A la hora de Comer [Privado]

Le era agradable ver como el cuerpo del chino se estremecía, suspirando en su oído en respuesta a la pequeña mordida que le había dado en el hombro, imaginando como serían sus futuras reacciones ante otro tipo de caricias.

Notó como los labios de Yao buscaban los suyos elevando su rostro para alcanzarlos. Sentía que en el corto lapso de tiempo que tardaron en romper la distancia; calculando que no habrían sido más de cinco segundos, sus respiraciones se entremezclaban al igual que sus alientos al momento de juntar sus bocas, el cálido tacto que producían los besos a medida que la intensidad aumentaba, le resultaba aún más embriagante que beber una botella de vodka y con un sabor mucho mejor.

Los roces causados por el otro al mover su cintura, lo obligaban casi de manera inconciente a imitarlos, con el objetivo de obtener un breve placer mediante la fricción de sus cuerpos, provocando más de un gemido que se hacía leve al ahogarse y perderse en medio del beso. Otra cosa que provocaba la misma reacción, seguía siendo las manos en contacto con su piel, recorriendo su torso desnudo llegando a su pantalón, inevitablemente aquello lo excitaba e hizo que alzara ligeramente su cadera.

En cuanto uno de sus brazos lo estrechaba por la cintura, atrayéndolo un poco más a si mismo, su otra mano se deslizaba por una de las piernas, subiendo por sus muslos, acercándose a su miembro que decididamente acarició sobre la tela de la ropa que todavía lo cubría.

Al notar como el ruso le respondia los roces con su cintura un leve gemido no se hizo de esperar, abandonando la cintura de este para pasar los brazos sobre sus hombros, rodeandole asi el cuello para poder abrazarse a el, dejando su torso rozar contra el del menor.

Su cuerpo se movio un poco al notar el contacto de su mano sobre su pierna, la cual aun estaba cubierta por los pantalones. Lo miro fijamente a los ojos, para al poco rato volver a cerrarlos cuando aquella mano que le recorria se poso sobre su miembro, acariciandolo de una manera muy deseada.

Al pasar esto se abrazo con mas fuerza, gimiendo levemente. Rozaba sus labios con los del menor de una forma inusualmente sensual, nunca hubiese imaginanado hacer eso con nadie. Pero estaba claro que ni el mismo se daba cuenta de sus movimientos, lo que le daban un aspecto totalmente atrayente. Esos rasgos del oriental, mezclados con la inocencia y sensualidad que en ese momento desprendia.

-I-Ivan....aah...quitame es-esto ya-aru- Suplicaba de una manera casi inaudible cerca de los labios ajenos, desesperado por que le quitase ya aquella prenda que cubria su excitacion, para poder notar mejor todas esas sensaciones. Si bien sabia lo que se hacia debido a sus años, nunca en su vida lo habia hecho con nadie, lo que lo hacia sonrojarse mas.

La situación no dejaba de sorprenderlo, no había imaginado que Yao, uno de los aliados que parecía aparentemente más recatado, pudiese verse tan sensual, rozando los labios contra su boca, haciendo suplicas casi inaudibles, solo conseguían excitarlo todavía más y aumentaban sus deseos por poseerlo.

Accedió a la petición e intentó quitar quedaba de ropa, aunque se le hacía difícil al tenerlo sentado en sus piernas, no complicó más el asunto y simplemente introdujo su mano en el pantalón del chino, para que así pudiese sentir mejor sus caricias, comprobando tangiblemente que estaba igual de excitado que él.

Teniendo a una distancia casi nula los labios del otro, no espero más tiempo para atacarlos, atrapándolos con los suyos posesivamente, besándolo de la una manera más brusca e intensa, sabiendo que estaba siendo un poco agresivo, no le importó mucho y continuó hasta que el aire se hiciese necesario.

Quería jugar un poco con las reacciones ajenas, de vez en cuando lo acariciaba con mayor velocidad que otras, que pasaban a ser movimientos más lentos, como si quisiese torturarlo un poco, evitando que acabara demasiado pronto, esperando escuchar más suplicas y gemidos.

Al notar la mano fria del mas alto dentro de sus pantalones un escalofrio le recorrio, haciendo se que escondiese un poco en su pecho. La verdad es que la situacion era por mas extraña, pero aun asi bastante deseada por parte de ambos.

