Visita Inesperada (Privado) [C]

El pobre eco que retumbaba de a ratos en las paredes de aquella antigua, pero elegante casa, eran algunos quejidos o susurros de alguien que parecía estar sumamente concentrado en algo, y avanzando un poco más, semi echado en un blanco sillón y rodeado de trazos de distintos tipos de telas, grandes y pequeños, sedosos y afelpados, Arthur bordaba con una rapidez de la que ni él mismo se enteraba, tan solo concentrado en si hacía un bordado de relieve liso, de realce o de sobrepuesto, y mordiéndose el labio inferior cuando llegaba a una parte muy delicada o complicada. Una taza de té vacía yacía en una mesita a su costado, y al lado de ésta un plato mediano con migas de lo que evidenciaban ser budines.

¿Lo que bordaba? Una prenda visiblemente antigua y muy pequeña, sin duda algo que nunca jamás podría haberle entrado al Reino Unido; una prenda muy bonita, color celeste claro y con la típica cintita negra que Arthur solía usar en el cuello de su camisa, solo que allí aplicada al lindo conjuntito. A su lado descansaban un par de mocasines y una camisita de marinero, junto a su respectivo sombrero; no sabía, y no quería ni pensar en la razón por la que obsesivamente siempre arreglaba las costuras de esa clase de ropa, escondiéndose bajo el concepto del ‘orden’ y de su enemistad para con las polillas. Le gustaba tan solo dedicarse a bordar, porque eso era algo en lo que él siempre había sido bueno, y en épocas de guerra y soledad, también su mayor distracción al estar en su casa.

Por supuesto, no es que estuviese todos los días así de relajado de territorios de guerra, pero en momento en que uno podía adivinar, el Eje estaba o recuperándose o armándose, él podía estar medianamente tranquilo; tomarse uno o dos días, y luego seguir organizando sus ejércitos junto a los Aliados. Pero ese día no. No, ese día todavía llevaba las pantuflas del pijama, aunque naturalmente ya estaba vestido con su camisa, pero sin chaleco y sin corbata. Pantalón de vestir (casi por costumbre), de color verde oscuro. Y justo cuando estaba por darle la última puntada de refuerzo, ocurrió algo que lo sacó de su letargo de bordado.

Algo que verdaderamente, no esperaba ese día.

Eran tiempos de Guerra. No había mucho tiempo para hacer divertido cine en Hollywood, ni tiempo para broncearse en Florida. Ni siquiera había tiempo para andarse agarrando a golpes con México, por el puro placer de hacerlo.

No había tiempo para nada. Eran tiempos de estrategias militar, de entrenamiento, de preparación y planes para la siguiente batalla.

Pero a pesar de no haber tiempo para hacer nada, Alfred aún podía tomarse un rato para escaparse de sus obligaciones, dejar a sus generales con eso, e ir a Europa un rato.

Solo era agarrar su aeroplano y ya.

El poder fastidiar a U.K. o verle pelear con Francia, era suficiente pago para ese escape.

"Aunque bastaría esperar a la reunión" le digo una parte de su conciente, que fue rápidamente acallada por una hamburguesa, mientras conducía el aeroplano con una mano.


A penas pisó terreno inglés, se quitó los googles, poniéndose sus lentes y miró por la ventana de la casa de Arthur, sonriendo maquiavélicamente, pensando en que hacer para molestarle.

"Aunque con lo concentrado que está..." pensó, abriendo la puerta con un ganchito y entrando como todo un agente secreto, hasta llegar detrás del sillón donde estaba haciendo su bordado U.K., mirándole curioso.

Ropa tan pequeña...


- ¿Qué pasa? ¿Estás pensando en adoptar a otro? - preguntó sobre él, sin preocuparse por si el otro se asustaba.

Distraído y concentrado en lo que hacía como estaba, escuchar una voz tan cercana casi lo infarta, por lo que antes de reconocer la voz ya se había llevado la mano al pecho y había gritado, moviéndose en el sillón hasta quedar en la otra punta, con las piernas sobre éste y mirando con un tic nervioso al de la chaqueta de avióneta. “¡Ahhh! :chan: ¡¡E-ese imbécil vino de nuevo sin avisar!!” protestó mentalmente, estando a punto de decirlo en palabras pero interrumpiéndose al razonar sus palabras, llevando una distraída mirada al trajecito que tenía en sus manos y sonrojándose, nervioso, para luego ocultar rápidamente la ropa bajo él.

