Visita sorpresa [Privado] [Advertencia]

Oyó como el otro balbuceó su nombre, cosa a la que respondió con una lamida en el ombligo del otro. Siguió descendiendo poco a poco con su boca, para luego retirar su mano y dejar que su lengua hiciese el trabajo ahora. La pasó por toda la longitud del miembro del otro, asegurándose de no dejar ni un solo centímetro. Hacía solo unas horas, el mero pensamiento de haber hecho algo como eso le habría parecido inimaginable, imposible e inalcanzable. Pero ahora le tenía ahí, no era ningún sueño o fantasía. No, era real. Y, aunque aún le costaba asimilar como las cosas habían llegado a esto en tan poco tiempo, no iba a desaprovechar una oportunidad que había deseado desde hacía tanto tiempo.

-Ma... Marama... -Susurró, en uno de los momentos en los que retiraba su lengua del miembro del otro.

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(Ñaaa, Amyyyy! ;O; ¡No te preocupes! No es culpa tuya, han pasado muchas cosas D: Aunque yo pensaba que no querías seguirlo D: No te preocupes x3 Te juro que me encanta como posteash n0n

*además está feliz porque es su post 1111 x3u*)

El placer que le ofrecía esa escena no hizo más que aumentar cuando oyó los desenfrenados gemidos de Marama, esos gemidos que tanto deseaba escuchar. Dejó de utilizar su lengua, para llevar el miembro del otro a su boca e introducirlo lentamente en él, para comenzar a introducirlo y sacarlo lentamente de ella. Iba aumentando el ritmo progresivamente, hasta que escuchó las palabras entrecortadas del otro.

-¿Ah? -Alzó la vista, retirando su boca una vez más. Comprendió lo que el otro quería decirle por su jadeante rostro y sus gemidos, así que pasó, por última vez, la lengua por la extensión del miembro del otro, para luego volver a quedarse a su altura, observando su hermosa cara sonrojada. Separó lenta y delicadamente las piernas del otro, acercando su miembro a la entrada del rubio, pero sin llegar a penetrarle. Miró la jadeante cara del otro y le dio un tierno beso en los labios-. Marama... -Murmuró en sus labios-. E... es la primera vez que hago esto... -Confesó. Agarró una de las manos con las que el neozelandés se aferraba a las sábanas que se extendían bajo los dos, obligándola a abrirse y entrelazar sus dedos-. Solo espero... que te agrade tanto como me está agradando a mí...

Dicho eso, comenzó a introducir lentamente su erecto miembro en la estrecha cavidad del menor. Sabía que el otro no aguantaría mucho, pero también sabía que él no tardaría en llegar a la cumbre.

Sintió como el otro aferraba fuertemente su mano, apretón que dejó que diera con todas las fuerzas que quisiera. Empezó a un ritmo lento, ya que él mismo tenía que acostumbrarse a entrar y salir del otro. Poco a poco, fue haciendo más rápido el ritmo, en ocasiones deteniéndose más tiempo para introducir completamente su miembro en el otro.

De vez en cuando, dejaba escapar pequeños gemidos de placer, producidos por el roce incansable de sus cuerpos desnudos. ¿Cuántas veces había soñado con aquello? No pocas, desde luego. Pero siempre como una fantasía, un deseo que sabía que jamás sería real. Y ahora le tenía ahí, bajo su cuerpo. En cierto modo, era algo extraño, ¿cómo habían llegado las cosas a ese punto? Realmente ni siquiera recordaba el motivo real de su visita a la casa de su hermano. Pero eso realmente no importaba ahora, ¿no? Quería centrarse en el neozelandés, hacerle saber que en ese momento lo único que le importaba era hacer sentir bien y, por qué no, hacerse feliz a él mismo a la vez.

Era más que inevitable. Era su primera vez y aquello era aguantar demasiado. Lo había contenido por todo el tiempo posible, pero no se podía retener lo que su cuerpo pedía a gritos. Dejó salir de sus labios un largo suspiro, al mismo tiempo que dejaba que también saliera su semilla en el interior del rubio. Se aferró fuertemente a la mano del otro. Le temblaron las piernas durante un segundo y sacó su húmedo miembro del interior del contrario.

