Manten a tus amigos cerca y a tus enemigos......(Privado y Advertencia)

Sabía que algo raro le ocurría, era conciente de que no estaba en condiciones normales, de eso estaba seguro.
Su cuerpo no actuaba con precision a los deseos mas simples que tenía.

-Ehh.. mi sushi, no llevo mi sushi - Dijo al darse cuenta de que no había comido aún, ¿No era el alcohol mas fuerte cuando el estomago estaba vacío?
-Shizu-chan, debo ir a traer mi sushi, me lo llevo hasta mi casa... Hola lo quiero para llevar - Le dijo todo esto a Shizuo, lo último como si fuera él quien vendía la comida.
Sus piernas tenían dificultad para sostenerlo, y sabía que no caminaba en línea recta... ¿Era esto el famoso estado de ebriedad? Se dio cuenta que lo odiaba, "maldita bebida que saca lo peor de un hombre"

Seguía continuamente llevando el sake a su boca y tragándoselo, incluso siendo conciente de eso, no podía parar. Había leído de que una persona ebria desea seguir tomando sin importarle las consecuencias. Poco podía hacer, estaba seguro que casi toda el licor estaba en su cuerpo, el se había apoderado de una botella que se suponía era para dos. Y ahora esta corría por su sangre.

-¡¿De que estás hablando Izaya?!- Soltó la muñeca de Shinjuku y le dio un pequeño empujón para que el pelinegro despertara. -¿Regresar por tu sushi? ¿y regresar ahí?- Preguntó, sorprendido. Shizuo tendría que recordar no volver a poner un pie en ese restaurante por un largo período de tiempo.

Observando nuevamente a Izaya se dió cuenta que tenía la botella de nihonshu en sus manos y se la estaba terminando. ¡La pulga nisiquiera era capaz de mantenerse en pie! Paso un brazo de Izaya sobre su hombro y colocó su brazo alrededor de la cintura del pelinegro. Era incomodo por la diferencia de las estaturas. Esto arruinando el humor de Shizuo de nuevo.

-¡Ah, Maldita sea!- Levantó a Izaya posicionandolo sobre sus manos para que su cabeza chocara contra su pecho y sostener sus piernas con su brazo. Rogó para que nadie los viera en esa situación. Estaba oscureciendo al paso de los segundos y el conocía algunos callejones para llegar a su casa. Estaría loco si iba llevar a la estupida pulga todo el camino hasta Shinjuku en ese estado.

-Noooo - Se quejó cuando fue levantado por el mas alto. Continuaba luchando por zafarse de su agarre para caminar por el mismo a llevarse el ootoro que tanto le gustaba.
El moverse tanto y no lograr nada le recordó que el otro era mas fuerte que él, suspiró rindiénsose.

Un momento mas tarde se dio cuenta de la cercanía a la que ambos se encontraban, podía sentir el calor que emanaba del pecho del rubio, su respiración agitada al correr y el rapido latido de su corazón.
-¿A donde me llevas?

-No puedo dejar a un insecto como tu libre en mi ciudad ¿verdad?- Respondió el rubio -Quien sabe que serás capaz de hacerle- Dijo con una sonrisa.

Cada vez se acercaban más y más a su residencia, tenía un poco de desconfianza al llevar al más pequeño, pues Izaya sabría donde vivía pero el hombre en sus brazos parecía estar demasiado ebrio para notar sus alrededores. Notó que el pelinegro sostenía en sus manos la botella, Shizuo rodó sus ojos con molestia.

-¡¿Quieres botar eso pulga?!- Le preguntó, con más fuerza de la que pretendía, a Izaya. Vivía en una casa pequeña, nunca le habían gustado las cosas grandes y exageradas, Vivir simple era vivir mejor.