- ¡Oye…! ¡Po-podrías avisar antes de venir…! Pensé que habíamos quedado en una transición antes de seguir con los planes…uuU –susurró, sin usar un tono muy alto de voz aún por el susto en el pecho y la vergüenza en el rostro. Gracias a Dios Alfred era un idiota, y todavía, después de tanto, muy ingenuo; era mejor así sin duda, mientras menos reconociese esa ropa, mejor para ambos. El rubio finalmente suspiró para bajar sus nervios y, por consecuencia, el sonrojo de sus mejillas, para sentarse más decentemente y alisarse la ropa (que por el movimiento se había arrugado), mirando a Alfred detrás del sillón. – Haciendo gala de tus saberes de espía, veo…-dejando caer una gota y luego sonriendole con más amabilidad, aunque aún mostrándose sorprendido- ah, en fin…espera, ¿quieres algo de tomar? Diría té pero…-se encoge de hombros para luego sonreír en actitud de ‘tu te lo pierdes’, con confianza-

-...a ti te gusta más el jarabe marrón ese… ¡Oh…! Y para tu información, no estoy pensando en adoptar a nadie, Alfred… -_-U ni aún queriendo estaría en condiciones; sabes que ya bastante es sostener la economía en medio de una guerra como para ponerme en plan de colonizar...más – aclaró, pues no era secreto para nadie y nunca lo había sido, que el Reino Unido era uno de los países más colonizadores de la historia.

El Norteamericano disfrutó el grito del que alguna vez fue su "niisan", sonriendo desde su lugar.


- Ah, bueno, pensé en venir a fastidiarte la satisfacción de tu bordado -bromeando, para luego parpadear- Damn it! eso me recordó demasiado a cierto personaje - dejándole tiempo, para luego mirarle- Cierto, un café "Brasileiro" estaría perfecto - acercándose a otro de los sillones, pasando por encima y dejándose caer desparramado allí, mirando a su interlocutor, para luego reír-... ¡Seguro que si, Arthur! Solo necesitas un pequeño empujoncito y tratarías de conquistar hasta Francia


Le miró un momento, para luego sonreír ampliamente.


- Un día de estos, todas tus pequeñas colonias se querrán independizar de ti y te quedarás algo solo... es mejor que consigas amigos más que hijos adoptivos, ¿no cress? - hablando como desinteresadamente, pero muy concentrado en los gestos del otro.

- ¿Arruinar mi bordado, eh?... Ah, claro, tonto de mí en pensar que tenías algo más importante que hacer que molestarme continuamente –le mira con una mueca, escuchando la bebida que quería y dejando caer una gota; claro que el café a él también le gustaba, aunque…le parecía algo amargo. Siguió con la mirada la ruta por la que Alfred caminaba, sin darse cuenta de sacar la ropa antes de que se tirase como vago sobre el sillón, frunciendo el ceño y dándole un golpe seco con la palma abierta, sobre los zapatos.

- ¡Oye, oye! ¡Ensucias el cuero, sácate los zapatos, tonto! –exclamó con cierto berrinche, obsesivo de la limpieza y el orden como siempre y escuchando la risotada del americano, para luego sonreír con altanería, llevando sus manos a sus caderas.- ¡Jah! Alfred, para mí no sería ningún problema invadir a Francis… ya varias veces le he pateado el trasero, y no hay forma de que me gane en batalla…aunque, como dije, estamos en Guerra y más aun, es Aliado…-se encoge de hombros, en realidad exagerando al aparentar que podría tener deseos de conquistar Francia, pues en el fondo no pensaba hacerlo. No era ningún tonto y era demasiado buen estratega como para no saber que eso le daría más problemas que ventajas al Reino.

Pasaron unos segundos en los que el rubio susurro un ‘espérame’, dando media vuelta para dirigirse a la cocina y preparar algo de té para él y el café para Alfred, cuando tras aquel siempre jovial tono volvió a escuchar voz, deteniéndose helado ante sus palabras, pero sin moverse de allí. Enseguida sintió ese horrible escalofrío. Era uno muy desagradable, que no le desearía a nadie, aun con lo egoísta que él era; siempre que pensaba siquiera en la palabra ‘solo’, su cuerpo se contraía como si estuviese en medio de Moscú. Esbozando una sonrisa temblorosa, pero al estar girado sin notarse el temblor, le respondió enseguida al americano para asegurarse que no se percatase de ninguna reacción anormal.

- ¿Disculpa? Siempre…siempre eres demasiado tonto, ninguna de mis actuales colonias haría eso… y aun si quisieran, no podrían; mi Royal Navy* es la más fuerte de todas las flotas, y la Royal Air Force* va por los mismos caminos… -comienza a reír como si fuese un chiste, una risa afectada pero relativamente bien camuflada, para luego agregar en un tono más engreído.- ¡Jah! A-además, no se de donde se te vino a la cabeza que yo necesito amigos, América, que tontería; yo soy el Reino Unido y nunca necesité de tal cosa –se encoge de hombros, sonriéndole con sorna.- que tu necesites tal cosa no signifique que yo sí… ¡Ja…ja ja ja! –con una nueva especie de risa, esta vez sí siguió enérgico hacia la cocina, tensando su entrecejo hasta fruncirlo y mantener cerrados sus ojos, mordiéndose el labio inferior para que su rostro no se sonrojase al contener sus sentimientos, dolido y colérico por tal falta de respeto hacia él.

