Shopping and awkwardness! [Privado]

Es algo típico, algo que de alguna manera todos sabemos pero muy pocos aceptamos que lo sabemos. Una verdad, una regla no escrita. Algo que está ahí pero algunos ni se dan cuenta de que está ahí. Una afirmación muy sencilla. Todos los héroes tienen sus secretos. Y pueden ser secretos tales como que tus superpoderes son gracias a tu inmensa cantidad de dinero, o algo tan simple como que te gusta revisar entre los dedos de tus pies cada vez que destruyes a un enemigo para comprobar que nada de su sustancia malvada te ha llegado al cuerpo ya que temes convertirte en algún tipo de reptil verde y escamoso. Y, por supuesto, como gran héroe mundial, Alfred tenía un secreto inconfesable que había comenzado hacía ya varios meses, y que debido a su heroicidad no debía contar a absolutamente nadie.

La cosa había comenzado por culpa de su hermana más similar. Su hermana Emily, al parecer, había comenzado a sentir -o más bien a darse cuenta- que no era demasiado femenina. Y, según parece, queriendo arreglar esa parte de ella, había comenzado a comprar montones y montones de números mensuales de revistas de adolescentes, estas revistas que solo leen las niñas que están comenzando a hormonar para sentirse mayores. Aunque la chica siempre se cansaba de estas revistas cuando comenzaba a leerlas y las dejaba tiradas por todas partes. Ella alegaba que la mayoría de estas revistas contaban siempre con una sección en la que algún viejo verde con sobrenombre de mujer escribía consejos para las adolescentes enamoradas que intentaban conquistar al chico de sus sueños. Y precisamente eran estos artículos los que habían llamado la atención de Alfred, y habían conducido a su oculto secreto. Un día, mientras estaba buscando un número de un cómic que había dejado por ahí, el americano se encontró con una de las revistas que su hermana había dejado tiradas por el suelo. La tomó y sus ojos casi inconscientemente se fijaron en las letras resplandecientes del artículo estrella de la semana. "¡Guía para enamoradas inexpertas! Aprende a enfrentar el largo primer amor". Lo miró por un momento, y por cada segundo que lo miraba, más aumentaba su curiosidad...

Antes de que quisiera darse cuenta, ya se había leído todos los artículos. Por supuesto, muchos de estos eran simplemente imposibles de realizar ya que decían cosas como "¡ponte un maquillaje escandaloso" o "las minifaldas siempre levantan el ánimo", pero no había artículo que no se leyera. Ya que aquí estaba su segundo secreto: era exactamente la clase de "enamoradizas" que aparecían en las revistas. Es decir, que era totalmente inexperto en este tema, de ahí que buscara ayuda en las revistas de adolescentes que ni siquiera a su hermana le interesaban...

¿Y qué tiene todo esto en relación con el hecho de que aquél día Alfred hubiera salido a comprar? La verdad, nada. Hacía un día bonito, terminando al fin con el invierno que no le dejaba salir de casa y rompiendo con su época de hibernación, por lo que era el día ideal para ir a comprar algo de helado, algún nuevo videojuego que hubiera salido, y por qué no, los números mensuales de sus cómics. Tenía ya en sus manos las bolsas con la comida y los videojuegos que estrenaría nada más llegara a casa, y estaba seleccionando y apilando sobre su brazo los cómics que compraría. Y ahí, mientras miraba los últimos números del más aclamado superhéroe por la audiencia estadounidense, su mano sin querer cambió de estante y de sección. Pasó de la sección de revistas de videojuegos y tebeos a las revistas de mujer sin darse cuenta. Y habría quitado la mano y vuelto a su tarea anterior sin siquiera pensárselo de no haber sido... Por las letras brillantes del número especial de oferta limitada que -¡oh, sorpresa!- vencía hoy su plazo de venta y era el último ejemplar, de las revistas que había estado leyendo secretamente.

Por no mencionar que parecía que estaba hecho especialmente para que centrara los ojos en ella. Con la foto de una pareja muy estereotipada de un chico y una chica dándose la espalda mientras agarraban él un ramo de flores y ella una carta, las letras con brillantinas rezaban "¡La estrategia definitiva para retomar su corazón! ¡Del odio al amor en cinco pasos!" ...Tenía las manos sobre la revista antes de que pudiera darse cuenta y la estaba mirando de cerca. ¡Todo hubiera sido enormemente fácil si no tuviera el plástico que impedía que la leyera y siguiera su camino! Sin darse cuenta, tenía la revista pegada a la cara y una voz en su cabecita le decía que tenía que comprarla... ¡Pero no podía! ¡Era su secreto! ¡El secreto de un héroe! ¡Y aún si pudiera decirle a la dependienta que la revista era para su hermana o sobrina o madre, habría sido como desvelar el más profundo secreto de su más heroico ser! Pero por otro lado, era el último ejemplar...

- Si... ¡Si lo camuflo entre los otros nadie se dará cuenta~~! -Se convenció a si mismo con una amplia sonrisa seguida de una de sus risas, mientras trataba de abrir el abanico de tebeos que había elegido para comprar, intentando torpemente meter la revista entre ellos.

Oh, benditos onigiris con salmón, bendito sashimi con shoyu, vegetales encurtidos, mentako, huevas de salmón, sardinas, ¡Bendita caballa en escabeche!

Japón se maravillaba con los deliciosos mangares que tenía delante. Comía lentamente, intentando saborearlos con todo su paladar. Una vez hubo acabado se quedó arrodillado sobre el tatami y disfrutó de la sensación de sacio que recorría todo su ser. No había nada mejor que una buena comida en un sábado desocupado como lo era aquel, lo único que le faltaba para hacer de aquel día el día perfecto era un buen manga.

Pasado un cuarto de hora se levantó y recogió los platos, los lavó, los secó y los puso en sus lugar correspondientes. Cuando se hubo asegurado de que todo estaba en orden en su casa se dirigió hacia su habitación y empezó a hojear su extensa colección de mangas.

¿Qué podría leer primero? ¿Shonen, Shoujo, Seinen, Josei...? Había tanto por descubrir, tantos mundos que explorar que no era capaz de decidir.

Cogió uno al azar, dispuesto a leer del género que el primero que agarrara fuera. Lo giró y miró la portada. Era un Hard Yaoi. Estaba emocionado de que el destino hubiera decidido que lo que debía leer aquel día fuera yaoi su mente empezó a divagar...

¡El último tomo de Koi Suru Bokun había salido en aquella semana y él todavía no lo habría comprado!

Empezó a analizar la situación. Lo que debería de hacer como buen japonés en aquella situación era borrar su vergüenza y hacerse el Seppuku para limpiar su nombre, pero la idea de morir sin saber cómo había acabado la historia de Morinaga y su Senpai le hizo retorcerse de dolor. ¿Qué clase de país deja a medias algo como eso solamente por la gran idiotez que ahora suponía suicidarse?

En menos de lo que se dice la palabra ''deshonra'' Japón ya había salido de casa y se encontraba ahora en su librería favorita, más específicamente en la sección de mangas yaoi con su ejemplar en mano dispuesto a ir a la caja con él.

Para hacerlo, debía pasar por la sección de mangas Shoujo, literatura romántica y revistas. En la última de ellas grande fue su sorpresa al divisar a Estados Unidos frente a las revistas para adolescentes. No se habría sorprendido tanto de no haber sido porque Alfred no tenía en sus manos una revista para adolescentes cualquiera, no. Era una revista dedicada a las chicas jovenes que tenían la cabeza llena de chicos, amoríos y rosa. Mucho rosa.

Din darse cuenta de sus actos decidió esperar a ver qué pasaba en lugar de saludar a su buen amigo Jones, con una curiosidad bastante peculiar.

Se quedó en silencio mirando la espalda del susodicho cual niño en una tienda de juguetes con sus padres, esperando a ver cuál era su siguiente acción.

Al ver como el estadounidense intentaba hacer malabares con sus tebeos y meter la revista entre ellos no pudo evitar intervenir:

- ¿Amerika-san? - Dijo suavemente, a pesar de eso estaba seguro de que su interlocutor le había escuchado.

Con un equilibrio digno del más talentoso malabarista, el americano se las arregló para lograr colocar la revista entre varios números atrasados de The Advengers en un brazo, mientras con el otro seguía cargando toda la comida, videojuegos, consolas, y demás cosas en las que de había gastado un dinero que cualquier persona consideraría como totalmente innecesario teniendo en cuenta la situación económica de Alfred, aunque para él, no era nada innecesario, ¡era lo más necesario! ¡Sin eso no tendría sentido su largo periodo de hibernación encerrado en su casa! Lo importante es que ya tenía su revista escondida, por lo que ya nadie, absolutamente nadie podría saber que tenía esa revista lista para llevar a casa.

