Visita sorpresa [Privado] [Advertencia]

Sintió como el neozelandés se agarraba a su camisa. Pero, la verdad, ya comenzaba a molestar. Se desabrochó los botones de la camisa y la echó a un lado, sin detener el beso.

De nuevo, empezó a recorrer el cuerpo de Marama con una mano, pasando desde su cuello a su cintura, acariciando las piernas del contrario por encima de los pantalones. Se detuvo un momento, para separarse y tomar aire. Luego continuo el apasionado beso, recorriendo todo el cuerpo del contrario con la mano.

Observó los ojos del otro. Su sonrisa era tan hermosa, y se sentía tan bien cuando el otro acariciaba su cara... Sintió el sentimiento del beso, notó que se estaba precipitando y acarició el suave pelo del neozelandés con ternura. Pasó un dedo por el contorno de su cara, no quería detener el contacto con su cálida piel, pero tampoco quería apresurarse. Todo a su ritmo, ya llegaría el momento.

Continuó el beso, queriendo demostrar que podía, o al menos intentaba, controlar la desbordante pasión que sentía. No quería asustarle. Por supuesto, estaba dispuesto a llegar lejos, pero no si Marama no lo quería.

Sintió esta vez como el otro se encarga de aumentar de nuevo la pasión del beso, acercando más sus cuerpos. Interpretó que quería continuar con lo que estaban haciendo, al igual que él. Dejó que la pasión desbordante que sentía se liberase, dejando que su mano se fuera por el cuerpo del otro hacia el pantalón. No sabía si debía hacerlo, si el neozelandés iba a decir que era ir demasiado lejos, pero no podía evitarlo. Poco a poco, comenzó a bajar la prenda, continuando el apasionado beso.

Pudo comprender que el otro estaba nervioso, casi creía que detendría el beso, pero no fue así. Es más, pudo sentir como el otro le ayudaba a deshacerse de la prenda, cosa que le sorprendió un poco. Al fin logró deshacerse del pantalón, quitándolo de las piernas del neozelandés y haciendo que cayese al suelo. Se quitó también los zapatos, con facilidad y sin necesidad de detener el beso más de lo justo, para respirar un poco. Aprovechó el momento de la ligera separación para pasar su lengua por los labios del otro, luego volvió al apasionado beso. Acariciaba con su mano la piel del neozelandés, incluidas sus piernas ahora denudas y su cintura. Deseaba tener el máximo contacto con ese cuerpo, lo necesitaba como se necesita el aire para respirar. Poco a poco, fue deslizando la mano hacia el único lugar que aún no había tocado, con deseo, pero también con cierta suavidad.

Casi se podía palpar el nerviosismo del otro ante las caricias de la mano del australiano, que hizo contacto con aquella parte en el mismo instante en el que Marama atraía más sus cuerpos. Mientras iniciaba una caricia por encima de la prenda, con su mano libre comenzó a desabrochar su pantalón. Toda duda, todo miedo que hubiera sentido antes había desaparecido, siendo sustituido por un desbordante deseo, una pasión ciega y una lujuria incontrolable. Intensificó la pasión del beso, recorriendo toda la boca del otro con su lengua.

Podía sentir los leves suspiros del otro, ahogados por su beso. Deslizó el pantalón por sus piernas, interrumpiendo el beso una vez su penúltima prenda había sido retirada. Se apoyó en las piernas y puso las dos manos a los lados de la cabeza de Marama, mirándole con deseo. Observó cada centímetro de su cuerpo y lo recorrió entero con la punta de sus dedos, en una suave caricia. Sonrió para volver a quedar a escasos centímetros del otro y comenzar a besar su cuello, mientras seguía haciendo caricias por todo el cuerpo del otro con la otra mano.

Alzó la cabeza para morderle la oreja jugetonamente, procurando no hacerle daño. Luego volvió a besar el cuello del otro, a veces alzando la mirada para contemplar la cara del neozelandés.

Sonrió ante el comentario del otro. Posó sus manos dulcemente en ambos hombros del menor y separó su cabeza del cuello unos centímetros. Comenzó a acariciar con dulzura uno de sus hombros, para luego besarle con ternura en la mejilla.

