Escapando~ [Privado]

Miraba a mí alrededor y seguía sin reconocer nada, ¡pero nada! Esto definitivamente no era el conti, o al menos no el que yo conocía, esta no era la casa de mi hermano... tampoco era que quisiera verlo a él, por que ¡todo comenzó por su culpa! Si me dejara salir de la isla yo no hubiera tenido que escaparme... como iba a saber que la canoa gigante a la que me subí no iba para su casa. Por suerte lleve conmigo al Señor Moai en una mo... mohila, creo, así no me sentía tan sola.

Todo era muy bonito, incluso más que en la casa del váva, pero seguía asustándome un poco, era muy ruidoso... me aleje de donde nos dejo la canoa, quería saber donde estábamos, pero nadie parecía entendernos. La mayoría intentaba al principio pero se rendían luego, o solo se acercaban para ver al Sr. Moai, no sé por que. Termine cerca de lugar con muchos árboles... bonitos, en mi casita ya no hay de esos.

-Que hago ahora...- comente en voz alta, sintiéndome más perdida que cuando empecé -no debimos movernos, ahora no nos van a encontrar...- tenía ganas de llorar... pero ¡no iba a llorar! ¡Los rapanui no lloramos! Apreté mis manos y mis ojos para contenerme, fue cuando escuche un ruido cerca y abrí los ojos para mirar... era un... ¿pájaro?

-...Señor pajarito, ¿sabe donde estamos?- le pregunte, era un pajarito muy raro, no tenia alas, y parecía una pelotita... pero apenas intente acercarme ¡comenzó a correr! -¡espere! ¡Sr. Pajarito!- comenzamos a seguirlo, si ya estábamos perdidos no podíamos perdernos más... ¿o si?

Siempre que una de sus mascotas se escapaba, no podía evitar preocuparse demasiado, y, al igual que ahora, era capaz de dejar todas sus obligaciones de lado con tal de encontrarla y poder abrazarla, en este caso, a uno de sus preciados kiwis, Puku*.

Dejó a cargo de algunos quehaceres a otras personas de su hogar, todo era necesario a la hora de ir en la búsqueda de su kiwi. Comenzó por buscar en el bosque trasero de su casa, aunque, de estar cerca, no estaría perdido. Supuso que se había internado en el bosque y, posiblemente, había llegado cerca de la ciudad, de ser así, estaba en un grave problema. Se aventuró al interior del boscaje, pasó horas buscando, estaba algo cansado, pero no volvería hasta encontrar a Puku.

Cuando estaba ya bastante cerca de la zona en la que los árboles comenzaban a escasear y era posible divisar la ciudad, lo encontró. Fue capaz de verlo a unos cuantos metros de él, pero parecía no haberse dado cuenta de su presencia, pues echó a andar luego de estar quieto unos minutos. Lo siguió con cautela, no quería asustarlo, aunque todos sus kiwis estaban ya más que acostumbrados a él, podría ser éste el caso de ser desconocido.

De pronto, a medida que se acerca a la pequeña ave, escucha la voz de alguien, preocupándose un poco por la seguridad de su mascota, pero, al ver que se trataba de una niña, se relajó un poco. Notó que Puku echaba a correr en dirección al bosque nuevamente, mientras que la niña lo seguía, parecía estar perdida, por lo tanto, no pudo evitar acercarse a ella para poder prestarle ayuda.

-¡Kohine**! -gritó, esperando que la niña se detuviera.

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*Puku: silencioso
**Kohine: niña

Dimos a penas unos pasos cuando escuche la voz de alguien cerca, ¡que suerte! pensé que no habría ni una persona cerca en ese lugar, pero lo mejor de todo, podía entenderlo ¡por fin sabría en donde estábamos! Estaba tan contenta que a penas volteé para ver quien era… se me olvido detenerme y resbale con unas hiervas -

-Aaaah!- caí sentada sobre la hierva pero aun así dolió, y el peso del Sr. Moai tampoco ayudo mucho. Que vergüenza, y justo tuve que caerme cuando aparece alguien, si fuera el váva estaría jodiendose de la risa... o como dice él -Auh...- Quise pararme rápido pero me costo un poquito, cuando lo logre me sacudí un poco mi faldita antes de voltear a ver a la persona.

-I-iorana...- lo quede mirando, tenia el cabello rubio... quizás conocía al señor Alfred, o al señor Francis... no lo sé, era mejor esperar que decía -disculpe... ¿sabe donde estamos?- pregunte sin más, algo avergonzada y desviando la mirada a otro lado -nos perdimos... ina*, yo nos perdí- no podía culpar al Sr. Moai si fui yo la que corrí. Volví a mirándolo esperando una respuesta, no se veía mala persona, quizás podría ayudarnos.

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*ina: no.