Secuestro Express

Habían quedado de acuerdo pero Inalef nunca le dijo que día lo iría a buscara para llevárselo, voluntariamente, a su país de vacaciones.
Es que desde que lo había conocido le había impresionado lo blanco que era y en su mente latina el chileno decidió broncearlo al sol de sus hermosas playas. El canadiense se lo merecía por ser tan buena onda.

Llego a la casa de Mattie silbando el ultimo éxito de su buenísima banda Lucybell, se sentía bastante atrapado entre las enormes cantidades de ropa que tenia que usar para resistir el frió del hogar de su nuevo amigo, en su casa un clima como ese significaría cantidades extraordinarias de ciudadanos caras largas y quejándose pero acá todos se veían hasta felices, se pregunto internamente si ese día era un "bonito día" allí.


Golpeo la puerta tiritando de frió, en cuento Mattie abriera lo tomaría, lo llevaría al avión y de ahí directo a La Serena o alguna otra parte con sol... pero después de varios minutos nadie aparecía. Rogando internamente para que su amigo no estuviera durmiendo o peor, fuera de la casa volvió a golpear.

Se había levantado de muy buen humor y es que, a pesar de que todos los días se levantaba de buen humor, aquel día había amanecido con un sol grandioso, y el cielo estaba despejado. Tambien había subido la temperatura. Había -10ºC al sol. Solo necesitaba un abrigo y un par de guantes para ir abrigado. Eso, en Canadá, era muy poco.

Como hacía muy buen día, no iba a quedarse en casa. Se vistió, se aseguró de que no había nada que hacer y decidió pasar el día paseando entre la nieve con Kumajiro. Puso al pequeño osito unas manoplas, una bufanda y un gorro de lana parecido al que llevaba él, para que no se resfriara. Debido al tiempo encontraron mucha gente por la calle. Iba saludando a todo con el que se encontraba y ellos le devolvían el saludo. La gente de su país le encantaba. Era tan pacífica como él.

Era la hora de comer y todavía seguían de paseo-Hora de irse, mon ami-dijo cogiendo a Kumajiro y llevándolo a caballito. Al llegar a su casa y subir los escalones, encontró a alguien en la puerta. Al principio no lo distinguió, porque no tenía previsto que fuese nadie a verle-Bonjour...-dijo saludando a su amigo chileno con dos golpecitos en la espalda-¿Qui-quieres algo? Ah!- recordó que su amigo lo quería "secuestrar" y llevarselo de vacaciones. Si lo llego a saber no cierro la puerta del jardín... Salió corriendo y entró a su casa por la ventana sonriendo mientras corria. Se dejaría coger, pero le iba a costar.

Estaba soplando entre sus manos para darse algo de calor, si Mattie había salido quizás lo encontraría convertido en un cubo de hielo cuando regresara. Unos golpecitos en la espalda lo despertaron de su congelada ensoñación.

Bonjour... ¿Qui-quieres algo? Ah!

Después de decir eso el rubio se echo a correr sin haber explicación de por medio, el chileno se quedo de piedra unos segundos mirando en la dirección en que el otro había corrido sin entender nada.

- ¿Que cresta? - preguntó a la nada, vio a Mattie desaparecer por una ventana y echo a correr para alcanzarlo, por poco le atrapa un tobillo pero se le escapo.- ¡Hey! - exclamo.- no te escaparas de mi.

Se encaramo como pudo a la misma ventana y se metió a la casa, adentro estaba relativamente oscuro y por mas que miro alrededor no logro ver la rubia cabeza del otro.

- ¿Donde estas? - pregunto con voz siniestra pero riendo por dentro.

Mientras se colaba en su casa por la ventana notó como Inalef lograba rozarle el tobillo. ¡Es rápido! pensó al llegar al suelo. Había entrado por la ventana que daba al salón. Estaba bastante oscuro porque el resto de las ventanas estaban cerradas, pero, era su casa, ¿no? Y al ser su casa a Matthew le daba igual que estuviera a oscuras, ya que se sabía donde estaba todo de memoria.

Vió como Kumajiro subía las escaleras para irse a su cuarto. Eso le venía perfecto, así podría ocultarse mejor y lograría confundir un poco al chileno. Sin hacer ruido, rodeó el sillón que tenía delante y se metió dentrás de la estantería donde guardaba sus libros.

