Visitando... de nuevo [Privado]

(Te quiero, hija ;^;)

El australiano tocó levemente la puerta, observando que esta estaba entreabierta. Bueno, la verdad era que no le extrañaba. Cuando él iba a jugar allí, de niño, también la dejaban abierta muchas veces, y sus hermanos y él podían entrar sin problemas.

La verdad era que no estaba arreglado. Llevaba las ropas cómodas que le gustaba usar, el peinado cómodo que solía llevar y un intento de la sonrisa que solía iluminar su cara. Pero, ¿a quién quería engañar? Una sonrisa era lo que menos iba con él en esos momentos.

El motivo de su visita era, principalmente, una disculpa por visitarle. Se sentía mal, yendo a visitar al alaskense cada vez que tenía un problema, siempre que se sentía mal o decaído, sentía que abusaba de su hospitalidad. Por no decir, por supuesto, lo que había ocurrido la otra vez. Y, si tan mal le hacía sentir, ¿por qué no iba a deshaogarse con otro? Por dos simples razones: La primera, el alaskense era el mejor amigo que tenía desde la infancia. La segunda, el alaskense era la única persona que podía considerar un amigo.

Entró en la casa, cerrando la puerta a su paso y observó el lugar.

-'Ello? -Dijo en voz alta, esperando que alguien saliera a recibirle-. Eh... ¡Soy Australia! ¿Está Eric?

Observó al chico entrar desde el jardín, sonriéndole.

-No, debo ser yo el que me disculpe -Le dijo con una sonrisa-. Por venir sin avisar... -Avanzó hacia el alaskense, yendo en la dirección que este le señalaba, escuchando su pregunta e intentando disimular que la sonrisa había escapado de su rostro por unos instantes. Se sentó en una silla, mirando al rubio-. Bueno... eh... Perdón por venir sin avisar... realmente parece que siempre acuda a ti cuando quiero hablar de algo... Y... no es que pueda hablar de esto con Mike, o con alguno de mis hijos...

Dio un largo suspiro, cerrando los ojos, sin saber muy bien por donde empezar.

-De verdad, siento molestarte tanto, pero eres mi único amigo y... y es la única forma por la cual siento que puedo desahogarme... -Tragó saliva, dándose cuenta de que sus ojos se humedecían y comenzaba a hablar en un jadeo de llanto-. P.. perdona, Eric... P... pero... -Apretó los puños fuertemente, mordiéndose el labio. Pero eso no ayudó mucho, ya que en breve las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.