Cuando se acerco a el para besarle el hizo lo mismo, acercandose para poder devolverle los besos, pues no queria que solo el otro empezase con eso. Pero la forma en que siguio el beso lo hizo extrañarse un poco, pues le hacia algo de daño la forma en que lo besaba.

Cerro los ojos con fuerza, agarrandose un poco mas del ruso, al notar como la mano que estaba en sus pantalones permanecia sobre su miembro, acariciandolo de manera casi imperceptible.

Se separo un poco del beso una vez acabo, mirando con extrañeza a los ojos, temblando un poco sobre el otro al ver como su siempre mirada infantil no estaba como siempre.

Le excitaba todavía más el cuerpo de Yao temblar sobre él observándolo con extrañeza, a lo que no dio respuesta concreta más que una mirada inocente y una sonrisa traviesa, que delataban tal y como a un niño, la existencias de algunas ideas ocultas; bien escondidas en su mente extraña, queriendo dar a entender a su compañero que podía ser impredecible su forma de actuar, entre los continuos vaivenes de cariño y agresividad que habían en sus acciones.

Todo esto podría parecer semejante a una caja de sorpresas, donde la impulsividad predominaba en la situación; con todas esas ideas no pensadas previamente, pero para él existía un proceso, que constaba de pasos: primero caricias y besos cariñosos, que luego se tornaban más pasionales e intensos, hasta llegar a la agresividad junto al deseo de herir y dañar a aquello que se considera y se ve vulnerable; le resultaba la parte más divertida del proceso puesto que le permitía apreciar el rostro asustado de la otra persona y si ésta le importaba, venía la parte final de curar de alguna manera, si es que era posible, las heridas que el mismo había causado. ¿Qué sentido tenía herir y después curar? Para alguien normal resultaría una idea absurda e incluso retorcida, en cambio para el ruso era un simple juego egoísta, que sin duda le fascinaba, ¿quién decía que de las mentes infantiles no salían juegos perturbadores?

Delineó lentamente con sus dedos, disfrutando de la sensación transmitida por el tacto, la longitud de la erección, que después volvió a acariciar aumentando un poco más la velocidad y ritmo de sus movimientos.

-Dime, Yao…-le susurró con voz aterciopelada en el oído.- ¿Cómo se siente? ¿Se siente bien?

Sus labios le besaban el cuello, lamiendo pequeños tramos del camino que seguía hasta el pecho, hundiendo y apretando la piel con sus dientes, dejando de las marcas que tanto le gustaban, aunque solo durasen unos cuantos días, cada vez que el chino las viese se acordaría de él, llegando a pensar que sería mucho mejor dejar alguna permanente como un tatuaje imposible de borrar.

La manera en que lo miraba causaba muchas extrañas sensaciones en su interior. Por una parte le daba un poco de nervios la situacion, pues sabia de las cosas tan sadicas que el ruso llegaba a pensar a veces. Pero por otra parte deseaba estar con el, siempre lo habia amado, y esta vez queria demostrarselo, por lo que solo permanecio sobre sus piernas, mirandolo un poco sonrojado, estremeciendose ligeramente entre sus brazos.

Se aferro de nuevo a el, apoyando las manos en sus hombros. Se veia tan pequeño y vulnerable a comparacion del ruso, el cual con su expresion siempre feliz se dedicaba a masajear su miembro, haciendo que su sonrojo fuese en aumento. Sus ojos se entrecerraron, sintiento como lo tomaba con suavidad para despues hacer los movimientos mas rapidos.

-S-Se siente....aaahn....si, se siente....m-muy bien-aru....hmmm- Ahora con los ojos cerrados, dejandole ver al mas alto una cara de total placer, mientras dejaba sus labios separados para tomar aire. Respirando con un poco de agitacion.

Los mordiscos que le daba le hacian volver a gemir, notando como se intensificaban cada vez mas, dejando unas marcas rojas por todo su cuerpo. A veces daba algunos quejidos leves, debido a que la zona donde mordia con tanta intensidad era mas delicada.
Paso las manos a su nuca, abrazandolo con fuerzas mientras escondia un poco su rostro en su hombro, mordiendolo con algo de fuerzas para intentar calmar un poco su excitacion, pero no lo consiguio. Pues al final termino viniendose en la mano de Ivan, arqueando su espalda y haciendo asi que sus cuerpos se pegasen por completo. Elevo la mirada, mirandolo sonrojado.