“E-ese imbécil... no tiene tacto…al menos…al menos podría tener respeto… respeto por el cariño que cuando era pequeño, me tenia… tonto maleducado…” pensó, colocándose un delantal para no ensuciarse al preparar el té y el café. Cuando Francia antiguamente le decía ‘el-sin-amigos’, dolía…pero no dolía tanto. ¿Por qué...? Porque... siempre podía irse de Europa al estar enfadado… y porque sabía que en el lugar al que siempre iba era esperado, y era querido. Y eso era algo que ya había perdido.
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*Creo que se entiende XD pero por las dudas...xD:

Royal Navy: Flota Real;
Royal Air Force (RAF): Fuerzas Aéreas Reales

Alfred con una mueca burlona se quitó los zapatos, mostrando los calcetines con motivos de su bandera, para luego acostarse a lo largo del sofá, bostezando, mientras le escuchaba.


- Bueno, yo solo te digo , ya tenías tu Royal Navy cuando yo me emancipé... además, mi tecnología está aumentando a un ritmo insuperable, Arthur, recuerda a quien debes agradecerle el que exista tu Royal Air Force - vanangloriándose nuevamente por haber creado el aeroplano.

Le escuchó y se rió un poco, encogiéndose de hombros.


- Yo no es que busque amigos, ellos vienen hacia mi debe ser por que no ando con mala cara todo el tiempo deberías intentarlo, el sonreír en público - se encoge de hombros- pero una sonrisa de verdad, no las para las fotos ... Y, por cierto...- levantándose y yendo a la cocina, comenzando a buscar por el alrededor- ¿No tendrás Apple Pie por aquí? :baba: Ni tú puedes arruinar algo tan delicioso...

“Aja… y recuerda tu a quien demonios le debes todo lo que eres ahora, maldito malagradecido…Cuando yo te conocí, no eras mas que un niño ingenuo que no sabía nada del mundo real…” sin querer contestarle por el momento, y temiendo en cierto modo que su garganta y su voz le traicionasen justo en ese momento, para al final suspirar y negarse. Era cierto que todavía dos siglos después estaba aun aturdido y confundido sobre aquel día y sobre aquella Independencia, en realidad, nunca se había tomado en serio las palabras de un joven Alfred diciéndoselo.

- ¿Será que los amigos te buscan o que tu los obligas y los chantajeas, Alfred? Porque según yo, tu no eres ningún Santo…- “que mejor prueba que ésa el que hayas sido educado por una potencia mundial como yo” le escucha, estando aun sólo él en la cocina y apretando el puño con enfado al escucharlo; había logrado que el dolor del momento se fuese y solo quedase la rabia, saliéndole un tic nervioso en la frente, seguido de una vena mientras ponía a filtrar los granos de café y las hojas de té. – Cierra la boca, por la Reina… -protestó, volviendo a ser en algunos aspectos él mismo; aunque no le preocupaba, ese Alfred no se daba cuenta si él se ponía o no triste, aunque aún recordaba como el otro le había visto llorar y desahogarse.

- ¡De-deja de hablar mal de mi cultura culinaria…! –mirando el refrigerador* con una mueca de cierta desilusión; solía desanimarse horriblemente cuando otros le decían que su comida era horrible, aunque con Alfred no se deprimía, sino que se enfadaba. ¡Es que era tan malagradecido, el tonto emancipado…! – ya… busca ahí adentro, ahí tengo…también hay de frambuesa, aunque esa la hizo mi ama de casa –susurró, llevándose una mano a la nuca y controlando los granos, pues el té se filtraba mas rápidamente.
“Ya piensa en otra cosa, Arthur… vamos, si lo que dijo es tonto… ninguna de tus colonias actuales podría abandonarte…” trataba de decirle su mente, cerrando sus ojos contados segundos y abriéndolos cuando sintió olor al café ya filtrado.
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*El refrigerador ya habia sido creado XDDD

-No es eso- rebuscando en el refrigerador, descalzo- ellos saben que es mejor tenerme como amigo que enemigo, yo solo busco su bienestar ... ¡Ahá! I Catch you! -sacando el pastel de manzana y el de fresa.

Miró a Arthur que permanecía con los ojos cerrados, ladeando un poco el rostro. Le era difícil entender al inglés. Aunque, probablemente, este dijese lo mismo de él.

Dejó los pasteles, sacando un cuchillo y mirándolo con desgano.


- No me gustan las armas blancas, prefiero las de fuego, son más entretenidas... :baba: -medio bromeó, cortando un par de trozos y poniéndolos en platos elegantemente, con tenedores específicos, absolutamente limpio, inconcientemente.


Algunas costumbres son difíciles de perder.