Comenzó a reirse como si le hubieran contado el chiste mas gracioso del mundo, cerrando sus ojos y llevandose la mano a la cabeza mientras se carcajeaba.
-¿Botarla?... Noooo Shizu-chan, eso sería un desperdicio, ¿porque no la pruebas tu? - Dijo mientras llevaba la botella a la boca del otro inclinándola para hacerlo tragar el sake que aún contenía, su típica sonrisa aún adornaba su cara.
-No te vayas a poner ebrio, Ne?...
-Me tocara cargarte a casa
- No deberías tomar tanto
-Ehh, ¿me escuchas?
Hablaba mucho y solo se detenía para respirar y lograr tener suficiente aire en los pulmones para continuar con bromas y reclamos.

Por alguna razón su propio comportamiento le parecía muy gracioso y la manera como Shizuo reaccionaba le divertía mas que nunca, comenzó a preguntarse si talvez era el alcohol que parecía volver las cosas demasiado curiosas. El saberse ebrio e incapaz de caminar por sí mismo le hacía no parar de reir, ¡que comportamiento tan peculiar! ¡con que esto era estar ebrio! ¡Era tan extraño y al mismo tiempo tan no-Izaya de su parte!

Estaba teniendo el momento mas alegre de su día, sentía que flotaba, que unos cálidos brazos lo alzaban, lo mecían con cuidado, era agradable, placentero y temporal... demasiado temporal, ya que el caer al suelo regresó de golpe, literalmente, a la realidad.
Se sobo un poco el dolor que ahora residia en su parte trasera mientras sentía la necesidad de descargarse sobre el idiota que lo había dejado caer.

-Ahhhh!!!!.... teme!! kuso... Shizuo eso me dolio... ¿Quieres matarme? No es asi como lo debes hacer - Lo insultaba y balbuceaba producto del enojo por el dolor que la falta de atención del otro le habían hecho sentir - ¡Seguro! ¡¡Estoy bien, perfecto!! ¡¡¡No importa ya que así es la manera como me bajo, me encanta caer sentado!!! - Contestaba con amargura y sarcasmo desprendiendo de sus palabras.

Shizuo volvio a hablar.
¿Café? Pero si no estaba ebrio... ¿O si?... recordó que ya había pasado por esta discusión interna antes y se había dado cuenta que su anormal comportamiento era producto del alcohol, asi que la respuesta era si, si estaba ebrio. "Que dificil es pensar o mantener un pensamiento en este estado"

Se calmo un momento ante la hospitalidad del otro, dejó de insultarlo y gritarle cosas.
Tragó saliva y cuando pudo - Gracias - En tono serio, la sonrisa burlona había desaparecido de su rostro y se asomaba una seriedad que indicaba sorpresa. Fue reemplazada por una ligera sonrisa.

Comenzó a tomarse el café, estaba amargo en exceso; sí, el odiaba las cosas dulces, pero un café negro sin nada de azucar era demasiado difícil de pasar entero.

Por primera vez en el día no quería ser una molestia para Ikebukuro así que no pidio endulzante, no se quejaría mas. Hasta despues de tres tragos seguidos fue que sintió el inmenso calor de la bebida en su garganta y lengua. -Ahh... ¡¡quema!! - Gritó percatándose que su cerebro reaccionaba tardíamente a estímulos tan fuertes como el dolor de una quemadura. "Fascinante... otra cosa que cambia con el alcohol" Pensaba siendo un analizador sin remedio.

Es verdad, Shizuo tenía razón, debía dejar de tomar algo tan caliente. No se le ocurrió soplarle a la quemante bebida o esperar que enfriara. Pensar era lo que menos podía hacer bien ahora, aunque solo fuera ahora, lo llevaría a problemas, ya que él era alguien que dependía casi solo de su cerebro.

Así que en su pensamiento: No podía tomar el café porque era muy caliente, debía buscar otra forma de entrar en calor; vio a su alrededor y lo único que le llamaba la atención era Shizuo. Un hombre rubio muy atractivo, muy fuerte y alto, sus facciones eran tan... perfectas??... ¿¿Como era su piel?? Jamás lo había visto sin ese traje que siempre andaba, ni había tenido ningún tipo de contacto con él, ni siquiera un apretón de manos por el odio que ambos se tenían.

