Cumpliendo promesa (privado)

Era imposible no haberse enterado del accidente en paracaídas que tuvo la bielorrusa, situación que le resultó bastante familiar y que de pasó le enseñó a no confiarse en la aparente suavidad de la nieve para detener aterrizajes.

Había quedado de ir a visitarla a su casa, ya que no pudo hacerlo cuando ella aún se encontraba en el hospital. También se había prometido a si mismo “tratar” de superar el miedo que en varias ocasiones solía causarle su linda..., obsesiva y psicópata hermanita. Tembló involuntariamente de sólo pensar que se estaba metiendo en la boca del lobo y sin demasiado convencimiento, pues aún tenía la oportunidad de huir, tocó finalmente la puerta.

-Natasha~-llamó intentando que su voz no se quebrase por el temor. Ahora podía empatizar con los pobres bálticos, posiblemente así se sentían cuando estaban con él.

En cuanto escuchó aquella voz, que para ella era como música, apareció como una sombra detrás de su hermano y lo abrazó hasta casi cargarlo. Realmente no quería soltarlo y nada ni nadie la obligaria a hacerlo. Pudo sentir como el cuerpo entre sus brazos temblaba como gelatina, pero ella nunca le había dado importancia a eso.

Soltó lentamente a su hermano para que él la viera de frente, la cara de este parecía la de un fantasma tan pálida, aunque a ella le parecía el rostro más hermoso de todo el mundo.

-Nii-san, estoy tan feliz de que hayas venido a verme -dijo con los ojos brillantes y las manos apretadas contra su pecho -Yo sabía que el día en que vendrías por mí para unirnos sería dentro de poco.

Lo cierto es que para Natasha está era una nueva oportunidad para que su hermano y ella quedaran juntos para siempre.

Estaba inquieto esperando a que lo recibiese, más de una vez volteaba a mirar los árboles o cualquier otra cosa que pudiese distraerlo. No supo en que momento apareció la causante de sus miedos, lo importante es que había llegado y no tenía nada más que hacer frente a ella que lo estrechaba por la espalda; uno de esos abrazos apresadores que le quitaban el aire y del cuál no tenía fuerzas para zafarse.

Involuntariamente los temblores a su cuerpo volvieron, de seguro su rostro estaría más blanco de lo normal, aunque fue un alivio que lo soltara, pensaba que lo estrujaría por minutos.

-Privyet- saludó sin recuperarse por completo, aquellos ojos brillantes de ilusión obsesiva hacia él comenzaban a intimidarlo todavía más.-E-en realidad…sólo he venido a saber qué tal estabas después del accidente…-se atrevió a decir con una sonrisa nerviosa

-He estado bien -le respondió -pero ahora que estas aquí me siento de maravilla.

Los ojos de la muchacha no se alejaban de su hermano, la sonrisa de este parecía estarse haciendo por la fuerza. Belarús estaba relamente contenta por tener a su hermano de visita, en el hospital lo extrañaba mucho y siempre que le mandaban girasoles esperaba que fueran de su parte, pero aunque no lo fueran esas flores le ayudaban a recordarlo, era como tenerlo a su lado otra vez.

-Nii-san, ¿te gustaría pasar a calentarte a la sala? -le pregunto, sabía que a su hermano le encantaban los lugares calidos.

Su hermana lo miraba fijamente, como si vigilasen cada mínimo de movimiento, cosa que no le ayudaba a sentirse menos intimidado. Al menos ella parecía bastante feliz con la visita, si es que se podía considerar como algo positivo, porque si de él se trataba, se sentía como un completo masoquista por el simple hecho de haber ido.

No te atrevió a negarse y se limitó a asentir temerosamente con la cabeza, después de todo ya estaba ahí, no podía ser tan malo, además ¿qué era lo peor que podía pasar? Mejor no buscarle una respuesta o sin pensarlo dos veces arrancaría en cuanto tuviese la oportunidad.