- Vamos a comer!- luego de meter los pasteles, le dio una nalgada a Arthur, riéndose para luego escaparse al living-

- :claaro: Ajá, sí, claro Alfred… yo al menos sé lo que soy y cómo soy –respondió, con un sarcasmo mucho más cargado que cualquier otro, y también profundamente lleno de enfado, aunque sin cambiar el tono de la voz. Cuando tenían que hacer alguna misión, capturar a Italia (cosa fácil), rebuscar información, trazar planes o mapas… en esos momentos, no le molestaba estar con Alfred, porque ambos concentrados en un objetivo, eran dos naciones a las que no se las podía parar, y eso era un saber publico.

Pero cuando estaban como ahora… sin ninguna clase de distracción, sin nada que pudiese salvarlo de los recuerdos; él odiaba esos momentos. “¿Pero no los añoras…?” se preguntó, sorprendiéndose y abriendo sus ojos hasta el tope para luego sacudir la cabeza terco, orgulloso. Sirvió el café ajeno en una taza mientras le escucha parlotear sobre las armas. – Eso ya lo se, por eso siempre usas las de fuego… nunca jamás supiste usar una espada decentemente; si hubieses existido desde antes, hubieses sido como Italia… casi un juguete con el que las potencias jugaban –pronunció, rememorando la época en la que si bien él todavía no era lo que era (pues aun no se había firmado la Pacta de la Unión entre Inglaterra y Escocia), sabia muy bien que Francia y Austria, sin dejar de contar a España y al Sacro Imperio Romano, se habían entretenido con un pequeño Italia.

Suspiró al pensar en ello, volviendo a tener una expresión serena y casi dulce en el rostro, sin pensar nada en particular cuando recién puso atención, mirándolo de refilón, al como Alfred acomodaba rápidamente los trozos que había cortado, quedándose más que anonadado y quedándose allí parado, mirando los platos, sin notar cuando el americano los tomo y, antes de irse, le dio una palmada, haciéndole ahí sí reaccionar, sonrojándose enfadado.- ¬///¬ ¡O-oye! ¡No hagas eso, sabes que no me gusta! – exclamó, con molestia y recordando (aunque en menor rango) a cierta nación rival suya; gracias al Cielo Alfred no era así por completo.

Por el simple hecho de tener las tazas en las manos, no pudo correr y patearlo como venganza, por lo que fue caminando a paso lento, con el ceño fruncido y dejando las tazas en la mesa, mirándolo feo.- Te cortare las manos con las armas blancas que no te gustan, Alfred …-

-¿Yo un juguete? jajajaja, discúlpame, pero que olvidas de quien aprendí algunas cosas: PREFERIRÍA MORIR...- dejando las cosas en la mesita de centro, sentándose y viéndole burlonamente.


No sabía por que, pero adoraba hacer enfadar a Arthur. Le encantaba de una forma tan extraña como el que no soportase vivir un día sin Coca Cola.


- Ja, ¿y por qué crees que lo hago? Y no me amenaces, que te haré bailar al más puro estilo del Wild West ...- cogiendo su taza de café y oliéndolo-... hmmm... casi como la Coca...- bebiendo un poco y mirando luego al inglés- ¿Y que tipo de té escogerás hoy? supongo que tienes una gran lista para escoger.... me da la impresión de que cada vez que vengo tienes un café nuevo...

- ¿Olvidar yo? Yo no olvido nada malagradecido, tú olvidas todo, que es muy distinto …al punto de pensar que son los demás quienes lo hacen- rebatió, dejándose llevar por el impulso del reclamo que no le gustaba que saliese con él. Es decir, no ESA clase de reclamo; los reclamos de Arthur eran cosa cotidiana si eran dirigidos a Alfred o Francis.

Bufa, desviando la mirada al haberle respondido eso y escuchándole festejar por la razón por la que le molestaba, a lo que el británico solo se sentó se un sillón individual frente al americano, tomando el platito con su taza y levantando el dedo como solía hacer por la simple razón de que las tazas de té eran pequeñas. – Tú te buscas que te amenace y lo sabes –se encoge de hombros, acercando sus labios a la taza.- si no lo hicieses, yo no te gritaría nunca –le escucha, dejando caer una gota y suspirando.

- ¿Nunca volverás a comer algo saludable? Tu gente terminará engordando y teniendo demasiada grasa en sus arterias si solo comes porquerías…- escuchando para colmo como, para no variar, el otro volvía a hacer una alusión desagradable hacia el té, mirándole por el momento tranquilo, adoptando una pose de elegancia que solo tomaba cuando estaba bebiendo té.- Este es té de manzanilla, y no es que cada vez que vienes tenga otra, sino que simplemente mis bosques están repletos de plantas apropiadas para distintos sabores, aromas y efectos… siempre que puedo también veo que tipo de plantas de otros lugares puedo utilizar; tu haces lo mismo con las vacas, usas a las mejores para hacer la mejor carne para ti…-declara sencillamente, sorbiendo un poco y cerrando los ojos al hacerlo, para luego entreabrirlos, fijando su vista en el trozo de pastel que estaba de su lado.