Esa pudo ser la razón por la que, en menos de un segundo, se abalanzó hacia el otro japones besándolo sin previo aviso, estaba casi encima de él. Pudo sentir una calidez tan atrayente, mas deliciosa que el café, recordó por un breve momento que no tenía frío ¿Porqué había buscado calor? Dejó de importarle al sentir de nuevo esos labios en los suyos y abrazó el cuello del dueño de esa boca para acercarlo mas a sí mismo e intensificar el contacto.
-Mmm.... Shizu-chan... - susurró

-No es estúpido, no me voy a arrepentir... Shizu-chan~ - Le dijo enterrando sus dedos en el cabellos del otro, para acercar su cabeza a la de el rubio y volver a besarlo.
-Es un experimento, no estoy tan ebrio, soy conciente de lo que hago... Quiero hacer esto - Omitió el "creo" para darle sensación de seguridad, si no fuera así el otro pensaría que hay algo malo en él, y desconfiaría de la situación.

Sabía que Shizuo era todo un caballero, no se alejó asqueado, y seguía a su lado, lo que indicaba que talvez el también quería, aunque no tenía idea si era cuestión del momento o si ya lo había pensado antes. Estaba simplemente confundido con el comportamiento de Izaya, era inusual, pero era honesto, no planeaba ningún juego, no lo olvidaría mañana, estaba seguro de el lugar donde estaban, de donde se encontraban sus manos y las de Shizuo en su cuerpo, sabía lo que estaba haciendo, era como si estuviera actuando de acuerdo a su deseo y querer, el alcohol solo le dio el impulso que necesitaba, pero todo lo demas.... era Izaya mismo.

Talvez no había sido la intención del rubio, no importaba, pero eso se sintió como un rechazo, nadie se atrevía a decirle que no a Orihara Izaya, el siempre obtenía lo que quería, las cosas solo así podían ser.

Jamás se le ocurriría dormir en un sofá, no con lo incómodos y pequeños que son, menos con la limitada libertad de movimiento. Se levantó y siguio a Shizuo hacia donde probablemente lo guiaría, sin él saberlo, a su habitación; Izaya había acertado, había entrado al cuarto del otro, quien ya se había cambiado en ropa de dormir. Hizo un esfuerzo para erguirse, pese a su estado, y acostarse en la cama de Ikebukuro, dándole la espalda, pero quedándose en la cama.
El sueño se había vuelto demasiado pesado, le costaba mantener los ojos abiertos, y estaba seguro que su presencia ya había sido notada, esperaba que en cualquier momento lo echaran de ese cuarto. Y deseaba de verdad dormir en comodidad.

Se despertó un poco al ser movido por el otro, abrio los ojos adormilado y sintió el aroma de Shizuo, le resultó dulce, lo llenaba y le dejaba deseando sentir mas. Demasiado somnoliente como para importarle, o recordar que este hombre era, por así decirlo, su "eterno enemigo", se dejó acercar y puso de su parte para estar a pocos centímetros del rubio, sentir su respiración y el palpitar de su corazón -que esta vez era diferente, su ritmo era calmado y sereno-

-Oyasumi nasai, Shizu-chan... - Susurró en su oido antes de rendirse ante el sueño que lo envolvía y dejarse llevar por lo que aún podía ser, cierta cantidad de sake en su cuerpo.

Oyó claramente las palabras del moreno, sin embargo no tenía las energías o simplemente no tenía deseos de contestar. Murmuró algunas palabras sin sentido en el cabello color azabache de Izaya. Rodeó el pequeño cuerpo de Shinjuku con más fuerza y pasó su pierna por encima imposibilitando cualquier movimiento de la pulga. Y por primera vez, en no sabía Shizuo cuanto tiempo, el rubio se relajo por completo.