Ella se aferró con odas sus fuerzas al brazo de su hermano y lo escoltó hasta la sala. El miedo se respiraba en el aire, pero para la muchacha no era miedo sino felicidad, increíblemente era un ambiente de lo más hermoso.

Invitó a su hermano a sentarse muy cerca de ella, asegurandole que se calentaria más, sin embargo este estaba inmovil en su lugar. Natasha fue quien una vez más tomó la iniciativa y se pegó a él lo más que el sofá se lo permitía. Realmente estar junto a su hermano era una sención tan calida, estaba demasiado feliz.

-Nii-san -suspiró enterrando la cara en el pecho de su hermano -Casate conmigo ahora mismo...

Sentía su cuerpo más pesado de lo normal por cada paso que daba, además a eso le agregaba que la afectuosa bielorrusa se aferraba a su brazo como si no quisiese dejarle espacio de escapar mientras lo escoltaba personalmente a la sala de estar. Deseaba apartarse, pero con ella su voluntad se volvía débil y la brecha entre “el querer y el hacer” se volvía más grande aún.

Nuevamente no se atrevía a rechazar la invitación y lentamente se sentó a su lado, inmóvil como una estatua, no se atrevía a mirarla. Un pequeño gemido afligido escapó de su boca al sentir el abrazo, seguido de la infaltable propuesta matrimonial, trató de apartarse, pero el sofá se lo impedía.

Tragó saliva, las palabras no salían y se limitó desesperadamente a negar de modo inconsciente con la cabeza.

No escuchó ninguna palabra como respuesta, sólo vio como su hermano se negaba a su propuesta con la cabeza. Una vez más había sido rechazada por él, siempre era lo mismo.

La chica se aferró con mayor fuerza a su hermano, tenía los ojos llenos de lágrimas, pero no las podía dejar salir. Su hermano estaba paralizado una vez más entre sus brazos.

-Nii-san, ¿es por qué prefieres a esos idiotas? -preguntó con una mirada macabra.

El silencio era abrumador, Rusia no podía responder y Belarús quería una respuesta al instante, se le veía tan molesta y triste al mismo tiempo.

La bielorrusa lejos de querer dejarlo, lo abrazaba con más fuerza, estaba completamente aprisionado entre los brazos de la chica y no se atrevía a intentar zafarse, menos después de haber sentido que una mirada bastante tétrica se posaba sobre él.

-...Natasha- no sabía muy bien que responderle, prefería no hacerlo, pero la menor se veía tan impaciente y molesta...esperaba que no trajese algún cuchillo que pudiese intimidarlo todavía más. Un desagradable escalofrío recorrió su espalda, finalmente la presión lo forzó a contestar lo más lógico que se le ocurrió - N-no es que los prefiera-mintió, realmente si los prefería, en ellos podía infundir miedo y no al revés.

Natasha aflojo un poco el abrazo cuando escucho a su hermano decir "no es que los prefiera", aun así no soltó al chico. La joven levantó la cara para tener de frente a su hermano, deshizo el abrazo y le tomó las manos entre las suyas, Rusia sentía la fuerza con la que su hermana le apretaba las manos, tal vez ella se estaba asegurando de no dejarlo escapar.

Ella frunció el seño mientras le preguntaba:

-No los prefieres, ¿entonces cuál es el problema?

Bela esperaba una respuesta lo antes posible, si su rabia aumentaba sin duda se pondría violenta y empezaría a perseguir a su hermano con un cuchillo.

Por una corta fracción de tiempo pudo sentir algo similar al alivio cuando aflojó el abrazo, cosa que no duró demasiado, nuevamente era reemplazado por el miedo anterior; la menor sujetaba con fuerzas sus manos y dudaba que fuese a soltarlas, un pequeño y casi inaudible gemido escapó de sus labios, no porque le doliesen, sino por el terror.