Y, ahora que lo pensaba... ¿Y si hubiera aparecido alguien conocido mientras tenía la revista en la mano y le hubiera visto? ¡Sería la peor situación del mundo! ¡Habría tenido que pensar rápidamente en una heroica excusa! La cosa hubiera sido horrible si se hubiera encontrado con la odiada narizota, o peor aún.... Mientras estaba pensando en esas horribles situaciones que no se habían producido porque, sin duda, ¡ya era demasiado tarde como para que alguien que le viera supiera que tenía entre los tebeos era una revista de adolescentes!... Escuchó una voz conocida. Su primera reacción fue tensarse y ponerse ligeramente nervioso. Sobre todo porque su única neurona no logró reconocer a tiempo la voz que le llamaba ni la manera de la que lo hacía. Aún así, reaccionó de una manera bastante normal: Se giró rápidamente intentando ocultar las revistas tras su espalda, aunque esto lo hizo tan rápido que olvidó que también cargaba varias cosas además de los cómics... lo cual causó que su equilibrio se desequilibrara y cayeran las revistas al suelo.

- ¡¡INGL...!! -Iba a chillar víctima de la incómoda situación, cuando su cerebro al fin se relajó y decidió funcionar con normalidad. Por lo que reconoció a Kiku como la figura que tenía en frente, y además como la única persona que había hablado- ...¿Japan? -¡Así que solo era el japonés! Durante un segundo había temido que quien estuviera ahí y a quien tuviera que dar explicaciones -cosa que no habría hecho, posiblemente solo hubiera echado a correr fingiendo no conocerle- era... Ah, lo importante era que era el asiático quien estaba allí y eso era bastante alivio para él- A... Ahahaha~! ¡Hey, no deberías aparecer por detrás de la gente así! Uh~ ¡Podrías haber sido un enemigo y habría tenido que golpearte, y'know! ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Yo solo estaba buscando cómics, números nuevos y números que no tengo! ¡Nada especial ni extraño, ahahaha~~!

Por más rudo que sonara, Japón ni siquiera se molestó en escuchar lo que el estadounidense tenía que decir en su defensa. Conociéndole como le conocía, estaba seguro de que su primera reacción sería empezar a buscar cuantas más escusas -fueran éstas creíbles o no- pudiera encontrar.

En cambio, su astuta mente empezó a divagar. ¿Por qué necesitaría Estados Unidos revistas para adolescentes?

Primero pensó en que quizá lo que Alfred quería era investigar sobre la mentalidad femenina para así poder llegar a comprender mejor a las mujeres. Descartó la idea en cuanto la proyectó en su cabeza. ¿Estados Unidos intentando comprender a alguien que no fuera él mismo? Sí, claro. Eso era como decir que el americano había descubierto -y reconocido- el verdadero mapa mundial, y no solo el estadounidense. Una completa barbaridad que le haría cuestionarse la salud del rubio.

Entonces, si no era lo primero... ¿Quizá tendría una extraña inclinación hacia el maquillaje y la vestimenta femenina? Había oído que muchos jovenes tenían problemas existenciales al llegar a la adolescencia. Pero... Estados Unidos ya había pasado por su adolescencia, ¿verdad?

Los ojos se le abrieron como platos al ver otra posibilidad. ¡Por supuesto! Si un hombre como América compraba revistas para mujeres tenía que ser la tercera y última opción! Quitando lo de comprender a las mujeres y la moda, solo quedaba una cosa que tuvieran aquellas revistas: ¡El amor! -el porqué Kiku conocía todos los apartados de aquellas revistas era un hecho irrelevante que preferiría omitir. Al fin y al cabo, todo el mundo tiene sus fetiches.-

Lo más seguro era que Alfred tuviera problemas de corazón, y como país más antiguo tenía el deber de instruir a los más jovenes en aquella clase de cosas. A pesar de su propia inexperiencia en aquellos temas, había leído demasiadas historias de amor para no ser un experto en lo que al romance de otras personas se refería.

Como modo de apoyo, posó el manga que estaba a punto de comprarse bajo su brazo y cogió ambas manos del estadounidense entre las suyas. - ¡No se preocupe, Amerika-san! ¡Yo le ayudaré! - dijo. Destellos emanando de sus ojos.

Ahora lo único que faltaba era aplicar sus métodos de interrogación camuflada para descubrir de quién se había enamorado su amigo, y si fuera otro hombre mejor. ¡Ver una historia yaoi frente a sus ojos era lo más emocionante que le había ocurrido en mucho tiempo!

- ¡De hecho, había ido a comprar toda clase de cosas con el dinero que tenía y llevo to~do el día fuera de casa comprando y haciendo cosas, you must know han salido varios números y videojuegos nuevos, y aún me queda pasar por la tintorería donde deben tener mi traje de Captain America recién planchado~! So debería irme pronto o puede que no tiempo de tomar una hamburguesa antes de volver a casa~!

El americano soltaba y soltaba más y más excusas, hablando a una velocidad tan rápida que a la mayoría de la gente marearía. Aunque por mucho que hablara, no era capaz de encontrar una excusa decente a... ¿Por qué estaba tan nervioso? Bueno, el asiático era su amigo, pero aún así le daba demasiada vergüenza admitir, aunque fuera a él, que iba a comprar esa revista... Y sobre todo el admitir por qué compraba esa revista. ¡Así que no lograba encontrar excusas para su nerviosismo, pero sí para todo lo demás! Esperaba que una cosa compensara la otra.

Sin embargo tardó un poco en darse cuenta -principalmente porque era una persona incapaz de darse cuenta de ello en menos de un minuto y medio- de que su amigo japonés no le estaba escuchando. Fue bajando poco a poco el volumen de su voz hasta que se calló del todo. Ladeó la cabeza, intentando descifrar los pensamientos de su amigo... La verdad es que era difícil intentar adivinar en qué pensara el japonés, por mucho que Alfred nunca tratara de averiguar los pensamientos de nadie y nunca le salieran bien, tenía aprendido gracias a su gran amigo Internet que los orientales no siempre tienen ideas normales en la cabeza...

- Eh? -Parpadeó un momento cuando sintió que Kiku le tomaba las manos, mirando que de sus ojos parecía que fuera a salir toda la Vía Láctea. Intentó asimilar pensamientos, y fue justo en ese momento en que se le ocurrió girar la cabeza al recordad que sus cosas se habían caído... Y ahí estaba, a plena vista, brillante y resplandeciente, totalmente nuevo y como si estuviera diseñado para llamar la atención más que nunca en el preciso momento en el que alguien más que el futuro comprador lo viera- T-That... -Miró de nuevo a Japón, y luego a la revista, y se apresuró a soltar las manos del japonés y darse la vuelta para recoger los cómics, ligeramente sonrosado por la vergüenza- ¡No es lo que parece! I mean, tan solo es una revista para mi hermana! ¡N-No es que yo tenga ningún interés! ¡Un héroe tiene cosas más importantes de las que preocuparse que amoríos adolescentes! ¡Y-Y tampoco es como si yo intentara hacer que alguien a quien posiblemente no le agrado se fije en mi después de trescientos años, I-I mean, that is soooo stupid! Hahahahaha~~~~~! -Con todo el nerviosismo que tenía antes, multiplicado por bastante, intentaba recoger todas las revistas y cargarlas en sus brazos, cosa que se dificultaba bastante, y puesto que no era capaz de pensar en buenas excusas y recoger al mismo tiempo, tanto las excusas como el montón de revistas que al final tuvo entre sus manos cuando volvió a levantarse resultaron bastante penosos- By the way, ¡debería ir a pagar ya! Ha estado bien verte, pero tengo que darle la revista a mi Emily, ¡porque es de mi hermana, no mía~! Hahaha...~

Vio al representante de los Estados Unidos poniéndose todavía más nervioso de lo que ya estaba. Esto le ayudó a confirmar sus suposiciones. Que Alfred le dijera que la revista era para su hermana se le hacía todavía menos creíble que la primera opción en la que pensó. Emily era una mujer preciosa, pero para nada femenina, por muy duro que sonara. Ella era el tipo de mujer que preferiría un millón de veces hacer equitación sin caballete sobre un caballo lleno de barro mientras comía hamburguesas que ir de compras -o en este caso, leer revistas para adolescentes-; y lo más interesante de todo es que el japonés estaba seguro que la joven lo disfrutaría y todo.