-N-No aguante.... mas-aru-

Las mordidas causaban el efecto deseado, no solo las marcas quedaban grabadas en la piel, también la mezcla de gemidos y quejidos eran para él una melodía perfecta, así como lo era también la imagen ante sus ojos, al chino derritiéndose de placer sobre sus piernas con los labios entreabiertos, eran una tentadora invitación a besarlo, aunque no pudo tomarla ya que ahora se escondía en su hombro y lo mordía; gimió con suavidad.

Se sintió ligeramente frustrado, pero no fue por no tomar el beso que deseaba, más bien era porque sin previo aviso Yao se había venido en su mano sin ni si quiera avisarle, o sea, había acabado con su pequeña diversión, deseaba torturarlo un poco más, se reprendía a si mismo mentalmente por no haber disminuido el ritmo cuando lo acariciaba.

Retiró su mano ya húmeda mirándola, con aquel líquido blanco escurriendo en ella, hizo una mueca entre disconforme e infantil, de nuevo mostrando aquellas facetas de niño.

-Así veo…-respondió cuando lo escuchó, todavía con la misma mueca, pero observándolo, analizando su rostro y las expresiones- A la próxima debes avisarme…- le acariciaba con sus labios la mejilla, besándola en un leve roce.-…Es más, debes pedirme permiso- dijo con voz amable, pero de todas formas se trataba de una orden.

Deslizó sus dedos por la boca del otro, dejando rastro de su propia esencia, segundos después lamió sus labios le obligó a iniciar un nuevo beso, igual de agresivo que el anterior, queriendo saciar todas sus ganas en tal acción.

Lo miró un tanto extrañado por lo ultimo que dijo, a la vez que se estremecía un poco al imaginar que más adelante tuviese que pedir aquello. Pero aun así no se nego, si no que solo movió ligeramente la cabeza en forma afirmativa, aceptando lo que le decía el ruso sin ninguna objeción.

Cuando los dedos se posaron sobre sus labios se sonrojó un tanto más que antes, pues podía notar su propio líquido deslizarse desde allí hacia su mentón. Cerró los ojos con fuerzas ante el beso, apoyando sus manos en el pecho del otro, intentando seguirle el beso como podía. Pero se vio obligado a separarse al momento por la falta de aire y la ferocidad con la que le besaba, haciendo que sus labios estuviesen rojos y un poco hinchados por la fuerza de estos.

-Ivan....estas siendo un poco brusco-aru- Dijo sin saber que esa era la verdadera intención del que estaba frente a él, pues no era posible descifrar lo que pensaba en ningún momento, y menos en uno como aquel. Le pasó las manos a la espalda por encima de los hombros, atrayendolo un poco más contra el para lentamente ir bajando, quedando rescostado sobre el sofá.
De manera que el más alto quedó sobre él, dandole una visión completamente sumisa al ruso, por la forma en que el chino se tumbaba sobre el sofá, sin su habitual traje, sonrojado y con algunos mechones pegados a su frente, al igual que aquel pequeño rastro que dejo en su boca.

El moreno solo quería que todo siguiese su curso, claro está, de la manera en que había empezado. Pero las cosas iban a ser totalmente distintas a como pudiese haberlas imaginado en un principio. Él unicamente se dejaba acariciar, mientras devolvía las caricias con cariño, intentando calmar un poco las reacciones que ahora mismo mostraba el menor.

Podía darse cuenta que Yao intentaba seguirle el ritmo del beso, aunque parecía complicarle, pero por su parte no pretendía cambiarlo y siguió hasta agotar la resistencia ajena. Cuando tomaron distancia, le acarició nuevamente con delicadeza los labios más rojos de lo normal, como si fuesen pétalos de algún girasol.

No fue una sorpresa escuchar que estaba actuando agresivamente, pues era algo completamente cierto, solo se limitó a mirarlo unos segundos con su sonrisa, que era su sombra y compañera.