- Mmh… ¿Qué el de manzanilla no era tu favorito…? – inconcientemente recordando, con una mezcla de gracia y melancolía, como llevaba en brazos una caja entera de ese tipo de té el día que volvió a América luego de siglos, encontrándose con el Alfred adolescente.

- La, la, la~ -ignoró Alfred el comentario del mayor, riéndose luego- ¡Oye! Tú gritas te provoque o no está en tu sangre... el malhumor, ya sabes...


Se calló al escucharle. No podía decir que no era cierto, quizás. Pero su comida era sabrosa y además él tenía un ritmo de vida mucho más acelerado que el de cualquiera del resto de las naciones de ese planeta. No podía llegar y sentarse horas a hacer comida "sana", como naciones como Italia, España, Francia o incluso Inglaterra (aunque, en el caso del último, fuese una pérdida de tiempo)


- Bah, como bien La carne tiene muchas proteínas necesarias para poder hacer todo el ejercicio que hago el único problema es si mi gente se volviera tan floja como la tuya y no creo


Alfred toma el trozo de pastel de manzan que se había cortado, y cortó un pedazo, comiéndolo con los ojos cerrados, para luego dejarlo y levantarse, susurrando un escueto "espera", corriendo a la cocina y volviendo luego con el azucarero, echándole azucar encima a ambos pasteles, probando.


- ¡Ahora si! - comiendo, escuchándole luego. parpadeando- ¿De manzanilla? no recuerdo, ¿eso tiene que ver con la manzana? :*-*: -quitándole la taza y tomando un sorbo- Oye, esto no tiene sabor a manzana! .... pero no está malo -bebiendo otro poco.

Se encolerizo al recibir ignorancia del otro, sin decía nada solo por el efecto tranquilizante que aquel té provocaba en su cuerpo, entristeciéndose un poco su mirada y cerrando los ojos para seguir tomando, sintiendo un notable silencio luego de su comentario sobre la comida. Aunque él no estaba al tanto de eso.

No lo entendía… ¿Por qué se esforzaba tanto en olvidar el pasado? Por mucho que América odiase aquellas épocas actualmente, habían existido, y todo gran país esta basado en sus cimientos, al fin y al cabo. Incluso fuera del asunto patriótico, no entendía como podía ser tan cruel. Aún si Alfred ahora odiaba el recordar esas épocas, Arthur podía llegar a jurar que cuando era pequeño, y a pesar de ser una colonia pobre (en gran parte gracias a que la mayor parte de las ganancias iban para la Corona, y de ahí, a las guerras británicas), y a pesar de no conocer nada mas del mundo, y a pesar de todo… era feliz, ¿verdad? Él se había esforzado mucho en protegerlo, en cuidarlo de todos… sabía que, como a Canadá, Francia u algún otro país podría tenerlo en la mira, y por eso lo protegía y cuidaba, siempre al pendiente de la situación en aquel territorio.

Por eso le gustaba pensar que, a pesar de todo, Alfred había sido feliz de pequeño….Por supuesto que, y aunque todavía no lo comprendía, suponía que al haberlo abandonado significaba que ya no lo era.

Frunció el ceño al escucharlo, arqueando una ceja y mirándolo para dar un nuevo y profundo sorbo.- Alfred, somos Aliados, y no es muy diplomático estar insultando a mi Reino, ¿sabes…? Lo que yo dije lo dije por tu b--…-se corta, mirándole enfadado y luego sonriendo engreído.- Claro que, por mí, atísbate de comida chatarra hasta que se tapan tus propias arterias y te mueras – aclaró, hablando rápidamente al sentir que casi había metido la pata, para luego reír algo más ruidoso y detenerse confuso al verlo irse, volviendo con la azucarera y echándole azúcar a SU pastel también. - ¡OYE! :chan: ¡Ya tenía azúcar la masa, y la manzana esta acaramelada, no necesitaba más azúcar! ¡Damn you! –protestó, viendo la capa blanca sobre su tarta de manzana y siendo rodeado por su aura oscura desilusionado. –Esto ya es incomible…- susurro, apartando el plato y dejándoselo a América para cortarse un trozo de pastel de frambuesa.

Ya con su nuevo trozo y más relajado, le escucho las nuevas palabras de crueldad. “Ah, no recuerda…qué raro…” pensó, con sarcasmo colérico que le distrajo al ser robada su taza, escuchando el reclamo del americano y mirándole primero ofendido por ello, para luego pestañear algo sorprendido al escuchar lo siguiente, sonriendo alegre y lindamente, con sinceridad.