Observó a Alfred mirando nerviosamente a la pila de revistas que se le había caído y luego a él varias veces. Estaba muy intranquilo como para que creyera en todo lo que estaba balbuceando. Le soltó repentinamente las manos sin ni siquiera darle las gracias por la generosidad que le estaba ofreciendo, sin siquiera aceptarla ya que estamos. Japón era una persona muy apegada al código de los buenos modales, pero si el estadounidense quería ir por las malas, tampoco tenía nada en contra, después de todo había tenido que lidiar con demasiados yakuzas cabezones para tenerle miedo a uno de sus mejores amigos.

Al ver como éste se intentaba escaquear dando por escusa a su hermana otra vez alargó la mano y le cogió por las solapas mientras ponía la cara más amable que podía, intentando esconderle al menor, y con éxito, estaba seguro, sus planes. - ¿Qué le parece venir a mi casa a tomar un poco de té, Amerika-san? Podríamos aprovechar para hablar un poco sobre nuestras vidas, ya que hace mucho que no nos reunimos, ya sabe, ponernos un poco al día. ¡Oh, por cierto! Han sacado la tercera parte de aquel videojuego que tanto le gusta y me lo acabo de comprar, debo decir que no aceptaré un no por respuesta. -Sabía que estaba usando un truco muy sucio ofreciéndole juegos cual caramelos a un niño, pero estaba consciente también de que Jones era un hueso duro de roer si no tenías los colmillos bien afilados. En esta ocasión dichos videojuegos le parecían los caninos idóneos, cabe aclarar.

Estaba a punto de comenzar a correr cual italiano hacia la caja registradora para ocultar aquél momento tan incómodo, ir a su casa, y fingir que jamás se había encontrado con el japonés mientras iba a comprar una de "esas" revistas. Sin embargo, cuando el japonés le agarró para evitar que se fuera y habló con el tono típico del asiático, algo dentro del americano le dijo que no podía continuar con su estrategia de huida. ¡Esa extraña técnica asiática y posiblemente ninja casi siempre funcionaba contra el americano! Es que los asiáticos desprendían un no-sé-qué que provocaba... Está bien, la principal razón por la que le convenció fue por lo del videojuego, ¡pero es que el pobre y heroico americano era débil ante aquellas cosas, y eso era jugar sucio por parte de su amigo!

- Really!? I want to...! -Aunque bajó poco a poco el tono de su voz al darse cuenta de que había caído en la trampa que el japonés le había tendido sin darse nada de cuenta. Infló las mejillas infantilmente como respuesta a este truco del asiático y se dignó a encogerse de hombros- OK, OK You win this time, Japan! ¡Pero quiero ese videojuego! So... Mejor vamos a pagar todo eso y luego... Oh, I know! ¡Un Mc es lo mejor ahora, el mejor lugar para charlar! -Sonrió ampliamente mientras caminaba hacia la fila para pagar todos sus cómics y la revista.

¡Aquél era el peor golpe de mala suerte que alguien heroico como él podía tener! Bueno, Kiku era su amigo a pesar de la -por otra parte enorme- diferencia de edad entre los dos, ¡y no es que se sintiera incómodo con ello! ¡Se lo pasaba muy bien pasando el rato con Japón! Sin embargo, jamás había hablado de esas cosas con él... Es más, como héroe que era y la vergüenza que le daba admitir lo inexperto que era en el tema amoroso, a la única persona a quien se lo había contado era a un pequeño diario que llevaba cuando era... Bastante pequeño. Así que su plan heroico era evitar que se le notase el por qué estaba tan nervioso y quería comprar esa revista, comerse una hamburguesa... Y conseguir el videojuego que Japón le había dicho.

- So... What were you doing here, Japan? -Ahora í que sonaba algo más relajado, aunque en su cabeza, su único par de neuronas activas intentaban pensar una manera de sacarle de esta situación y buscando excusas- Ah, I know! ¡Hace tiempo que no hacía tan bien clima! ¿No crees? ¡Seguro que a ti también te ha tenido el frío metido en casa debajo de las mantas sin poder moverte ni hacer nada!

Ja. Estados Unidos había caído en su trampa, tal y como había anticipado el japonés. Se sintió orgulloso de sí mismo, no cualquiera sabía cómo persuadir a aquel terco americano sin llegar a medidas drásticas -hamburguesas para todo el año, por ejemplo-. Aunque la escusa de jugar videojuegos con él no era del todo mentira. De verdad había pasado mucho tiempo desde la última vez en la que se reunieron para divertirse un rato, aquella oportunidad le ponía de buen humor.

Asintió a la propuesta del menor de ir a comer a uno de aquellos restaurantes que tanto le gustaban a pesar de haber almorzado ya. Nunca había que subestimar la glotonería de un japonés.

Siguió a Alfred hasta la fila y se colocó detrás suyo. El único problema que había en aquella situación era que no podría leer inmediatamente aquel manga que tanto había esperado, pero entre ayudar a un camarada y leer historias ficticias, cosa que podría hacer en cualquier momento, definitivamente prefería brindar su ayuda.

- So... What were you doing here, Japan? - oyó al estadounidense preguntar.

- De hecho, es por qué quería comprar un manga. - contestó subiendo el libro a la altura de su cabeza. No muchas personas sabían sobre su ''pasión oculta'', pero si quería que Estados Unidos confiara en él, sabía que tenía que hacer lo mismo él también. Todavía no le había contado a Jones que leía mangas yaoi - ni siquiera sabía si el aludido estaba enterado de la existencia de los mismos- . Contarle aquello era también parte de su plan. Últimamente había muchos países hombres que se hacían pareja de otras naciones también masculinas. Algunos estaban en contra, pero quería, por si acaso, hacerle saber a su amigo que estaba a favor de aquellas relaciones siempre y cuando fuera por amor. No sabía si al final a Alfred le gustaba un hombre -ni siquiera sabía si sus sospechas eran ciertas- pero más valía prevenir que curar. -Me acordé de que me faltaba comprarme el último número y vine corriendo. -sonrió.

Giró la cabeza para ver a su amigo cuando este le contestó... Y sus ojos, instantáneamente, se abrieron al contemplar lo que el japonés estaba por comprar. Eso eran dos hombres, ¿verdad que sí? Intercaló las miradas entre el manga y su amigo... ¿Es que ahora tenía la habilidad de leer sus pensamientos? Casi ni se dio cuenta de que tomaba el tomo entre sus manos para mirarlo más de cerca. ¡No sabía que Japón tenía esa clase de... gustos! Ciertamente aquello hacía que fuera menos incómodo, pero... ¡No, espera! ¡Nunca dijo que fuera a contarle a Kiku que la persona que le gustaba era un hombre! Como si deseara comprobar que era real, abrió el manga, y la escena que se encontró -a pesar de no ser nada del otro mundo...- hizo que cerrara el tomo y lo devolviera a las manos del japonés.

- A-Ah, I see... -Rió algo nervioso mientras colocaba todas sus revistas sobre la cinta para que la dependienta le cobrase esa enorme cantidad de cómics. Después de un momento de silencio en el que el americano se centró en ver cómo sus revistas pasaban y el número del precio aumentaba, volvió a hablar- Hey Japan, y... ¿Hay más mangas de ese tipo? I mean.... ¡No es como si especialmente estuviera interesado en la relación entre dos hombres, pero creo que puede ser interesante! Hm... A decir verdad, ¡hay algunos superhéroes a los que les gustan otros superhéroes! -Tomó la revista que la dependienta acababa de depositar en su lado de la cinta, un número de "The Young Advengers"- Actually...-Abrió el tebeo y comenzó a buscar la imagen del beso que había causado gran impresión entre los lectores de aquella saga... ¡Ah, aquella! Marcó la página con un dedo y se lo mostró a su amigo- Here! Hulkling y Wiccan tienen una relación aunque los dos son hombres! So... Tal vez estaría bien mirar algunos de esos mangas, ¡solo para informarme! -Pagó a la cajera y guardó sus cómics en la misma bolsa que los juegos, mientras esperaba que el japonés pagara lo suyo- But... ¡No debes decírselo a nadie! OK? ¡Es un secreto de héroe!

Las palabras de Alfred de verdad le hicieron plantearse a quién se refería con lo de ''algunos superhéroes a los que les gustan otros superhéroes''. Tenía que reconocer que le había sorprendido la imagen que el americano le mostró. Nunca leía tebeos estadounidenses, más que nada porque no le atraían demasiado, pero enterarse de que en Estados Unidos también habían libros parecidos a los mangas shonen ai le intrigó en demasía.

