Entregando pedido

Era una mañana calurosa en el territorio estado unidense habia recibido un pedido departe de alfred asi que el mismo decidio supervisar su entrega llevaba en su mano una tabla y en la otra una pluma donde iba palomeando las cosas que estaban.

-Bien cinco barriles de petroleo
-diez kilos de arroz
-cuatro de tomate
-Vamos muchachos a mover esas piernas que aun queda mucho por descargar

Los empleados pasaban con la mercancia del barco hasta los camiones de carga

-Espero que alfred me agradesca lo que estoy haciendo por el-fue a una mesa a agarrar agua si que hacia calor en aquel lugar-

Hacia calor. God, yeah, en Texas hacia calor. MUCHO calor.

Pero, calor en serio. o sea, nada del calor de Florida, CALOR. Con mayúsculas. Un calor que provocaba a Alfred sacarse toda la ropa y andar desnudo sobre su potro.

Pero andar desnudo era algo marca registrada de Francis, y el solo pensar que se parecía (aunque fuera ligeramente) a Francis, le bajaba el calor, casi de manera automática.

Pero no lo suficiente.

Estaba en medio de una competencia a caballo con algunos de sus soldados. Solo botas, vaqueros y una chaquetilla sin mangas, sin camisa. Demasiado calor para ella. Ah, y por supuesto el sombrero. ¿Qué era un vaquero sin su sombrero?.

Era la tercera vez que ganaba cuando de pronto llegó un soldado norteamericano, avisando que había mexicanos, pidiendo permiso para violar atacar, pero el rubio les detuvo.

- No, esperen, creo que es probable que sea Acoalt, hoy es el día de la entrega, ¿o no? - preguntando a otro soldado, que asintió - Muy bien, pues vamos a mirar, ¡Arre, Silver!

No tardó mucho en llegar al lugar, donde los mexicanos estaban con los camiones ya casi cargados por completo.

- Hello, Acoalt, caluroso día... ¿no crees? - haciéndole un gesto con el sombrero, aún sobre su caballo, acercándose al de cabellos negros - te ves ligeramente sofocado - sonríe de medio lado, desconociendo su propio encanto - quizás pueda solucionarlo de alguna forma.

Cero malas intenciones. A veces el norteamericano era tan idiota, que si se diera cuenta se auto-sorprendería.

-Alfred, Hola pues si que hace calor-secandose el sudor con un paliacate que traia en sus hombros-

-He traido lo que me pediste, espero que con esto sea suficiente; ya sabes que me puedes pedir lo que sea que yo estoy para ayudarte en lo que pueda-le brindo una sonrisa para despues escuchar lo que el norteamericano le habia dicho haciendo que se sonrojara y volvio a tomar agua-

-Eres muy amable mis hombres y yo estamos muertos, si nos invitas unas cuantas cervezas te lo agradeceriamos, ya se que andas con eso de la guerra pero, vamos, hay que divertirse de vez en cuando-estaba acariciando al caballo- que me dices si te despreocupas un rato y vienes a tomar algo conmigo, claro que tu invitarias-sonriendo-

El rubio miró por encima lo que traía el mexicano y medio asintió.


- Bueno, si tú dices que es lo que pedí, te creo, y está bien - le mira - Pues es cierto. Ahora mismo estaba con mis soldados en una actividad recreativa.


(Los soldados mascullaron atrás algo que parecía como "solo estaba luciéndose")


-... Así que, un par de cervezas me parecen bien. Siempre que dones un par de tequilas, Acoalt, no seas tacaño - entre risas, tendiéndole la mano - vamos, te llevo.

-Ya veo -sonrie- tus soldados han de estar cansados tambien y si es por el tequila no te preocupes traigo algo iba mandarlo a otro lado pero por ser una ocasion especial podremos agarrar un poco de ese cargamento ademas no todos los dias puedo platicar contigo-le agarra la mano para montarse en el caballo

-Muchachos agarren algunas cajas del cragamento v34-sonrie y los muchachos se ponen contentos haciendo rapidamente lo que se pidio ya estando en los carros que les habian presatodo-Bien ya esta Alfred dirije a donde tenemos que ir para disfrutar la fiesta -lo estaba agarrando de los hombros por que no queria abrazarlo sabia que si lo hacia se sonrojaria mucho-

La risa del norteamericano inundó el lugar, mientras se afirmaba a las riendas de su caballo.


