Un poco de té y azúcar? (Privadín? : D)

Después de su llegada al extraño planeta azul decidió probar todas las cosas extrañas y divertidas que ahí había. Quería conocer a nuevas personas, tal vez haría algunos amigos y ya no estaría solo, ¿Quién sabe? Quizás tendría visitar a su pequeño pero querido asteroide, estaba muy ansioso por presentarles a sus nuevos amigos su hermosa rosa. No paraba de pensar en todas las cosas que haría allí, fantaseaba sin parar hasta que llegó a una pequeña cafetería muy colorida.

Ese día usaba ropa “moderna” para pasar desapercibido por aquel lugar, era algo así como un “camuflaje”. Se sentó en una mesa con muchos adornos de color rosa y pidió algo llamado “té” y unas galletas dulces. Movía las piernas mientras esperaba y mantenía la vista fija hacia la puerta, esperando que alguien interesante la cruzara.

Por fin había llegado una persona interesante al lugar, su apariencia era divertida a la vista y parecía agradable. Le miró por un rato sin querer acercársele, de seguro eso no era muy normal en aquel lugar, pero luego se dio cuenta de que realmente no le importaba. Tomo una galleta y la mordió, luego le sonrió al simpático personaje y le saludó con la mano.

Era algo bastante único de él saludar a alguien totalmente desconocido, y aun más común era que le hablara sin razón aparente y le confesará prácticamente su vida completa. Pero, ¿Qué podría saber? Un niño “extraterrestre” de 13 años, parecía el comienzo de un muy mal chiste.

(Wak! Me acabo de dar cuenta que comenzaste tu primer párrafo con “Por fin” y yo también escribí “Por fin” en la respuesta *boba*)
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- No lo creo – esbozó una sonrisa – Sólo saludaba, ¡Hola! Es de mala educación no saludar a alguien que llega al lugar donde uno se encuentra – ve que no deja de observar su taza de té - ¿Quieres? Es bastante dulce.

Parece que a esa chica o chico le gustaba el té, suponía que era muy normal en aquel lugar, debería acostumbrarse a beberlo en ese caso. Le pondría mucha azúcar y prepararía grandes cantidades de té, así podría invitar a todos los nuevos amigos que tendría; volvió a desviarse del mundo real mientras pensaba en todo eso.

- Soy sólo un niño – dijo con un tono de voz tierno – Veo que te gusta el té, ¿Se acostumbra a tomar aquí? Pues, no me parece tan agradable, necesita de mucha azúcar para llegar a tener sabor – se quejó – Pero, es mejor que beber leche. Tiene un color más gracioso, la leche sólo es blanca y aburrida. Por cierto, ¿Cuál es su nombre? – le despertó al rato un poco de curiosidad por la persona con quien hablaba.

- ¡Eres un ratón! – dijo con emoción - ¡Qué genial! Si yo fuese un ratón no tomaría té, comería queso y correría de gatos malvados – luego se entró en cuenta de que le habían preguntado su nombre – Soy Antoine, y no creo que sea un niño normal. Aunque debe haber millones de niño rubios en este mundo, pero siempre hay algo que nos hace especiales, ¿No? – le sonrió mientras hablaba – Por ejemplo, yo vengo de un lugar muy extraño, perdido entre las estrellas, no cualquier niño vive en un lugar así, ¿Y usted Sr. Ratón? Además de tener orejitas, debe tener algo en especial.

- Si alguien llega por casualidad a mi hogar también pensaría que es un sueño, o que se ha vuelto loco, lo mismo dirían si se encuentran conmigo. Tal vez las personas mayores no entienden que existen lugares extraños en todos los planetas. Pero, como siempre, sólo creen en lo que pueden ver, oír y oler – otra vez comenzó a hablar tonterías que prácticamente no venían ni al caso.

- ¡Claro! – tomó unos cubos de azúcar y comenzó a jugar con ellos - ¿Podrías contarme más sobre tu país? ¿Hay flores allí? Debe haber mucho té para que te guste tanto, ¿El té es diferente allí? – no podía evitar hacer preguntas, así era él, demasiado curioso para tener ya 13 años.

- ¡Flores que cantan! ¡Ese debe ser un país especia! – sus ojos se iluminaron y su sonrisa se extendió prácticamente hasta sus orejas – Yo tengo una flor, pero nunca cantaría, es muy estirada y orgullosa como para hacerlo frente a mí. Pero, yo amo a mi flor, amo a todas las flores en realidad, son los seres vivos más perfectos.