Intentó aguantar la risa al oir la voz de Inalef. Aquella voz que puso le hizo mucha gracia. Las pisadas de Kumajiro parecían de una persona, pero el había hecho ruido al mover la estantería y al aguantar la risa. Solo tenía que esperar que dirección tomaba el chileno.

Agudizo el oído, la casa estaba en silencio y por lo mismo cualquier ruido parecía venir de todos lados, los ecos eran engañosos.

Pisadas en la escalera, Inalef espero, eran pisadas suaves, como de alguien intentado no hacer ruido, sonrió para si, ¿ Así que al segundo piso no?

Avanzo a tientas, estaba oscuro y no conocía la ubicación de las cosas y muebles del canadiense, no tardo en darse con la pata de una silla en la pantorrilla.

- ¡Mierda! - exclamo bajito. Como puedo llego a los pies de la escalera pero no se veía nadie, como fuera Mathew ya había llegado arriba, piso el primer escalón y un ruido de muebles moverse le llego desde la sala, el chileno se quedo quieto esperando por algún otro sonido pero no se repitió. Dudaba entre subir o revisar bien el primer piso. Se decidió pro lo ultimo, así, si el rubio estaba arriba lo escucharía bajar.

Se acerco a la sala y entrecerró los ojos para intentar ver con la poca luz que entraba por las ventanas, sillones, una alfombra, una estantería para libros y una que otra cosa adornaba la habitación.

- Veamos que encontramos por aquí.- puso voz infantil, si Mattie no estaba en la habitación subiría al segundo piso, ese canadiense no se le escaparía.

Esperó pacientemente en su escondite mientras oía los pasos y los movimientos que decidía seguir Inalef. Por como se detuvo al entrar, juraría que su plan había funcionado. El chileno no sabía si subir o mirar a ver su estaba por allí.

Al parecer, se decidía a subir. Por un momento se preocupó al imaginar qué haría Kumajiro si se encontraba con Inalef en el segundo piso. Mejor no pensarlo. Justo oyó a Inalef darse contra...¿contra la silla? Era su casa, pero tampoco tenía muy claro la dirección que tomaba el chileno.Iba al segundo piso. Un momento...¿¡estaba volviendo?!

¡Sí, sí! ¡Y por lo que decía iba a inspeccionar el salón! ¿Y ahora que? Se había acorralado él solo. No sabía si moverse intentando no ser visto por su amigo y subir con Kumajiro, o intentar despistarlo. Como no venía ninhún ruido de arriba, supuso que su querida mascota se desentendía del asunto y no iba a ayudar más.
Suspiró.

Se tapó la boca en cuanto suspiró. ¡No se había dado cuenta! ¡Era su gesto más común! ¡Siempre estaba suspirando! Ah...seguro que me ve...

Un suspiro... ¡un suspiro! Vaya, había tomado la decisión correcta al quedarse en al sala, pero ¿de donde exactamente venia?

Miro a su alrededor sin ver mucho en realidad, parecía haber muchos lugares donde poder esconderse y tendría que revisarlos uno por uno, si Matthew era tan listo como se veía podría ser que escapara, tendría que estar atento a todos los sonidos.
Eligió primero el sillón, era amplio y fácilmente alguien podría esconderse allí.

- ¡Te encontré! - exclamo apareciendo detrás del sofá, pero no había nadie.- ¡Cresta! - no sentía ruidos de ninguna parte y ya se sentía como el malo de una película de terror, se rió al pensar en él mismo como el chiflado de "El resplandor".- Voy a encontrarte Matthew Williams, ya veras.- si lograba hacerle escapara una risita al rubio seria mucho mas fácil encontrarlo, a paso lento se acerco hasta la mesa de centro de la habitación.

Se tapó la boca y la nariz con fuerza, la suficiente para qeu solo él oyera su respiración. ¡La había liado pero bien! ¡Y no podía salir! Que no me vea, que no me vea, que no me vea, que no me vea... La oscuridad estaba a su favor, ¿no? Pero, era muy sencillo seguir un sonido...

Brilliant!! pensó al oir que el chileno no le había visto, ni se le había acercado. Se había chocado o confundido con el sillón que había justo delante. Aguantó la risa otra vez aunque le salió otro sonido raro.

Bien...ya le había dado otra pista Quizás...si se movía detrás suyo sin que lo viera, podría ir al otro cuarto y cambiar de escondite, además, así se lo ponía fácil.

Salió a gatas de su escondite y se puso detrás del sofá. Desde ahí le vería bien y al cambiar de sitio quizás lo confundiría más. Cogió el mando de la tele y la encendió. Luego dejó el mando en sus sitio y volvió trás la estantería haciendo el menor ruido posible. Así le daría algo de visibilidad y suspense al asunto.