- ¿Entonces éste te gusta? Bueno, este es un té muy dulce, el más dulce de los que bebo…- explicó, pues ésa era la razón por la que al ‘pequeño’ siempre le había gustado más ese té, el té tradicional inglés no se tomaba con azúcar…

‘Because is good for you’

- No seas reclamón, Arthur, el pastel estaba incluso medio salado , ahora está comible... -comiendo otro trozo de pastel, mirándole- Si, bueno... el café es bueno aunque no es tan dulce, pero tiene sabor, no como tus otros tes....


Bebió otro poco del té de manzanilla y masculló algo en un inglés inentendible por los modismos y la rapidez, cogiendo su taza de café y bebiéndola de un trago.


- ¡Ahhh! -dijo al haberse bebido todo, mirando a Arthur- Me rindo por esta vez, te acompañaré bebiendo tu té... -parándose, dispuesto a ir hacer otra taza.

- Oye, ¿quieres otra para ti? la tuya ya fue bebida por un norteamericano

- N-no estaba salado…so-solo que tu estas acostumbrado a comer todo muy dulce… -resopló, formando en sus labios un puchero y mirando hacia la mesa con vergüenza, algo desanimado de que, al decir aquello, parecía como si antes de ponerle el azúcar se lo hubiese comida por lástima a su deplorable cultura culinaria. “Mhh…un momento, no…eso no suena mucho a Alfred, ¿cierto? Él es sincero, sí” asiente, intentando autoconvencerse y escuchándolo, sin enfadarse sino mas bien intentando explicarse correctamente.- ¡ah…! N-no es eso… -niega.- es que hay que tener el paladar acostumbrado…sí tienen sabores muy distintos, pero tienes que saber diferenciarlos…-

Le sonríe, mirando la taza de su té de manzanillas que ahora el americano tenía.- tu tendrías que probar el té de manzanilla con leche bien fría; estoy seguro de que te gustara –asiente, mientras el otro toma el ultimo sorbo de la taza, pronunciando varias cosas que el británico no pude entender, a lo que le mira confuso.- ¿Excuse me? I couldn’t understand you…- susurró, sin mostrarse enfadado (pues le había adjudicado el mal hablar al hecho de que estaba tragando y hablando en susurros), pero sí confundido.

Al seguir el otro bebiendo hasta terminar, terminó dejando sus manos sobre su regazo, tomando el tenedor correcto (los que Alfred había colocado), y cortando un pequeño pedazo del pastel de frambuesas, pinchándolo y probándolo; como su ama de casa era tan inglesa como Arthur, tampoco es como si cocinase distinto. Pero el rubio estaba demasiado acostumbrado a esa culinaria; por alguna razón, las veces en las que realmente se había esforzado en cocinar algo delicioso, tampoco le había salido muy fuera de lo común, y eso a veces lograba hacerle disentir de ese esfuerzo.

Mientras iba a cortar otro pequeño trozo, escuchó a Alfred y le miró con sorpresa, pestañeando como si estuviese incrédulo.- Ah… ¿hablas en serio…? -quiso corroborar, estando seguro de que no hablaba en broma ante su último comentario, aun viéndose sorprendido, pero apenado.- Ay, gracias…- asiente a la vez que responde, sonriéndole más condescendiente luego.- ¿recuerdas como se hace o quieres que te ayude? -

- Disculpa, no estamos hablando de "paladares" diferenciados... ¡Tú comes esa cosa llamada "MARMITE"!! y la mitad de tu gente la odia!!! y tú la encuentras buena... wuakala! Aún recuerdo cuando me diste a comer.... -cubriéndose la boca, por el solo recuerdo.


Alfred puso un poco más de agua en la tetera y la puso a calentar, buscando las hierbas en el "orden" de Arthur (un orden que solo ÉL se podía entender), escuchándole.


- ¿Me estás llamando retrasado mental? Hasta el tarado de Italia podría hacer una taza de té... "Además de que te vi por años hacerlo"- haciéndolo perfectamente solo, colando las flores y llevando las tazas a la mesa, tomando el azúcar y comenzando a vaciarlo en su taza, mientras tarareaba- , por cierto...- dejando el azúcar, mirando al otro- ¿qué pensabas hacer después de tu bordado?

- ¡Yo sí tengo un paladar sofisticado! ¡Te recuerdo que el té es de origen Chino y yo sé diferenciar todos y cada uno de los tipos! <___< -molesto por estar siendo constantemente insultado (y porque la cabeza hueca ajena no procesaba sus insultos), para luego escucharlo y cruzarse de brazos, inflando el pecho con orgullo y sonriendo.- ‘Love it or hate it’, por algo se hizo tan popular ese slogan… además, a mí me gusta, ¿y que? ¿Tienes algún problema con ello? –le mira con cierta amenaza, ya un tanto indignado.- a muchos británicos también les gusta – aclaró.

