Visita sorpresa [Privado] [Advertencia]

Comprobó que su camisa estaba correctamente abrochada, no había ningún pelo revelde y Kevin estaba en su sitio. Miró a un lado y otro del jardín, preguntándose si Marama estaría en casa. Esperaba que sí, o se habría arreglado para nada.

Sacó una mano de los bolsillos para acariciar a Kevin, sonriente. Tocó la puerta y volvió a guardar la mano en el bolsillo mientras esperaba, sonriendo.

Se sorprendió al ver a Marama despeinado y en bata, empezó a pensar que debería haber venido en otro momento. Río nerviosamente y entró.

-Eh, bueno... perdón, creo que no llego en buen momento, tal vez debería haber avisado -Se disculpó, cuando hubo entrado-. No quería interrumpirte si estabas haciendo algo -Dijo, observando otra vez al neozelandés. Sí, debería haber ido cinco minutos más tarde.

-Ah, por supuesto -Asintió, al sentarse en el sofá-. Tranquilo, esperaré. Tú ve a cambiarte y tómate tu tiempo -Le dijo, sonriendo.
En realidad no es que le molestara el aspecto de Marama. Se veía tan lindo despeinado, tan adorable, tan descuidado, al contrario de lo que solía ser...
Kevin bajó de su hombro para caer en sus piernas, quitando a este de sus pensamientos. Miró a los ojos del koala y se dio cuenta de que parecía que le mirase con cara de "Te has quedado embobado, sécate la baba".
-Claro, tengo a Kevin para hacerme compañía -Rió nervioso acariciando la cabeza del koala y pasándose el brazo por la boca, por si acaso.

El otro se acercó y se puso frente a él para acariciar a su koala. Comentó algo del patio trasero y de un kiwi.
-Ah... va...vale... -Balbuceó, aunque en verdad no estaba prestando mucha atención a sus palabras. Se vea sumamente hermoso son esa sonrisa, incluso sintió algo de celos de Kevin.
No, espera. Allan, céntrate, céntrate... Estaba convencido de que debía de tener cara de idiota... Desvió la mirada de la cara de Marama y sonrió a Kevin.
-Se... seguro que Kevin se divertirá con tu kiwi, hace amigos enseguida -Comentó, sonriendo.

Siguió con la mirada a Marama mientras este se iba a su habitación a cambiarse. Luego dirigió la mirada a Kevin y suspiró, dándole unos leves golpecitos en la cabeza.

-Desde luego... -murmuró.

Observó la habitación en la que estaba y se puso cómodo en el sofá, mientras acariciaba a su koala. Sin embargo, este saltó de sus piernas, cosa que impresionó al australiano, y salió corriendo de la habitación.

-¿Kevin?... -Preguntó extrañado Allan, mientras veía a su koala alejarse-. ¡Kevin! ¿¡A dónde vas!? -Exclamó, antes de empezar a perseguirle. Siguió a su koala sin fijarse por donde pasaba, como le ocurría siempre que este se escapaba.

Al fin vio a Kevin entrar en una habitación cuya puerta estaba entreabierta. Se acercó lentamente hacia ella para no asustar sin necesidad a su koala. Sin embargo, allí no estaba solo Kevin. Porque Kevin había entrado en la habitación donde Marama se estaba cambiando.

Rojo como un tomate, Allan retrocedió, para no ser descubierto. Pero, yendo marcha atrás, se chocó con una mesa, haciendo que un vaso de cristal se cayera al suelo, causando un gran estruendo

Se sonrrojó al ver a Marama sin camisa. Desde luego, demasiado para él. El neozelandés le indicó que entrase a su cuarto, cosa que él hizo tras coger a Kevin. Se sentó en la cama, apretando a Kevin entre sus brazos. Sentía que el corazón se le saldría del pecho. Miró a su koala con cara de enfado.

-No deberías salir corriendo -Le reprimió-. Has acabado causándole problemas a Marama... -El Koala le miró con cara de "soy inocente".
Allan suspiró. Luego observó la habitación. No podía creer que estuviera allí.

Hacía bastante tiempo que no se pasaba por la casa de su vecino, y estar en su dormitorio era... Tragó saliva e intentó desviar el hilo de sus pensamientos, pero volvió a la cabeza la imágen de Marama con el torso desnudo, el cual le hizo apretar con más fuerza a Kevin entre sus brazos, como si fuera un peluche.

Oyó la voz de Marama al llegar, y luego como se sentaba a su lado. Giró la cabeza en su dirección y le escuchó.