La televisión se encendió de pronto provocandole un pequeño sobresalto, al parecer a Williams le gustaba el suspenso.

La luz de la pantalla dibujaba sombras en la penumbra de la habitación, desdibujando las formas y logrando que fuera mas difícil identificar lo que estaba mirando, el canadiense jugo bien las cartas que tenia. Inalef se acerco rápidamente al sofá sobre el cual descansaba el mando de la televisión pero el rubio ya no estaba allí, bufo en frustración, el juego salio mas difícil de lo que pensaba en un principio.

Giro lentamente mirando cada rincón de la estancia, pensando en todos los posibles escondites que el delgado norteamericano podría usar, una estantería alta llamo su atención, a pesar de la luz de la televisión ese lugar se mantenía en las sombras, quizás...

Se acerco lentamente, intentando no provocar sonido con sus pisadas, si Mattie estaba allí no lo dejaría escapar.

Matthew sonreía en su escondite. Seguro que Inalef se reia en su interior tanto como él. Volvió a concentrarse en la dirección que tomaba el chileno por los pasos que hacía. La luz de la televisión le daba ventaja porque en la estantería no daba luz y quedaba oculto entre las sombras.

Entonces...dejó de oir sus pasos con tanta claridad, y los pocos ruidos que hacía el chileno los oía cerca, bastante cerca. Tenía que pensar como salir. Vamos a ver, tenemos la estantería, los libros y la tele...¿cómo usar aquellos recursos? ¡Ya sé!

Miró la estantería con ansiedad y calculó más o menos donde estaban los libros gruesos. Dió unos golpecitos por detrás para intentar tirar algún libro. Inalef se distraería y se iría detrás de la televisión, oculto por su luz y los cables.

En cuanto oyó el sonido de un libro en el suelo, salió a gatas de su escondrijo y se metió tras la televisión. Intentó que el chileno no le viera los pies haciendose un ovillo. Ahora debía esperar a oir su reacción, otra vez.

La estantería parecía un lugar ideal para que su amigo se escondiera, apenas y podía aguantar la risa a medida que se acercaba, no se imaginaba como el canadiense lograba reprimirse tan bien y no delatarse.

Un golpe seco en el piso le hizo desviar la mirada de la estantería por unos momentos, algo había caído y no lograba distinguir bien que es lo que era, pero lo que sí sabia era que había caído desde el lugar donde crea estaba Matthew oculto, una buena pista. Acelero un poco mas el paso para intentar pillar al rubio, tenía que pillarlo.
Lamentablemente el sitio estaba vació, Mattie no estaba allí e Inalef empezaba a pensar que tal vez se había equivocado, que su amigo había subido al segundo piso y que de alguna forma se las ingeniaba para lograr que las cosas se movieran en la sala.

- Estos norteamericanos son tan raros que de mas que podrían hacerlo.- murmuro.

Volvió a mirar la habitación, ya casi no quedaban zonas en donde podría estar oculto el otro pero se le ocurrió una idea, tomo el control del televisor y le subió el volumen, así el sonido de la estática cubriría sus pasos y podría moverse con mayor libertad, su plan era que cortaría el sonido de un momento a otro para escuchar si su amigo se movía o no, un plan tonto que quizás funcionaria. Así, con el volumen alto, corrió para revisar detrás de los sillones.

Una vez escondido detrás de la televisión, asomó la cabeza por la derecha para ver si su plan había funcionado, y así había sido. Aguantó la risa al ver la cara de impresión del chileno al ver que ya no estaba allí. Tendría que haberle dicho a su amigo que el escondite se le daba muy bien. Era muy bueno en ese juego. La culpa la tenía su hermano Alfred. Siempre acababan jugando a algo peligroso y dañino para él y siempre tenía que buscar un buen escondite, de ahí la práctica que tenía en el juego.

Detrás del televisor estaba bastante incómodo, porque estaba metido entre los cables y apenas se podía mover. Además, se había metido a toda prisa y, por tanto, en una posición bastante incómoda. De repente, vió como Inalef cogía el mando. ¡Estaba justo detrás de los altavoces!

Ah...me va a estallar el oído... Notaba como el sonido hacía que le doliera la cabeza, ¡y mucho! Debía salir. Quizás, lo había hecho a proposito. Si era así, la jugada le había salido bien.

