Invasion a la casa de Austria entre España y Prussia.

Habia llegado Gilbert a escondidas, mirando a todos lados, la casa estaba aparentemente vacia, le hizo unha seña a su acompañante.

-Vamos..."Begleiter"-

El español asintió, siguiendo al otro con gesto serio en el rostro, mirando de reojo a ambos lados de sí, procurando ser lo más silencioso y sigiloso posible en todo momento.

-Hey... ¿Crees que en realidad esté vacía?-Le miró, esperando por su respuesta. Y es que bien, por algo le había acompañado hasta ahí, pero aun sentía cierta inseguridad... ¿Quizá miedo? ¡No, jamás! Ni pensarlo, él jamás tenía miedo.

^^ -Claro que es segurao. ¿Traes las cosas?-

-¡Claro que las traje!-Replicó, con una sonrisa autosuficiente en el rostro. Detrás suyo sacó una bolsa, algo vieja y remendada, la puso frente a él y la abrió haciendo ver todo lo que iban a utilizar: aerosoles, espumas, pistolas de agua, bats de baseball, y demás.-¿Ves?-.

-Bien, vamos al salon de musica-

Camino con Antonio por un corredor, donde habian pinturas de los ancestros del Austriaco.

-Vale, vale...-Asintió repetidas veces mientras volvía a cerrar el saco y se encaminaba tras su compañero.

En el transcurso de la caminata, paseó su mirada por aquellos cuadros que se hallaban colgados en las paredes del corredos, y es que, no contaba con que en su interior resultara un cierto interés... Aunque pronto lo olvidó, sí, una vez llegaron al salón que había mencionado antes Gilbert. Una sonrisa altiva surcó su rostro a lo que observaba la puerta de aquel, instantes depués se adentraron.

Antonio dejó el saco en el sulo, y se acuclilló frente a éste, abriéndolo y empezando a escudriñarlo.

-¿Y bien? ¿Con que comenzamos...?-

Sonrio malignamente y miro el piano, en ese piano lo habian hecho varias veces, pero queria hacer enojar a Roderich para aprovechar esa furia a su favor.

Se acerco al piano y bajo su zipper, comenzo a orinar en el y a reirse.

-Muahahahahahaahahaha!!!-

Estaba tan ocupado sacando el bat del saco y esperando su respuesta, que no notó lo que hacía hasta qu volteó a verle.-Hey Gilbert, ¿que tal si empezamos con...? ¿EH!? ¿QUE DEMONIOS HACES!?-Se reincorporó rápidamente mirando con extrañeza y quizá hasta cierto miedo la escena.

-Muahahahahaha!!! Nada, nada!-

Tiro las partituras del piano y tamvien comenzo a orinarlas

Antonio solo pudo contemplar por unos instantes más la escena, la mueca de extrañeza y miedo se intensificaba conforme veía las partituras humedecerse. Al final suspiró y retiró su vista de allí, siguió explorando el interior del saco y entonces halló lo que hacía unos momentos buscaba: latas de spray. Tomó un par, azul y verde eléctrico, y con apacible actitud, como si se tratase de una natural inocencia, apunto los rociadores a las pulcras paderes... Y las manchó.

Y una música silvaba en su interior.