¿Celos? [privado]

Lo que había empezado como un buen día para la ciudad italiana había terminado en un desastre. Y eso que su día al principio no podría haber sido mejor: se había levantado, se había ido a entrenarse para mantenerse en forma, se había ido a atender algunos asuntos con el gabinete del ayuntamiento y finalmente, había ido a ver cómo iban las cosas en los museos. Ahí fue donde todo se fue por el retrete.

Estaba en su amada y cuidada galería Uffizi cuando sus curiosas orejas captaron los comentarios de los turistas. Se confundían miles de idiomas, como una torre de babel en miniatura, pero Alessandro sabía que todos eran positivos. Los turistas lo adoraban y él lo sabía. Pero al final de la tarde había captado un comentario en un tono un tanto irritado, molesto. Se trataba de un grupo de alemanes, adictos a viajar por el mundo, que estaban dejándole por el suelo.

“Pse…esta bien pero París es mucho más bonita”

El comentario fue molesto, pero pasó de ellos.

“Ya te digo, tiene muchos más museos y más variedad. Llevamos tres días de visita y ya tengo aburrida esta ciudad”

Esos comentarios aún zumbaban por sus orejas. Ya le molestaba que le comparasen con sus hermanos italianos, especialmente con la ciudad de Roma…¿pero ya dejarlo por debajo de la capital francesa? Eso era un golpe bajo para su orgullo. No se lo podía explicar: ¿Qué tenía París que no tenía él? Poseía un buen clima, una comida excelente, una ciudad limpia y las chicas más hermosas de la tierra. Si había escuchado que en Francia las mujeres no se depilaban y eran poco adictos a la limpieza.

Total, que con los ánimos por los suelos y un cabreo enorme contra una capital que no conocía, decidió irse a un bar por la noche a ahogar sus penas, o al menos, pillarse una borrachera para olvidar los comentarios de esos desagradecidos turistas.

Entró al bar, vestido de forma correcta pero con aspecto osco, no quería que nadie le molestase. Se sentó, ignorando las furtivas miradas que se centraban en su color de pelo y esperó a que el camarero atendiese sus necesidades etílicas.

Era un noche común como cualquier otra, pero no para el frances que ya era una de las pocas noches que tenia libres y mas porque había terminado todas su responsabilidades como representante de la cuidad, así decidió ir a tomar un trago en uno de sus bares favoritos, asi servía que salía de la monotonía de su rutina y se distraía un poco ya que desde hace tiempo no salía por las noches, subió los 4 escalones y abrió la puerta del bar lentamente estando dentro noto que había más gente de lo era de costumbre pero no le prestó mucha atención…
-Hola Travis ¿Cómo has estado?- Saludo como siempre al barman al entrar al bar
-Me alegra volverte a ver Paris!!…que Mark te lleve lo de siempre? - le pregunto al francés con una tono de voz suave y sutil
-Por favor Travis- expreso tomando asiento en una de las mesas del fondo donde se podía apreciar la calle perfectamente y donde no lo podía molestar las platicas de los demás
-Mark… llévale a parís lo de siempre y que sea para hoy-
Para distraerse un poco de mientras de que traían su pedido comenzó a mirar a los clientes del bar, en eso fue interrumpido por Mark su mesero favorito que dejo en su mesa un Whisky, le agradeció por su atención y procedió a tomar un poco, disgustando del sabor de su bebida se percato de la presencia de un chico de pelo azul que estaba sentado a dos mesa de la de el, le llamo mucho la atención y no por el pelo si no por su cara, ya que parecía que estaba decepcionado por algo y lo peor de todo estaba solo en su dolor, asi que en ese momento un pequeña y loca idea paso por su mente, llamo nuevamente a Mark y le pido que le sirviera al chico de pelo azul la misma bebida que le habia servido a el y que lo cargara a su cuenta.
En menor de dos minutos en mecero le entrego la bebida al italiano, diciendole que el joven de la mesa de alado le mandaba la bebida.






(Perdon por tardarme, pero se presento un hermoso y pequeño inprevisto)

El italiano se había quedado embobado mirando la decoración del bar. En su mente creativa y artística, se le habían ocurrido mil maneras y estilos de redecorar ese garito según los gustos de la gente. Con cierta amargura, el peliazul tuvo la idea que si fracasaba en el turismo, siempre le quedaría la opción de volverse diseñador aunque la idea de poner su genialidad al servicio de otros países y ciudades no le acababa de convencer. Llámese ese problema orgullo artístico y encima del crónico.

Tan centrado estaba en sus ideas que paso un buen rato hasta que se dio cuenta de que el camarero le estaba tendiendo un vaso cuyo contenido parecía whisky. Alessandro miro al vaso y luego al camarero, algo confundido.

-Che, yo no he pedido esto…-él había ido allí para tomarse una refrescante cerveza ya que dudaba que tuvieran limoncello.

-No señor- el camarero le sonrió con demasiada confianza para el gusto del italiano- El joven de la mesa de detrás le ha invitado.