Lo que sí tenía claro era que con su reacción Alfred no hacía más que confirmar sus dudas. Ahora estaba seguro de que la persona que le gustaba era un hombre, y siendo así solo había unas cuantas posibilidades, ya que Jones era conocido por llevarse de una manera especial con unas pocas personas. Pensó en la ''special relationship'' que se suponía que se había forjado entre Estados Unidos e Inglaterra que había aparecido hacía unos cuantos años en el periódico, pero descartó la idea. Según lo que sabía, tanto Alfred como Arthur se llevaban como perros y gatos desde que el primero se había independizado. Aunque era cierto que el rencor que el inglés sentía hacia su ex colonia se había suavizado, al menos teniendo en cuenta que ya no peleaban tanto en las conferencias. Otra posibilidad era que le gustara Lituania, después de todo el castaño había vivido en su casa durante varios años, o quizá Rusia... No, estaba más que seguro de que Alfred le profesaba un sentimiento muy profundo a ése último, pero no era precisamente de amor....

No quería precipitarse, por lo que decidió dejar que Estados Unidos le dijera lo que había en su corazón si es que quería por si mismo.

- Hai, de hecho, hay varios mangas yaoi en mi casa. Siempre he sido un país muy abierto a estas cosas. Si quieres te puedo prestar alguno, solo tienes que decirme que tipo de historias te gustan más. - Se giró y miró fijamente a su amigo, impaciente por saber cuál sería su cara en ese momento.

- ¿Yaoi? -Repitió por lo bajo lo que le dijo el japonés. ¿Ese era el nombre de... esos mangas? Bueno, era bien sabido que el americano no era de los que se apuntaban examinar costumbres de otros países, aún si esto eran cómics o películas, puesto que ni siquiera era capaz de salir de su propio mapa, pero por una vez... Intentaría hacer una excepción. ¡E-Es decir, tenía que intentarlo! De alguna manera, una voz en su cabeza le decía que ya había leído revistas para mujeres... Así que no había manera de que leer mangas de amor entre dos hombres fuera a llevarle más bajo. Aunque la verdad es que aún le tomó algo por sorpresa el que el japonés le ofreciera alguno de sus mangas de ese género- A-Ahm... ¡Well, creo que estaría bastante bien que me prestaras alguno! I mean... ¡parece interesante~! Aunque se lean al revés... ¡Podría intentarlo! Y sobre le tipo de historia... -Se llevó una mano a la barbilla por un momento, pensando. Eh, ¿y si aquella pregunta era una trampa ninja para saber qué rondaba por la mente del americano...? Alfred era demasiado tonto como para darse cuenta de esa posibilidad- Hm... B-Bueno, ¡cualquiera estaría bien! Pero... ¿qué dices de un amor que comenzó hace mucho tiempo, y ninguno de los dos se dio cuenta del todo, hasta que por alguna razón tuvieron que separarse y parece que se odien pero el amor sigue ahí? ¡Es una trama interesante, debe haber algo así!

Cualquier persona con dos dedos de frente se habría dado cuenta de que diciendo eso le otorgaba al japonés una enorme pista de lo que le rondaba en la cabeza, o de cuál era la verdadera razón por la que compraba aquellas revistas. Pero no, Alfred no se dio cuenta de ello. No era tan inteligente. Mientras tanto, el americano había comenzado a caminar en dirección del restaurante de comida rápida más cercano, el cual a decir vedad estaba bastante cerca. Nada más llegar... Pudo ver cerca de ellos una mesa libre, por lo que fue corriendo a ocuparla y sentarse.

Ok... Y ahora debía repasar lo que tenía. El primer lugar, Japón le había encontrado cuando compraba el primero de sus secretos: una revista de adolescentes, por lo que eso lo sabía. Pero... ¿había sido capaz de deducir lo demás? El hecho de que las leía porque era una persona completamente inexperta románticamente... O peor aún, el que los leía para intentar conquistar el corazón de cierta gruñona, malhumorada y solitaria persona. ¡Kiku era uno de sus mejores amigos! Pero... Aún le parecía demasiado vergonzoso todo aquello, incluso ni siquiera a su mejor amigo Tony le había contado aquello... del todo. Aunque por otra parte... No parecía que al japonés le importara aquello o le pareciera extraño, incluso leía mangas de amor entre hombres... ¿Podía confiarle un secreto como aquél al japonés?

- Hey... Listen up, Japan... -Después de darle vueltas un tiempo en su cabeza, decidió acercar su cabeza a Kiku, como si quisiera tratar un tema de máximo secretismo. De echo, para él lo era- Hay algo que tengo que contarte... Pero debes prometes que no se lo dirás a nadie, ¡a nadie! Y mucho menos a... -¡Es verdad! ¿No era Japón amigo de Inglaterra? Entonces el contárselo sí que podía ponerle en un aprieto, pero... ¡Los héroes necesitan apoyo en cosas como esas!- Ante cualquier cosa, no debes decirle nada de esto al cejón, ¿entiendes? ¡Ni una palabra a Inglaterra de todo esto! -Mientras hablaba con el otro, había ido bajando el tono de su voz hasta hablar en un susurro alto.

Tenía que reconocer que aquella situación le daba algo de gracia, aunque no por eso estaba menos sorprendido. Estados Unidos empezó a darle más información de la que pensaba que le daría a buenas a primeras. Eso significaba que Alfred de verdad confiaba en él y le consideraba su amigo, ¿Cierto?

No pudo contestar a la petición del americano debido a la carrera que había comenzado a hacer hacia el restaurante de comida rápida, aunque sí que tuvo tiempo de pensar qué era lo que le podría recomendar.

Cuando llegaron al fast food, se sentó al lado de Alfred y prestó mucha atención a sus palabras. Abrió los ojos desmesuradamente cuando escuchó la parte de Inglaterra. ¡Ahora todo cuadraba! Dios, ¡Alfred estaba enamorado seguramente de Arthur! Por una parte no podía acabar de creérselo, pero por la otra tenía ganas de darse cabezazos contra la mesa hasta sangrar por haber descartado aquella posibilidad antes de analizarla mejor. ¡Pues claro! Eso explicaba las miradas que Estados Unidos le dirigía a Inglaterra cuando éste no miraba. ¿Qué cómo sabía él eso? Simple: de alguna manera tenía que encontrar argumentos para sus doujinshis UsUk. Y hablando de doujinshis sobre Hetalia... ¿Qué pasaría si le mostraba uno especialmente explícito entre USA y UK? Tenía que apuntar eso en la lista de mangas que tenía que darle.

- Wakarimashita, no te preocupes, te juro por mi palabra de hombre japonés que no traicionaré tu confianza, Amerika-san. -Pero lo primero era lo primero, y realmente estaba curioso por saber si Alfred le revelaría lo que probablemente era su mejor guardado secreto desde hacía quién sabe cuantos meses, años o, tal vez incluso siglos. Porque por lo que había dicho el americano, aquello lo había estado atormentando desde hacía mucho tiempo, seguramente.

Asintió con la cabeza al escuchar como el japonés le daba su palabra de no contárselo a nadie... Aunque aún y con aquello seguía siendo un secreto difícil de contar, ¡pero tenía que lograrlo! ¡Era como una gran prueba para ser un héroe! Si no era capaz de afrontar sus secretos y dárselos a alguien de confianza, ¿cómo iba a ser un héroe? Era algo muy sencillo de asimilar en la cabeza del norteamericano, aunque posiblemente una persona normal - es decir, una persona con dos dedos de frente - no hubiera asimilado esa suma tal como la hizo Alfred. Así que, en cuanto tuvo confianza plena en que el japonés no diría ni una palabra de lo que iba a decirle, se acercó más a él. ¡No podía permitir que nadie, absolutamente nadie escuchara lo que iba a decir! ¡El karma, la ley de Murphy, y todos los factores del universo podían estar en su contra en aquél momento! Y aunque ser negativo era algo que no iba para nada con el americano... ¡Quién sabe lo que podría pasarle, a lo mejor alguien les escuchaba y lo publicaba en Twitter!

- O-Ok, so... -El americano alzó la cabeza para mirar a todo el lugar, intentando ver que no había ningún rostro conocido cerca, y sobre todo, que hablaba lo suficientemente bajo como para que nadie que estuviera cerca de ellos fuera capaz de escuchar su conversación. ¡Tenía que ser como la más secreta reunión de los espías internacionales! ¡Un mensaje de alto secreto que no debía se escuchado por nadie que no fuera Kiku. ¡Nadie! Por eso el americano susurraba tan bajo que nadie podría oírles de manera "casual"- You see... La verdad es que compro esas revistas porque... Ah... Desde que era muy pequeño... -Se detuvo un momento a intentar organizar lo que tenía que decir. Pero como eso era algo que nunca hacía, simplemente fue una pausa para nada- Desde que era muy pequeño, me ha gustado una persona... ¡Y por eso creía que las revistas de adolescentes me ayudarían! ¡Pero lo he intentado todo y no veo progresos!

