Café y Miel [Libre!]

Ya estaba cansada de estar encerrada en casa sin hacer nada, sin poder hablar con alguien. Tomó sus cosas y abrió la puerta con determinación, respiro profundamente y cuando se sentía dispuesta a regresar un pequeño sonido de dolor la hiso girar su cabeza, y al hacerlo pudo observar a un pequeño animal que se retorcía de dolor. Se acercó lentamente y notó que era una de sus patitas, sin pensarlo dos veces arrancó un retazo de s vestido y envolvió aquella parte del cuerpo del curioso personaje, su corazón no era tan frío después de todo.

- No te preocupes, todo estará bien - exclamó y luego le sonrió.

Mientras se levantaba llegó otro de ellos, se enredó un poco pensando de que animal se trataría, los dos se veían como gatos, pero un poco más grandes, no podían ser tigres, aun curiosa invito extendiéndole su mano a su segundo acompañante, que parecía ser la madre.

- ¿Están… perdidos? - les preguntó, o más bien, se preguntó a sí misma.

Soltó una gran carcajada, se burlaba de cómo de un momento a otro comenzó a hablarle a un par de gatos gigantes. Los nombró “Café” y “Miel”. Suponía que tenían hambre, al igual que ella, no quería volver a casa, solo se quedo esperando el anochecer, con la esperanza de encontrar alguien más con quien poder hablar, o por lo menos que la ayudara a saber que eran esos animales, o a quien pertenecían.

Levantó la vista lentamente. Ella… había visto alguna vez a aquel chico, le parecía conocido pero su memoria no era tan buena. Tal vez un viejo amigo, o uno más de los “subordinados” de su hermano. No sonrió ya que siempre mantenía su imagen seria, y su rostro sin expresión cuando estaba junto a alguien más.

- Muy buenas tardes - aun pensando en su nombre le extendió la mano con una expresión más suave, con un aire de felicidad.

Se levantó (ya que se encontraba agachada observando a los pequeños Café y Miel) para poder estrechar dignamente la mano de aquel chico, sabía que lo conocía pero no estaba segura de su nombre.

- D-Disculpe… - exclamó con un leve tono de vergüenza, no quería parecer descortés por no recordarlo. - ¿Lo conozco de alguna parte? - Trató de sonreír.

Un poco sorprendida le sonrió, tal vez para disculparse. Pensando un poco logró recordarlo totalmente, por supuesto ¿Cómo pudo olvidarlo?, era aquel chico, en el fondo siempre le tuvo un poco de… celos, no soportaba a otra persona cerca de su hermano.

- No, no se equivoca - Hiso una pequeña pausa - Claro, ya puedo recordarlo –

Siempre lo ignoró, no hablaba mucho, y cuando lo hacía nunca a ella, se le veía bastante diferente a cuando lo conoció. Tal vez un poco mayor, o más alto…

- Luego pasaste a vivir con… América ¿No es así? – frunció un poco el seño a Alfred, ella también paso un buen tiempo con él.

Andaba sin rumbo fijo y sin haberse propuesto meta alguna, con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo algo arropado para el tiempo que hacía mientras miraba con distracción alrededor suyo, cruzando una extensión bastante vasta de tierra que le abría una vista preciosa ante los ojos.

Había querido salir tan solo para despejarse un poco y cambiar de entorno, puesto que su propia casa se encontraba bastante poco hospitalaria en aquella época y aunque se viese acostumbrado a ello, no dudó en intentar hacer una escapada breve encuanto se le hubo presentado la oportunidad.

No tenía la certeza de poder acabar encontrándose con alguien en un lugar como aquél, por lo que cuando vio a lo lejos a dos personas hablando en voz baja, con una pareja de animales que no lograba reconocer sin estar muy apartados de ellos, decidio acercarse empujado por la curiosidad mientras intentaba reconocerles a ambos.

Les saludó con la mano distraidamente, esbozando una media sonrisa, aproximándose un poco y repentinamente dandose cuenta de que le resultaban extrañamente familiares las caras de los dos, mientras fijaba la mirada en ellos.

- Hola, - murmuró a media voz, aun sin estar seguro si era cierto lo que había pensado. Hesitó un poco antes de acabar la frase. - No se por qué, pero me da la impresión de conoceros de algun sitio...


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(nee me quiero meter *-*~)

-¿Eh? -Eric se giró, curioso, al escuchar aquella voz... ¿Ajena? ¿Conocida? No pudo decir un adjetivo- Hola -saludó, algo sorprendido.