- ¿Mis soldados? Han estado haraganeando todo el día. La guerra se ve lejana cuando estamos en casa, Acoalt. Pero puede estar muy cerca, aunque no nos demos cuenta - se encoge de hombros mientras el mexicano montaba tras él.


Observó mientras el de cabello negro ordenaba a sus muchachos lo que tenían que hacer, para luego sonreír divertido.


- Oye, te propongo algo... mandemos a estos tipos a ahogarse en cerveza y tequila, nosotros agarramos unas botellas y nos vamos a un lugar que encontré ayer - le guiña el ojo - ¿Qué opinas?

-Es cierto yo tratare de mantenerme neutro en esto lo que menos necesito es un problema con otros paises que a ciencia cierta se que son mas fuertes que yo -miro a sus trabajadores- Pero ya sabes que cuentas con todo mi apoyo por si necesitas mi ayuda no te la negare te debo mucho y no hablo de dinero si no moralmente me has apoyado mucho-sonrie-

Miro el rubio cabello del chico estaba tan cerca que se puso nervioso se sorprendio un poco al escuchar la voz de alfred y contesto nervioso- si..si .. claro lo que quieras ademas a mis hombres les hace falta relajarse sin que este yo presente-aun nervioso pero tratando de disimularlo- estoy ansioso de ver que lugar encontraste

Alfred sonrió al mexicano frente a sus palabras y le palmeó una de las manos con la que se afirmaba de sus hombros.


- Claro, 'amigou', para eso estamos los vecinos... entonces, ¡Arre, Silver!! ¡¡Iiiijaaaa!!- se agarró el sombrero mientras el potro se elevaba sobre sus dos patas traseras, obligando al mexicano a abrazarse al rubio por la cintura, saliendo a todo galope por el desierto.


Por el camino Alfred habló y bromeó con el hispano, datos de la guerra, curiosidades y cosas que no alcanzaban a llegar a América al ser ocultas por los medios, mientras el viento les movía el cabello y el equino galopaba rumbo a un lugar que parecía conocer.

Pronto apareció, oculto por unos cerros, un pequeño oasis en medio del desierto de Arizona. Un pequeño manantial rodeado de árboles que daban un poco de sombra al lugar.

El caballo bajó el ritmo y se detuvo al llegar a la sombra, mientras que Alfred se reía y se bajaba, dándole la mano a Acoalt para que le acompañase.


- ¿A que no te lo esperabas? Este lugar es precioso... -la sonrisa feliz en el rostro del americano era lo verdaderamente precioso.

Cuando el caballo se levanto sobre sus dos patas para luego trotar hizo que el mexicano se aferrara al cuerpo del americano por la cintura eso habia sido peligroso para el se dio cuenta y se sonrojo pero aun asi se quedo agarrandolo asi recargando algo su cabeza en la espalda del rubio

El moreno escucho atentamente lo que le contaba el americano ciertamente algunas cosas de la guerra le sorprendieron mucho deseando que terminara pronto todo no le gustaba las guerras aunque su pais antes habia participado en muchas pero eran solo en su tierra, tambien rio ante los chistes que contaba el americano cuando miro a su alrededor noto que estaban llegando ya que el caballo disminuyo su velocidad solto al rubio para quedar maravillado ante el hermoso paisaje que veian sus ojos cuando el americano le ofrecio su mano para ayudarle a bajar se sonrojo y lo hizo mas cuando miro la hermosa sonrisa de alfed

-Si es algo hermoso-mirando un poco al americano-no pense que hubiera algo asi en este desierto, sonrojado por haberse quedado mirando al ojiazul-

El americano no se molesto al ver que el otro se quedaba mirándole de esa forma. Por el mundo era conocido cuanto le gustaba ser admirado al rubio.

Solo se sacudió los cabellos, mirando hacia al lugar y encogiéndose de hombros.

