Navidad; ¡tiempo de compartir! (Privado)

Se dirigió hacia la puerta y antes de salir arregló su ropa. Abrió la puerta y salió hacia el frío de afuera, al que estaba tan acostumbrado.

Caminó hacia donde estaba su trineo, no muy lejos de la casa, cerca de un árbol. Se subió y se acomodó para luego voltear a ver al ruso.

-Sube Rusia-san -dijo haciendo espacio para el mayor y dando algunas palmaditas en el asiento, señalando que esperaba que subiera, sonriendo.

Rusia llevaba consigo su grifo, pero lo ignoró simplemente, por más miedo que ese grifo y su dueño pudieran darle.

Se quedó maravillado al ver como el gran trineo carmesí se elevava más y más, abriendo la distancia entre el suelo y aquel firmamento, oscurecido por el llegar de la noche. Observó todo a su alrededor; los renos con sus grandes cuernos, decorados por una banda de campanas resonando al compás de sus movimientos.

Sacó su cabeza para ver el suelo, solo para quedarse sorprendido de la altura a la que se encontraban. Le causó un poco de mareo; buscando soporte encontró el delgado brazo de Tino y se sujeto a él. No ejerciendo mayor fuerza para causarle dolor al pequeño.

Vió atrás de él, hallándose con un enorme saco lleno de lo que parecían ser...¿regalos?. Iván no pudo evitar sonreír.

Toda esta experiencia era demasiado surreal. Que todavía se preguntaba si esto de verdad estaba ocurriendo o si despertaría en su sala de estar con una botella vacía de vodka en su mano. Ahí arriba el clima era un poco más gélido (no que le molestaba realmente, toda su vida se había acostumbrado a ello). Magnifica que toda esta experiencia podía ser una parte de su mente se preguntaba cual era el propósito de Finlandia a todo esto.

Sentía que el silencio pesaba demasiado, así que tomó la iniciativa de conocer ese "propósito". Comenzando con una pregunta inocente, superficial.

-¿Haces esto todos los años?-Empezó sus ojos fijos en las nubes -Finlandia-Kun~-

Sintió a Rusia tomándose de su brazo.

-Sí, cada año, pero no me canso de hacer el mismo recorrido cada año, porque siempre hay cosas nuevas en el camino, además me gusta darle regalos a la gente moi moi~ -respondió a Iván.

En verdad le gustaba mucho su trabajo y no quería dejar de hacerlo. Le encantaba entregar regalos de país en país, y buscar un regalo adecuado para cada quien.

Hizo que el trineo subiera un poco más, y luego empezó a ver el paisaje de la casa de Rusia, y luego miró la expresión del dueño de la casa sobre la cual volaban.

Todo se veía magnífico, como la nieve danzaba levemente al compás del viento, pintando todo lo que estaba a su paso; dejándolo como un lienzo en blanco, guardándolo para un pintor. Sobrevolaron el Kremlin, de su ciudad Moscú. Parecía irreal, toda esta experiencia parecía irreal...

Que alguien, un país como Finlandia, a pesar de haber tenido batallas, pérdidas, golpes (siendo Rusia testigo de esto). Quien que todos los años podía usar esa misma sonrisa, levantarse y......

No, no era posible, Iván tenía que estar pasando algo por alto. Comenzando a abatirse, Rusia había perdido la paciencia, le preguntó a Tino:

-¿Porqué me has traído hasta aqui Finlandia?-

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///perdon por la tardanza -_-///

Iba bastante pensando en sus propios asuntos mientras miraba el maravilloso paisaje blanco; e iba tan distraído que la pregunta del país más grande lo sacó de sus pensamientos, tomándole por sorpresa, ya que no esperaba que Iván fuera a preguntarle algo en ese momento.

-No quería que estuvieras solo hoy -le dijo sin pensarlo dos veces.

