La cosa más detestable del mundo [Privado]

{Estimado/a stalker: Mayu la yankee y Cal la commie tienen el deber de avisarle de que está usted a punto de stalkear un rol que puede no ser agradable a su vista. Y con esto, nos referimos a que puede contener: lenguaje obsceno, lenguaje violento, insultos, golpes, más golpes, un "poquito" de sangre, y algún que otro labio roto. Recuerde que espiar roles ajenos es un arte que no debe perderse, así que solo queremos avisarle para que, si se llegara a dar el caso, no saliera por la puerta de su cuarto llorando por un severo trauma en su infancia. Gracias por stalkear~}

Todos y cada uno de los músculos de su cuerpo estaban tensos y rígidos como un palillo de madera. Suspiró varias veces delante de la puerta y pudo ver cómo el vaho salía de su boca debido a la temperatura del ambiente. Odiaba esa casa porque siempre hacía frío. Giró la cabeza para ver el camino de nieve que ya había recorrido. A lo lejos podía distinguir su coche, y dentro, sabía que estaba su jefe esperando a que entrara para marcharse. ¡Pensaba que tenían una buena relación jefe-país! ¿Por qué le había enviado entonces a hacer algo tan detestable como era... visitar al ruso?

Movió un poco la mano con la que había intentado tocar la puerta. Oh, si hubiera sido cualquier otro país, aún si fuera cualquier otro país que odiara o le odiase, tampoco hubiera tenido tanto problema. Entraría a su casa sin permiso, le gritaría enérgicamente las cuatro o cinco cosas que se había apuntado en la mano para no olvidar lo que tenía que decir, y se marcharía a su casa en menos de una hora. Pero no con Rusia, con él desde luego sabía que aquello no podía ser todo lo fluido y poco desagradable que quería que fuera. Ver al, como le llamaba él, commie siempre era desagradable y podía incluso acabar con su genial, heroico y personal positivismo. ¡Pero un héroe no podía huir de sus deberes! Debía enfrentarse a su fatal horrible y mortal enemigo y salir victorioso de la batalla, aún si la batalla en cuestión fuera únicamente aclarar ciertos asuntos... ¿Legales? ¿Económicos? Ahora que había golpeado con los nudillos la puerta de aquella enorme casa, se le había olvidado por completo el motivo de su visita, además de que era por la gracia y orden de su superior.

Giró la cabeza para ver de nuevo el coche en el que había venido y cómo la nieve comenzaba a caer de nuevo con algo más de fuerza. Le gustaba la nieve aunque el frío no le dejase hacer nada, pero aquella nieve sin duda no le agradaba. Por suerte él estaba cubierto y los diminutos copos no caían sobre su ropa, sino que quedaban a unos centímetros de él, donde se acumulaban con la nieve que ya había caído, poco a poco borrando los pasos de sus huellas. Pero sin duda él tenía bastante frío, a pesar de venir abrigado nunca estaba lo suficientemente bien como para ir a aquél lugar y no pasar frío. Volvió a mirar hacia la puerta, al observar que no había respuesta alguna. Apretó ligeramente los labios y esta vez llamó al timbre, esperando sí ser oído en esta ocasión, o... ¡Eh! Tenía que pensar en positivo. A lo mejor, posiblemente, si la suerte le sonreía, Rusia no estaba en casa en aquél momento. Puede que se hubiera ido... De viaje o algo parecido y no volvería en mucho tiempo, así que por hoy podría olvidarse de verle la narizota. ¡Sí, sin duda esperaba que fuera así!

Cuanto más tiempo pasaba helándose los huesos bajo aquella nevada, más crecía en su interior el hermoso presentimiento de que Rusia no estaba en casa; que había tenido que irse de viaje por los motivos que fueran y que, por ello, no le vería la cara en esta ocasión. ¡Sí, viva el ser optimista! ¡Podría librarse de aquella horrible misión sin que nadie le tuviera en cuenta que lo había hecho porque realmente no tenía intención ninguna de encontrarse con el ruso, y además sería todo pura verdad! Y podría volver a su casa, y lo primero que haría sería meterse en su habitación, cubrirse de mantas hasta arriba y encender su consola para comenzar una larga hibernación de la cual no pretendía salir hasta haber olvidado el frío soviético. Poco a poco fue dibujándose en su rostro una sonrisa optimista, y aunque sabía que debía esperar un minuto antes de darse la vuelta y marcharse de casa, ya estaba tan convencido de que no vería la narizota del ruso por ese día, que ya se estaba dando la vuelta para volver por dónde había venido y explicarle a su jefe que el otro país no se encontraba en casa, así que debían de aplazar la visita para otro día...

Sin embargo, y justo cuando había girado el pie para volver a la calidez de su coche, escuchó la puerta abriéndose. Al mismo tiempo, giró su cabeza para confirmar sus temores. Esperaba encontrarse por lo menos a alguno de los bálticos, el gracioso chico que parecía un cepillo de dientes eléctrico por la rapidez con la que temblaba, o al menos Lituania no habría estado mal... Pero sin duda aquél no era su día de suerte. Por un momento su rostro se descompuso en una mueca de asco al comprobar la horrible sonrisa de Rusia, quién estaba en la puerta, y acababa de tirar por borda toda idea de que aquél día sería sencillo, divertido o incluso fácil. Trató de actuar con naturalidad, pero realmente no engañaría a nadie; posiblemente pocas personas podían decir que tenían entre ellos una relación como la que tenían el ruso y el americano.