-Ah... ah... Ma...Marama... -Su respiración se había vuelto un jadeo, y miraba a los ojos a su hermano, con la cara sonrojada. Tragó saliva. Quería decirle algo al rubio, pero realmente no se le ocurría qué decirle después de lo que acababa de hacer en su interior.

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Oh, y ahora, ofrecemos en exclusiva algo que posiblemente todos nos estamos preguntando.

¿Qué hacía, mientras tanto, el koala Kevin?

Bien, algunas pensarán que cogió una cámara para grabarlo todo y estaba cumpliendo su misión de voyerista. Al fin y al cabo, los otros dos estaban demasiado 'apasionados' como para darse cuenta de que eran grabados por una videocámara koalística que luego subiría esa actuación a hetatube. Pues no, este koala era mil veces más original que eso. Por supuesto, no podía defraudar a los miles de fans que esperaban algo de lemon vivo, pero Kevin sabía hacerse el inocente. Como siempre, se encargaba de dejar videocámaras por cualquier lugar en el que pasaba, videocámaras que recogería en cuanto su dueño no se diera cuenta. Así que, con todo el sigilo que caracteriza a los koalas, Kevin salió de la habitación del neozelandés, para bajar al jardín y colgarse del primer árbol que encontró. No eran como los árboles a los que estaba acostumbrado, pero le serviría. Trepó todo lo que pudo hasta una rama que hasta parecía estratégicamente colocado, puesto que desde allí podía oír todo lo que ocurría dentro de la habitación que había dejado. Pero qué koala más listo que eres, Kevin se elogió mentalmente, en el idioma que solo los koalas entienden.


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(*Ruega que Amy y todas las stalkers que leen el tema no hagan caso a lo que escribió sobre Kevin* No pude evitarlo x'DUu)

Se perdió en la mirada del otro durante unos minutos que le parecieron eternos. Se sentía estúpido, sabía que tenía que decir algo, no podía quedarse embobado observando la hermosa cara de su hermano, no después de lo que habían echo. Sin embargo, lo único que tenía que decir, lo único que le parecía que podría decir en aquel momento, era más que obvio.

Dejó caer su cuerpo a un lado del neozelandés, aún mirándole tiernamente. Alzó una mano para retirar el cabello y algo de sudor de la frente de este. Tragó saliva una vez más. Su respiración poco a poco volvía a ser normal, lo cuál le permitió comenzar a pensar con claridad. Realmente, no existía sentido alguno a no decirlo, así que con su mano atrajo el cuerpo del otro hacia él, abrazándole fuerte y protectoramente, como si temiera que cuando hablase el rubio desapareciera de su lado. Dijo la obviedad.

-...Te amo... -Susurró tiernamente en su oído. Le acarició el pelo, dejando los labios al lado de su oreja.

Se sentía bien. Se sentía extremadamente bien abrazado al otro, sintiendo su corazón latir aceleradamente junto al pecho del rubio. Sabía que aquel recuerdo nunca se borraría de su mente. Había cogido la virginidad de su amado, a quien al mismo tiempo le había entregado la suya, se le había dado el privilegio de ser el primero en tocar de ese modo al otro. Y sentía que deseaba estar así para siempre, que el tiempo se detuviera y sentir que en el mundo no existían nadie más que ellos dos, sus cuerpos desnudos abrazados y la perfección de la escena.

Cerró lentamente los ojos, dejando que sus otros sentidos captasen todo. Su lengua saboreaba aún algo del sabor que quedaba de aquellos besos, su piel contactaba directamente con la contraria, por sus pulmones entraba el olor del otro, sus oídos captaban cada respiración, cada latido del corazón, y también captaron la pregunta.

Abrió lentamente los ojos, como dándose tiempo a reaccionar, mientras pensaba profundamente en la pregunta. ¿Qué será de nosotros ahora? Era una gran pregunta y, aunque era cierto que había solo una cosa que le hubiera gustado responder... por primera vez en tu vida, no seas tan egoísta, Allan. Debía poner los deseos, los pensamientos y los sentimientos del otro ante de los suyos propios. Por alguna razón, sentía que era "lo justo".