El americano suspiró un momento. Bueno, lo primero ya estaba dicho, pero... Aún tenía que decir lo más importante de todo... Volvió a girar su cabeza a los que entraban y salían del recinto, y a los que ya estaban ahí. Sabía que al más mínimo cabello rubio y despelujado, a la más mínima ceja gruesa, y a la más mínima mirada de ojos verdes, lo más probable es que saltara de su asiento, dijera en voz demasiado alto cualquier cosa sin sentido, y se marchara corriendo se aquél lugar en menos que cantaba un gallo. Ah, pero... Por lo mejor un restaurante de comida rápida era un buen lugar, ya que había una enorme posibilidad, por no decir un cien por ciento de posibilidades, de que no ocurriera aquella que sería la peor de las coincidencias.

- Y... l-lo importante es que... -Tomó aire y bajó aún más el volumen al intentar terminar la frase- Esa persona es I... I... In... -Cuando fue a pronunciar la parte más importante de todas, un rubor cubrió sus mejillas. ¡No era capaz de decirlo, sabía que no era capaz! Ahora que lo pensaba, la única vez que se lo había dicho a alguien había sido ya muchos años atrás, en un diario que escribía cuando era pequeño... Así que para liberar toda la tensión que aquello suponía, gritó- In... In... ¡¡Investigar en nuevos sabores de hamburguesas es realmente interesante!! -Aunque, por suerte para él, nadie se dio cuenta del fuerte cambio en la voz del americano, aunque esperaba que hubiera dejado al japonés lo suficientemente aturdido como para que tardara en asimilar sus siguientes palabras, las cuales volvió a decir con el mismo susurro de antes, solo que mucho más rápido- Es Inglaterra

Estuvo a punto de echarse hacia atrás cuando sintió que Alfred comenzaba a invadir su espacio privado, no le gustaba que la gente se le acercara demasiado, pero esa vez sabía que Estados Unidos lo hacía porque probablemente quería que lo que iba a decir fuera escuchado solamente por Kiku, así que aguantó el impulso de pegarse al respaldo de la silla y se quedó quieto, escuchando lo que el rubio tenía que contarle.

Cuando le confesó que estaba enamorado de alguien desde que era pequeño se sorprendió un poco. No esperaba que el estadounidense estuviera enamorado de Inglaterra desde hacía tanto tiempo. Con razón se encontraba tan desesperado por saber como lidiar con sus sentimientos.

Nunca había sentido algo así por nadie, pero su larga vida le ayudó a entender mejor el corazón de las personas. Sabía por lo que le habían contado que el amor era un sentimiento hermoso, que te llenaba de paz interior y que te hacía sentir como si nada fuera más importante que la persona amada, pero sabía también que junto con todo lo bonito de aquello también venían muchos sentimientos contradictorios que te machacaban por dentro, que te hacían pensar siempre en aquella persona, cuestionarte lo que estaría haciendo, con quién...

Los celos. Los celos que eran capaces de cambiar a alguien por completo, de transformar a una persona buena y pacifista en un auténtico asesino en serie, todo por ese alguien especial. Le daba miedo enamorarse por aquel motivo, pero no por ello dejaba de soñar en el día en el que pudiera experimentar el amor aunque fuera una vez en su vida. Tenía curiosidad por conocer qué era exactamente aquello a lo que llamaban ''mariposas en el estómago''; ¿Sería acaso como esa sensación que sentía cuando leía yaoi, o cuando comía?

El tartamudeo de Estados Unidos le daba cierta ternura, era como un niño de doce años que le confesaba a su mejor amigo que la chica que le gustaba era aquella a la que había estado molestando desde la guardería. Eso le hizo curvar un poco los bordes de sus labios, pero volvió a su expresión serena de siempre porque no quería que el americano acabara pensando que la situación le parecía divertida o que se estaba burlando de él.

Se forzó a no decir ''por supuesto'' cuando Alfred le dijo por fin que amaba a Arthur. En cambio, fingió sorpresa para que el otro no se sintiera incómodo. Abrió los ojos de par en par y entreabrió un poco los labios, poniendo en práctica la experiencia en actuación que aprendió cuando estaba bajo la tutela de China. - Masaka... -dijo en un hilo de voz. - ¿Igirisu-san? Vaya... Es... Inesperado. -Y lo fue, por lo menos en un principio, antes de que Estados Unidos se delatara por sí solo pidiendo mangas de separaciones y relaciones parecidas a la que tenía con el británico, así que Kiku no se sintió del todo mal por mentirle, dado a que no era del todo un engaño. - ¿Se lo ha dicho ya?

Sabía que habían unas probabilidades muy altas de que no se lo hubiese confesado todavía, pero también era posible que lo que buscaba en esas revistas eran consejos para mantener su relación. En cualquiera de los casos, estaba dispuesto a ayudar a su amigo de ser que lo necesitara.

Nada más dijo su última frase, ladeó el rostro y se encogió. Lo había dicho... ¡Lo había dicho! ¡Por primera vez había podido decírselo a alguien! Alguien que no fuera Tony ni su diario de cuando era un niño pequeño... Ah, ¡un momento! ¿Cuál sería la reacción del japonés? ¡Eso era algo muy importante! Es decir... ¿Y qué pasaba si no se sorprendía, sino que... ya lo suponía? Eso, posiblemente, significaría que cualquier persona podría haberse dado cuenta ya de lo que sentía el americano... ¡Incluido Arthur! ¡O cualquier otra persona! ¡Sin duda sería muy malo que se le notase! Así que esperaba, de todo corazón que el japonés reaccionara con una sorpresa... Giró la cabeza lentamente, observando de reojo a su amigo... ¡Eso era un gesto de sorpresa, sí! ¡Eso significaba que no era especialmente notorio, por lo que nadie podía pensar en su secreto! ¿Verdad? ¡Por supuesto! ¡Su secreto estaba a salvo y ahora solo había una persona que lo sabía! Realmente, fue un alivio, pero...

- N-No way! -Se sonrojó cuando escuchó la pregunta del japonés, volviéndose hacia él. ¿Decírselo? ¡No había manera de que fuera capaz de hacerlo! Además... ¡En sus revistas nunca decía nada de decírselo! Se suponía que tenía que seguir los pasos para asegurarse que había conquistado su corazón, y entonces el chico tenía que ser el que... Un momento. Durante todo este tiempo, tal vez, había olvidado el echo de que... Ambos eran hombres- ¡No hay manera de que pueda! -Suspiró, recostándose en la silla, aún con un pequeño sonrojo- I mean... ¡Es imposible mantener una conversación con él sin que acabe gritándome! Casi parece que me odie del todo, ¡así no puedo decirle nada! -Y es que el americano, inexperto como era, era igual que un niño pequeño. ¡Claro que toda la culpa no era suya, también la tenía el inglés! Pero... Cada vez que tenían algo parecido a una conversación, tenía que añadir un comentario molesto, como remarcar la horrible calidad de la cocina del británico, o su mal humor, o el hecho de que debiera visitar a un psicólogo por las alucinaciones que sufría, aquellas a las que llamaba "amigos". ¡Y él tampoco ayudaba nada!- Ah... Pero ya lo he intentado todo...

¡Y es que aquellas revistas de adolescentes daban bastantes ideas! Claramente, no iba a cumplir las más "femeninas" como llevar un buen maquillaje y un buen conjunto cada vez que estuviera seguro de que él estaba cerca, pero... Intentar encontrarse con él por "casualidad", llamar su atención, ser tan heroico que no sea capaz de apartar la mirada de ti... Había intentado tantas cosas que se le habían agotado las ideas de las revistas, ¡en poco más de un mes! Aunque siempre tenía que irrumpir en él el factor 'inexperto'... Ya que se ponía nervioso, ¡y obviamente tenía que disimularlo! ¿Y cuál era la mejor manera de disimularlo? La táctica del niño pequeño, por supuesto. ¡Decir un comentario heroico, ingenioso, y molesto, reír y marcharse corriendo mientras ocultaba que se había puesto nervioso! Y... Llevaba tanto tiempo siendo así... Que ya actuaba casi de manera instantánea.

