma o Napoles. Las ciudades del país hispano se volvieron un tiempo como su casa y como cachorro abandonado volvía a ellas sin darse cuenta, con escusas como la anterior, y él lo sabía, pero nunca lo admitiría abiertamente, ni a si mismo.

Sabe donde está la casa del español, entra con la copia de la llave que siempre lleva en el bolsillo, entra sin pedir permiso, totalmente acostumbrado a esa casa, como si hubiera nacido entre sus paredes y no a muchos kilómetros lejos de ahí. Mira la hora en el reloj de la pared de la cocina, a esa hora el sciocco de España estaba en el huerto, recolectando sus tan preciados tomates. Sale a la plantación, va entre las hileras de tomares rojos y ricos, lo ve agachado con el sol en la espalda.

- Hey Spagna! - grita, con su típico tono de enfado, aunque por dentro, está feliz de verlo.

por **Antonio F. Carriedo** Vie Abr 05, 2013 6:07 pm

El trabajo en el huerto era sin duda el mejor para España. Cuando no tenía ganas de pensar simplemente se concentraba más en la forma de recoger aquellos deliciosos tomates, y si tenía que tomar una decisión importante, aquel trabajo era tan mecánico que le permitía pensarla con detenimiento (aunque al final siempre terminara improvisando sobre la marcha debido a su carácter impulsivo).

Pero en esa ocasión no hizo ni una cosa ni la otra, aquellos tomates comenzaron a ponerle meláncolico. Sí, echaba bastante de menos recoger tomates con Romano, y no solo eso, sino aquellos cabezazos que le daba para despertarle (sí, aunque ahora tuviese pesadillas con ellos), darle de comer y molestarle de vez en cuando...

- Ah... - Toño suspiró. Tenía que darle libertad para que estuviera con su hermano, Ita-chan, era ley de vida, y eso siempre lo había sabido... Entonces escuchó esa voz, tan familiar para él como respirar, y casi pensó que debía ser su propia imaginación, hasta que giró el rostro hacia donde provenía aquella voz y una sonrisa de estúpido de oreja a oreja se instaló en su rostro- ¿Romano? - se levantó rápidamente y se limpió las manos un poco en el pantalón, después de quitarse algo del sudor de su frente - ¡Romanito! - estaba completamente feliz de que hubiera venido a verle, y se acercó a él - ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no me avisaste de que vendrías? Te hubiera esperado en la casa con algo rico para comer - porque sí, lo conocía bastante, y seguro que se excusaría diciendo que había llegado porque tenía hambre. Romano simplemente era así y en cierto modo le gustaba mucho ese carácter tímido escondido -. De todas fomas, me alegro mucho de que hayas venido, te echaba de menos. Venga, ¡vámonos a la casa!

Sí, no le importaba ser sincero con él, y a pesar de que se veían muy a menudo no era lo mismo que vivir juntos. Recogió la cesta de tomates del suelo y se la echó al hombro. ¿Qué podría cocinarle a Romanito con ellos?

por **Italia del Sur** Lun Abr 08, 2013 5:10 am

- No es como si yo hubiera venido porque te extrañaba, solo tenía hambre y el idiota de mi fratello me dejó solo por irse con el macho papatas. - casi grita, siguiendolo, desviando su mirada para que no se notara su ligero sonrojo al escuchar sus palabras anteriores. Estúpido España que lo alteraba así.

Mira los tomates que lleva y por un segundo tiene un flashback donde ve la espalda del español, pero desde un ángulo más bajo, con la canasta de tomates, el sol y el viento fresco de esa época en las ciudades de España. Suelta un suspiro que desea con todo su ser que no lo haya escuchado.

- ¿Qué tal la última cosecha? - duda, como para hablar de algo, además que también le interesaba eso y no se molestaba en ocultar su amor a los tomates, ¿para qué? si eso significaba que Antonio le daría más de ellos y le prepararía los mejores platos que solo él podía hacer.

Hablando de comida... ¿que le cocinaría en esa ocasión?

por **Antonio F. Carriedo** Mar Abr 09, 2013 3:51 pm

Toño rió un poco al escuchar esa excusa de Romano por haber ido a visitarle. ¿El macho patatas? Ah, sí cierto, Alemania, el cual parecía robarle la atención de Ita-chan a Romanito, ¿estaría algo celoso de él por pasar tiempo con su hermano?

- ¿Ah, si? Y a todo esto, ¿cómo está Ita-chan? ¿Os está yendo bien juntos? - le preguntó con una amplia sonrisa, la que siempre ponía cuando hablaba de los dos hermanos, siempre tan adorables, cada uno a su manera.

Ese suspiro no le pasó desapercibido, e hizo que mirase a Romano por el rabillo del ojo al escuchar su pregunta siguiente. Sin decir nada aun lo tomó de la mano, como tantas veces había hecho por aquel camino a la casa cuando Romano era pequeño para que no se tropezara con las piedras.

- Pues estamos teniendo una época un poco de sequía, pero en general la cosecha está sobreviviendo y dando lo mejor de sí - estaba orgulloso de su trabajo y de sus productos al fin y al cabo -, ahora comprobarás si estoy en lo cierto. Me fio de tu gusto - y de su crítica, con la comida Romano era bastante sincero y serio.

Al fin llegaron a la casa, abrió la puerta para dejar entrar a Romano, no hacía falta siquiera decirle que se pusiera cómodo, al fin y al cabo aquella era la casa de Romano también, fue a la cocina y dejó la cesta de tomates allí.