-Ah... sí, se me escapó y... acabó en tu habitación... -Explicó-. ¡N-no es que yo quisiera espiarte ni nada así! -Dijo rápidamente-. Es que Kevin... no sé lo que le pasa últimamente -Suspiró.

El koala había empezado a patalear en las piernas del australiano, porque había empezado a apretar demasiado. Kevin consiguió deshacerse de la fuerza provocada por el asfixiante abrazo de Allan y acabó en las piernas de Marama. En ese momento fue cuando Allan se dio cuenta de la semidesnudez de su hermano, haciendo que se sonrojarse. Intentó desviar la mirada de su pecho desnudo, aunque sin éxito.

Al parecer Marama pensaba que le desagradaba el verle el pecho desnudo, cuando no era así en absoluto. No sabía si alegrarse o apenarse. Así que se apenó.

-N... no, no es que me molestase, en absoluto -Se excusó, al ver que el otro intentaba taparse el torso con la bata.

En eso, Kevin había cogido con una pata la camisa de Allan y, haciendo la mayor fuerza que puede hacer un koala, empujó al australiano, de modo que quedó, sobre la cama y sobre Marama.

El contacto con el neozelandés hizo que el corazón se le acelerase mucho. Podía sentir las rápidas palpitaciones del otro bajo su pecho. Tragó saliva y rió con nerviosismo.

-Sí, no sé que le pasa últimamente... -Dijo, entre risas nerviosas. Algo le decía que tenía que apartarse, no debía quedarse encima suyo... Sin embargo, aquel torso desnudo, la cercanía de sus rostros... era algo que no se presentaban juntos muy seguido. Se incorporó un poco, pero sin la intención de levantarse. Puso sus brazos y piernas a cada lado del cuerpo de Marama. Ya no era consciente de sus acciones, sabía que si desperdiciaba esa ocasión lo lamentaría para siempre, así que comenzó el beso que tanto deseaba.

Sintió como Marama le devolvía el beso, dejándose llevar. Eso le quitó el poco miedo y la poca vergüenza que le quedaban. Quería a Marama. Y le quería en ese instante, lo antes posible.

Acarició su cara, aumentando la pasión del beso. Pasó su mano por su pelo rubio, cogiéndolo con las manos y soltándolo con suavidad. Empezó a recorrer con su mano el cuello del neozelandés, hasta llegar al pecho. Puso su mano sobre el corazón del otro, para sentir sus acelerados latidos. Eso le hizo más feliz, y aumentó la intensidad del beso mientras empezaba a recorrer la cintura de Marama con la mano.

Sintió que el otro separaba sus labios. Estaba jadeante, sonrrojado. Eso le hacía mucho más adorable. Sonrió ante su pregunta. Se incorporó un poco, para no tener que apoyarse en la mano que tenía libre y mirar a los ojos del neozelandés.

-No lo sé... -Respondió, cogiendo con su mano libre la mano que tenía el otro en su mejilla-. No sé decir qué es lo que estamos haciendo, pero...-Continuó, mientras acariciaba la mano que tenía agarrada con suavidad y cerrando los ojos- sé que es algo que llevo deseando hacer mucho tiempo... -Volvió a abrir los ojos. Soltó la mano del otro e inclinó la cabeza asta quedar al lado de la de Marama-. Te amo -Le susurró al oido.

Sintió como el otro le abrazaba. Intentaba decir algo, pero al parecer no le salían las palabras y acabó escondiendo el rostro en su cuello. Eso le hizo dudar. ¿Estaba intentando decirle que no podía corresponder sus sentimientos? Con la mano que había sujetado la de su vecino, le acarició el pelo.

-Tú... ¿qué? -Preguntó, con un nudo en la garganta. No se le había pasado por la cabeza que tal vez él no le quisiera... que tal vez tuviera a otra persona especial... Pensar en esa posibilidad le hizo encogerse un poco.

Le costó similar las palabras de Marama. Le quería, él le quería. Lo que había dicho era verdad, no podía pedirle un te amo así de pronto. Cerró los ojos y se quedó en silencio un rato, acostado sobre el otro, solo oyendo el latido acelerado de su propio corazón.

-Es cierto -Dijo al fin, rompiendo el silencio-. No puedo pedirte un te amo tan pronto. Pero... -Abrió los ojos para mirar la cabeza de su vecino y suspiró- me basta con un te quiero -Cogió la cabeza del otro con una mano para acercarla a él y le dio otro beso.