- Ah, co... Russia! -Alzó la mano en modo de saludo, caminando en dirección a la puerta- ¡Ya pensaba que no estabas en casa, hahaha~! ¡O a lo mejor te habías caído en el congelador y te habías hecho helado~! Uh, realmente no sería un helado agradable de probar -Con su sonrisita, por supuesto sin esperar invitación ninguna a entrar, se metió en la casa del ruso. Sin duda era... Tan fría como el exterior, o por lo menos esa era la sensación que le daba. Además de lo grande que era... ¡Tampoco es que su casa fuera pequeña, pero sin duda era mucho más cálida, heroica y acogedora que la del commie!- Ah~~ ¿No piensas ponerle nunca calefacción a esto? ¡Se me hielan los huesos! -Negó con la cabeza, mientras entraba más en la casa. A cada paso que daba sentía más necesidad de que aquello acabara rápido. ¡Y bien rápido!- So... Veamos los asuntos pendientes y terminemos con esto de una vez, OK?

(lamento la tardanza y lo corto D:u)

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A pesar de que mientras caminaba por la casa del ruso siguiera con sus risas y comentarios enérgicos y típicos, por dentro estaba totalmente incómodo, tan incómodo como siempre que le tocaba verse a solas con el ruso. Intentaba relajarse, al fin y al cabo un héroe no debe comenzar una pelea a no ser que sea super necesario, pero simplemente estar en la misma habitación que Rusia, especialmente a solas, requería un gran esfuerzo para recordarse que no debían comenzar expresiones de odio gratuitas. Y esto comenzó a aflorar cuando escuchó el golpe de la puerta principal de la casa cerrarse con fuerza, seguido del sonido del cerrojo. Inmediatamente, se puso aún más tenso, aunque como buen héroe que era no debía demostrarlo. Se giró hacia el ruso manteniendo su sonrisa y su actitud de siempre. Sin embargo, no había que ser un experto para darse cuenta de que las sonrisas de los dos, a pesar de ser distintas, tenían el mismo fondo. Un simple gesto que no quería demostrar alegría ni gratitud verdaderas, simplemente un gesto vacío. Cuando más tiempo pasaba ahí dentro, a pesar de no llevar ni dos minutos, más deseaba irse.

- Ok, so... Opino que no estaría mal si simplemente nos quedamos aquí. Firmamos un par de papeles y hacemos que nada ha pasado, ¿qué te parece? ¡Creo que es una idea estupenda, así que ya está! -Y de nuevo sin esperar ninguna respuesta por parte del contrario, se sentó en un sillón de la sala de estar del ruso, tratando de respirar aire de verdad, y sobre todo, de mantener su firme idea de salir de allí cuanto antes mejor. Por lo que miró al ruso un momento para tratar de darle a entender que mejor se sentara allí y acabaran pronto- Ah... A decir verdad ni siquiera sé de qué son estos papeles ni por qué tengo que venir aquí para ello, es demasiado aburrido... -Negó con una mano, mientras buscaba en ese maletín que le habían entregado antes de bajarse del coche. La verdad es que intentaba no pensar en nada, excepto en volver a su casa, comer una buena hamburguesa, y olvidar el frío que hacía en aquél lugar.

Se había dicho a él mismo que no se fijaría en nada que no fuera encontrar los dichosos papeles. Que, ahora que los estaba buscando, parecían esconderse de la mano del americano por mera diversión. Llegó a sacar del maletín un par de cómics de IronMan que no sabía cómo habían llegado hasta allí antes de sacar el tocho de papeles, grapados por la esquina izquierda que dejó en la mesa, y que se suponía que Rusia y él tenían que firmar. También había decidido que no se pararía a leer qué ponía en esos papeles hasta que llegara al calor de su casa y una rica hamburguesa. Bien podía estar vendiéndole su alma a España, ofreciéndose para contratar a Italia como guardaespaldas personal de por vida o comprando al trío tembleque de bálticos. Primero firmaría y luego se iría a su casa para leer qué había hecho.

Aunque cuando estaba buscando un bolígrafo dentro de aquél maletín que parecía haber evolucionado a ser el bolso sin fondo de cierta cuidadora cantarina que viaja en paraguas, el chilido de un gato que luego pasó corriendo a toda velocidad por sus piernas le hizo levantar la cabeza, a tiempo para ver las cosas que el ruso estaba sacando de su abrigo. Su pobre maletín se sintió bastante inferior en cuanto a capacidad para contener cosas.

- Eh?-Miró la botella de vodka que le habían tendido y la cogió vacilando, intentando asimilar que acababa de salir del abrigo de Rusia. Inmediatamente lo dejó sobre le mesa- ¡No me apetece beber nada que haya salido de un abrigo que parece tener más de doscientos años! -Se negó con una amplia sonrisa igual a las de antes, pero metió la mano en su chaqueta para sacar una lata de refresco. ¡Rusia no era el único que podía sacar bebida de la ropa, jah! Abrió la botella y casi al instante deseó no haber bebido aquél primer sorbo, porque la temperatura de esa casa había alejado varios grados por debajo de su temperatura ideal al refresco, y estaba frío como el hielo. ¡Pero por su orgullo se lo bebería!- A propósito, ¿no tendrás un bolígrafo por ahí? ¡Sabes, hoy hay un partido de football así que quiero volver a casa lo antes posible para poder verlo! ¿Lo entiendes?