El camarero señalo hacía atrás y el italiano no tuvo más remedio que girarse para ver quién era la caritativa y estúpida alma que había decidido invitarle. Sus ojos de artista no vieron al rubio, sino al que podría haber sido el retrato de un apuesto Apolo en un cuadro renacentista. En cristiano, Alessandro encontraba al chico “interesante”. Le devolvió una sonrisa al camarero y tomó el vaso de whisky.

-Creo que voy a aceptarlo…

Se levanto de la barra y fue hasta la mesa de su altruista amigo. Su forma de caminar era de forma inconsciente equilibrada y seductora. Lo hacía con completa naturalidad pero parecían más bien los pasos de un modelo profesional acostumbrado a los flashes de las cámaras. Por eso, muchas de las personas que estaban en el bar no pudieron quitarle la vista de encima, ya sea por la inconsciente atracción que ejercía en ellos o el aire interesante que flotaba sobre él. Eso era el problema de una ciudad como él: atraía de forma completamente natural a todo el mundo.

Sin pedir invitación del rubio, se sentó en frente de él. No hizo mucho caso a la ventana que daba a la calle, sus penetrantes y brillantes ojos azules solo tenían como centro de atención al joven.

-Veo que andas generoso,rubio.-Más que ofensivo, lo del rubio era algo más bien parte de la naturaleza de Alessando: insultar siempre, a veces de forma intencionada o como esta vez, sin ganas de hacerle daño- ¿Puedo saber por qué tanta amabilidad con un desconocido como yo?

Se distrajo mirando por la ventana a los peatones que pasaban por la calle,olvidando por completo al peliazul al que le habia mandado el vaso de whisky.

En el momento en que pensaba que seria maravilloso que lloviera fue interrupido por una voz desconosida, giro su cabeza para ver a la persona que le hablaba y vaya que le sorprendio demaciado ya que era el chico de pelo azul que estaba desepcionado de la vida o eso creia el frances
Sonrio un poco por las palabras tan altaneras del chico y antes de contestarle al menor, tomando el vaso de wisky de una manera un tanto educada,le dio un pequeño trago,dejando el vaso en su lugar miro fijamente al y italiano ....
-Hola!!..por favor solo digame paris y no rubio, ya esa forma tan descriptiva no me agrada para nada- dijo mientras le sonreía amablemente -Ni yo mismo lo se simplemente me nacio..........Y cual es su nombre?- le pregunto sutilmente para asi cambiar el tema de la conversacion

Cuando el francés le comentó su nombre, el rostro del italiano no se alteró. Pero por dentro, una amarga y ardiente sensación le inundó. Delante de sus narices estaba París, la capital francesa con la que había sido cruelmente comparado. Y lo peor de todo es que los turistas tenían algo de razón. El rubio, París era hermoso, educado y amable: “atractivo”. Y a simple vista, mucho más que el italiano.

Si hubiera sido una persona impulsiva, le hubiera reventado el vaso de whisky al que le había invitado. Si hubiera sido agresivo, hubiera sacado su pistola y allí hubiera zanjado su problema. Pero Florencia no era tan simple, su mente y su forma de actuar eran mucho más complejas. Con sus carnosos labios, acarició el cristal del vaso para tomar un ardiente trago que le quemó durante unos instantes la garganta. Si, lo tenía decidido: iba a quedarse allí e iba a charlar con él con toda la educación posible para descubrir que le hacía más atractivo que él.

Dejó el vaso sobre la mesa y le habló como si no pasara nada. Era muy buen ocultando la verdad o al menos lo que sentía por dentro.

-Scusa, Paris.-su tono de verdad simulaba el de disculpa.-Problemas con mi forma de hablar, no quería ofenderle. Me presento, soy Alessandro Da Firenze…Florencia más bien conocido.

Bajó la cabeza en un modesto saludo de cortesía. Cuando quería, el peliazul podía realmente ser alguien educado y decente. Pero solo cuando quería o le interesaba. Y ahora era más bien lo segundo.

Abrio un poco sus ojos ya que para el frances era todo un placer conocer a una de sus cuidades favorita tanto en lo cultura como en lo gastronomico
-Es todo un honor para mi conocerte, Alessandro- comento con un hermosa sonrisa dibujanda en su rostro y estendiendo su brazo para estrecharla mano del italiano.

El chico no era de mucho contacto y no pudo mirar un poco receloso la mano que le extendía Paris. Al final cedió al poco tiempo y extendió su brazo. Sus manos se apretaron en un cordial saludo en que el italiano tuvo la seductora tentación de ejercer más fuerza de la necesaria para hacer daño al francés, pero supo contenerse con maestría.
Se soltaron las manos y el italiano volvió a recurrir al whisky para despejarse un poco. El líquido con contenido alcohólico le ayudaba algo, aunque luego la cura iba a ser peor que la enfermedad.

-Nunca he visitado tus tierras- dijo con sinceridad escrupulosa-pero me gustaría ir a verlas algún día. Me han comentado que posees unos bonitos museos- disimuló no sentir por dentro un terrible pinchazo de dolor y de celos.- Aunque mi nivel de francés tan solo llega a decir “Voulez-vous coucher avec moi,ce soir? "

Soltó una pequeña y divertida risa, terriblemente melodiosa y contagiante, mientras le devolvía la mirada a la capital francesa.