Se hizo el día siguiente, abrio lentamente sus ojos y sintio que una calidez lo envolvía. Le dolía un poco la cabeza, estaba seguro que era por el nihonshu del día anterior.
Vio frente a él, y se sorprendió al ver a Shizuo tan cerca, se asustó un poco y se echó para atrás, dandose cuenta que este lo sostenía firmemente. Se quedó un momento observando las facciones del rubio, tan serenas y calmadas, sin rastro del enojo y malhumor que siempre parecía tener. "Shizuo debería hacer esa cara mas seguido, se ve mas atractivo"

Despues de ciertos minutos, quiso alejarse, pero le era imposible, mas con la forma como lo tenían, ¡era como una camisa de fuerza humana!, se movía y retorcía pero no lograba mover ni siquiera un poco los brazos que lo atrapaban. Despues de intentarlo por varios minutos, finalmente se rindio suspirando.
¿Como había pasado esto? Si ellos despertaban en la misma cama, ¿Que habían hecho anoche?. Izaya recordaba estar ebrio, y recordaba haberlo besado, pero... un pensamiento se cruzó por su cabeza, se aterró de la sola idea, miedo y asco se unieron en su mente mientras pensaba lo que Shizuo pudo haber hecho: "¿se aprovecho?"

Comenzó a reirse primero fuertemente, y para no despertar abruptamente al otro se obligó a guardar silencio, y se rio de forma suave, pero siempre con muchas ganas.
En realidad Shizuo era mejor que eso, no parecía el tipo de persona que abusaba de alguien vulnerable, pero tendría mucho que explicar.
Cuando su risa terminó y recordó el beso que le dio antes, se sonrojó al tenerlo de esta forma, podía sentir sus brazos rodeándolo, haciendo que su corazón latiera mas rápido, se dio cuenta que Ikebukuro estaba poniéndolo nervioso.

¡¿Que demonios?! Comenzó a repetirse una y otra vez, primero al ver que Shizuo no lo lanzó hacia fuera de su cuarto de un golpe, segundo al besarle la frente, tercero al saludarlo... ¡¿en serio?! ¿¡Buenos días!?
De seguro el rubio seguía ebrio de anoche, o se había drogado a esta hora, o se sentía culpable por haberle hecho algo mientras Izaya había estado tan vulnerable por haber tomado tanto la noche anterior.

Decidio no enojarlo pero no podía alejarse de él, en parte literalmente le era imposible, pero por otro lado estaba muy cómodo en los brazos del otro japonés como para querer levantarse de esa cama.
No iba a quedarse callado y confundido para siempre, pero molestar al otro preguntandole que diablos le pasaba no era una opción.
Buscó en su mente las palabras adecuadas para expresar su duda y pedir una explicación sobre su extraño amanecer, pero al mismo tiempo que el otro pudiera contestarle con calma y sin enojarse.
-Que es esto? - Preguntó simplemente, moviendo una mano señalandose él mismo, luego a Shizuo y finalmente el abrazo que le estaba dando.

¿Porqué diablos afirmaba que esto era un sueño? Sabía perfectamente que todo tenía sentido, y nada en este momento era una fantasía. Era extraño, sí, pero era real... ¿Verdad?
Era obvio que el rubio estaba muy confundido, de verdad quería ver la cara que haría cuando le dijera que todo era producto de su imagin...

Un escalofrío recorrío su cuerpo cuando el otro se acercaba a su cuello. Se calmaría a sí mismo contestándole mal, tomó aire para molestar al otro y hacerlo volver a la realidad.
-Shizu-chAAhh!! - Gimió cuando sentía los labios del otro sobre su piel. Muy bien esto no podía ser real. - Esto no.. haaah... no es un... sue.. nghhh... haaa - Los vergonzosos gemidos impedían que pudiera hablar con normalidad, el calor que le provocaban a su cuerpo el roce de la piel del otro sobre la suya, la maravillosa e inexplorada sensación, hacer algo con Shizuo que jamás en su vida había pensado. Todo eso le hacía estremecer en placer.
Se obligó a sí mismo a permanecer callado, de esa forma no gritaría su nombre, debía guardar por lo menos un poco de su orgullo, y pensar que decirle cuando pudiera hablar, antes de que fuera demasiado tarde, y eso si acaso le era posible pensar.