- Ah... It's so annoying! -Suspiró, apoyando los codos en la mesa y la mano sobre las palmas de sus manos, mirando a su amigo- Incluso los test de compatibilidad están a mi favor, ¡pero él no pone nada de su parte! -Desde luego, había que escucharle... ¡Parecía una adolescente quejándose de que el capitán del equipo de rugby no se fijaba en ella! Desde luego, uno de sus secretos de héroe que esperaba que fueran secretos... Siempre. Miró al japonés de nuevo, y parpadeó levemente- Hey, Japan... ¿Qué piensas? ¿C-Crees que...? -Ladeó un momento la mirada, con una ligera sonrisa, aunque también un ligero sonrojo- ¿...Debería decírselo? ¡I-I mean, no es como si tuviera pensado hacerlo! Just... No sé qué hacer con todo esto, ¡es demasiado complicado! ¡No es algo con lo que un héroe debiera lidiar!

Kiku se levantó de su asiento y se dirigió ante la mirada del menor a la extrañamente no tan larga cola que había, situándose en el final. Cuando hubo comprado un buen montón de hamburguesas, patatas, McNuggets y dos refrescos, uno mediano para él y uno extra-grande para Estados Unidos, volvió con la bolsa de papel a la mesa en la que todavía estaba el susodicho, le agarró por la muñeca con la mano que tenía libre y le obligó a levantarse. - No podemos hablar de estos asuntos en un restaurante lleno de niños. - Dijo y tironeó al de ojos azules hacia la salida. Hizo que el otro entrara en uno de los taxis que estaban esperando por clientes en la salida del McDonald's y una vez se hubo asegurado de que el menor no tenía intenciones de salir corriendo como siempre solía hacer, se sentó a su lado en la banqueta de atrás del vehículo, dio un par de indicaciones al conductor y se mantuvo callado durante todo el camino.

No le gustaba que uno de sus pocos amigos estuviera deprimido por tales asuntos, pero si lo pensaba un poquito, tal vez él no fuera el único que estaba pasándola mal por esa razón. Había llegado a entender a Arthur tras el tiempo en el que pasaron juntos y sabía a ciencia cierta que no era de los que mostraban fácilmente sus verdaderas emociones, mucho menos si la persona a la cual se las tenía que dejar ver era alguien que en algún momento dado había traicionado su confianza. No se sentiría en paz consigo mismo a menos que hiciera algo por ellos.

Llegaron a la casa del japonés en cuestión de minutos, pagó y salió del taxi. Esperó a que Jones hiciera lo mismo y se encaminó a la entrada de su hogar. Abrió la puerta de la entrada, se sacó los zapatos y, al ver que el menor todavía estaba afuera suspiró. - Pase, Amerika-san.

Una vez estuvieron los dos en el comedor puso la bolsa con comida en medio de la mesa y se sentó en el tatami. Miró fijamente a Estados Unidos y decidió empezar a hablar.

- Creo que los dos conocemos a Arthur-san lo suficientemente bien para saber cuál es su personalidad, y, en especial, lo orgulloso que puede llegar a ser, ¿Me equivoco? Bien, pues ya que toda la propaganda masiva que se ha leído no le ha servido de nada, ¿Qué le parece si yo, que podría decirse que soy medianamente sabio, le ayudo a que consiga salir con él? Por supuesto, sin pedir absolutamente nada a cambio, nunca haría algo tan bajo como pedir recompensas por hacer que dos de mis amigos sean felices.

Justo después de que terminara de hacerle la pregunta al asiático, fue como si hubiera pasado de estar en modo normal a darle marcha rápida al momento. De echo, ni siquiera se percató de que el japonés se había levantado, comprado la comida, le había agarrado de la mano y le había obligado a levantarse y sentarse en un taxi hasta que no estaban camino a casa de su amigo. De echo, ni siquiera se dio cuenta de que todo iba a velocidad normal hasta que no estuvo frente la casa del japonés, que ya conocía. Por lo que tuvo que detenerse un poco delante de esa casa, mirando a todas partes, para asimilar lo que había pasado tan rápido en su cabeza. Miró al japonés, ya dentro de la casa, y no pudo más que asentir levemente con la cabeza y un ligero "yeah", antes de entrar y acompañar a Kiku al comedor, sentándose frente a él en el tatami y trató de concentrarse bien cuando se dio cuenta de que hablaba. ¡Había que concentrarse! No estaba del todo seguro de ello, pero parecía que el japonés tenía cierta experiencia... O por menos conocimiento. Más conocimiento que él. Lo cual, a decir verdad, tampoco era un logro muy difícil de conseguir.

Apretó los puños, frunció el ceño y puso la expresión de concentración más sincera de su repertorio. Tenía razón, el inglés era orgulloso, ¡muy orgulloso! ¿Sería esa la razón por la que ninguna de sus técnicas había funcionado? ¿Habría algún factor que, en su heroica lucha por llamar la atención del británico, no había percibido? Fuera como fuere, sus ojos se iluminaron, se abrieron, y su expresión cambió a la de la más grande de la felicidad y la gratitud hacia el japonés. Tal fue su sorpresa y su alegría, que sin darse cuenta estaba con las manos en la mesa y mirando al otro muy de cerca, con una gran sonrisa.

- Really? ¿Harías eso por mi? Aw Japan, you are the best friend ever!! -Le tomó las manos al japonés y las sacudió enérgicamente, tratando de expresar así -de alguna manera- lo agradecido que le estaba al oriental por su ofrecimiento- Thank you! Thank you so much! -Comenzó a a reír y sacudir más fuertemente las manos de su amigo. ¡Era una bendición por su buen trabajo como héroe, seguro que era eso!

No sabía hasta qué punto Japón sería 'sabio' en el aspecto romántico, pero desde luego estaba claro que era mucho mayor que él, por lo que seguro que sabía más que él, y tal vez tenía experiencia, y... Bueno, había visto varios de los videojuegos y algunos mangas que habían salido al mercado occidental, y debía admitir que algunos de ellos eran... Bueno, simplemente eran más de lo que parecía a simple vista que serían. Aunque aún desconocía el mundo de los 'doujinshis' del cual se hablaba en internet, seguro que sería otro punto más a favor del japonés y la ayuda que, de seguro, sería capaz de aportarle al americano que solo sabía buscar ayuda en revistas de adolescentes.

- Ah, but... -Poco a poco bajó la velocidad de sus manos hasta soltar al japonés y volver a su posición inicial, con una mano sobre la mejilla- ¿Crees que algo podría funcionar? Pensaba que él simplemente estaba siendo tímido, pero... ¿Tú qué crees? -Se cruzó de brazos, asintiendo con la cabeza. Sin duda tal vez el principal problema fuera... ¿La falta de comunicación? Le gustaba mirar al otro desde lejos, fijarse en lo que hacía, incluso en sus pequeños gestos y acciones que le resultaban... Encantadores. Sin embargo, si algo era cierto, era que cuando intentaba poner en práctica todo lo que había "aprendido", se ponía nervioso y hacía lo primero que se le venía a la cabeza. Que solían ser comentarios sobre su mala comida, sus amigos imaginarios, y todas las cosas con las que molestar al inglés- Me pregunto si eso de verdad podría solucionarse...

Hizo caso omiso a la parte introvertida de su cerebro que le decía que se apartara inmediatamente del agarre de manos al que le estaba sometiendo Alfred, pero en ese momento aquello podría ser interpretado como una burla o algo por el estilo por el otro -nunca se sabe qué es exactamente lo que pasa por la cabeza del estadounidense y era mejor no arriesgarse-, en cambio, lo que hizo fue enfocar su vista en la mesa y prestar mucha atención a las preocupaciones que le estaban confesando.

- C-claro que lo haré, no entiendo por qué duda, Alfred-san. Usted es uno de mis mejores amigos, después de todo y le aprecio como tal. No me gusta ver como se atormenta por cosas que pueden ser, quizá no fácilmente, pero sí con un poco de tiempo enmendadas. - Volvió a sentir ternura al escuchar las dudas de Estados Unidos. De verdad que era como un niño que se había enamorado por primera vez. Aunque... Por lo que le había dicho, podía deducir que tal vez aquel sí que era su primer amor.

Se hizo una promesa: pasara lo que pasara, ayudaría al americano a conseguir su objetivo. No podría soportar verle con el corazón roto cuando sabía casi a ciencia cierta que era correspondido. - ¿Tímido? Ciertamente, la timidez podría ser otro de los motivos, Igirisu-san es un tsundere, después de todo... - Estaba divagando en voz alta, sin preocuparse demasiado por si Alfred le entendía o no. Puso una mano en su mentón, como si eso le ayudara a pensar mejor. Recorrió en su mente todos y cada uno de los mangas y doujinshis en los que uno de los personajes tenía aquella peculiar cualidad y qué hacían sus parejas cuando la ''fiera'' despertaba. Luego, intentó imaginarse la misma situación, reemplazando a los protagonistas con Arthur y el mismo Alfred. ¡Bingo! - En ese caso, lo mejor será entrenarte. ¡Tienes que aprender cómo lidiar con su personalidad sin herirle o enfadarle! - Estaba tan emocionado que no se había dado cuenta de que había comenzado a tutear al menor, lo cual hacía solamente con las personas que mejor conocía y con las que más confianza tenía.