- Si sabes buscar, puedes encontrar belleza hasta en un basural. Aunque a mi me encanta el desierto - confesó - mucho más que los días lluviosos, por obviedad - con una mueca. Pésimos recuerdos.

TIró de las riendas de Silver hasta llegar a un árbol donde le ató para que pudiese pastar en paz, girándose al mexicano, guiñándole un ojo y apuntando con el pulgar por sobre el hombro hacia el lago.

- ¿Te te apetece?

El americano sonrió a medias y se encogió de hombros.

Los arcoiris tampoco le gustaban demasiado. Le hacían pensar en duendes y en ollas de oro.

Se rió al escuchar el tono de broma del otro y se encogió de hombros.


- Era mi plan, ¿Te molesta? Estamos en confianza - se desabotonó el primer botón del pantalón, mirando a su acompañante - ¿o tienes demasada verguenza? - cuando nada funcionaba, un reto siempre era la mejor opción.

El de cabellos rubios se rió algo escandaloso y le revolvió los cabellos oscuros al mexicano.

- Lo siento, pero no te recomiendo dejar tu ropa muy cerca... Suelo salpicar mucho cuando me baño, no lo parezco pero soy grande - divertido se quitó el pantalón y se quedó solo con la ropa interior con la bandera de su país, quitándose todo lo demás y mirando al mexicano - ¡El que llega último al agua es un francés apestoso! - se rió y se puso a correr al agua para luego lanzarse, salpicando - ¡está helada!! - con mucho gusto en la voz.

El norteamericano solo se rió un poco con los ojos cerrados, dejando que el agua helada le recorriera la piel clara, para luego abrirlos y mirar al mexicano con una sonrisa.

- Por supuesto, siempre es bueno estar con los amigos.... aunque sean unos come-chiles como tú - se rió burlón lanzándole un poco de agua y nadando hacia más el centro del manantial para 'huir' de la venganza del otro, aunque mirándolo como si le estuviera retando a que le siguiera.

El rubio solo se rió, para luego girarse y sacarle la lengua.

- ¿Me estás llamando llorica? Vamos a ver quien llora - zambuyéndose para agarrar las piernas del mexicano y jalarle hacia abajo, subiendo y riendo al ver al otro todo mojado - Ahh, ¿qué me harás, pequeño latino? Soy más alto y más fuerte que tú, además que más guapo - bromea guiñándole un ojo y haciendo que surjan miles de estrellitas de semedad (xD).

La sonrisa aumentó en el rostro del norteamericano mientras flotaba, casi dejándose hacer, alcanzando a tomar aire antes de ser hundido, para luego salir, sacudiendo el cabello rubio para que dejase caer las gotas, riendo divertido al ver como el otro se alejaba.

Puede, pensó refiriéndose a eso de que los latinos eran más sexys, pero obviamente no lo confiesaría.

En vez de eso aprovechó sus habilidades en natación para alcanzarle y volver a hundirle.


- Pero mucho más lentos - entre risas, sin darse cuenta que había aceptado eso de ser más sexys.

El rubio solo se rió, alejándose al sentir la incomodidad ajena, flotando a gusto en el agua, dejando que los rayos del sol le acariciasen a través del líquido.

Abrió un ojo mirando al mexicano y negó con la cabeza.

- Ese es el problema de ustedes los latinos. Siempre están pensando en 'Si ahora si, pero y después qué", tan preocupados que al final no disfrutan ni hacen nada. ¡Deberían ser más espontáneos! Qué importa lo que pase después, lo importante es el ahora. ¿No lo crees? - sonrió con su clásica despreocupación gringa que tan mal vista era en Europa.

- ¡Bah! Pensar en los Contras solo te deprime, es mucho mejor pensar en los Pros, y si son suficien-... ¡Hey!! - exclamó algo sorprendido cuando pudo salir, sonriendo.

Se sambulló y buceó con velocidad para surgir por el frente del mexicano, haciéndole una llave que le inmovilizó contra su pecho.

- Pequeño tramposo, veo que si que disfrutas lo que haces... veamos si disfrutas esto - le apretó un poco más, causándole ligero y amistoso dolor.