Un día tranquilo

Finlandia suspiró, cansado, mientras que se recostaba bajo la sombra de un árbol. A lo lejos se escuchaban las risas de los niños que se encontraban jugando en el parque y no pudo evitar reprimir una sonrisa.

Había terminado su caminata diaria, y ahora simplemente quería disfrutar de un tranquilo momento de relajación. Cerró los ojos, y comenzó a divagar en sus memorias. Poco a poco sentía cómo su cuerpo se iba entregando al sueño que lo embargó de un momento a otro. Estuvo a punto de dormirse, hasta que escuchó cómo alguien se acercaba a él. Abrió los ojos, y mientras que se incorporaba sonrió alegremente al reconocer a la persona que ahora se había parado delante suyo.

- Hola - murmuró con la voz cansada. El recién llegado le sonrió.

Lily se encontraba paseando por el parque mientras cantaba su cancion, a lo lejos diviso a una persona que se le hacia familiar, asi que se acerco para saludar

-Hola- dijo de la manera mas alegre posible

Noto como Finlandia salia de sus sueños de manera inmediata

-Perdona, no te queria interrumpir- dijo algo apenada

- Descuida - murmuró mientras que se estiraba. Miró a su alrededor durante un momento, para después volver a posar su mirada en la pequeña - ¿qué te trae por aquí? - preguntó, para luego sonreírle.

-solo pasaba un momento ya que mas enfrente esta una tienda, ultimamente mi nii-san a estado muy ocupado y quisiera ayudarle con las compras- dijo sonriente

- ¿y ati?- pregunto un poco preocupada al verlo solo

- Oh, nada, sólo vine a caminar por aquí - respondió, para luego mirar hacia el frente - además... se suponía que me vería con Su-san... - admitió, mientras que se sonrojaba un poco.

Escuchó cómo la liechtensteiniana reía a su lado divertida. La miró fijamente, mientras que enarcaba una ceja, curioso.

- ¿Qué sucede? - preguntó.

-aww nada, solo que pense que Su-san te daba miedo, aunq por lo visto... pareces gustarle- dijo entre pequeñas risas mientras se apenaba un poco

Finlandia se sonrojó hasta la raíz ante el comentario de la pequeña.

- ¡¿Q-q-qué dices?! - balbuceó, nervioso. Gruño levemente, mientras que hacía un pequeño puchero y desviaba la mirada, avergonzado -. Tonto Su-san, ya le decía yo que el llamarme esposa causaría problemas... - farfulló, aún con el sonrojo presente en sus mejillas.

Liechtenstein rió nuevamente, mientras que el finlandés balbuceaba cosas sin sentido. No entendía porqué su corazón latía con fuerza, ¡a él no le gustaba Su-san! Simplemente eran amigos, vecinos... ¿pareja...? Negó rápidamente con la cabeza, pensando que hablaría seriamente con el sueco respecto a eso de estarle llamando esposa cuando en realidad no eran nada y él era hombre.

-aunque, por tus expresiones y la manera en la que reaccionaste, creo que algo de eso puede ser verdad- dijo mirando a Finlandia alegremente

- ¡N-no es verdad! - se defendió el finlandés, aún sonrojado - ¡S-Su-san y yo no somos nada! - aclaró, y no supo porqué, pero esas palabras se le hacían vacías, irreales.

Miró hacía el frente, contemplando el paisaje, mientras que en su cabeza todo era un caos. ¿En realidad él sentiría algo por el sueco...?

-¿eso es lo que enrealidad piensas?- pregunto extrañada -si es eso por que decidio formar una familia-solo se penso con miedo, ya que si hablaba en ese momento solo empeoraria las cosas, desvio la mirada ante el pensamiento

- S-sí... digo... eso creo... - susurró quedamente, mientras que en su mente se repetían todos sus momentos junto al sueco.

Ellos habían formado una familia. Una muy extraña, pero una familia a fin de cuentas. Además que con el paso del tiempo, Finlandia había aprendido a conocer al verdadero yo de Suecia. Podía aparentar ser un asesino en serie, pero en realidad era un oso de felpa enorme que podías abrazar durante horas, sin que este te hiciera nada.

Sonrió ante ese pensamiento y miró a su alrededor, esperando con ansias el poder divisar al sueco a lo lejos.

- Tal vez... si quiera a Su-san... - habló sin pensar, y sin saber que cierta niña lo había escuchado.

-encerio?- se pregunto aun mas confundida de lo que ya estaba, ¿acaso no le habia dicho que no eran nada?

Se sonrojó nuevamente cuando se dio cuenta de lo que había dicho. Lanzó un grito de frustración, mientras que se revolvía los cabellos, totalmente confundido.

Después de lograr tranquilizarse, miró hacia su regazo, con gesto preocupado. Suspiró y cerró los ojos.

- La verdad... es que no lo sé... ¿de verdad quiero a Su-san? ¿o sólo es una secuela del hecho de que me esté llamando esposa todo el tiempo? - suspiró nuevamente y ocultó su rostro entre sus piernas -. No lo sé...