Salió del televisor a toda prisa y subió escaleras arriba todavía algo aturdido, pero riéndose. Seguro que Inalef le estaba siguiendo. Llegó a su cuarto y cerró la puerta detrás suyo. Hizo fuerza para que su amigo no entrase en el cuarto. Vió que Kumajiro estaba en su cuarto. Abrió un poquito y dejó que saliera su mascota. Luego cerró rápidamente otra vez. Esperaba que el chileno no fuera fuerte...

Matthew era listo, muy listo y muy difícil de pillar, gracias a eso el juego se volvía demasiado interesante, pero por suerte Inalef no se quedaba tan atrás. Gracias a Alfred y sus películas de terror por sus extrañas ideas que resultaban, ¿Qué cazadores de mitos? Él mismo había probado que ciertas cosas servían.... claro que por estar pensando esas tonterías fue que el canadiense se le escapo y él solo se dio cuenta cuando escucho sus pasos subiendo la escalera.

- ¡No escaparas! - exclamo echándose a correr detrás del chico rubio, pero cuando logro llegar al segundo piso solo vio a ese pequeño oso polar mascota de su amigo. Lo quedo mirando unos momentos pensando su próximo paso.- ¡Eh! Osito.... Kuma... ¿kun kun?? - mala cosa que no recordara el nombre del osito, lo que si recordaba era que el animalito habla y tiene muy mal genio.- Por si acaso ¿Sabes donde se metió Matthew?

Atrancó la puerta con la silla y empezó a pasearse por la habitación, pensando en cómo podría salir de allí. Ahora sí que no tenía salida. No podía tirarse por la ventana, y como Inalef sabía que estaba en esta habitación, aunque se escondiera en la habitación, acabaría encontrándolo. Bueno...ya se había resistido bastante, ¿no? De todos modos...rastreó la habitación en busca de un escondite donde ganar tiempo.

Oyó a Inalef conversar con Kumajiro. Conocía a su osito. Sabía que ayudaría a Inalef, para tener la casa para él solo. Y no es que no le quisiera como dueño, solo es que a veces parecía como que su mascota se olvidaba de él.
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Kumajiro miró al extraño con atención. Solo recordaba haberlo visot, ¿una vez? Eso significaba que no les estaba robando. ¿Venía entonces a ver a-a-a...? ¿Cómo se llamaba mi amo? Bueno...a ese. No sabía si confiar en él. Miró al chico con desconfianza. Iría con él solo para ver que quería. Intentó abrir la puerta del cuarto donde estaba su amo, pero la había atrancado por dentro. Le hizo una seña con la mano para que esperara. Fue a su cuarto, salió por la ventana y saltó para llegar a la ventana de su amo. Entró por dicha ventana y quitó la silla que atrancaba la puerta. Abrió a Inalef y decidió quedarse a observar a escena.
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Vió a kimajiro entrar por la ventana -Kumajiro...¿qué-al ver que desatascaba la puerta se metió en el armario entre su ropa. No le había dado tiempo a pensar bien. Kumajiro me ha traicionado... pensó, y suspiró. En ese aspecto, Kumajiro le recordaba a Alfred, siempre haciendole la vida difícil, pero divertida.

Observo al osito mientras este intentaba abrir la puerta de una habitación,al parecer el joven rubio se encontraba allí. Sus esperanzas decayeron un poco al ver que el animalito no lograba abrirla, Mattie debió atrancarla por dentro. Comenzaba a pensar en como entrar sin hacer tanto ruido cuando vio que Kuma kun-kun se metía a otra habitación, a lo pocos minutos se escucho el ruido de la puerta abrirse.

- ¡Bien! - exclamo, al entrar le acaricio la cabeza al oso.- muchas gracias, para la próxima visita te traeré algo muy rico- recorrió con la mirada la habitación, a simple vista el canadiense no estaba allí.- Debajo de la cama, dentro del armario o salio por la ventana.- enumero los posibles escondites de su amigo. Rió, si el chico aun estaba en la habitación seria fácil encontrarlo.

Reviso bajo la cama, vacío. Solo quedaba el armario, con una sonrisa maliciosa se acerco a paso lento, una vez frente a el abrió las puerta de golpe.

- ¡Te encontré!

Chilló del susto que se pegó al abrir el chileno la puerta de su armario. Sabía que le encontraría, ¡pero no tan rápido! ¿Y por qué Kumajiro le había ayudado? Normalmente, fuese quien fuese, no le habría hecho caso alguno y se abría ido ha hacer lo que quisiera hacer. Que curioso...

