Una situación embarazosa [Privado, puede que advertencia...]

La 12:00 en punto.

Cerca del gran atractivo del parque de diversiones más grande -proclamado por ellos mismos- recargado en un enorme muro estaba Heracles, tenía un semblante relajado y una expresión serena en el rostro.

Miró el reloj un poco más, ya casi era la hora en que Kiku y él se habían citado "para conocerse un poco más en otras situaciones menos bélicas" No estaba para nada nervioso... aunque no negaba que quería verle, volverlo a estrechar o al menos saber que se encontraba bien. Habían decidido que algo divertido era una buena manera de empezar.

Ya con dos o tres meses casi de embarazo ir a un parque de diversiones no era algo muy sano. Mas por aquellos libros que sus "lindas hermanas menores" le habían obligado encadenado mas bien a leer, todo porque creían que seguro y ya había quedado embarazado. Sí, como no. Como si en 15 días alguien fuera a sentir algo. A lo que sabía, en unas 3 semanas comenzaba todo ¿no?
Suspiró y se acercó a él.
-Hera-san...

Abrió los ojos para encontrarse con una bellísima visión. Apenas habían pasado unos días y había sufrido como si fueran años, pero al verlo allí todo esos sentimientos desaparecian.

-Kiku... estoy feliz de verte -se acercó rápido pero se quedó a unos centímetros de abrazarlo. No quería que se ofendiera por abrazarlo en público asi que esperó a que el diera el primer paso- cómo has estado? -lo miró de arriba abajo para ver si estaba como la útima vez, sentía algo extraño en él, pero debía ser su imaginación.

Se acercó para abrazarlo, un poco tímido por eso, aunque le quitó todos los sentimientos de nostalgia.
-He estado bien... y sobre el video... ya no existe- añadió eso con una de sus sonrisas con los ojos cerrados.- Te he extrañado.

-Asi que yumi... como lo hiciste? -lo toma de la cintura discretamente, sólo para marcar su territorio y le da un suave beso en la mejilla. Se separa y saca unos cuantos cientos de euros para pagar la entrada al parque.

-Crees que con esto sea suficiente? -le enseña unos fajos de miles de euros, y varias personas voltean extrañados.

-Simple, un pequeño chantaje: si ella publicaba eso, entonces su querido Will bien podría enterarse y tal vez... solo tal vez ya no tenerla en tan buen concepto.- respondió con un aire malévolo para luego notar esos fajos de euros.- Etto... realmente yo creo que la entrada cuesta menos.

Si... -sacó unos cuantos cientos y los demás los guardó en su pantalón. La gente los seguía viendo extrañados pero pasaban de ellos. Caminaron un poco más hasta llegar a una enorme taquilla, donde la señorita ya los esperaba con una sonrisa demencial en el rostro. Heracles sintió un poco de miedo y preocupación por ella.

-Muy buenas tardes señor, ¿en que puedo ayudarles? ¿van a ser dos entradas para usted y su adorable esposa? son dos grandes, serían 70 euros, que pasen un buen dia y esperamos se diviertan mucho en su recorrido por el parque, recuerde bien no ingerir nada antes de subirse a las atracciones y... -se llevó a kiku de la mano corriendo, esa señorita era perturbadora.

Una vez en la entrada vieron un enorme mapa de toda el área, era grandísimo y lleno de accesos que lo volvían un laberinto. Vió unicamente el espacio que ocupaba el estacionamiento y agradeció no haber traído coche.

-A donde quieres ir primero? tomó su mano entrelazando sus dedos.

Se quedó sorprendido por la chica que les había cobrado y su sonrisa definitivamente... esa mujer debería de estar en una de sus famosas películas de terror.
¿Pero "adorable esposa"? Eso ya era un poco ofensivo. Tal vez sería porque ese día escogió ponerse la yukata verde. O de plano ya le fallaban unas tuercas.
Sintió los dedos entrelazarse y el corazón le empezó a palpitar con fuerza, casi podía oírlo sonar.
-Tal vez al látigo... seria divertido.