-El problema...-comenzó nervioso, bloqueado al ver su expresión impaciente. Necesitaba una buena respuesta que entregarle y ya, pero nada se le ocurría, no, la verdad no era una opción a considerar, cuantas veces trató con ella a modo parecido que cuando a alguien le explicas con manzanas y no daba resultado.

-Nii-san -musitó la joven -debo ofrecerte algo.

La joven le soltó el brazo con la mirada agachada, fue una reacción bastante inesperada. Caminó hacía un tazón de frutas que adornaba una mesita al centro del lugar tomó una manzana, estiró la mano tratando de ofrecer la fruta a su hermano quién la miraba confundido.

-Nii-san, ¿te gustan las manzanas? -dijo con voz macabra -a mí me gustan sólo un poco.

De pronto la joven sacó un cuchillo y con la mirada baja dijo:

-Hay que compartirla...

El filo del cuchillo brillaba intensamente, era realmente intimidante.

-¿O-ofrecerme algo? ¿Qué cosa?- preguntó con un aire curioso y sin alzar la voz; apenas se escuchó como un susurro.-“Que no sea un anillo de bodas”- pensó con el miedo que lo acompañaba desde que llegó. Era ahora el momento en que sentía la relatividad del tiempo en plena acción; los minutos se le hacían largos y tortuosos.

Al menos ya había soltado su brazo, por un momento creyó que estaría aferrada a él todo lo que quedaba del día, pues tratándose de ella podría esperarse eso y más.

-¿Manzanas?- la miró extrañado y asintió sin mayor seguridad, no es que fuese su fruta favorita, pero no eran desagradables, en realidad, no tenían mucho de especial.

La tensión entre ellos, en especial de su parte aumentó. Ver el brillo del cuchillo que portaba, hizo crecer el miedo, sintiendo que una fría mano acariciaba su espalda y erizaba hasta los vellos de su nuca.
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(perdón D': tardé bastante en responder, no pasará de nuevo >_<)

Natasha partio la manzana de un tajo, por un momento se quedo observando la manzana y la cortó una y otra vez hasta casi volverla pure. Rusia miraba como su hermana deshacia con fácilidad la manzana.

-¡Oh! mira lo que me hiciste hacer, nii-san -dijo la chica sin quitar la vista de la manzana.

El silencio consumía la habitación solitaria, de prionto Belarús lanzó su cuchillo el cual quedo clavado cerca de los pies de su hermano, quien casi se desmaya del susto.

-Creo que iré por otra manzana, ¿te parece bien, nii-san?

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No hay problema, contestame cuando puedas ;)***

Jugó nervioso con sus dedos, observando, no sin cierto miedo, como la menor partía la manzana en dos, pero en vez de darle la mitad no se detuvo ahí, sino que parecía descargar toda su ira contra la pobre fruta que era triturada con el cuchillo. Todavía se podía comer hecha puré después de todo, aunque descartaba la idea.

Abrió sus ojos más de lo normal y trató de ahogar un pequeño gemido al ver el cuchillo clavado al lado de sus pies. Ahora sí, estaba lo suficientemente asustado como para no tener ni un poco de ganas de quedarse por más tiempo. Tenía el presentimiento que terminaría, herido, violado o quien sabe que otra cosa.

Se limitó a asentir nuevamente, sonriendo de modo forzado. Quizás podría aprovechar la oportunidad de dejar una nota y escapar.
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perdón again >_<, pero a partir de ahora si tendré tiempo para responder seguido.

Natasha se detuvó antes de salir del cuarto, algo le impidió moverse: era su deseo de estar junto a su hermano mayor. Belarús regresó a donde su hermano estaba corriendo, en el camino se dutuvo a levantar su arma para después correr a abrazar a su hermano.

-Nii-san, te quiero mucho -le dijo apretandole el cuerpo con fuerza.

La muchacha guardó su arma con mucho cuidado ante la inquietante mirada de su hermano, después alzó al ruso entre su brazos y se lo llevó de ahí. ¿Qué quería hacer con él?

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No te preocupes... como he dicho responde cuando puedas hacerlo ^^