-¡Ah! ¡No-no me mates! ¡No me robes, please!-puso cara de terror, aunque en el fondo todo esto lo encontraba divertido. Después le miro con horror, como si fuese un monstruo de una peli de terror-No será...¡¿Qué vienes a secuestrarme?! No way!!-si el chileno estaba interpretando bien su papel, Matthew no se iba a quedar atrás.

Cogió un montón de ropa y se lo tiró encima suavemente, para no hacerle daño. Se metió bajo la cama corriendo. Era obvio que estaba ahí, porque Kumajiro cuidaba la puerta y no podía salir, pero, cuando alguien va a ser secuestrado, gana tiempo para que le salve la policía, que nunca llega a tiempo.
Esta era una víctima que no quería ser rescatada.

La ropa le cubrió la vista por unos momentos permitiendo que el chico rubio se le escapara. Suerte que el osito estaba en la puerta; Inalef alcanzo a quitarse una de las camisetas de Matthew de la cara para ver sus pies desaparecer por debajo de la cama.
Rápidamente el chileno se subió al mueble y gateando sobre el asomo la cabeza por el lado contrario.

-Rindete de una vez Williams, no puedes huir de mi, te llevare conmigo.- metió un brazo bajo la cama tanteando para atraparlo.

Iba a salir por el otro lado cuando se topo con la cara de Inalef y casi se choca con él. Fue para atrás de nuevo, pero ralentizaba su paso el tener los brazos del chileno intentando agarrarlo constantemente, y alguna vez casi lo logra.

-¡Lo-los canadienses luchamos hasta el final!-dijo entre risas. En realidad no se como luchan los canadienses, nunca hemos tenido la necesidad...

Ya había conseguido sacar de debajo de la cama las piernas cuando vió a Kumajiro sobre Inalef. Despues se puso a su lado y lo empujo con el chileno-No!! ¡¿Eres su cómplice?! ¡Pensé que eras mi amigo!-ahora entendía porque Kumajiro había ayudado a Inalef antes. Solo quería jugar también.

Por poco y lo atrapa, hasta alcanzo a rozarle un brazo. Pero se le escapó, el chileno soltó una maldición, si se lanzaba mas abajo caería.

Rápidamente iba a dar la vuelta cuando ve a kuma kun kun en la cama con él, antes de poder preguntar que pasaba el osito bajo por el lado donde estaba Mattie. Inalef escucho a su amigo gritar. Al parece rla mascota lo estaba ayudando.

- Gracias, Kuma kun kun, te debo mas de una.- se asoma por el lado de la cama y pone una sonrisa siniestra mientras el canadiense se acerca cada vez mas empujado por el oso.- ahora eres mio niño.- estira la mano, apunto de atraparlo por fin.- ya no puedes luchar....

Cada vez se iba acercando más al chileno y sabía que dentro de poco, muy poco le acabaría pillando. Tenía que hacer algo, ¿pero que hacer, si estaba rodeado por todos lados? -Uh...not yet...-pensó, pues quería seguir con el "juego" un poco más. Sabía que le acabaría cogiendo pero, al menos no sería una víctima que no se resistió.

Entonces, notó que Kumajiro dejaba de empujarle y al que empujó fue a Inalef, que se calló al suelo y boca arriba. No pudo evitar reírse. Se quedó un buen rato riéndose bajo la cama, hasta que se levantó y fue hacia la puerta, para volver al piso de abajo.

Justo cuando iba a salir, Kumajiro estaba bloqueando la puerta otra vez. ¡¿Otra vez?! -¿De que lado se supone que estás?- le dijo a su mascota, haciéndose el enfadado.

Suspiró y se metió de nuevo en el armario, volviéndolo a agarrar con fuerza. -¡No soy tuyo aún!¡Puedo luchar!- dijo para pincharlo, aunque sin mucha convicción.

Iba a alcanzarlo, iba a alcanzarlo y por fin a disfrutar de torturarlo un poco, la bonita cara de Matthew cada vez mas cerca... hasta que el rubio dejo de acercarse y fue él mismo el que fue a dar con su espalda al suelo, el osito Kuma kun kun era un traidor para todos lados.

