28 de enero de 1986. Un día lleno de errores (Privado)

(Si el nombre del tema no te gusta, me dices en la noche para cambiarlo antes de que sea lunes)

Era martes y el ocaso comenzaba a mostrar las estrellas. Como era su costumbre había llegado unos minutos antes de la hora acordada. Vestía un traje Armani negro, con el saco de un solo botón, debajo de este haciendo contraste una camisa de color gris y una corbata de color azul que hacia un hermoso juego con sus ojos. El saco iba sin abotonar y las mangas tanto del saco como de la camisa estaban dobladas a ¾ del brazo quedando perfectamente acordes y aunque su vestimenta no fuera tan formal como la de los demás comensales, lucia bastante bien para la ocasión. En recepción una joven rubia con una enorme sonrisa forzada, lo recibió amablemente con un "Bienvenido sea usted, ¿Cual es su nombre al que esta reservada su mesa? ", el alemán respondió amablemente a la pregunta, la chica checo una lista y al verificar que el nombre era el correcto, un sonrisa picara se dibujo en su rostro -Personalmente lo acompañare hasta su mesa, sigame- dijo, mirando al alemán de arriba a abajo -debo informarle que ya lo esta esperando- dijo riendo de una manera infantil.

El restaurante era bastante amplio, elegante y al parecer los empleado era muy eficiente; nada mal para un cena en la cual arreglaría sus pequeñas diferencias con la nación del sol, aunque en verdad para él esto solo era un gran perdida de tiempo ya que sabia que no llegarían a nada. La joven lo guió hasta el segundo piso del restauran este era aun más elegante que el primero y tenia un toque de romanticismo mas marcado, la chica continuo guiándolo hasta hasta llegar a un amplio balcón, en la cual ya estaba el japones esperando, Pero... había un pequeño detalle, la mesa no era lo que el alemán esperaba y en verdad nunca se lo espero, era una muuy pequeña mesa para dos, había pétalos en el piso y sobre mesa, velas aromatizadas por todas partes, un violinista, velos blancos y rosas por doquier. Más que una reunión para arreglar las diferencias entre estado y nación, parecía una cita romántica o mejor dicho una cena de recién casado. Eso era una equivocación o una mala broma,tenía que haber una explicación lógica que justificara ese grave error.

Una expresión de confusión cruzo su rostro al mirar todo eso -Disculpe, creo que aquí hay un error. El señor Honda y yo, no deberíamos de estar en esta área- La mujer se volvió hacia el alemán con una enorme y cínica sonrisa, olvidando a los clientes que la esperaban impacientes en la entada -No hay ningún error, esta es la mesa asignada y la cual nos fue reservada para ustedes- Si eso era una broma era una de muy mal gusto. Miro de reojo la mesa aun si creer que esa era la mesa que habían reservado sus superiores -¿Desea que mande retirar algunas cosas? es lo unico que les puedo ofrecer, dado que todas las mesas del restaurante están ocupadas- expreso al notar la inconformidad y la confusión en el rostro del alemán -Si- respondió sin pensarlo dos veces -En seguida, envió un mesero para que los atienda lo mas pronto posible y por supuesto a las personas que retiren esto- se dio media vuelta y haciéndole una seña al violinista para que la siguiera, se marcho.

Camino hacia la pequeña mesa, tomo asiento, y ante el silencio del japones hablo -Señor Honda, ante el pequeño error del restaurante me disculpo y de igual manera le pido una disculpa por llegar tarde- En ese mismo instante llegaron 2 hombre e iniciaron con el proceso de llevarse algunas cosas, dejando tan solo las velas y las rosas.

La simplicidad de cumplir con un tonta orden de sus superiores solo para complacerlos se había convertido en algo demasiado complejo y molesto, ya que al parecer arreglar diferencias para su superiores era sinónimo de cita romántica. Le resultada estúpida aquella sensación de incomodidad, pero como no sentirla si a pesar de la desconfianza y la antipatía que sentía hacia el japonés se encontraba en una supuesta “cita romántica” con este. Lanzo un pequeño suspiro de inconformidad casi inaudible, el solo pensar que sus superiores querían emparejarlo con el oriental le molestaba bastante, en pocas palabras toda esta situación le enfermaba, pero tenia que disimular y tratar de ser educado. Observo atentamente a su acompañante, disimulando perfectamente que le escuchaba, pero en realidad no lo hacia desde hace tiempo el europeo había desarrollado la habilidad de parecer interesado en las palabras o platicas de los demas fijando su mirada y aislando sus oídos para perderse en sus propios pensamientos.

Pero en un pequeño instante los pensamientos de Bastian fueron interrumpidos al escuchar una curiosa expresión del japonés. <“Bastien”>, pensó el alemán mientras su mirada se perdía en la nada. No había vuelto a escuchar esa pronunciación de su nombre que los monjes usaban para llamarlo hasta este momento en que el japonés la uso. -Es Bastian, no Bastien- corrigió al oriental con bastante calma e indiferencia, ocultando el desagrado que sentía al ser llamado así por alguien que no le agradaba completamente, después de esa palabras por parte del alemán el silencio los invadió por un largo rato.

Minutos después un meceros entro con una botella de vino tinto y rompió con el incomodo silencio que habían entre ambos. Mientras el mercero llenaba las copas de vino, Bastian tomó un pequeña caja de regalo que llevaba consigo que era un poco mas grande que su mano, la miro por un momento y poniéndola en la mesa la deslizo hasta el otro extremo donde se encontraba el oriental -Espero que este presente sea de su agrado-

Tomo la copa que el mesero había servido y con bástate elegancia bebió un poco del liquito que esta contenía. Miraba como el asiático abría la pequeña caja, no sabía que contenía esta y la verdad no le importaba en lo más mínimo, solo esperaba que no fuera algo comprometedor y vergonzoso. Todo eso le incomodaba bastante, pero sabía que no podía hacer nada al respecto, solo esperar a que terminara la supuesta “cita”, disimular que el oriental le agradaba y claro tratar de resolver las diferencias que había entre ellos, si es que no quería escuchar los sermones y regaños de sus superiores.

Dedujo que en esa noche solo cruzaría algunos monosílabos o frases sin importancia con el oriental, como solía hacer con las demás personas, y el solucionar las diferencias no sería ningún problema, ya que el japonés era alguien serio y de muy pocas palabras, y claro él era una persona que gustaba de economizar palabras; consideraba obsesivamente que su abuso minaba su significado y pedía valor. Sus silencios lo definían. No buscaba hacerse oír y su voz solo se escuchaba cuando algo llamaba realmente su atención o le llegaba a incomodar demasiado.

Pero Bastian no con contaba con que Kiku… ¡Tenía que ser japonés! y la deducción que había hecho, se arruino con las palabras que pronunció el mayor…¿Hacerse Responsable?, ¿Pero de qué?... era evidente que los japoneses era raros, demasiado para el gusto del alemán, ahora está en un problema, ¿que debía hacer o decir? si decía o hacia algo equivocado podría empeorar las cosas y todo por las costumbres del mayor, costumbres extrañas que Bastian aún no comprendía, la única manera de solucionar esa ofensa era disculparse, así que lo hizo antes de que fuera tarde -Si el pequeño obsequio lo ofendió de alguna manera, lo lamento, prometo recompensar la ofensa de alguna forma u otra –.



(Disculpa, lo corto del post y la tardanza... El fin de semana contesto el tema de Eli)