- ¡Se puede solucionar, de eso no hay duda! - dijo confiado. De haberse mirado en el espejo, habría podido ver la pose tan extraña que había adoptado. Se había levantado, uno de sus puños se alzaba hacia el techo de la habitación y el otro estaba firmemente apoyado sobre su cadera, un extraño brillo recorría su mirada, había fuego en sus pupilas.

Cruzó las piernas y colocó los codos sobre la mesa, apoyando las mejillas en las manos mientras miraba al japonés divagar en voz alta. Ah, aún no había entendido lo que significaba eso de 'tsundere', pero al menos le había quedado claro y estaba bien seguro de que tenía mucho que ver con el inglés. Se quedó observando a su amigo mientras este adoptaba una posición de estar pensándolo profundamente... ¡Sabía que podía contar con él! Era la primera persona a la que le confesaba ese secreto, al fin y al cabo... Y parecía que era muy, pero que muy sabio. ¡Y además era mayor que él! Sin duda debía de tener experiencia, mucha experiencia y debido a esta gran experiencia sería capaz de ayudarle. Además... Bueno, no había llegado a mirar los mangas que antes le había enseñado, y también había jugado algunos juegos nipones que eran... Bastante gráficos. ¡Así que tenía sus esperanzas puestas en su amigo! ¡Tenía que ayudarle, estaba seguro de ello!

- ...¿Entrenarme? -Repitió, ladeando un poco la cabeza. Aunque no hubo tiempo para que el japonés le respondiera, ya que al parecer se había emocionado tanto como Alfred y ahora estaba con un gesto bastante inusual, señalando hacia el techo y bastante efusivo. Aunque esta seguridad por parte del otro solo ayudó al americano a relajarse, así que todo lo que hizo fue soltar un ligero sonido de admiración y aplaudir, entre divertido y emocionado por la escena- I see!! -Apoyando sus manos sobre la mesa, se levantó también, apretando los puños a la altura de su pecho, con una actitud efusiva y segura- ¡Entonces estoy listo, Japan! ¡Listo para que puedas entrenarme! -Sonrió ampliamente, y casi podía sentir que también de sus ojos salían brillitos- ¡No será nada que un héroe como yo no pueda hacer!

¡Sí! De repente estaba lleno de confianza, todo gracias a Kiku. ¿Quién hubiera dicho que confesar al fin un secreto tan grande podría llevarle semejante ventaja? ¡Había echo bien al confiar en Japón! Aunque, de alguna manera, seguía sintiéndose inseguro ante aquél tema... ¿Y qué pasaba si cuando volviera a ver a Inglaterra seguía bloqueándose y no funcionaba nada de lo que ahora lograba con el entrenamiento que el asiático -amablemente, y sin esperar nada a cambio además- le iba a otorgar? ¡No, sin duda aquello no podía pasar! ¡Era un héroe, y no podía defraudar a su maestro! ¡Le enseñaría que como gran héroe mundial número uno que era, sería capaz de tomar todas sus enseñanzas y aplicarlas!

- Ah, pero... ¿Qué clase de entrenamiento será? -Relajó un poco la mirada, siempre mirando al otro. Ahora que lo pensaba, había dicho "entrenar" y lo había aceptado claramente, pero... ¿Cómo se entrena a alguien para lidiar con la personalidad del inglés? ¡Parecía una tarea imposible!- ¿Tendré que pelear contra algo? ¿Resolver puzzles complicados? -La verdad es que por más que lo imaginara, no podía pensar en qué clase de entrenamiento estaría pensando Kiku, pero... ¡Claro! ¡Era algo que solo sabía su 'sensei', al fin y al cabo! Así era como iba en las películas de kung-fu, ¿verdad? Simplemente, supuso que sería algo similar.

Al escuchar lo que Alfred había dicho sobre los puzzles no pudo evitar que una ligera risa se le escapara, llevó la mano hasta su boca y la tapó para disimularla un poco, luego carraspeó. - No es exactamente ese tipo de entrenamiento, Alfred-san, es más como... una investigación. Verá, en mi casa hay muchos libros cuyo protagonista tiene una personalidad bastante parecida a la de Igirisu-san. Básicamente, son personas a las que no les gusta o no son capaces de mostrar sus sentimientos abiertamente, en cambio, cada vez que quieren decir algo cariñoso a una persona que les importa acaban demostrando lo contrario. - comenzó Kiku su explicación. Lo primero de lo que se tendría que ocupar era de la teoría, ya pasarían después a la práctica. Para eso, debía comenzar con algunos términos que quizá el estadounidense no conocía todavía. - Esas personas con conocidas como ''tsunderes''. - hizo una pequeña pausa para ver si el otro había entendido. Luego, le pidió a Estados Unidos que le esperara y se fue a su cuarto a buscar ''material didáctico''.

Se dirigió hacia la biblioteca privada que tenía y tiró unos diez o quince libros a la cama al principio y luego se detuvo mirando el armario empotrado que tenía en el lugar. Con un asentimiento de cabeza, lo abrió y se agachó para alcanzar el baúl que escondía bajo la ropa. Lo arrastró hasta que estuvo en mitad de la habitación y buscó en uno de los cajones la llave. La metió en la pequeña abertura que tenía el candado, giró la muñeca y sonrió ante el satisfactorio ''click'' que resonó por la habitación. Levantó la tapa y agarró un buen número de revistas, las ojeó para asegurarse de que eran las que buscaba y luego, con un poco de esfuerzo debido a la gran cantidad de papel que estaba cargando, cogió los libros que había tirado sobre su lecho y los puso debajo de sus axilas, esperando que no se cayeran.

Lo siguiente que hizo fue volver al lugar en el que había dejado a Alfred y depositar todo lo que cargaba en el suelo, asegurándose de que las revistas estuvieran fuera del alcance del menor ya que quería dejarlas para más tarde debido a su contenido.

-Muy bien, Alfred-san. Empecemos. - le dijo mientras cogía un libro color azul claro. - Ya sabrá lo que es un manga, supongo. He escogido algunos que podrían ayudarnos en nuestra investigación. Como sé que no puede leer kanjis, voy a ser su traductor personal. Leeremos todos y cada uno de los mangas que he traído juntos y le dejaré decirme cuales son sus dudas al final de cada uno luego de comentarlos. El primero que vamos a leer es bastante ligero, pero la cosa irá en aumento cada vez que pasemos a otro. ¿Le parece bien? - Esperaba que no fuera demasiado para un principiante. No se preocupaba demasiado por los primeros dos mangas que le pensaba leer ya que tan solo se trataba se shonen-ais, pero a partir del tercero eran yaoi, luego hard yaoi. Habría omitido los hard si no fuera porque Alfred necesitaba ver como eran unos ficticios, como trataban los semes con sus ukes tsunderes y como lograban hacer que dijeran lo que querían decir.

Lo que más le preocupaba eran las revistas, pero solo le quedaba esperar que su amigo fuera capaz de hacerles frente luego de todos esos mangas...

Soltó un poco los puños que había cerrado efusivamente por la emoción cuando el japonés comenzó con la explicación de cómo sería el "entrenamiento" que tenía pensado. Asintió levemente de vez en cuando con la explicación del japonés... ¿Así que eso era un "tsundere"? Posiblemente no lo recordaría mañana al levantarse, pero intentó recordarlo al menos mientras estuviera allí. Cuando el asiático le pidió que le esperase, asintió y esperó a ver cómo se iba para volver a sentarse. No duró ni un minuto de espera antes de que mirase la bolsa de comida que el japonés había dejado al entrar y tomara una hamburguesa para empezar a comerla mientras esperaba. ¿De qué clase de entrenamiento se trataría? ¿Investigación? ¡Oh, estaba claro que él sabía sobre investigación! Aunque posiblemente no fuera del mismo tipo al que se refería Kiku... ¿Y qué sería el 'material didáctico'? ¿Y si era uno de esos videojuegos que alguna vez había comprado porque le habían llamado la atención, que parecían inofensivos pero terminaban teniendo escenas la mar de explícitas? O aún más importante... ¿Japón producía esa clase de videojuegos en versión -ah.... ¿cómo se llamaba?- yaoi? Esperaba que si fuera así, al menos le dejara una habitación bien cerrada en la cual intentar esconder que se sonrojaba y no podía continuar con la escena.