-¿Brusco? ¿De verdad lo crees?- cuestionó divertido, dejando que el chino lo guiase hasta quedar finalmente sobre el delgado cuerpo, era difícil encontrar algún cuerpo fue no lo fuese si lo comparaba con el suyo.- ¿Te gustaría saber que tan brusco puedo llegar a ser?- hizo aquella pregunta con falsa inocencia de por medio.- Imagino que no, sería masoquista de tu parte- soltó una risilla suave- pero si quieres una sesión de sadomasoquismo, solo debes decirme, estaré encantado.

Sus manos volvían a recorrer el abdomen del mayor, subiendo por su pecho con calma, sentía que tenía todo el tiempo del mundo para apreciarlo. Delineaba las marcas, que de rojas, pasaban a un color ligeramente morado, muy lindo para su extraño, más bien retorcido, sentido de belleza, en este caso.

-Yao…¿sabes porque las he dejado?- preguntó ensimismado, todavía delineando las marcas, dejando de sonreír por un ligero lapso de tiempo.

Se apegó un poco más al otro, rozando su cuerpo, buscando satisfacer un poco aquella necesidad inevitable de placer, que obtenía fácilmente de esa manera. Rodeó su cintura obligándolo a seguir sus movimientos, intentando reprimir los gemidos que deseaban escapar de sus labios.

Su mirada siempre era la misma, inexpresiva y con cierto toque de aire infantil, aunque sabía perfectamente lo que se escondía tras esa mirada, pues de todos los aliados él lo conocia mejor.

Cierto era que no siempre sabía que era lo que estaba pensando, pero de todos modos algunas veces podía hacerse una idea, mas lo que le dijo lo dejo un poco fuera de lugar. Pues no esperaba que tuviese intención de hacerle daño o algo así. Eso le causó un leve escalofrío, pero la manera en que empezó a delinear sus marcas después hizo que se calmase.

Dirigió su mirada a estas, viendo como los dedos palidos le recorrían el pecho, y miraban casi con satisfacción el color rojizo que pasa a un leve morado. -No, ¿por qué las has dejado-aru?- Pasó su mirada de las marcas a los ojos violetas del menor, pegandose más a él cuando le cogió de la cintura.

Sus mano rodeaban el cuello, mientras que su cintura se rozaba con la del otro de manera bastante provocadora.
Sabía que el ruso se estaba aguantando las ganas de gemir, pero el no podía hacer eso, asi que simplemente dejo salir esos sonidos, cerca del pecho ajeno. Le seguía los movimientos, los cuales eran cada vez más demandantes, se podría decir que casi le obligaba a ello. Y con lo que dijo antes pensó que lo mejor sería hacerlo.

-…Pues lo hice porque cada vez que las veas…-gimió ligeramente disminuyendo un poco el ritmo de los roces para hablar sin entrecortar las frases- te acordarás y pensarás en mi- dijo con sinceridad, acercándose a su mejilla y repartiendo pequeños besitos en ella.- Se que soy egoísta, más si deseara ser lo más importante para ti- susurró, despacio, casi queriendo no ser escuchado, de cierta forma, le resultaba un poco vergonzosas aquellas palabras.

Sentía que se a veces se perdía dentro de su misma manipulación, se desviaba del rumbo que seguía su juego, sin darse cuenta. Se contradecía, quería herirlo, pero no bruscamente, deseaba tratarlo como una joya; sabía que Yao lo apreciaba a pesar de todo, deseaba quererlo, pero no sabía querer a las personas sin hacerles daño, más bien, ni si quiera sabía como era querer realmente a alguien.

Bajó por su cuello, besando una a una las marcas, apretando con los labios uno de los pezones mientras que sus dedos jugaban con el otro, luego se apoyó en su pecho, escuchando el rápido palpitar del corazón, cuando se aburrió su boca siguió por su vientre. Ahora, nuevamente, trataba su cuerpo con cariño, caricias dulces y no bruscas, por el momento, solo bastaba con que se cansara de tanta ternura para volver a la divertida agresividad anterior.

-Me importas, Yao- se acercó a sus labios, tomando sus mejillas y besándolo brevemente; en un suave roce que no pasó a más.

El disminuir de los roces entre ellos hizo que dejase de gemir un poco, mirandolo directo a los ojos por las cosas que decía. El significado que le había dado al porque de sus marcas, las cuales viajaban a lo largo de su cuerpo, lo hacía sonreir. No es que le gustase esteticamente aquello, pero eso poco le importaba, pues siempre podía llevarlas cubiertas con su ropa, la cual no dejaba ver nada de su piel.