-Nosotros... -Murmuró. Se forzó mentalmente a no responder su "egoísta respuesta", quiero estar contigo para siempre-. De una manera o de otra, ya nada será igual, ¿verdad? -¿Y por qué se sentía feliz de ello?-. Yo te quiero, y supongo... bueno, supongo que es obvio lo que a mi me gustaría, pero... es más importante para mí lo que pienses tú...-Cerró los labios un momento. ¿Estaba preparado para tanta emoción fuerte en un solo día? ¿Cuánto tiempo llevaba en aquella casa? Había perdido la noción del tiempo, y volvió a hacerlo mientras se perdía en el olor del otro, antes de formular su última pregunta-. Marama... ¿crees que podríamos... ser pareja?

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(¿mala calidad de post? ¿tú quieres saber lo que es mala calidad de post? e,e *señala arriba* pues lee)

Levantó un poco la mirada, observando sus ojos. Sonrió un poco, peinándole un el cabello delicadamente con una mano. Dejó escapar un pequeño suspiro, seguido de una pequeña risa.

-Claro -Dijo sonriente, entornando un poco los ojos-. Claro, ¿en qué demonios pienso? -Volvió a reír, de forma suave y melodiosa-. Hasta hace unas horas éramos solo hermanos... Creo que le estoy metiendo demasiada prisa a todo esto, cosas de ser novato -Sonrió de nuevo, mostrando sus blancos dientes.

La verdad era que, sí, comprendía que el otro necesitase tiempo. A lo mejor, incluso él necesitaba tiempo. Habían pasado demasiadas cosas aquel día, y posiblemente ya nada volviera a ser igual entre ellos. Tardaría en asumir todo lo que había ocurrido. Ya que, repasando... Primero había ido a casa de su hermano, aunque realmente no recordaba la razón de su visita, después había acabado encima de él en la cama, le había besado, le había confesado que le amaban, habían echo el amor... y él iba y le preguntaba de ser parejas. ¿No te lo estás tomando con mucha rapidez? Aún le costaba un poco asimilar que el neozelandés supiera sus sentimientos, y le costaba aún más pensar en que ya no era virgen.

Aunque había abrazado más fuerte al rubio cuando le notó temblar, ahora soltó un poco el abrazo, para llevarse una mano a los dos simpáticos mechones de pelo que desafiaban la ley de la gravedad en su cabeza. Volvió a peinarse un poco esa zona del cabello.

-Creo que será mejor que nos vistamos... -Comentó, pensando que tal vez la desnudez de ambos incomodase un poco. Intentó recordar donde había dejado la ropa antes de todo aquello, aunque la verdad era que en un momento de sus recuerdos las ropas simplemente desaparecían del mapa, a lo mejor porque no eran dignas de nada de atención en aquellos momentos... Genial, tendría que buscar desnudo su ropa interior por aquella habitación.

Sintió de pronto que cada palabra le rasgaba un poco más el corazón, y confundía todavía más su mente. Pero no podía pensar sólo en sí mismo, ante él estaba Allan, una de las personas más preciadas para él, y estaba sufriendo… por su culpa. Él mismo le hacía daño con sus dudas, aún cuando se acababan de entregar en cuerpo y alma, y es que las cosas no podían cambiar de manera tan apresurada.

Le miró fijamente mientras hablaba y aún después de que lo hiciera. Al sentir que soltaba un poco el abrazo, él presionó su cuerpo todavía más al del otro, no quería dejar de sentir su calor, además, aunque no quería admitirlo, le avergonzaba un poco luego de todo lo dicho y hecho, pero, más que nada, sentía que necesitaba aferrarse a ese cuerpo para que las cosas estuvieran bien, mientras estuviera ahí, con él, no perdería su rumbo.

-Lo siento… -fue lo único que se le ocurrió decir al ver la reaccionar de esa forma.

Soltó definitivamente el abrazo y se sentó en el borde de la cama, buscando, con la mirada algo perdida, su ropa en el suelo. Comenzó a vestirse lentamente, comenzando por su camisa. Sentía que el cuerpo le pesaba, mientras que a la vez su mente rehuía las preguntas y respuestas tan dolorosas que le atacaban una y otra vez. Claro que nada sería lo mismo ahora, nada. Ya no vería a su hermano de la misma forma, ya no podría pensar objetivamente en los asuntos que concernían a ambas naciones. Algo estaba cambiando en él. No. Algo estaba naciendo dentro de él.