-El látigo... -se quedo un momento en hiatus. Apretó la mano de su novio y se encaminaron hacia la zona de juegos. Por el camino Heracles permanecía un poco ido, viendo a todas esas familias y sus niños corriendo de un lado a otro felices y no pudo evitar pensar cómo se vería con una familia formada con kiku. Sonrió de manera boba hasta que un niño que pasaba corriendo pisó fuerte sus pies, entonces inmediatamente se olvidó de eso, pensando en Turquía y su fobia con los niños. Se irritó y comenzaban a salirle nubecitas de humo... ¿cómo se atrevía a pensar en ese tarado barbón?

hum! -sacudió su cabeza, no podía echar a perder su día especial. Llegaron hasta el dichoso juego y en cuanto lo vió se quiso regresar. Se veía terrible...

Miraba a todos los niños que corrían como locos por el lugar. Pensaba que pasaría si fueran familia ¿Habría heredado la fobia de Sadiq hacia los niños?
¿Porqué pensaba en eso? No venía al caso.
Notó como Grecia se paralizaba.
-Es de los que se ven mas aterradores de lo que parecen- le dijo sonriendo.

Heracles se volvió hacia él señalando hacia una esquina, donde las personas que se bajaban iban corriendo a deshacerse en los basureros. Suspiró y creyó fiel en sus palabras.
Se dirigieron con calma hasta el peligroso juego y esperaron en la fila que estaba demasiado larga. Heracles se inclinó un poco para ver hacia adelante pero el tipo se molestaba y le tapaba el paso a propósito, se inclinó hacia el otro pero el tipo también le tapaba la vista. Arrugó la frente algo molesto y se acercó a él y le susurró algo, acto seguido se puso muy serio y abandonó la fila. Heracles sonrió victorioso y un pequeño gatito asomó encima de su cabeza.

Miró esa escena de la fila, tratando de sacar sus conclusiones, pero por mas que intentaba le daba la curiosidad por saber qué había hecho Heracles con ese tipo.
-¿Que le dijiste?- preguntó curioso, mirando el gatito.

-Nada importante... -tomó al gatito entre sus brazos y se lo pasó a Kiku. Al cabo de unos minutos subieron al juego, y Heracles vió como aquel chico se colocaba una máscara extraña y sudó frío. Hace tanto que no se subía a un juego que estaba bastante ansioso y apretaba la mano de kiku más fuerte de lo normal.

-Creo que tú te quedas aquí gatito...- le dijo acariciándole la cabecita y dejándolo en el piso.
Miró a Heracles y sonrió otra vez, divertido con sus reacciones. Era tan divertido toda esa cita.
-Vamos... yo estaré contigo.

-Meeeow!~ -el gatito maulló algo indignado pues quería estar con ellos -basta Kalónice, tienes que ser... - el chico que controlaba los juegos se hizo a un lado rápido para evitar ser golpeado por una barra de metal que salió de ningún lugar- ...fuerte... -bajó la mirada.

Se humedeció los labios ya secos y subieron a la atracción. Quedó algunos minutos esperando a que se llenara bien para poder comenzar. El olor de los asientos era nauseabundo, respiraba el ácido olor del vómito en cada lugar al que miraba. Talvez eran sus nervios. De pronto una prensa de metal los bloqueó y Heracles dió un salto, pero su expresión seguía nula.

"Ya se asustó" pensó tratando de imaginar como se vería Heracles asustado como un niño pequeño...
¡Y dale con los niños! ¡Debía dejar eso de lado!
-Esta bien, si sientes que ya no puedes, gritas y lo detienen- le avisó en voz baja.
No sabía si eran sus nervios o de plano ese olor lo estaba mareando un poco.

Suspiró, no había porqué ponerse ansioso si sólo era un juego... había pasado por peores cosas "pero no algo que no pudieras controlar" -no, está bien, no pasa nada... -le brindó una sonrisa tranquila y se ácercó más a kiku, relajando los hombros. El juego ya estaba lleno y el chico ya había cerrado el acceso. El juego se puso en marcha.