- ¿Te gustaría que te hiciera paella o algún plato de aquí? ¿O prefieres pasta? - le dejaría elegir, si total, a él le daba igual qué cocinar, lo iba a hacer con el mismo amor si era para Romano. Cogió una toalla y se limpió el sudor del rostro y limpió las manos. Luego se daría el baño que necesitaba, pero no iba a hacer esperar a Romano. Solo había una duda que le asaltaba en ese momento... - ¿Te quedarás después de comer, Romano?¿Te echarás una siesta conmigo? - le preguntó viendose completamente inocente y con esa sonrisa que le caracterizaba, en ese momento, solo pensaba en los viejos tiempos.

por **Italia del Sur** Dom Abr 14, 2013 4:13 am

Siempre, siempre la gente pregunta sobre mi fratello. Bueno, ¿a quién le importaría un amargado como yo si este tiene un hermano sociable y adorable?

Desecha esos pensamientos, no quiere molestar más de lo que ya está, va contestando sus preguntas y comentarios, sobre la sequía, se preocupa un poco, ama los tomates después de todo, y sonríe orgulloso ante el halago de español, aunque no evita sonrojarse un poco ante esto, le alegraba que confiara en su buen gusto por la comida, pero no lo admitiría, nunca!

Entró a la casa y fue directamente a la cocina. ¿Paella o Pasta? tremendo dilema, no sabe que comer, al español le salen bien ambos platos, aunque a él le sale mejor la pasta. Se va por la paella, con un ligero gesto de desgano, como si en realidad poco le importara, aunque bien sabía él que no era así.

Las últimas dos preguntas le chocan, un poco, a pesar de que no sería la primera vez que dormía con él. Se pone completamente rojo y le da la espalda, a esa sonrisa bobalicona e inocente que podía desarmarlo si la miraba. - C-como si quisiera dormir contigo idiota. Pero ya que insistes tanto, me quedaré. - responde al final.

por **Antonio F. Carriedo** Miér Abr 17, 2013 10:34 am

Mmmm... Quizás había tocado un tema con Romano del que no quería hablar. Ciertamente Romano era como un libro abierto para el español, pero la mayor parte de las veces le confundía y no era capaz de distinguir claramente sus estados de ánimo. De todas formas, dejaría a Ita-chan de lado, ahora solo estaban Romano y él.

Sonrió cuando Romano escogió la paella, en el fondo aún tenía algunas costumbres españolas, así que comenzó a recoger los ingredientes que necesitaría para prepararlo.

- ¡Oído cocina! - siempre tan entusiasmado, y más feliz de lo normal al tener a aquella persona especial allí.

Pero la cuestión que realmente quería saber era si se quedaría o no. Puso el arroz a hervir mientras el otro se lo pensaba y enjuagó las verduras que utilizaría.

Esa respuesta le hizo reír un poco por lo bajo, con Romano siempre había que dar el primer paso, pero valía mucho la pena. Le miró de reojo y vio que le había dado la espalda. No pudo evitar acercarse a él y abrazarlo por la espalda.

- Me alegro de que te quedes... echo mucho de menos tenerte por aquí... - murmuró, y en ese momento sintió que el corazón le latía un poco más rápido que lo normal. Pero no quería molestar a Romano, por lo que no mantuvo demasiado tiempo ese abrazo y al separarse le revolvió un poco el pelo - Pon la mesa, en un momento estará la comida preparada - comentó intentando distraerse de aquel chico que sin saber precisamente cómo ni por qué, conseguía alterar su fachada de felicidad que le caracterizaba.

Era verdad que le echaba mucho de menos, nada era lo mismo desde que él se había ido, pero de nada servía ponerlo en palabras, puesto que Romano seguramente no sentiría aquella melancolía. Romano avanzaba, continuaba con la vida como debía hacerlo, mientras que él se había quedado anclado en una época de esplendor que ya nunca más regresaría.

Y con todos aquellos pensamientos revueltos en su cabeza sin ser expresados, siguió preparando la comida, que estría lista en un rato y en cuanto estuviera, colocaría en la mesa para que se dieran una buena comilona. Tenía que centrarse para que a Romano le gustara aquello que le estaba preparando.

por **Italia del Sur** Lun Abr 22, 2013 6:48 am

Maldito español que lo confundía, primero lo abraza y luego lo deja con una caricia en la cabeza, confundiendolo como no hacía hace tiempo. Ya no sabía si había sido una decisión correcta el volver a esa casa que una vez fue también suya cuando era niño, cuando aún dependía de España.

Está rojo, ruega que no se de cuenta Antonio, se pone a arreglar la mesa para los dos. mientras el delicioso olor de la paella inunda la cocina. Sin decir nada, va al baño. Maldición, está aún más rojo que antes, se lava la cara, se moja un poco el pelo, se mira en el espejo, el maldito sonrojo no se va, así como las ganas de que lo abrase de nuevo. Le molesta el no poder decírselo, no debería costarle, maldición, lo conoce desde hace tanto, entonces ¿porqué no podía ser más sincero con él? Era frustrante.

Tira un suspiro, el segundo del día, que molesto era todo esto. Sale del baño y vuelve a la cocina, esperando que la comida ya esté, huele delicioso, le suena el estómago, mira para otro lado, ojalas que el español no lo escuche. - ¿Cuánto falta? - gruñe, tiene hambre y está confundido, mala combinación.

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