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(PD: no está embarazado e_eU)

Volvió a sonreír cuando le sintió aferrarse más fuerte, cosa por la cual volvió a pasar su brazo por su espalda. Le dio un pequeño beso en la mejilla al oír como se disculpaba, aunque en cierto modo, eso le hacía sentir... ¿culpable?

Le siguió con la mirada al ver como se ponía la camisa, y decidió que no tenía sentido seguir ahí tirado. También se sentó en la cama, buscando con la mirada su ropa interior. La encontró, estaba casi en la puerta de la habitación. Soltó un pequeño suspiro, algo avergonzado, acercándose a la puerta para ponerse la prenda. Siguió buscando el resto, intentando no mirar hacia su hermano, mientras se preguntaba cosas como qué haría ahora, ¿podía seguir en su casa como si nada? Venga, claro que no... Posiblemente ni se atrevería a mirarle a la cara.

-Eh... -Murmuró mientras se ponía los pantalones-. Creo que será mejor que me va... -Pero, justo cuando se abrochó el pantalón, se detuvo y se dio cuenta de algo-. E-Espera un momento... ¿y Kevin?

El pequeño animal por el que había empezado todo, ¿dónde estaba? ¿Acaso había estado delante durante pasaba todo aquello? Pensaba que debía de haber quedado traumatizado... aunque no se le veía.

Por supuesto, el koala seguía atento a todo lo que pudiera pasar, desde la rama de su árbol, aunque decidió ocultarse un poco para que su dueño no le encontrase.

Paseó la mirada por toda la habitación, preocupado por el animal. Claro que no era la primera vez que el koala desaparecía sin dejar rastro, pero siempre se preocupaba por su mascota cuando eso ocurría.

-A-Ah... -Balbuceó al oír al otro, mirándole de nuevo-. Sí, es una buena idea -Asintió con la cabeza. Intentó distinguir la camisa con la que había llegado, pero no la encontró, y decidió que sería mejor encargarse del koala y luego volver a por ella-. Voy contigo -Sonrió, antes de ir con Marama y abrir la puerta poniendo su mano sobre la del otro.

Ese simple contacto hizo que una fugaz sonrisa se escapara de sus labios, y tuvo que reunir todas sus fuerzas para frenar el arrebato de volver a darle un beso, aunque fuera uno pequeño. Lo importante ahora era su animal y, además, un contacto entre sus labios en aquel momento sería una jugada muy arriesgada por su parte.

Se quedó detrás del neozelandés para dejarle pasar a él primero, pensando sobre el posible paradero del koala.

-No le gustan mucho los lugares cerrados... Así que posiblemente haya salido -Comentó, pensando en la mala cara que podía llegar a ponerle el animal por pasar demasiado tiempo dentro de las paredes de su amplia casa-. Será mejor que busquemos por fuera -Propuso.

Sus reflejos rápidamente le hicieron posar una mano a pocos centímetros de la cintura de Marama al sentirle perder el equilibrio, aunque sin llegar a tocarle, preparado por si acaso. Le observó, preocupado, sin cambiar la postura.

-¿E-Estás bien? -Se apresuró a preguntar. No se le había pasado por la cabeza el echo de que el otro sintiera mareos, o alguna clase de mal estar. Tal vez porque él seguía sintiéndose en el cielo, o a lo mejor su constitución física así lo quisiera. Fuera como fuere, no podía permitir que el neozelandés saliera de esa forma de la habitación; puede que a veces no tuviera muchas luces, pero podía percibir que algo le pasaba a su hermano-. Será mejor que descanses -Le dijo con una sonrisa protectora, haciendo retroceder ligeramente una de sus piernas para dejarle camino hacia la habitación, por si acaso-. Deberíamos ir a por Kevin cuando no te de un ataque al intentar caminar, ¿vale? -Volvió a sonreír ampliamente, mostrando sus blancos dientes-. Lo último que quiero es que te acabes cayendo por buscar a mi mascota.