La enorme maquinaria empezaba a cobrar vida y parecía crujir debajo suyo. Empezaban a elevarse y a acelerar uniformemente hacia todos lados, cada vez más rápido. El juego no parecía tan malo, era muy divertido... todos empezaron a gritar, unos emocionados, la mayor parte asustados y un chico perdió su refresco el cual voló por los aires, dándole a otro y provocando en otro mucho asco cuando un señor vomitó hacia afuera del juego. fueron varios en cadena y el juego seguía cada vez más rápido.

Heracles no se había divertido tanto en siglos.

Kiku simplemente no parecía ser él mismo, reía y gritaba como si fuera un adolescente común, se divertía a cada movimiento y gesto de los demás seres dentro de la rueda, sintiendo su cabeza girar y girar, sin saber donde estaba ni que era.

Después de largos minutos de diversión (y mucha sustancia verde volando, pero protegió a su novio) terminó el juego, y apenas levantaron la barra de protección todos corrieron a los botes de basura más cercanos a regresar hasta el alma. El juego quedó hecho un asco pero Heracles estaba más despiero. Tomó de la mano a Kiku y caminaron lejos, no quería que viera un espectáculo tan nauseabundo como ese.

-Bueno, a donde quieres ir ahora? -Heracles bebía un refresco que habían comprado en un puesto al lado de las atracciones. Lo había conseguido a precio increíble por su gran habilidad para regatear.

Seguía riéndose de como todos vomitaban como si su vida dependiera de ello -aunque en un cierto retorcido modo así fuera, pero eso les pasa por comer- cuando bajó.
-Ahora te toca elegir a tí- le dijo a Heracles- Uno y uno.

-hum... -se llevó la mano a la barbilla pensando. La gente detrás de ellos seguía devolviendo sus alimentos y no parecieron darse cuenta de las muecas de asco de la gente. Miró hacia alrededor buscando un juego que se viera muy peligroso, le atraían ese tipo de cosas. Vió unos 7 antes de decidirse por uno, a lo lejos se veía imponente y bastante violento.

-Ven... vamos, te llevaré -lo tomó de la mano y caminaron un buen trecho hasta que se detuvieron frente a él. Miró hacia arriba, donde se desarrollaba toda la acción, y como todo buen juego peligroso tenía qu haber una gran fila. Se sintió algo decepcionado al ver a toda esa gente y miró a su novio para tomar una decisión.

-Es el que tú quieras... no importa cuanto tengamos que esperar.- le dijo sonriendo.
AUnque ese juego sí que daba miedo. Seguro los dos pasarían horas temblando antes de poderse recuperar.

-Como tú quieras... -lo besó sin importarle que otros mirasen y se colocaron en la fila. Para su sorpresa no tardaron más de 15 minutos en estar al frente siendo los próximos. Heracles se había intimidado por la manera en la que la gente había terminado al bajar del juego y por los comentarios que escuchaba acerca de él.

-Su turno! -Heracles se sobresaltó al escuchar al chico. Seguía desconfiando de todos los operadores, no pasaban los 17 años y tenían a esos monstruos a su manejo.

Definitivamente no le gustaba... para nada...

Lo tomó de la mano y le sonrió, llevándolo al juego.
Los aseguraron con una barra a la altura de la cintura y una especie de peto de plástico que venía desde la parte trasera de su asiento y terminaba poco antes de la barra.
Se sintió un poco incómodo.

No le gustaba para nada la manera en que los llevaron, ni siquiera esa incómoda barra de metal que se hundía en su estómago. Sería la última vez que viniera a una feria local y ponía en riesgo la seguridad de su novio. Suspiró resignado y miró a Kiku, tampoco se le veía muy convencido pero no pudo evitar sentirse seducido ante el brutal ascenso y descenso de la gente. Un juego con demasiada adrenalina siempre lo descolocaban, y quería sentir cómo caía libremente desde más de 40 metros de altura.

-Si no te gusta, todavía podemos bajar y elegir cualquier otra atracción -sonrió quitándole tensión al ambiente.