-No creo que con ese vocabulario llege muy lejos en territorio francés, ¿verdad ?

Sonrio amablemente con su tipica sonrisa delumbrante y en un tono sutil respondio - Para mi sera todo un honor recibirte en mi casa y un honor aun mas grande poder ser tu guia y ayudarte a mejorar tu frances-

tomo nuevamente el vaso de wisky, y degustando de sus textura , aroma y color le dio un pequeño trago...y aun sosteniendo el vaso en su mano,comenzo a juguetear un poco con los hielos cristalinos que contenia el vaso para asi continuar con el hilo de la conversacion -Y respecto a los museos si son lindo, pero no se comparan con los hermosos museos que posee florencia- finalizo dejando delicada y educadamente el vaso en la mesa-

Aquello sí que le pilló por sorpresa (algo muy difícil en el italiano). Que alagasen era algo a lo que estaba acostumbrado, pero no se lo esperaba que saliese por parte de su competidor (según el criterio de Florencia). Durante unos efímeros instantes, creyó sonrojarse y pensó rápidamente en justificarlo al efecto de la bebida. Así que en un largo trago, apuró su whisky dejando de recuerdo los cubitos de hielo.

El líquido le quemaba por dentro y le acompañaba una sensación de ardor permanente. Paris era perfecto: educado, amable y atractivo. ¿Y que era en cambio Alessandro? Un falso con sus semejantes. Esa sensación tan angustiosa que sentía en su cuerpo era fruto de mezclar la admiración inconsciente que sentía hacía el parisino y sus celos, esos puñales que se clavaban en el fondo de su alma.

-Me gusta que alguien como tú tenga en cuenta mis museos.- dibujó una amplia sonrisa-Che, Estas invitado a verlos todos cuanto quieras y si necesitas ayuda con el italiano estas con el más indicado.

El camarero fue a retirarle el vaso vacío y Alessandro le hizo una señal para que no se marchase. Le pidió con educación que trajese la botella de whisky para él y para Paris a su cuenta. Tenía que devolverle el favor y no quería que se terminase tan pronto la bebida. La iba a necesitar.

-Supongo que no solo tendrás museos…siento mi ignorancia. Che, tan solo sabía antes de que tenias una torre muy famosa…nada comparable con mi Duomo di Firenze…

Con picardía, le guiñó un ojo en señal amistosa y un poco cachonda. Si, iba a necesitar bastante whisky esa noche.

-En serio?? la verdad amaría conocer tus museos, bueno toda florencia- comento alegremente al escuchar la invitación del peliazul, y la verdad tenia que estarlo ya que el francés admiraba a florencia tanto como admirada a Roma.

Miro por un momento el vaso que aun contenía la mitad del wisky, pensando en algún tema del que podría hablar con el italiano y que no fuera interesante para ambos, pero en ese momento fue interrumpido por el mesero que retiro el vaso del ojiazul, y que este le pidió de una manera muy educada que le trajera un botella de wisky. Eso era de esperarse de una cuidad tan hermosa y bella como lo era florencia, pero el frances ya vería como arreglárselas para que el peliazul no pagara toda la botella.

Y sin saturar su mente en la botella miro y escucho atento al italiano,extrañandole demasiado que nuevamente volviera a comparar lo que había en florencia con lo que tenia Paris, aunque no le tomo mucha importancia a ese simple hecho y entre lazando los dedos de sus mano contesto -Esa torre tan famosa que conoces es la torre Effiel, es simplemente hermosa e imponente, deberías de conocerla en persona.- hizo una pequeña pausa comparando mentalmente la torre y el Duomo di Firenze, pero para el frances era bastante obvio que no podía haber comparación entre la torre y el Duomo di fierenze, pero aun asi continuo hablando
-Bueno, en lo personal creo que la torre es muy poca cosa comparada con el Duomo di Firenze que es toda una obra de arte por donde quiera que lo veas- dijo finalizando con las respuestas al comentario que habia hecho el italiano.

Despues de unos minutos en silencio, el mesero regreso con la botella de wisky que el italiano había pedido, el frances no pudo evitar sentirse feliz ya que tenia la solucion para que el ojiazul no pagara todo.. asi se dirigio al mesero pidiéndole de una manera muy amable
-Mark, por favor no cargues todo a la cuenta del joven,te pido que carga la mitad de esta botella a mi cuenta..gracias- al retirarse el mesero,Paris sabia muy bien que lo que habia hecho molestaría al italiano y mas por no haber tomado en cuenta su opinión, pero lo que paris menos quería era que el italiano, una de las personas que mas admiraba se enojara o se molestara por una cosas sin sentido como una botella de wisky, así que para que eso no sucediera,lo miro a los ojos a eso bellos ojos fijamente, disculpándose y explicándole el porque de lo que había hecho
-Te pido un disculpa por lo que acabo de hacer, pero si no lo hacia no me sentiría muy cómodo estando aquí...bueno solo espero que comprenda porque lo hice-