La verdad era que le gustaba demasiado aquella persona como para quejarse de las marcas que dejaba. Claro que le recordarían a él, pero que más daba eso. Ivan era la única persona a quien quería recordar todos los días de su vida, y eso era algo que siempre había mantenido con él, ya que no se atrevía a contar tal cosa.

Iba a decir algo, cuando la boca del ruso empezó de nuevo a viajar por su cuello, haciendole estremecer. Sus suaves jadeos y gemidos no se hicieron de esperar, pasando sus brazos por el pecho del más alto, pues no queria quedarse parado.
Sonreía de manera tierna ante todo lo que hacía, moviendo con suaves movimientos su cuerpo para hacer de nuevo presentes esos roces.

Lo ultimo que le dijo hizo que se quedase sin palabras. Siempre supo que le atraía al ruso, al menos de aspecto físico, pero lo que nunca habría imaginado es que tambien pensase en él como algo importante. Aquello hizo que se sintiese querido....tal vez no como le habría gustado del todo, pero quizás si pasaban más tiempo juntos pudiesen llegar a algo más.
Dejo que le diese aquel beso inexsistente, pero que representaba tantas cosas en ese momento, para después mirarlo directamente a los ojos.

-Tu tambien.....eres importante para mi.....siempre lo has sido-aru- Reprimió un gemido, para no dejar que interrumpiese el momento, abrazandolo por la espalda para que supiese que hablaba enserio.

La sutileza que tenía el trato del asiático era algo que resultaba bastante provocador, como si por medio de toda esa delicadeza intentara apaciguar la agresividad; funcionada a ciertos ratos. Luego del abrazo unió nuevamente sus labios en un beso, dulce y lento, respondiendo al cariño que le entregaba, prolongando dicha unión el mayor tiempo posible antes de separarse, regulando su respiración y haciendo una pausa para hablar.

-No sabes cuanto me alegra saberlo- dijo acariciándole la mejilla con sus labios, sintiendo un poco de aquellas incontrolables cosquillas en el estomago, que con nadie más había logrado sentirlo.- ¿Siempre lo he sido? ¿Por qué?, Yao- preguntaba con toda la curiosidad acumulada de golpe en su mente, pronunciando su nombre de una manera más especial y cariñosa. ¿Cómo no iba a alegrarle saber que era importante para alguien que no fuese su hermana menor, sin necesidad de forzarlo a quererlo?

Cada vez estaba más cerca de su límite, le comenzaba a parecer desesperante llevar puesto todavía el pantalón que le impedía disfrutar más de los roces. Con apuro y torpeza logró bajarlos, gimiendo al sentir directamente el contacto de su entrepierna contra el otro cuerpo, cálido y de piel suave.

-Quiero ser el único que pueda besarte, tocarte y herirte- susurraba con voz sensual, dominado por la lujuria- pero no te preocupes, no es mi intención causar heridas grandes, el mayor daño ya te lo haz hecho…-añadió recobrando su voz inocente y falsa -fijándote en mi kolkolkol~

Sonreía entre todas sus caricias, le parecía sentir el mismo cariño que él le daba, devuelto de mismo modo por el ruso, y eso lo hacía sentirse muy feliz. Además de que él mismo había dicho que lo hacía sentirse alegre, de saber que lo quería y era una persona bastante importante para el chino.
La manera en que pronunció su nombre hizo que lo mirase con más fijeza aun. Notaba todo el cariño con el que le hablaba, por lo que no dejó de sonreirle ni un momento.

-E-Eres especial para mi....porque te amo-aru- Decía al momento en que el otro empezó a desabrochar sus pantalones, haciendo que ambos miembros se rozasen entre ellos. Eso provocó que la atmosfera que se había creado se volviese más densa, ya que los gemidos del mayor habían subido de tono nuevamente.

Se soprendió un poco por lo que dijo, ¿cómo podía decir que fijarse en él le causa daño? cuando era lo que más deseaba hacer. -No es....cierto, y-yo te amo...hmm....no me causa daño e-estar así contigo-aru- Cerró los ojos para calmarse un poco, al menos poder aguantar hasta que el menor estuviese en su interior. Pero su cuerpo pedía por más, ante lo que hizo que su cintura se moviese para rozar más ambos miembros, separando más sus piernas para que siguiese, para que iniciase lo siguiente.

