una pelea y volaa mistica (privado, quizás advertencia...)

Temujin estaba cabalgando felizmente en el campo abierto, le gustaba andar en su caballo, era como su hermano, y como para toda la gente de su país, y en la antigüedad los caballos eran su religión, Temujin aún tenía de estas cosas, tenía un montón de cosas de su fase imperialista...

Cabalgaba rápidamente en su caballo, el viento le desordenaba el cabello mientras rozaba fugazmente su cara, le gustaba esa sensación de velocidad que lograba en el caballo, había aprendido a cabalgar a los 3 años de edad, eso era lo normal, y había aprendido a luchar más o menos a la misma edad, le gustaba pelear, le gustaba probar su hombría, aunque nadie la hubiese podido manchar un poco... muy pocas veces habían frenado un poco su avance como imperio, la verdad nadie se atrevía a meterse con él, le tenían miedo, porque era despiadado y sanguinario, nadie quería salir trasquilado tras haber peleado con él, aunque si no peleaban igual quedaban en el suelo, lugar por el cual rodaban normalmente las cabezas de los enemigos de Mongolia...

Hacía un buen tiempo, al menos para Mongolia, que le gustaba el frío, estaba soleado, algunas nubes atravesaban el cielo, era para él un día perfecto, nada hubiese podido arruinarselo, cabalgaba en la hierba alta, a una persona de estatura media le llegaba hasta la rodilla más o menos, un poco menos, un poco más en algunas parte u otras...

Así seguiría hasta que cayera la noche, le gustaba cabalgar, y si podía hacerlo durante todo el día lo haría, aunque si se apareciese alguien con quien poder pelear amistosa y bravamente sería aun mejor su día, dandole el toque final, así como la mejor guinda de torta que pueda haber existido...

Sentía deseos de viajar a la tierra, últimamente era casi un hobby para él, el bajar, molestar un rato a alguno de sus hijos o quien se le cruzara, conocer un poco más de esa época moderna que tan interesante se le hacía, y quizás poder tener buena compañía una que otra noche en que sus muy amables dioses le permitieran quedarse hasta el día siguiente. En general, eran aquellas visitas fugaces y pasajeras las que le ayudaban a palear un poco el aburrimiento y la soledad que significaban estar muerto, la ansiedad de ya no tener objetivos por los que moverse, lo amargo que era una existencia sin existencia...

El asunto era ahora, decidir a donde iría... Ya había visitado a casi todos sus hijos, y la verdad no tenía deseos de visitas familiares en ese momento, no había nada que detestara más que lo vieran deprimido, lo que además le significaría un fuerte golpe al orgullo, quizás ya no fuera el "Gran celta" pero el gran orgullo de su gente seguía vivo en el, jamás mancillaría su hombría con muestras de debilidad tales.
No obstante, ahora el problema era que tampoco conocía lo suficiente del mundo actual como para saber a ciencia cierta donde le gustaría ir.... Lo pensó unos momentos, cavilando entre elegir cualquier lugar al azar, o simplemente no ir a ningún lugar.... Mas, no fue necesaria una extensa reflexión para averiguar que, nuevamente, dejaría que los dioses se hicieran cargo de su destino, por lo que lo que le quedo a continuación fue cerrar los ojos y simplemente desear estar en la tierra, sin lugares, sin nombres, sólo estar en la tierra, lejos de la soledad abrumadora que le rodeaba...

Así era como había aparecido allí, una amplia llanura donde no parecía haber nada mirase por donde mirase, además claro de uno que otro animalillo por allí, frunciendo el ceño levemente se le ocurrió pensar que con el "especial" sentido del humor de sus dioses, no debía de haberles dejado la decisión a ellos no era que esa amplia llanura solucionara alguno de sus problemas de soledad.
En fin, tampoco había demasiado que hacer, ya estaba allí, ahora, o caminaba hacía "algún lado" o... Simplemente volvía a su dimensión...

