Misa al aire libre~ [Privado]

-¡Se me olvida algo! ¡Se me olvida algo!

El pequeño vaticano, desesperado, corría de un lado para otro, sacudiendo las largas ropas de sacerdote que llevaba puesto, y tropezando varias veces con ellas. Sus revoltosos cabellos castaños se desordenaban aún más de lo habitual sobre bajo el sombrero con una cruz dibujada.

Todo preparado con perfección, pero, ¿le faltaba algo? Sí, tal vez... ¿pero qué?

La mesita estaba bien colocada a la sombra de un árbol, y el mantel blanco estaba impecable. A un lado, sujeto de un atril de madera de roble, una gran Biblia abierta en el Evangelio de San Pablo. Dos filas de tres bancos delante del lugar donde se colocaría para dar la misa. Pero faltaba algo... "¿qué?"

Según sus superiores, últimamente estaban perdiendo prestigio debido a "ciertas cosas que entendería cuando fuera mayor", aunque realmente no entendía nada de lo que solían decirle. Así pues, el pequeño tenía que hacer algo para recuperar ese "prestigio", ¿no? Es decir, ¡estaba en su deber ayudar al prójimo! ¿Y qué mejor para ayudar que...?

¿Repartir la palabra de Dios a campo abierto, donde todo el mundo pudiera unirse y ser iluminado por El Señor?

Pero no podía ser así, no si faltaban apenas minutos para que empezase la misa y no encontrase...

-¡El vino y el pan!

En esa ocación el pequeño había sido llevado por su padre al campo abierto a un pic-nic. El lugar que escogieron fué bajo un árbol enorme que daba una sombra muy fresca, alrededor había un hermoso campo plagado de innumerables flores de todo tipo y colores, las cuales eran visitadas por abejas y pequeños insectos. La brisa era agradable y la sensación de estar allí era reconfortante.

Extendieron un mantel sobre el césped y comieron de lo que habían preparado para tal efecto, pero al parecer la comida le había producido sueño al mayor, ya que se quedó completamente dormido,bajo ese frondoso árbol. El pelirrojo decidió que era mejor dejarlo dormir, y se dedicó a jugar con un cachorrito que habían llevado para que paseara con ellos.

Se divertía muchísimo lanzándole una pelota al perrito, el cual la atrapaba y se la devolvía para que la lanzara de nuevo,en un estimulante e interminable juego. Pero entonces el chico lanzó la pelota sobre una pequeña colina, y esta salió rodando hacia el otro lado, y el perrito tras de ella. Así que el niño salió corriendo en busca de ambos.

Al llegar al otro lado de la pendiente, logró divisar a otro niño vestido de manera extraña, al lado de una mesita y al frente de esta, algunas bancas. Realmente no se explicaba que era todo aquello, pero decidió ir a saludar y preguntarle si había visto la pelota o el perrito, ya que no se veían por ninguna parte. Se acercó hasta llegar a donde estaba el otro niño y le habló de manera tímida.

-Ho..hola..- esbozó una leve sonrisita en su rostro.

Claro, ahora que se había dado cuenta de su error, tenía que corregirlo de alguna forma, ¿no? ¿Podía volver a su casa a por el Vino y el Pan? No, estaba demasiado lejos... ¿Entonces qué?

Fue entonces cuando sintió algo pasar a su lado, posiblemente un perro persiguiendo algo, aunque se llevó un gran susto al ver que estuvo por tirar la mesa, que con suerte se mantuvo intacta.

Cuando volvió a girar la cabeza a donde estaba originalmente, se encontró con un niño que, según pensaba, tendría su edad. Por cortesía, le sonrió igualmente.

-C-Ciao... -Saludó por lo bajo. Se quedó un momento pensando en que si el otro quería algo de él se lo diría, así que simplemente le miró un poco más-... Esto... ¿q-quieres algo?

Al notar que el otro era amigable, le tuvo de inmediato más confianza, de manera que cuando le preguntó que se le ofrecía le pudo contestar con una sonrisa y total confianza.

-Bueno, buscaba a mi perrito, y me preguntaba si había pasado por aquí y si lo habías visto?-comunicó entonces al otro chico, mas luego su atención fué completamente capturada por las extrañas cosas que el otro tenía dispuestas alli, pues parecía una iglesia al aire libre.

-Oye... que es lo que vas a hacer aqui?-preguntó lleno de curiosidad olvidando por completo el asunto del perro.

(perdón por tardar ;3;)

Observó la sonrisa del otro chico con otra pequeña sonrisa, hasta que escuchó lo del animal, por lo que negó con la cabeza.

-L-Lo siento, no lo he visto -Murmuró. Pero, al ver que ahora el pelirrojo prestaba atención a las cosas que había dejado anteriormente, no pudo hacer más que girar la cabeza, para luego dedicarle una enorme sonrisa-. ¡Sí! ¡Iba a celebrar una misa! -Anunció con gran felicidad, extendiendo los brazos para abracar toda la vista del rumano-. Lo mano es que no viene nadie... -Suspiró, desanimado-. Además se me ha olvidado la Santa Eucaristía...

Soltó un pequeño suspiro y se sentó en un banco cercano, encogiéndose de piernas, para luego mirar al otro.

-Soy Carlo Vargas -Se presentó con una sonrisa-. El Vaticano. ¿Y tú?