¿Lo amaba?, hubiese pensado que era un producto de su imaginación si no fuese porque escuchó dos veces aquella corta frase; compuestas de dos míseras palabras, pero con un significado grande, que no podía comprender. No acostumbraba a oír ese tipo de manifestaciones de cariño y, además, inevitablemente le recodaba a su hermana, la gran diferencia era que cuando ella se lo decía, lo único que deseaba era escapar, pero escucharlo de Yao…le provocaba una sensación extraña, que no lograba reconocer, mas no era desagradable, solo lo confundía y por eso prefirió omitir comentarios.

Sin decir palabra alguna, le acarició las mejillas con sus manos y le besó la frente, relamió sus labios ya húmedos, sintiendo un sabor salado en ellos.

Bastaba con ver las marcas moradas que había dejado repartida por su cuerpo, para decir que si eso no era hacer daño, aunque sea mínimo y superficial, ¿qué era entonces? Lo mejor era simplemente dejar que el chino siguiese pensando como lo hacía.

Había separado sus piernas, quedando cómodamente situado entre ellas, jadeando ligeramente ante la nueva fricción producida por su movimiento. Entendía muy bien lo que el otro quería, cosa que también era su propio deseo y ya había esperado suficiente. Guió sus dedos hacía la entrada y los introdujo con un mínimo delicadeza, abriéndose paso en su estrecho interior, solo consistía en una rápida preparación no del todo cuidadosa que tampoco no duró demasiado.

Mantenía la mirada fija en la del ruso, sintiendo todos sus movimientos, como sus manos pasaban con delicadeza sobre su rostro. Acariciandolo y delineandolo, como si nunca quisiese olvidarlo. Solo podía sonreir ante todo eso, pues se sentía muy bien en ese momento.

Podía notar como miraba sus marcas, las cuales había dejado repartidas por todo su cuerpo. No era como si no las notase, pues con solo verlas se podía adivinar que debían de doler aunque fuese un poco. Pero no era algo que le importase demasiado, menos en un momento como aquel.

Suspiraba con solo ver como Ivan movía sus manos, para poder empezar a prepararlo. Cuando notó como introducía sus dedos se mordió un poco el labio inferior, reprimiendo así un quejido. Ladeando su cara haciendo que el pelo ocultase parte de su rostro, dejó escapar una lagrima. Apretaba más sus manos, para calmarse un tanto, pues no quería hacerse daño, pero si no se calmaba era lo único que iba a conseguir.

Después de un rato no demasiado largo, el mismo movió su cadera un poco, haciendo así que el ruso empezase a mover un poco sus dedos, al menos eso esperaba que hiciese.

Alzó un poco su vista para mirar los ojos del chino, pero no pudo a primera instancia, pues había ladeado su rostro, acercó una de sus manos para retirar el cabello que lo cubría y pudo notar que de aquellos ojos que le gustaban brotaban una que otra lágrima, que no dudo en apartar con delicadeza usando sus dedos.

Sintió como Yao movió sus caderas, creyó que ya estaba preparado y un poco antes de sacar sus dedos, los deslizó por su interior una última vez. Buscó una posición cómoda entre las piernas del asiático, con ambas manos sujetando sus caderas, entró en su cuerpo, no fue del todo sutil, pero tampoco trato de ser demasiado brusco, trató de buscar un equilibrio entre su cuerpo que le exigía más y la fragilidad del otro. Al fin se sentía extrañamente bien y feliz, “siendo uno” con el mayor.

Nuevamente sus acciones eran cariñosas, no quería ver más lágrimas asomarse de esos ojos oscuros y se sentía débil por eso, se sentía débil por comenzar a sentir que surgía en él un tipo de sentimiento extraño y que desconocía.

-… Yao, s-se siente bien- dijo suspirando y gimiendo bajito, al moverse un poco, disfrutando de la estrechez de su cuerpo.

Aquel momento solo se concentraba en mirar al ruso, gimiendo y jadeando con suavidad bajo su cuerpo. Solo notar como se rozaba su cuerpo contra sus piernas le hacía estremecer.