Y... tampoco había demasiado que pensar, la decisión ya estaba tomada antes de la pregunta, era obvio que no volvería a su hogar sin haberse divertido antes un poco al menos, sin haber paleado su soledad, y era aun más obvio que no sería tan debil como para rendirse ante tan pequeño obstáculo puesto por los dioses.
Y precisamente por ello era que ahora el alto pelirrojo caminaba, con la hierba hasta la rodilla más o menos, espiando el horizonte en busca de algún páramo un poco más interesante que el actual, o al menos "alguien" mas interesante que el "nadie" que ahora le acompañaba... Aunque bueno, eso era ser grosero con las juguetonas hadas que le seguían y conversaban con él cuando el silencio se hacía tan denso que era posible oír sus delicadas alitas tintinear al moverse en su cercanía, el problema era que sus conversaciones eran tan banales y femeninas que no lograban siquiera captar la mitad de la atención del distraído celta, quien seguía sufriendo su extensa soledad en silencio...
De verdad....
....Ojala encontrase a alguien pronto....

Su caballo de había detenido algunos momentos para comer un poco de la larga hierba, y beber agua, cosa que Temujin traía en un cuero que colgaba del caballo, de esa agua tomaba él y su caballo, estaba acostumbrado a compartirlo todo con su compañero, aunque al caballo no le gustaban los licores, esto porque una vez Mongolia le dio a tomar, y el caballo se emborracho y no lo pudo levantar en dos días, al pobre animal se le quedó grabado en la mente el asunto de la borrachera y cada vez que sentía olor a alcohol botaba el cuenco, vaso, jarro, botella, que lo contenía al suelo esparciendo el líquido por todas partes...

- Hace tiempo que no estábamos a solas... cierto amiguito?- mientras le acariciaba el lomo, sí hablaba con su caballo, y lo más gracioso era que el caballo le respondía, aunque no hablando, sino que moviendo la cola, o relinchando suavemente, y a veces le lamía la cara...

El galante corcel quería seguir corriendo, le comunicó esto a su amo haciendo el gesto que le correspondía a esto, que era, es algo complicado de explicar, pero que salga lo mejor (parte del narrador fail XD) el caballo se acercaba a Temüjin y con el hocico le restregaba el pecho hacia arriba indicándole que quería que lo montara y cabalgaran juntos, esto normalmente lo hacía cuando veía que el mongol se encontraba solo y sin nada que hacer, al caballo le gustaba estar con el amo, sobre todo a solas, esto porque sentía una gran conexión con él, para el caballo Temüjin era como su padre, su hermano, su familia completa, su mejor amigo, todo en la vida, sin él, el caballo se moriría de pena...
Al sentir la característica seña que le hacía el caballo cuando deseaba cabalgar junto a él, Mongolia montó y se dispuso a galopar libremente por la estepa que allí se le aparecía, aunque fuese una simple llanura, para él era como estar en casa...

Cabalgo durante varios minutos, a través del paisaje invariable, y pareciera que seguiría así por siempre, nunca pasaba nada cuando salía a cabalgar como de costumbre... Se distrajo un momento y sintió que había alguien aproximándose, o mejor dicho que se estaba aproximando a alguien (depende del punto de vista :A) - cuidado!!- gritó, pero ya era muy tarde, hizo una maniobra complicada que lo botó del caballo, por lo que rodó un poco en el piso y se detuvo, no quiso moverse de allí, le era cómodo, el caballo vio a su amo tendido en el piso y se fue a echar a su lado...
- Hola? sigues allí?- al casi atropellado desconocido...

Nicer aun caminaba tranquilamente por aquella amplia pradera, cuando pudo sentir gracias a sus refinados reflejos una vibración muy leve del suelo, oteó con atención el horizonte, y aun así, fue muy poco lo que pudo hacer al verse "casi" embestido por un jinete a tal velocidad.... Sus buenos reflejos fueron una suerte en la ocasión, a igual que los del jinete de la bestia, porque sin ellos.... Pues bueno, todo habría tenido un final muy feo.

Había sido necesario que el celta se lanzara al suelo, al igual que el jinete, para evitar un muy feo golpe, por lo que le tocó levantarse y luego limpiarse para volver a verse "decente", se acercó con media sonrisa al jinete que estaba en el suelo, esperando que no se hubiera hecho daño, pero descartandolo un poco debido a lo "bien" que sonaba su voz... Llegó hasta él y le ofreció su mano con una sonrisa para ayudarle a levantar.