- ¡¿Eh?! - exclamo sorprendido, iba a ponerse a protestar cuando escucho la linda risa de Mattie bajo la cama, no pudo hacer mas que secundarlo, aunque le dolía un poco el golpe.- espera... ¡no te escapes!- le grito al canadiense cuando lo vio salir de debajo de la cama y correr hasta la puerta, estaba dándose vuelta en el suelo para levantarse y alcanzarlo cuando lo escucha reclamarle al oso, dios, nunca quisiera estar en guerra con ese animal.- ¡no puedes sali-ir! - canturreo feliz mientras se levantaba.

Lo vio meterse al armario una vez mas, sabiendo que ahora SI que el chico no tenia donde huir se acerco silbando una melodía de suspenso mientras intentaba aguantar la risa. Puso una mano en el pomo de la puerta del armario.- voy a a-bri-ir... - dijo pero antes de dar el tirón escucho el click característico de una puerta cerrándose con llave. se volteo rapidamente solo para ver que Kuma kun kun los había encerrado en la habitación.- eh... Matthew... tu oso nos dejo encerrados aquí.- dijo con cierto nerviosismo.

Siguió agarrando el manillar del armario con todas sus fuerzas para no dejar pasar al chileno. Tuvo que taparse la boca con una mano cuando le oyó canturrear y silbar una canción que le recordó a las películas de miedo de su hermano Alfred. Si no se tapaba la boca se volvería a reir. Cogió un puñado de ropa para tirarselo a la cara en cuanto abriera el armario...pero no lo abrió. ¿Por qué?

-Eh?!-en cuanto escuchó que Kumajiro les había encerrado salió del armario y puso al oreja en la puerta. Kumajiro se metía en el cuarto de Matthew y cerraba la puerta dando a entender que no quería saber nada del asunto. Pero...el sabía que al osito no le importaba en absoluto lo que pasase por allí, entonces, ¿Porqué les había encerrado, y luego había vuelto a ocuparse de sus asuntos?

Al darse cuanta de lo que pensaba Kumajiro, se le sonrojó la cara y sacudió la cabeza. Su mascota era demasiado...lista.-Desolé, Inalef. No dejará salir en...un rato. Quizás podamos salir por la ventana, como ha hecho él, pero...es muy estrecho...-suspiró.

- No te disculpes, kuma kun kun es raro.- rió mirando al chico, ahora tenia la oportunidad, se acerco rápidamente a él y lo tomo de la cintura.- lo mas importante es que ¡Te atrape!

Lo quedo mirando, el chico rubio estaba rojito y eso lo hacia lucir adorable, a Inalef le agradaba mucho el canadiense peor nunca había notado lo bonito que se veía sonrojado, para evitar cualquier cosa mejor se separo de él y quedo mirando la ventana.

-¿ Tu crees que quepamos por allí?- preguntó.- es como muy chica...- comenzaba a sentirse un tanto nervioso y no quería que se amigo se diera cuenta de eso.- ejem... ¿Qué hacemos mientras?

Seguía pensando como salir de allí cuando Inalef le rodeo por la cintura y le pilló por fin. Intentaba quitárselo de encima entre risas -¡Jajajajajajajaja! ¡Pa-para! Bi-ien...¡tu ganas, tu ganas! ¡Jajajajajaja!- una vez le soltó notó que el otro le miraba. Y le miraba fijamente.

Esa mirada le hizo sonrojarse, porque se dió cuenta de que se le había quedado mirando él tambien. Le dedicó una sonrisa y suspiro cuando se apartó para mirar por la ventana.

-Lo se...e-es pequeña...no creo que quepamos por ahí...-suspiro de nuevo-Qui-quizás mi se-secuestrador sea amable y...well...me deje hacer mis maletas?-sugirió guiñándole un ojo.

Le devolvió la sonrisa.

- Si... creo que puedo dejarte hacer eso... tampoco es que hayan muchas opciones.- se sentó al lado de la ventana.- el aire aquí es tan puro.... tanto como tus ojos... me gusta... - dijo casi sin pensarlo, la calma y el silencio a los alrededores de la casa de Mattie lo relajaban enormemente y apoyo los brazos en el alfeizar de la ventana y la cabeza en los brazos mientras escuchaba al otro moverse por la habitación. Estúpidamente, por un momento, se imagino escuchar eso mismo en su casa día a día y sonrió, un poco después de que conociera al chico su mente fantaseaba de vez en cuando con él en algunas situaciones que abarcaban mas allá de la simple amistad y se reprochaba por eso. Esperaba, en lo mas profundo de su corazón, de que su amigo no se diera cuanta nunca de eso o, quizás, su amistad se iría por el caño y eso seria demasiado doloroso.