Castigo de Suiza

(Que susto, galletas de chocolate envenenadas por Suiza marca Nestlé D: estarán tan ricas que Alfred, sabiendo que están envenenadas, las comerá igual )


Un silencio inicial se posó entre ellos luego de la torpe excusa del americano el que, al no haber siquiera imaginado ser descubierto, no había pensado en una buena excusa para haber aparecido de esa forma en su segundo piso.

"No, es que estaba preocupado por que te quedases solo con ese psicópata, así que estaba espiándoles para asegurarme de que nada pasase"... oye, no sonaba tan mal.


- Ah, Arthur...- pero fue cortado al escuchar su nombre en los labios del otro. Se calló y le miró, viendo como fruncía el ceño, hablando luego. ¿Pensado? ¿Pensado en qué?... ¿y por qué no podía mirarle?.


Algo confundido, comenzó a bajar las escaleras, aunque frunciendo ahora él el ceño. ¿Qué le pasaba a Arthur? ¿Por qué no le miraba? Por lo que había hecho se hubiera imaginado, como mínimo, unos 10 minutos de insultos y quizás golpes de agregado. Pero el británico no hacía nada.

La frustración y confusión dejó paso al enfado, dando pasos más firmes mientras su espalda se erguía nuevamente, más confiado, llegando al final, mirando a Arthur a los ojos, sonriendo luego irónicamente.


- Por lo que veo te has hecho buen amigo de Suiza... deben ser muy cercanos, para permitirle andarse paseando por mejillas con tanta soltura...- sonriendo, con los ojos indignados, pero sin demostrarlo en nada más.


Podía ser que el británico le hubiera rechazado, pero él no le perdonaría al Suizo esa confianza autoconcedida.

Le faltaban muchos años de cercanía para poder tocar a Arthur. Él le haría pagar.

El mueble de caoba temblaba levemente ante la presión que las blancas manos británicas le ejercían encima, pues el que el americano tan solo hubiese susurrado su nombre antes de bajar había aumentado el nervioso temblor de todo su cuerpo, haciéndole mirar a Alfred con una profunda confusión y dolor. Escuchó sus pasos por sobre cada escalón, y enseguida desvió su rostro hacia abajo, mirando hacia un costado, a un punto muerto e intentando ocultar sus verdes ojos lo más posible.

“E-ese idiota… ¿re-realmente piensa que no recuerdo nada…?” llegó a pensar, apretando sus dientes y cerrando sus manos en puños alrededor de la madera; al no haberle puesto atención a aquellos profundos ojos no pudo darse cuenta de la mirada que le otorgaba, pero sí la sentía… podía sentir aquella frustración, aquella indignación. Toda dirigida hacia su persona, pero… ¿por qué? Eso le hacia temblar… eso le dolía. ¿Cómo podía pensar que no lo recordaría? Algo así, algo que tantos sentimientos había hecho florecer en su persona y que todavía ahora le eran casi imposibles de aclarar…

Claro que… el que no le hubiese casi hablado desde ese día debía de haber contribuido…

Es decir, habían hablado, sí. En la Conferencia Mundial habían hablado, pero de nada que pudiese considerarse personal; muy por el contrario, al británico le había dolido bastante que Alfred pudiese mostrarse como si nada después de lo ocurrido, tratándole casi con indiferencia. Hubiese preferido mil veces que le acusase, que le culpase de haber provocado al suizo para que le disparase o…cualquier cosa; cualquiera excusa, excepto la fría indiferencia. ¿Cómo esperaba que le mirase a la cara entonces? Le serviría mucho más saber porqué rayos estaba ahí… “América…idiota… ¿Por qué rayos me haces esto?” avergonzado por los recuerdos, torturado por los sentimientos.

- W-what…? –su mirada resurgió de aquella posición, aunque no se enfocó en América sino en las baldosas, elevándola hasta dejarla al frente, en un punto muerto del pecho ajeno, a medida que escuchaba aquel comentario y, sobre todo, el doloroso tono con el que le era dicho. – Pero… ¿q-que tonterías…dices…? ¿Por qué hablas así…? –articuló, sin ser capaz de mirarlo en ningún momento y bajando el rostro con dolor. ¿Por qué estaba siendo tan cruel con él? Si él no le había hecho nada… Unas gotas cayeron al suelo, mientras un aroma dulce y empalagoso llegaba lentamente e invadía la sala del tenso ambiente, con origen en la cocina donde el suizo se encontraba.

El amargo contraste entre el dulce aroma del azúcar y el salado de sus lágrimas.

Tonterías. Por supuesto.

Él era siempre el que hablaba tonterías. El que sentía tonterías. El que hacía tonterías. El que pensaba tonterías. Siempre él.

Porque era más joven, porque era más idealista, porque... por que era, simplemente, él.

Solo por eso los países europeos se sentían con la libertad de decirle que hacer. De reírse, de mirarle en menos.

Podía no siempre demostrar que le importaba. Era más fácil simular que no le interesaba, o que no les escuchaba. Mucho más fácil que reconocer que se sentía demasiado joven, y que por eso quería crecer más y más. Volverse poderoso. Para tratar de con eso opacar los siglos de diferencia.