Cuando sus manos se posaron sobre su cadera lo miró a los ojos, para intentar no pensar mucho lo que iba a pasar, pero aun así pudo notar como entraba en él de un solo movimiento. Se mordió un poco los labios, arqueando su espalda con levedad.

Pero las acciones anteriores de Ivan, secandole las lágrimas de esa manera tan delicada le hacía sonreir, más al escuchar lo que dijo. Ante eso solo pudo abrazarlo por la espalda, haciendo que se pegase más a él de esa forma.

-Hmmm....Ivan, m-me.....encanta...aah- Suspiraba sobre su pecho, acariciando toda su espalda, pasando a ratos sus manos hacia delante, notando así la velocidad del corazón del ruso. Le miraba a ratos, pues no le resultaba del todo facil mantener los ojos abiertos.

Dió un ligero movimiento con su cintura, quería que el movimiento fuese un más rapido, ya que se había logrado acostumbrar a tener en su interior.-M-Mas rapido....aaaah aah...porfavor-

Sentía los brazos de Yao en su espalda, atrayéndolo, de modo que sus cuerpos se juntaban todavía más de lo que estaban. De vez en cuando aquellas manos acariciaban suavemente su piel, mientras se dedicaba a disfrutar de ese tacto delicado tan propio del chino sobre su piel, suspirando como respuesta.

Pudo observar su rostro sonriente por unos segundos antes de buscar sus labios para volver a probar su boca dulce y cálida, besándolo con cariño intentando prolongarlo el mayor tiempo posible hasta que el aire se hiciese necesario.

Cuando notó que el otro se había acostumbrado, accedió sin reparos a su petición que de paso era también lo que deseaba su cuerpo con urgencia, aumentando el ritmo de sus movimientos y con ello los jadeos y gemidos que llenaban la sala de estar.

En más una ocasión no podía resistir el susurrar su nombre con voz excitada en su oído cada vez que el placer que lo recorría por completo iba subiendo de nivel por cada embestida.

-…Yao, se siente… muy bien- hizo una pequeña pausa, repitiendo lo dicho anteriormente -ser uno contigo, m-me gusta- finalizó depositando un corto beso sobre sus labios.

Seguía los besos de las misma forma en que los recibía, de esa manera necesitada y deseada. Puede que el ruso fuese un poco brusco a veces, e incluso que llegase a atemorizarle cualquier cosa que este pudiese hacer, pero estaba claro que en aquel momento se sentía demasiado bien, estaba siendo muy dulce y amable, y eso le gustaba.

Sus gemidos a más nivel que los de Ivan se dejaban escuchar con claridad, sin dejar las caricias a un lados, sus uñas a veces dejaban algunas marcas en la blanca piel del otro. No eran intecionadas, pero estaba seguro de que eso no le importaría.

Abrió un poco sus ojos al escuchar lo que le decía, si bien ya lo había escuchado antes no era malo que lo dijese otra vez, y eso le hacía sonreir. Su sonrojo que ya de por si era bastante notable se hizo aún más fuerte cuando escuchó lo de ser uno, pero sus ojos se volvieron a cerrar con aquel pequeño y dulce beso.

-I-Ivan......aaah aaahn....ya no puedo más......hnmm.....- fue lo único que pudo decir antes de terminar entre ambos, agarrandose con mayor fuerza que antes, arqueando su espalda más de lo que se hubiese arqueado antes.



((perdona la tardanza, pero estuve sin poder entrar a ningun foro este tiempo))

De vez en cuando sentía las uñas de Yao enterrarse sin cuidado en su piel en medio de las caricias, pero al contrario de dolerle o molestarle, casi no lo percibía; el placer que recorría por entero su cuerpo borraban cualquier otro tipo de sensación.

Los gemidos que escapaban de la boca del chino opacaban los suyos, en especial cuando el ritmo de sus movimientos iba en aumento, al punto que había hecho acabar al otro antes que él, anunciado previamente, casi como habían quedado de acuerdo, el único detalle que pensó en reprochar fue que no le había pedido permiso para hacerlo, un aviso no bastaba; por esta vez lo dejaría pasar.