Dejó salir una vena ante la respuesta maleducada de América.- ¡Solo estaba siendo amable, estúpido malagradecido! ¡Nunca aceptas la ayuda de otros! ¡Ególatra! - protestó ya con indignación, pues a pesar de que se había comportado amable al otro le importaba, como siempre, muy poco lo referido a él. Suspira renuente al observar la cantidad de azúcar que se echaba.-…lo firmo con puño y letra… vas a quedar diabético -__-‘… que patético…- le escucha tararear, optando mejor por ignorarlo al recibir solo insultos por parte ajena, hasta de pronto escucharlo, elevando la mirada mas tranquilo, aunque confuso.

- ¿Eh…? Ah… pues… no lo sé, no lo había pensado… pensaba beber un poco… ¿eso cuenta?

- A menos de la mitad les gusta- sonriendo- y, casualmente, son los inteligentes... - preparado para agacharse y el otro se disponía a atacarle con algún almohadón o algo.


Bebió del té sonriendo, escuchándole y negando.


- No, no cuenta... me refería a salir, hay un bonito día y...- mira por la ventana y ve como el cielo se nubla rápidamente, unos rayos tenebrosos cruzan el cielo y comienza a llover como si se estuviese cayendo a pedazos-............. no me cansaré nunca de decir que I hate your climate....

Lo que tenía más cerca era ciertamente la taza de té, pero no era tan bestia; así que, ni bien le escuchó le lanzó una lluvia de almohadonazos en la cara, aún cuando el otro se cubría, levántandose e intentando, por última instancia, ahogarlo un poco.- ¡¿Por qué siempre estás trátándome así y haciéndome enfadar?! >___< ¡Tonto! -protestando, se da media vuelta y justo cuando está por sentarse el otro responde su pregunta anterior, a lo que el británico no tenía nada qué decir.

- Mhh... ¿salir? Ah, bueno, si quieres podemos ir a...-se interrumpe al escuchar el relámpago de advertencia, mirando, aún parado y de reojo por la ventana que estaba detrás suyo, para luego escuchar la protesta estadounidense y no poder evitar reír, tapándose la boca y sonrojándose un poco, sin hacerlo con burla.- ¡Jajajaja! Pues es algo de lo más normal para mí... -ríe al verlo tan enojado.

"Oh... ¿así que esto siente él al hacerme enojar? " razonó unos momentos, sonriendo de medio lado y mirando la hora.- oh, bueno...son casi las 7:30 de la tarde ya...quizás pare en un rato y si quieres salimos... de mientras, creo que mi opción es la más razonable... sé que a ti no te gusta mojarte -sonríe con diversión, acercándose a la ventana y cerrándola para que no entrase agua, con una actitud de lo más tranquila, relajada, y acostumbrada a esa clase de situaciones repentinas.

Alfred se rió, recibiendo los golpes con los almohadones, recordándole inevitablemente cuando él comenzaba esas peleas con Arthur cuando era más pequeño y el mayor le visitaba en su tierra.


- ¡Y no es gracioso! - se quejó después, al escuchar sus risas-... además no tengo resistencia al té... me da sueño o más hambre, y no quiero comer pasteles... ya me comí mi última hamburguesa, y con esta lluvia no puedo irme a casa...- quejándose-... Soy tu invitado, ¡Entretenme!

- Por su puesto que es gracioso Se siente bien ser el que ofende y no el ofendido -bromea sonriente, escuchando toda la perorata y habladuría y protesta del americano, dejando caer una gota y mirándole.

- ¿Dices 'invitado'...? -deja caer una gota.- más bien eres mi auto-invitado -susurró, aunque no realmente molesto; cuando no estaban peleando, Arthur disfrutaba mucho de la compañia del otro. Al fin y al cabo, y como Japón le había dicho hacia pocos días en el parque, 'era raro no verlos juntos'; y para estar siempre juntos, alguna buena relación tenía que existir.

-Jeh... ¿sabes? Sigues siendo tan ingenuo como te recuerdo ... por 'beber' no me refería a beber 'té', tonto... el té puede tomarse antes de cenar, sí -asiente, pues en Gran Bretaña se tomaba té a toda hora.- Pero si quieres puedes acompañarme a beber un poco -sonríe sencillamente, agachándose para acomodar la cuchara de su taza ya vacía de té (la cual se vació casi sin que Alfred se diese cuenta) en el orden correcto. - ¿Quieres?

-Recuerda eso para la próxima vez que te fastidie yo :claaro:... y puedo haberme "auto-invitado", pero soy invitado igual


¿Acaso no era bienvenido? Pues a pesar de todo, Arthur nunca le había echado de su casa. Eso era por que no le molestaba del todo que estuviese allí, ¿no?

Arthur había dejado a ir a su propia casa, pero eso Alfred lo sabía de antemano. El rebelarse ante él rompería la relación que llevaban. Pero él nunca quiso hacerlo del todo. Igual quería estar cerca del inglés, y por eso le visitaba, casi inconcientemente. Y el otro no le echaba. Eso significaba algo, ¿cierto?.


