Mi Hogar, Bienvenidos sean.

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Finalmente había llegado a su casa. Estaba cansado y le dolía más que nunca su cuerpo. Suspiro mientras sacaba las llaves del bolsillo de su chaqueta y abría la puerta. Entró a su casa dejando las mesas sobre una mesita en la sala de estar. Caminó hasta la cocina y tomó un vaso de agua, mientras lo hacía miraba y examinaba cada parte de la cocina. Recordaba cuando su antigua casa era de madera vieja y desgastada y con una habitación en dónde apenas cabía su cama. Dejó el vaso con algo de agua en el fregadero y subío las escaleras sin muchos animos, entró a su habitación y salió al pequeño balcón que esta tenía mirando el hermoso paísaje. Arbolés de flamboyán, rojo intenso, amarillo claro, eran hermosos. El pequeño riachuelo, siempre llenó de vida. Le encantaba su casa. Tomó asiento en una silla que tenía allí, observando de nuevo el hermoso paísaje, cerrando sus ojos, escuchando el cantar de los pitirres. Relajandose por completo, sientiendo la brisa sobre su rostro.