Dulce té de limón (Privado)

En un agradable local en el cual se podía aspirar el delicioso olor dulce de postres, café, chocolate y té; el británico leía cómodamente sentado en una sencilla y a su vez elegante silla. Frente suyo humeaba una taza de té de limón con solo 3 cubos de azúcar, un pequeño platito en dónde descansaba esta taza y una cucharita metálica ya usada.

- "¿Cuánto más se demorará?" - pensó frunciendo el ceño con molestia y creando nuevas arrugas en su antes lisa piel del rostro mientras miraba su resplandeciente reloj de plata de su muñeca.

Ya eran 10 minutos pasados de la hora concordada en su "cita". Bueno... aunque no sabía si exactamente la podía considerar como tal.

Todo había empezado hace 2 días, a la hora de término de una junta. Un chico con un gracioso estilo para vestir sombreros (aunque no tan extraños y hasta "mortales" como los de cierto sombrerero loco de cierto lugar) a quien había citado, todo por un lío sin sentido.

Un error de visión, un pastel de waffles con capas de chocolate ajeno asesinado y aplastado en el suelo, una exageración por parte de Francis y, finalmente, por mayoría de votación, la invitación a dicho lugar para "sanar" el incidente anterior.

Si lo pensaba, no había resultado tan mal después de todo. Era la excusa perfecta para relajarse un poco y de una vez visitar ese lugar que había pospuesto el tanto ir, además... no conocía mucho a este chico a quien había invitado; tampoco tenía una buena imagen de él, en principio, por compartir lazos italianos será un niño llorón más, segundo, ¡ya eran 12 minutos los que llevaba tarde! ...aunque por apariencia se notaba ser bastante tranquilo. Si resultase así, tendría una tarde muy agradable con la cual compartir con una nación sin tener que aguantar sus quejidos, insultos, molestias, platos rotos, insistencia de helados, chillidos, animes, figuras de acción, etc.

No quería ir.

Por Dios santísimo que no quería ir.

Todo paso como un remolino, sostenía una “torta di tri monti” en sus manos que se supone sería servida al culminar una de las reuniones de las naciones mundiales y cuando menos se dio cuenta alguien había tropezado contra su espalda y dicho postre se había resbalado de sus manos. Lo último que sabía era que tenía una cita en dos días con ¿Inglaterra?.

Finalmente decidió vestirse porque después de todo un compromiso era un compromiso y el no era tan maleducado como para dejar a alguien esperándole. Fue hasta la agradable cafetería donde se había concretado el encuentro, una vez en la entrada reviso su reloj; 15 minutos tarde, no solía ser impuntual pero supuso que su indecisión le costó en esta ocasión, examinó rápidamente el sitio buscando a la persona que le esperaba, “su cita”. La sola idea de cita hacia que frunciera el ceño, Ezio le gustaba pasar la mayor parte del tiempo y solo conversaba con Italia, no sabría si quiera como tendría esta “cita”. Caminó en dirección al hombre rubio, tranquilamente o al menos eso trataba.

-“Disculpe la demora…”- dijo al acercarse a la mesa donde leía el británico, sonriendo educadamente y dando una ligera reverencia para disculparse –“tuve un ligero contratiempo, gracias por haber esperado...”

y allí estaba, oficialmente su “Cita arreglada” había comenzado.

¡Perfecto! Ya eran 3 minutos más a agregar de los que habían pasado ¡3 MINUTOS! ¡¿Cuánto más le iba a hacer esperar el condenado?! Ofendido, elevó su taza caliente de té hacia sus labios, bajando su libro de bolsillo hasta la mesa y luego bebió sutilmente. Esperaba que aquel dulce sabor le calmase un poco los nervios y rabia de tener que estar esperando la falta de puntualidad de otra nación.

La voz de alguien desconocido hizo disipar toda esa mala vibra que cargaba encima. Ohhh ¡hasta que por fin!

- Good afternoon - saludó en un tono educado de voz intentando no sonar fastidiado y dejando posar su taza nuevamente en el pequeño platito. ¿Había dicho que tuvo un contratiempo? Bueno, era comprensible por ello, cualquiera podía pasar por un lío. Se sintió un poco más tranquilo al escucharle decir eso a pesar de no oír el porqué de ello.

- Descuide, está bien - con una ligera sonrisa amable le indicó una silla vacía frente a él en el otro lado de la pequeña mesa - ¿Tuvo muchas complicaciones con encontrar el local? Mis disculpas por sugerir en este lugar, pero me pareció uno bastante adecuado a menos que desee ir a otro -

Le miraba aun con esa leve y caballerosa sonrisa, aunque, en realidad más que a él era a su sombrero. Intentaba pasar desapercibido la curiosidad que tenía en eso, su forma y detalles... que gracioso. Seguro que de ser Wonderland o Kingdom Hearts ya se lo hubiesen robado para llevárselo a su sombrerero o sino raptado al mismo.

-“no, la verdad encuentro el ambiente agradable y es fácil ver que los postres están muy bien elaborados así que el lugar está perfecto” –dijo tras sentarse donde le había indicado el inglés y sonriendo también educadamente y encogiéndose ligeramente de hombros, aún extrañado por toda la situación –“aunque admito que me fue algo difícil encontrarlo…no creí que la reunión se realizaría en un sitio pequeño…” –confesó algo apenado mas no era del todo cierto, no había tardado tanto en localizarlo pero esa excusa era buena para salir de su tardanza que había sido enteramente su culpa y su indecisión.

No tenía idea de cómo iba a hacer esto, no le miraba a los ojos por su nerviosismo a pesar de que él al parecer le estaba analizando, lo que le causaba un pequeño rubor en sus mejillas y que su ceño se frunciera ligeramente. Pensó que probablemente le diría algo respecto a su estatura como; “como es que si Italia mide 1,73 tu eres 13 centímetros más bajo?” o algo por el estilo, después de todo San marino era el quinto país más pequeño del mundo.

Esperaba a que el mesero viniese pronto o algo, toda esta tensión le había dado un antojo terrible de azúcar, ya sabía él que debía quedarse en casa.