- ¿Eh? ¿Beber de verdad?- bastante tentado, para luego negar-... tienes una resistencia nula, y luego te pones a sollozar y tengo que andar cargando contigo al hombro... aunque... por otro lado... - miró la lluvia que, si se podía, comenzó a caer con aún más fuerza, haciéndole dejar caer una gota-... ahh, acepto...

- Cuando me fastidias es distinto -espetó sin mayor fundamento que el egoísmo y el amor propio, escuchando lo siguiente sin negarlo ni aceptarlo. Eso sería demasiado vergonzoso para él, ¿cierto?

Decir algo como ‘tu siempre eres bienvenido’... algo así era demasiado vergonzoso para el británico, sin considerar que además, para bien o para mal Alfred conocía su forma de actuar… el que no lo echase de patitas en la calle, como haría normalmente con otros, significaba simplemente que era bienvenido. Él era mucho más demostrativo y cariñoso con Alfred antes de la rebelión, pero aun así confiaba en que el ojiazul lo comprendiese.

Puso una mueca ni bien escuchó lo siguiente, sonrojándose avergonzado y contradiciéndolo.- ¡Falso! >< ¡Yo sí tengo resistencia! <__< a ver, a ver…¡menciona una vez…! >> -calló, bastante avergonzado ante su, realmente, deplorable aguante ante el alcohol. No pudo continuar la frase porque si le exigía que dijese alguna vez en que hubiese estado ebrio frente a Alfred, el americano tendría para elegir… porque si bien estaba ebrio en esos momentos, recordaba muy bien la sensación de no poder caminar y ser o sostenido o cargado en la espalda (dependiendo de su estado) por el de ojos celestes.

- Co-como sea… ¡no deberías subestimarme! -sonríe al escuchar que acepta (aunque fuese por las malas).- además, no puedes estar deprimido todo el tiempo por la lluvia, Alfred…ya pasará –susurró con un tono de paciencia infinita adquirida hacia el clima Inglés, llevando las tazas de té y los platos con miguitas del pastel a lavar y limpiándolos enseguida, para no tener que esperar a sus criados (ya que sino, se pegotearían los platos). Cuando volvía con el otro, fue hacia un estante con puerta de vidrio antigua pero muy elegante y sobria, detrás de la cual se veía una serie de varias botellas; seleccionó tres y las llevó a la mesa, sonriéndole.- ¿Quieres algo en especial? No recuerdo si te gustaba algún licor en especial u algo más…-

-¿Por qué sería distinto? es exactamente lo mismo... ¿Y una vez de qué? no me hagas comenzar con eso, Arthur...- medio bostezó, tirado en el sillón, mirando la lluvia con desgana.


El prefería el sol, o por lo menos nublado, pero no lloviendo.... nublado, en otoño en New York... ahh, eso sería perfecto... o un lindo día en la rivera del Mississippi... ¡Agh! ¡El clima de Gran Bretaña apestaba!


- Si, puede ser...


Respondió a su comentario de que pasaría. Siempre acaba pasando. ¿Cuándo? Esa era la pregunta. Le vio levantarse e iba a ofrecerse a ayudarle, pero estaba demasiado cómodo, así que se quitó las pantuflas un momento, mirando sus calcetines con su bandera y comenzando a tararear su himno nacional, cuando el mayor volvió, sacando los licores.


- Hmm, cualquiera estará bien... Una buena cerveza es lo que más suelo beber en mi tierra pero dame a mi lo fuerte, y tú quédate con lo suave - aunque estaban en casa del inglés, así que si se emborrachaba, no habría mayor problema, pensó.

Verlo tan desanimado le confundía y en cierto modo le molestaba, ¡vamos! Era solo lluvia, solo agua...con la de tornados y terremotos que habia en su tierra, ¿se atrevia a decir que el clima en la suya era pésimo? Al menos él no terminaba ni lastimado ni herido dependiendo de las temporadas.

Suspiro un poco, pasandose la mano por los cabellos de la nuca y volteándose al escuchar aquel cantito, dejando caer una gota y mirándolo feo.- ejem... Me parece que bastante condescendiente soy al dejarte usar medias de niño de 5 años que ni siquiera me gustan, como para que encima te pongas a canturrear esa cosa...-susurró con una mueca, escuchándole lo siguiente y dejando una mano apoyada en su cadera con desgano, para luego sonreír y alzarse de hombros.

- Mmh... ¿cerveza? Yes...-respondió a la vez que asentía, yéndose a la cocina y volviendo con dos botellas de cerveza, aunque él nunca tomaba; no le gustaba esa cosa alemana. Su bebida favorita era el licor de menta. - ya te dije que dejes de subestimarme... además, ¿cuál es el problema? Soy mucho mayor que tú como para que me estes diciendo lo que debo y lo que no debo beber -