Mientras seguía comiendo y divagando -ya había terminado con cinco hamburguesas, y estaba a punto de meter la mano y buscar la sexta- escuchó unos pasos, así que detuvo su mano al darse cuenta de que Japón estaba de vuelta...... Y cargaba una enorme cantidad de libros y revistas. ¡Eso era incluso más que todos los cómics que había comprado antes en la tienda! Miró la pila de libros de arriba a abajo y luego al japonés, que tomaba uno color azul. Parpadeó un momento antes de reaccionar y acercarse un poco.

- ¿Todo esto son mangas de... ese estilo? -Señaló la enorme pila de papeles. Es verdad que no era ni por asomo tan grande como si colección de cómics, pero nunca se hubiera esperado que Kiku tuviera semejante colección de esos mangas. Volvió a girar la cabeza para mirar al japonés cuando analizó en su mente lo que había dicho y se dio cuenta de lo que pretendía- ¿Vas a leer todos esos mangas en voz alta? -Aún seguía con el dedo señalando la enorme pila. Claro que si fuera una simple lectura no tardaría nada -siempre y cuando Alfred no se sonrojara y tuviera que dejar de leer un momento porque tenía que superar la vergüenza de haberse imaginado la situación con unos protagonistas diferentes-. Pero si se suponía que el otro traduciría, entonces... ¿es que iba a leerlo en voz alta o algo? ¡Eso tardaría siglos!- Oh, I know! Puedo... ¡Buscar alguna aplicación que me lo traduzca! ¡Solo coloco el móvil delante del texto y aparecerá, será muy fácil, y sería más rápido y más cómodo para ti! -Sacó su teléfono móvil del bolsillo de la chaqueta y comenzó a buscar en la lista de aplicaciones que tenía descargado... Es decir, pasando por un montón de juegos, Plants vs Zombies, todas las versiones de Angry Birds, incluso un Pokemon Rojo que casi había completado.

¡Por supuesto! ¿Cómo pudo no haber pensado antes en un dispositivo de traducción? Y se suponía que era él el inteligente... En ese momento una teoría que hacía muchísimo tiempo había empezado a elaborar se precipitó de nuevo en su mente, ¿y si Estados Unidos no fuera el idiota que hacía creer a todo el mundo? ¿y si de hecho fuera lo suficientemente astuto para engañar a todo el globo, incluyendo a su presidente? ¿y si...?

Con un escalofrío dejó el asunto profundamente enterrado en su subconsciente una vez más. Había visto el lado oscuro de su buen amigo hacía muchos años y no quería ni siquiera pensar en la posibilidad de que aquella fuera su verdadera personalidad, ya que si sus sospechas resultaran ser verídicas, entonces el mundo tendría que prepararse para temer a un país todavía más feroz, cruel e inhumano de lo que lo era el mismísimo Rusia.

- Souka! Muy bien, entonces lea ese manga y si tiene alguna duda me lo hace saber, de mientras iré a hacer un poco de té. - Dijo de manera apresurada, deseando profundamente que el menor no notara su nerviosismo. De repente tenía la necesidad de huir de aquel lugar lo más pronto posible.

Se levantó y dirigió sus pasos hacia la cocina sin detenerse para escuchar lo que Alfred tenía que decir. Necesitaba despejarse un poco y luego se concentraría una vez más en lo que era importante en aquel momento: la felicidad de Estados Unidos y su plan para conquistar al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Llegó a la cocina, algo agitado por todo lo que había pensado antes, pensó que leer tantos doujins 2p y dark! no le hacía ningún bien, tampoco los devil! . Cogió la tetera, la llenó de agua y la puso a calentar, esperó pacientemente a que comenzara a hervir y luego apagó el fuego y le echó las hierbas que ulitizaría esta vez, ginko y una pizca de gingseng, plantas que harían que la concentración de su ''estudiante'' se disparara y que memorizara mejor lo que iba a decirle... pensó que lo necesitaba. Conociéndole, todo le entraría por una oreja y le saldría por la otra, quedándose con lo menos importante.

Llenó dos tazas, las puso sobre una bandeja, tomó un plato lleno de pastelitos varios, lo colocó sobre la misma bandeja y se volvió a la sala. Dejó la bandeja en la mesa, con cuidado de no aplastar los mangas, y miró a Alfred. - ¿Ha conseguido algo? - Le preguntó ladeando levemente la cabeza. Esperaba que esas aplicaciones de las que el americano hablaba no fueran como ciertos traductores en línea que destruían todo lo que ponías, transformándolo en un sinsentido total.

No podía parar de darle vueltas a la situación que estaba enfrentando, estaba bastante seguro de que el inglés correspondía sus sentimientos, pero algo le decía que, como buen tsundere que era, no iría a admitirlo a la ligera. Seguramente tendría a Alfred dando vueltas a su alrededor durante un buen tiempo, usando su inteligencia para confundirle y hacerle creer que no le importaba. Lo sentía mucho por el menor y esperaba que todo esto le sirviera para comprender que aquella actitud tan distante era más que nada una barrera que a Arthur le gustaba poner a su alrededor para protegerse. La pregunta era, si una vez la bajó frente a América y éste traicionó su confianza al independizarse, ¿lograría volver a cruzar aquellas puertas de hierro?

No culpaba al estadounidense por haber querido ser libre, lo comprendía ya que él mismo estuvo ahí, sabía lo que se sentía estar bajo el cuidado de alguien y sentirte impotente... sus métodos para huir de los brazos protectores de su antiguo cuidador habían sido bastante peores que los de Alfred. Quiso pensar que todavía había esperanza, aunque no sabía con seguridad para quién y tampoco quería pensárselo.

Puede que fuera un héroe. Puede que fuera grande, valiente, y en resumidas cuentas una de las mejores personas del mundo... Pero a pesar de ello, no podía hacerlo. Habían pasado unos cinco minutos desde que abrió el manga que el asiático le dejó, y apenas había leído cinco páginas. ¡Y eso que tenían muy poco texto, y eran mucho más pequeñas que las páginas de sus cómics! ¡Pero seguía muerto de vergüenza de solo tener que leerlo! ¡Era la primera vez que leía algo que fuera explícitamente entre dos hombres, no había manera de que aquello fuera sencillo! Por ahora, el único personaje que había aparecido no era el de la portada que tan extrañamente se parecía a cierto inglés, sino el otro, que era más alto y... Por qué no decirlo, de apariencia más masculino que el otro. Aquello fue fácil en cuanto las manos dejaron de temblarle... Pero en cuanto el otro personaje masculino hizo su aparición, tuvo la tentación de ir corriendo a una esquina a evitar su sonrojo. Pero por suerte para él, Kiku volvió antes de que pudiera lanzar el manga por los aires y el teléfono a cualquier otra parte. Se encogió un poquito cuando escuchó al japonés acercarse y alzó un momento las manos de las páginas cuando escuchó el sonido de algo posarse sobre la mesa.

- A-Ah... -Vaciló un momento. Estaba seguro de que su rostro estaba totalmente rojo, le costó un momento salir de la página, y parpadeó al ver al oriental- E... ¡Esto es demasiado para mi! -Exclamó y al fin, se tapó la cara con el manga. ¡Parecía una niña pequeña y sonrojada! Pero.... Pero no podía evitar ponerse así, ¡por muy heroico que fuera!- ¿No tienes nada más suave? Ah... ¿Algo sin tener que leer? Uh... Ah... -Volvió a cubrir su rostro con el manga abierto, intentando relajarse. ¡Reacciona, América, reacciona! ¡Si no podía soportar leer algo, al menos tenía que haber otra manera de hacer esto!

...¡Eso era! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Mucho más sencillo que leer un libro o un cómic, ¡era verlo! Kiku siempre hacía películas bastante divertidas, ¡incluso sus monstruos eran adorables! ¡Era imposible que hubiera hecho una película que fuera capaz de hacerle sonrojar! ¿Verdad? Los mangas debían de ser algo distinto, porque... ¡Eran cómics! Y no estaba acostumbrado a leer cómics románticos, ¡seguro que por eso era que tanto le costaba avanzar con las páginas! Pero una película o una serie sería mucho más llevadero, más rápido, y si Kiku no le veía y se sonrojaba demasiado, podía darle al avance rápido.

- Please!! -Junto las manos, soltando el manga y el teléfono, y se giró hacia su mejor amigo- ¡No puedo leer esto, pero si me dejas una película, o una serie, no me costará verlo! Yeah? -Se encogió de hombros, esperando que el japonés diera su aprobación a lo que le pedía. ¡Si esperaba a que terminara de leer eso, jamás acabaría!- ¡Puedes enseñarme la teoría hasta que vaya a mi casa a verlo! ¡Lo haré lo mejor que pueda!