Le conocía, también un poco de su infancia, no demasiado, alguna vez le habría visto, ¿no era el "vecino", por así decirlo, de Ivan-sama? Según había oído de Francia, Siberia le había dado algunos problemas a Rusia-sama de pequeño. ¿O era Mongolia?. No recordaba claramente, se quedó un poco en su mundo, cuando sacudió la cabeza fuertemente y dirigió su mirada hacia el recién llegado.

-¿Hee...? A mi también me suenas, pero no se me ocurre de qué -dijo, algo nervioso, no sabía como reaccionar... Como siempre.

(( *w* Claro que puedes entrar, aunque Kyo-sama está ausente D: (;//;!! mi linda tachi!) ))

Ella también se vio obligada a girar y observar con detalle aquel rostro. Un poco confundida por sus palabras, saludó tímidamente con su mano. Este sujeto no le daba un buen presentimiento, pero le había visto antes, y sabía que más de una vez.

- Muy buen día. Disculpe, ¿Le conozco? – exclamó con un tono de voz bajo pero elegante.

Seguía examinándole con la mirada, haciéndose escenarios de cómo podría haber conocido a ese curioso personaje. De momento una imagen rodó por su mente ¿Sería este el chico del que Nii-san había hablado antes?

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(Kyo ya no está ausente :D)

Asintió en respuesta, ya con toda la certeza de que, ciertamente, se encontraba ante una de las naciones de su propia familia, si lo podía llamar así.

Se volteó hacia el otro chico que lo había saludado cuando se acercó, parecía estar un tanto más nervioso pero aquello no le influyó a la hora de dirigirse hacia él, sonriéndole de lado.

- Sí, os conozco a ambos, y contigo de hecho solíamos llevarnos bastante bien de niños, - pronunció pensativo. - Aunque después habíamos tenido que separarnos y no he vuelto a saber de tí... Te ves un tanto diferente. Hum... No es de extrañar que no haya podido reconocerte cuando te haya visto.

Le sonrió de igual manera a la chica, al tiempo que metía las manos en los bolsillo con distracción y asentía a lo que había dicho de igual forma.

- Tú debes de ser Belarús... Aunque nunca habíamos tratado mucho, también he oído bastante sobre ti, puesto que indirectamente seguíamos estando en contacto, y... Debo decir que me despierta cierta nostalgia poder veros, - murmuró de pronto, desviando la vista.

Sin importar lo que hubiera pasado anteriormente, seguían siendo personas algo cercanas para él, aunque en aquel momento ni siquiera sábía qué es lo que pasaba en casa de cada uno.


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nee q bien xD ponía q no te conectabas hacía varios dias owO~

El pequeño alaskense no se sintió mal cuando se acercó el otro chico, y sonrió al reconocerle de más de cerca. Ciertamente, había pasado mucho tiempo, y por eso no le extrañaba no recordar al chico. Sonrió tímidamente.

-Mmm... Bueno... Supongo que crecí... Y ya no soy tan... Miedoso como de pequeño... -Sonrió, apenado, al recordar su infancia en la casa de Iván.

Un escalofrío recorrió su espalda, pero pasó, simplemente volvió a sonreír apenado.

Los recuerdos de su infancia venían a él, no era solo los malos recuerdos, si no los pocos buenos momentos. Los que pasó junto a otros niños o cuando aprendía a cazar, o en esos momentos en los que Ivan-sama era buena persona. O cuando fue a casa de America por primera vez.

No todo era malo.

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(( *w*!! Kyo-samaaaaaaaaa!! *estruja* ))

- ¡Por supuesto! Creo que ya le reconozco, Siberia-san - exclamó en voz baja aunque resaltando su acento al decir el nombre de aquel conocido – Debo mis disculpas hacia usted, ya que no podía reconocerlo a primera vista – trató de sonreír para no dejar sus modales atrás, sabía muy bien la persona tan cruel que podría llegar a ser, pero nunca podría tratar a alguien con descortesía, aunque, pensándolo bien, ella había sido un poco maleducada con algunas personas en la casa de Rusia, esperaba que Siberia no haya sido una de ellas.

Observó un rato al otro chico, suponía que siempre fue así de tímido con todos, pero no se explicaba por qué aquel comportamiento extraño, Rusia nunca fue una mala persona con ella, una que otras veces huía de ella, pero nunca llegó a tratarla mal ¿En qué estaba pensando? La actitud de Alaska no era culpa de Rusia, no podría serlo.

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(ICHII~~ *3* *es estrujada*)