-Además, ¿está mal querer llevar a otro país a ver su casa desde lo alto?- puso una sonrisa ancha, sincera.
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Suele pasar, no te preocupes :D

-No creo que este mal, siempre y cuando salgas tu beneficiándote de eso- Dijo en tono cortante el Ruso. En verdad, se le acababan las excusas para ser cruel con el de ojos violáceos, no había hecho más que acompañar a un miserable Ruso en navidad....

¿Entonces, porqué no paraba de sentirse incomodo desde que Finlandia había llegado?

Sentía que cada vez que sentía los ojos violetas de el otro sobre él, sentía que Tino podía ser capaz de ver a través del Ruso; Y a Iván no le agradaba nada.

Tenía que cambiar el tema...

-Entonces...¿Que es lo que más te gusta de la navidad?- Se maldijo a si mismo, por la pobre pregunta; pero si tenía suerte el pequeño no lo notaría.

Sintió que la respuesta del ruso fue, por decirlo de alguna manera, ruda; pero no dijo nada, sus pensamientos que decían "No necesito beneficiarme de esto" se quedaron dentro de su cabeza para no salir y se limitó a responder la pregunta.

-Me gusta salir cada año a repartir regalos a todos -dijo animado -Y también me gusta que en esta época las personas y los países se unen bastante -agregó sonriendo.
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Perdón por tardar ;w;

Cada momento que pasaba con el pequeño se le hacía mas difícil entenderlo...
¿Unirse?¿Para que? Para luego volver a causar guerras, para hacer pactos y apuñalarse en la espalda. Por lo menos eso era lo que le habían enseñado.

Bajo la mirada y dejó que sus claros cabellos cubrieran sus ojos, empezó a sentir que sus ojos ardían y que sus hombros temblaban levemente, hizo todo lo posible para evitar llamar la atención del finés, era imposible no podía estar...... ¡No! Definitivamente no, en toda su vida había visto catástrofes, asesinatos, genocidios. Y ni siquiera había parpadeado.

¡No era justo! Ahora sus manos le temblaban pero nada tenía que ver con el clima. Se estremeció cuando sintió el contraste de temperaturas, una pequeña gota caliente bajaba lentamente por su rostro, su mejilla para caer silenciosamente en su bufanda. No tenía el coraje para ver a Finlandia y rogaba para que este todavía estuviera atento al camino adelante.
¡Odiaba la navidad! La mayoría de países se volvían helados como su casa, pero a nadie se le congelaba el corazón le había sucedido a él.

Iba mirando al frente, dirigiendo su trineo carmesí por entre los árboles, pero sólo había silencio; su compañero ya no había dicho nada.

Se volteó a mirarlo y lo encontró de esa manera. Nunca creyó tener que ver al ruso en esa situación, pero la verdad es que Tino no tenía ni la menor idea de porque el país lloraba. Soltó las riendas del trineo con una mano, sosteniéndolas con una sola.

-Rusia-san ¿Qué pasa moi moi? -le dijo con una cara de preocupación que no solía poner -¿Quieres que bajemos ya?

Abrazó al rubio mayor con la mano que tenía libre, buscando reconfortarlo, mientras daba suaves palmaditas en su hombro. Sentía como el cuerpo del otro temblaba. Finlandia casi no hacía eso, no tenía que consolar a otros muy a menudo, pero cuando debía hacerlo, lo hacía de corazón.

Demasiadas emociones pasaban por su cabeza, no tenía idea lo que sentía: ¿Estaba frustrado?¿Triste?¿Enojado? Oyó que Tino le había preguntado algo. Se limitó a mover la cabeza; Solo necesitaba un poco más de tiempo y se reincorporaría. Esto solo era un momento de incertidumbre, pasó su mano por su cara para quitar las lagrimas que amenazaban con salir.

No podía hablar, si lo hacía su voz se quebraría; Así que se mantuvo en silencio.

Hizo que el trineo bajara y lo dejó en donde lo había acomodado al llegar la primera vez.

Una vez que estuvo en tierra firme comenzó a buscar con la mirada la cara del otro país, sin dejar de abrazarlo en ningún momento. Lo que más buscaba en ese momento era hacer sentir al otro que no estaba solo.
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Ay Rusia