-Yo sigo aquí - contesto en tono jovial.
-¿Y tú? - preguntó a continuación divertido, más comprobando a simple vista que el otro parecía ser un hueso duro de roer por lo que estaría en perfectas condiciones.
Siguió observándole mientras esperaba que tomara su mano, parecía un tipo rudo, eso estaba bien, le gustaba la gente ruda y sobre todo si eran fuertes y no solo poseían rudeza exterior, por la mirada decidida y de acero del otro, adivino que también poseía un fuerte carácter, nadie que demostrara tanta fuerza con la sola mirada sería un debilucho.... y bien, analizaba cada detalle del otro, como solía hacer de manera automática cada vez que se cruzaba con alguien, y mientras más lo observaba, más seguro estaba de que se había cruzado con un gran hombre.... Definitivamente, sus dioses no daban puntada sin hilo, aquello era algo que le hacía feliz y por tanto, le hizo sonreír más ampliamente mientras esperaba con la mano estirada que el otro respondiera su saludo.

Al ver al imponente tipo que casi había embestido se sorprendió, pero no dejo ver esto en su expresión, sino que seguía siendo el mismo de siempre, el fuerte Mongolia con un carácter imposible de roer, tal como su constitución física, aunque fuese pequeño se sabía bastante fuerte...

Le tomó la mano que le ofrecía el desconocido para ayudarle a levantarse, pero tan sólo por cortesía ya que podía haberse puesto de pie con mucha facilidad puesto que no le había pasado nada- Oh!, muchas gracias...- mientras se levantaba con un poco de la ayuda ofrecida por el extraño...
Al estar completamente de pie se separo un poco del otro y saludó con una reverencia no muy exagerada, pero más cortes de lo normal- Mi nombre es Temüjin, y soy el Imperio Mongol, y quién eres tú, extraño aparecido?- con una voz grave que denotaba un gran respeto por el que tenía en frente, Mongolia no solía analizar mucho a las personas con quienes se topaba, pero sin necesidad de hacerlo se daba cuenta que el ente que tenía en frente era bastante fuerte, y podría ser interesante pelear con él para aprender algunas cosas sobre esa persona y su estilo de pelea, como también descubrir sus propias falencias, siempre que Mongolia peleaba hacía esto, para conocer a su oponente, no le quitaba ojo de encima, lo miraba a los ojos intentando adivinar sus sentimientos, sus pensamientos, qué movimiento haría en el siguiente paso, siempre miraba las características de los pasos, de cada cosa que hacía el oponente, con esto podía saber si era valiente o cobarde, despiadado o misericordioso, si peleaba con pasión o simplemente por pelear, para Mongolia saber esto era muy importante, sobre todo cuando se trataba de extraños, no sólo le servía para saber cómo era, sino para saber quién era, su pasado y otras cosas, la gente normal no sabía la cantidad de cosas que se podían averiguar en una pelea...
Pero antes de cualquier cosa Temüjin debía saber algún esbozo de información sobre su extraño acompañante, y también tendría que preguntarle si acaso quisiera probar fuerzas con él, pero sin armas, a mano limpia y torso desnudo, como le gustaba pelear a Mongolia en los días helados y soleados, sobre todo cuando corría una pequeña brisa como la que se empezaba a formar en esos instantes...
Estaba que ardía de ganas de pelear, se le notaba en los ojos, parecían flamas, pero debía ser cortés y esperar la respuesta del individuo, aunque no dudaba que sería una pelea interesante si es que se fuera a llevar a cabo...

Escuchó las palabras del otro con atención, sin mostrar mucha sorpresa al descubrir que era una nación al igual que él, ya lo había adivinado, aquella fortaleza… No podía ser menos que la fortaleza de un pueblo entero encerrada en una alma de hierro, una sola mirada que quería decir tanto…
Su respeto fue inmediato, escuchar su voz fue suficiente para que el celta supiera que ante él se encontraba el que seguro era un enemigo formidable, sin contar la indeleble marca de honor que el mongol llevaba escrita a fuego por todo él, no observó mucho más antes de presentarse también, dando un golpe fuerte en su pecho antes de ello, el equivalente en su pueblo a la reverencia, o más bien, lo más cercano que podía haber a ello en un pueblo que no inclinaba la mirada ni ante sus dioses.
-Es un gusto Temujin, Puedes llamarme Nicer, soy la representación de los pueblos célticos- respondió pausadamente, a la vez frío y emotivo, la siempre sutil mezcla de firmeza, tranquilidad y emoción que le era característico al celta.
Un deseo surgía de manera lenta y firme en el pecho del celta, tan inexorable como caprichoso. El deseaba conocer la “esencia” de ese hombre que tenía en frente, definitivamente… Deseaba pelear con él.