-Casi -Susurró, para luego depositar un ligero beso en el cuello del otro. Movió un poco sus piernas, sintiendo la necesidad de juntar más sus cuerpos, a pesar del abrazo que le ofrecía el menor.

Volvió a recorrer las piernas del otro con una mano, deteniéndose de nuevo en su cintura y comenzando otra caricia por encima de la prenda que aún quedaba. Se preguntó si debería alargar más el momento de quitar esas últimas prendas, mientras se encargaba de ir subiendo los ligeros besos del cuello a los labios de Marama, para empezar otro apasionado beso.

Observó durante unos segundos los ojos del otro, sonriente. Ese comentario era lo que necesitaba para estar completamente seguro de hacer lo que quería hacer. Mientras volvía a depositar ligeros besos en el cuello del otro, pasó la mano con la que estaba acariciando bajo la prenda, para tener contacto directo con la piel de aquella zona. Con la otra mano, comenzó a deslizar la prenda para quitarla, poco a poco, disfrutando del momento. Una vez hubo quitado la prenda restante de las piernas del otro, movió una de las manos de Marama hacia la prenda que aún le quedaba al australiano, sin detener las caricias, esperando que el otro captara la indirecta.

Podía sentir con su mano la evidente erección del miembro del otro en sus manos. Juntó más sus cuerpos, ahora desnudos, mientras continuaba los besos por el cuello del otro. Podía escuchar los leves gemidos que emitía, aunque quisiera reprimirlos, eso solo hacía que el placer que le producía oírlos aumentase. Comenzó a recorrer con su lengua un lado de su cuello, mientras continuaba acariciando con la mano el miembro del otro. Una vez hubo acabo su recorrido con la lengua, comenzó a masturbar al contrario y recorrer con su boca, poco a poco, su pecho.

Volvió a recorrer el cuello del otro con su lengua, siguiendo el ritmo de su mano. Ni despacio, ni excesivamente rápido, ya que no era su intención el asustar al otro. Podía percibir como reprimía sus gemidos, así que subió su cabeza hasta llegar a la oreja del otro. La lamió un poco para pegar el labio a su oído.

-No tienes por qué reprimirte -Le susurró dulcemente. Cogió con la mano que tenía libre una de las manos de Marama y entrelazó sus dedos, antes de besarle en los labios con la pasión de los besos anteriores y aumentar un poco la velocidad de su otra mano.

Se detuvo un momento, interrumpiendo el beso y el movimiento de su mano, para observar al contrario un momento. Aprovechó ese momento para jadear un poco, aunque no estaba cansado, casi le sorprendió pensar que quería más, no iba a contentarse solo con aquello. Acercó sus labios a la parte del cuello que no había recorrido con su lengua, para lamerlo un poco. Cerró los ojos y mordió suavemente la parte por la que había pasado su lengua, como si fuera un vampiro. Al mismo tiempo que mordía, volvió a masturbarle, esta vez más rápido. Movía su lengua por el cuello del otro, comenzando un recorrido hacia su pecho. Una vez hubo llegado allí, mordió suavemente uno de sus pezones, sin atenuar en ningún momento el ritmo de la mano que ocupaba el sexo del otro.

Disfrutaba de los gemidos del otro, que tanto deseaba escuchar. De vez en cuando, él también respondía con algún leve gemido del placer que le causaba todo aquello. Sintió como el otro arqueaba la espalda tras morderle el pezón, y levantó levemente la cabeza para observarle, sin detener el ritmo su mano. Deseaba el máximo contacto con el cuerpo que tenía bajo él, ese cuerpo que amaba. Cerró los para volver a recorrer con su boca el pecho desnudo del contrario. Sentía un inmenso placer a cada gemido que el otro emitía, mientras jugaba con el pene de éste, acercando más sus cuerpos con la otra mano.

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(Kevin... Kevin... Si alguien pregunta, se fue a jugar con los kiwis al ver que había cumplido su trabajo 8DU)