Se adueñó de los labios del asiático con intensidad, ahogando en el beso los gemidos que cada vez eran más frecuentes. Aferró las manos con las que sujetaba su caderas con un poco más de fuerza al dar las últimas embestidas que lo llevaron directo al clímax. Separó sus labios de los otros, jadeando debido al cansancio y tratando de no dejarse caer sobre el cuerpo del mayor, aunque casi no le quedaban fuerzas, así que optó por buscar una forma cómoda de acurrucarse en su pecho.

-Yao…-susurró cariñosamente, comenzaba a gustarle todavía más como sonaba ese nombre.- Imagino que podremos repetir esto, ¿cierto?…-depositó un suave beso sobre su piel.

Siguió el beso con la misma intesidad que lo recibía, abrazandolo con mucha más fuerza que antes, como si no quisiese que se escapase de entre sus brazos nunca más. La verdad es que le encantaba estar asi con él, y no soportaría que se marchase de su lado, le quería demasiado. No sabía exactamente desde hace cuanto tiempo, pero sabía que le amaba.

Sentir como acababa en su interior le hizo ponerse aún más rojo, gimiendo con fuerzas, para luego mirar como se apoyaba sobre su pecho. Su respiración estaba bastante agitada, pero intentaba normalizarla poco a poco, siguiendo su respiración de forma más pausada cada vez.

Miró con una sonrisa al otro, cuando pronunció de nuevo su nombre. Se escuchaba tan bien viniendo de sus labios. -Podemos repetirlo siempre que quieras, solo...me gustaría que te quedases a mi lado-aru- dijo acariciando sus cabellos cuando besaba su piel.

Se sentía confortado cuando los brazos del asiático lo rodeaban, más bien era como si lo atrapasen en un cálido gesto que lo estremecía completamente, emitió un mudo suspiro contra su piel y con un poco de dificultad logró abrazarlo también.

-Por mi está bien- dijo con voz tranquila -es agradable estar a tu lado-agregó cerrando los ojos y dejándose acariciar.

No sabía que era lo que tenía el chino para que ocasionase en él una serie de extraños sentimientos que se mezclaban, lo confundían de tal modo que no sabía muy bien como expresarse en esa situación.

Había un par de palabras que se atoraban en su garganta y no querían salir, las conocía, pero prefería pensar que ignoraba su significado. En más de una ocasión abría la boca para decirlas, pero al instante su cerebro le mandaba la orden inmediata de callar. Nadie le había explicado que podría resultar tan difícil cuando en verdad se siente, decir un simple “te quiero”.

Sonrió de manera tierna por lo que dijo, haciendo de aquel abrazo un poco más fuerte, besando su mejilla, cerca de sus labios, para después ir por estos y besarlos tambien. De manera calmada, haciendo gran contraste con los anteriores dados, ya que aún tenía los labios enrojecidos por ellos, aunque se pasaría, a diferencia de las marcas que se extendían a lo largo de su pecho y cuello.

-Me gusta escucharte decir eso, al menos se que no soy una molestia para ti, o mero entretenimiento- o al menos eso es lo que había dicho, que le gustaba estar a su lado. Era para él muy facil creerle en aquel momento. Además de que era lo que más deseaba, sus palabras sonaban sinceras. Le gustaba sentir que era el único de los aliados que lograba entender la mayoría de las veces al ruso, le gustaba saber que le quería y no le resultaba agradable la idea de hacerle daño. Todo aquello le hacía muy feliz, por lo que estaba bastante relajado.

Nuevamente cerró los ojos al sentir los suaves labios del asiático sobre su mejilla y después sobre su boca, besándolo con toda la tranquilidad del mundo, no dudó en responderle de la misma forma, sin las ansias y la desesperación que antes se hacía presente en cada caricia. Al finalizar ese agradable beso, abrió los ojos, observando su cuerpo lleno de marcas, se dio el tiempo de acariciarlas, una a una, pues tenía todo el día para estar con el mayor.

-Jamás serías una molestia para mí…- respondió segundos después con una sonrisa dulce y sincera, acercándose a su frente para besarla cariñosamente.- Tampoco un simple entretenimiento- agregó abrazándolo, inconcientemente, de manera posesiva, como si quisiese que el oriental fuese solamente suyo, de nadie más.-Yao~ tengo sueño…-susurró infantilmente y volvió a acomodarse en su pecho, apoyando su rostro en él.