- Aha... tonterías... of course, Arthur, yo siempre digo estupideces... - se encoge de hombros, como desinteresado, pero no se esperó aquello.


El americano tragó saliva, y se removió incómodo al ver como el británico derramaba una, otra y otra lágrima más. Confusión se leía en su mirada, puesto que no estaba acostumbrado a verle llorar sobrio. Nunca.


- ¿A...? - se cortó, al dar un paso hacia él, con la mano estirada, pero apretó el puño y cerró los ojos, devolviendo la mano a su costado - Me voy...


No tenía nada que hacer ahí. Por que no había nadie que quisiera ser protegido. ¿Entonces de que servía ser Héroe?

Pasó por su lado, cabizbajo. No pediría disculpas. Por que no sabía por qué debía hacerlo.

Esas lágrimas serían posiblemente culpa suya. Pero...

Con mucha destreza preparo aquella masa, y con suavidad acomodo los ingredientes para meterlas a ornear y un dulce aroma invadió todo el lugar, verifico que el agua estuviera a la temperatura indicada, como una ocasión leyó que los ingleses la bebían para preparar el te, un poco de manzanilla con unas gotas de limón y lo coloco en una tetera de porcelana blanca con rosas rojas, para después colocar la charola de galletas delicadamente colocadas debajo de un mantel para evitar que se vieran.

Con cuidado empujo aquel carrito de postres fuera de la cocina, pero fue cuando lo vio,
Arthur llorando, Alfred despidiéndose y una atmosfera tan pesada, sin pensarlo dos beses dejo el carrito y tomo el brazo del norteamericano para impedir que escapara.

–Que paso aquí- dijo con voz peligrosa y helada aplicando mas fuerza de la necesaria para retener al americano –Te dejo un momento y haces llorar a Inglaterra- susurro para que solo Alfred escuchara.

–Tu no te vas de aquí hasta que todo esto quede arreglado- le dolía, le dolía el alma y el corazón, sus palabras aun siendo duras y sin emoción trasmitían una terrible soledad pues sabia que después de ese día la persona a la que amaba ya jamás podría estar a su lado, pero prefería verlo feliz al lado de otro que sufriera estando a su lado.

Pues ya lo había decidido, sin importar lo que ese día pasara no volvería a llorar, ya que la persona a la que tanto amaba quedaría en buenas manos, aunque América necesitara unos buenos golpes primero para entender aquello, pues ese egocentrista era de quien Arthur se había enamorado.


----------------------------------------
T-T lo siento por el final, la luz se me fue cuando lo habia terminado y tube que reescribir el final del post u_u lo siento

Él realmente no comprendió lo siguiente; lo único que llegó a percibir de Alfred fue el movimiento de aquella mano, aquella que hizo el amago de acercarse a él y reconfortarlo, aquella que le dio la enorme necesidad de ser abrazado, y aquella que durante escasos segundos que para él fueron eternos, le hizo llenarse su alma de esperanzada emoción.

La misma emoción que surgió en tan pocos segundos se evaporó luego, cuando esos labios pronunciaron las palabras y aquella figura representó su mayor miedo: Alfred volviendo a abandonarlo. Sus ojos se abrieron casi descolocados al sentir que pasaba por su lado y le daba la espalda, yéndosele el alma a los pies y helándose en el mismísimo segundo anterior a la llegada del suizo.

- ¿Are you going to leave me... again? (¿Vas a dejarme... otra vez?) - Susurró, con el delgado y fino hilo de voz que su garganta mantenía en ese momento, demasiado shockeado y hundido como para hacer otra cosa. Incluso sus lágrimas se detuvieron de forma parcial y caían tan solo las que ya habían abandonado los párpados, marcando surcos que luego se secaban en su piel, brillando ante cada relámpago que sonaba por fuera.

El aroma dulzón se intensificó y Gran Bretaña levantó su vista hacia el recién llegado suizo que, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba reteniendo al americano, hablándole primero y susurrándole despúes, aunque Arthur en realidad, no fue capaz de escuchar nada; lo único que escuchaba era a su mente debatirse entre el aceptar o negar, de una vez por todas, aquellos sentimientos que estaban cada vez más a flor de piel. Tembló unos momentos antes de poder balbucear una respuesta a las últimas palabras de Vash.

- N-no se a qué te refieres con... 'arreglar'... a mí me queda muy claro que él... sólo se quiere alejar de mí...- Aunque susurró eso, con todo el dolor y la carga que para él representó, un pensamiento no dejaba de rondarle...Si quería alejarse... "¿Por qué llegamos a lo que llegamos ese día...? ¿Por el alcohol...? ¿Solo...por eso?" Mordió su labio inferior, callando tembloroso, afectado.

No... no podía ser sólo por eso. Él no lo hizo por eso... y quería creer que el estadounidense tampoco.
-------------------------------------------------------

((Me disculpo por la insultante tardanza TTOTT Si hay algo que no les gusta, me avisan y le cambio >w<)