Corazón de Cristal (Privado) (Advertencia ^^)

Esta vez no sería una de sus ya acostumbradas visitas sorpresa, se había tomado la molestia de anunciarlo en una carta, bastante formal, donde acordaba el día y la hora de dicha reunión. Se había preparado para la ocasión, vistiendo un su acostumbrado uniforme militar e incluso llevaba un ramo de girasoles y vodka como gesto de cordialidad.

Además, no sólo deseaba visitar a al prusiano, que hacía bastante tiempo no veía, también se trataba de la región exclave perteneciente a Rusia, la ex Königsberg, antigua capital de Prusia oriental que perdió tras la batalla contra su Ejercito Rojo -sonrió para sus adentros con orgullo con sólo recordarlo-. Sentía que estaba en pleno derecho de poner un pie en cualquiera de los territorios que fuesen de su propiedad.

Trató de ser puntual con la llegada, pero pese al intento, no faltó alguno que otro inconveniente sin mayor importancia, que lo hicieron perder tiempo y retrasarse alrededor de unos 20 minutos o quizás un poco más de la hora acordada.

En cuanto se encontró parado frente a la puerta del imponente hogar, la tocó, no fueron más de tres golpes fuertes, sólo quedaba esperar a que alguno de los sirvientes o Gilbert lo recibiese, que sería aún mejor si se trataba del anfitrión.

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;w; La idea era responder ayer, siento la demora~ x_x

A poco segundos de tocar la puerta, llegó uno de los sirvientes a recibirlo con una educada reverencia indicándole donde se encontraba Prusia, aunque no era necesario si desde la puerta notaba su silueta en la escalera, esperándolo.

- Zdravstvuite- dijo con simpatía y formalidad a modo de saludo al sirviente.

Caminó hacía el prusiano dejando atrás al otro hombre, ignorándolo.

-Privyet, ¿cómo has estado?- saludó amablemente, sonriendo, como siempre.-Oh, por su puesto que me la voy a pasar bien jugando con Gilbert, pues imagino que tú te encargarás de ser un buen anfitrión y divertirme ¿o no?- dijo con voz dulce y un especial énfasis infantil en la palabra “jugar”.

Clavaba sus ojos en él, mirándolo con un aire de inocencia; más que lograr tranquilizar, solía tener la mayoría de las veces el efecto contrario, sobre todo con aquellos que lo conocían. Había notado el ligero sonrojo que cubría sus mejillas, no entendía muy bien por qué, si todavía no decía ni hacía nada que pudiese causarlo, pero de todas formas le gustaba.

-Traje girasoles- mostró el ramo con esas flores que admiraba, siempre que las observaba la asociaba con lugares cálidos y hermosos- pensé que podrían adornar bien tu casa, Gilbert- agregó entregándole las flores.- También traje vodka~

Después de haberle entregado el ramo, le pasó la botella con el aguardiente rusa.

-No es nada, es un pequeño gesto de cordialidad- respondió a su agradecimiento. Le parecía divertido ver como seguía sonrojado y nervioso.-No me hubiese sentido bien llegando con las manos vacías a tu casa- añadió.

Vio como los sirvientes se retiraban uno a uno del lugar, obedeciendo las firmes órdenes dadas por el prusiano. Ambos esperaron a que la puerta se cerrase. Era mucho más tranquilo sentir que ya estaban solos, no había nadie más que pudiese molestarlos.

Caminó con sigilo hacia el otro que ahora le daba la espalda, como si fuese a atrapar a su presa sin que esta se diese cuenta… “atacó”, apoyando repentinamente las manos en sus hombros, sin ejercer mucha presión en ellos.

-¿Qué se me ofrece? Creo que tienes memoria a corto plazo, Gilbert- dijo cariñosamente como si se tratase casi de un regaño.- He venido a jugar contigo- recordó usando el mismo tono infantil, obligándole a que voltease a mirarlo.

En ese momento Prusia lo miraba con desconfianza y fijamente, una mirada que el ruso pudo interpretar como desafiante. Le hablaba sin rodeos; era de esperarse, no era de los que decía las cosas con sutileza.

-Y yo que pensaba que Gilbert querría jugar conmigo a la ruleta rusa- bromeó sin soltar sus hombros, respondiéndole con una mirada aparentemente inocente.-Mis soldados solían jugarlo cuando estaban desesperados o se divertían también haciendo jugar a los presos…, sí, eso suena mejor, ¿no te interesa? Tienes a varios sirvientes en tu casa…- insinuó con su voz que sonaba ligeramente sombría, mezclada con falsa ingenuidad- y podemos hacer apuestas~.

Era imposible borrar la sonrisa de su rostro, solo quería ver al albino un poco asustado y al parecer lo conseguía. Sabía que debía estarlo, pero deseaba que se lo admitiese.

-Así podrías recuperar tu antigua Königsberg- se acercó lo suficiente como para susurrar en su oído con amabilidad.

Ni si quiera se preocupó por evitarlo, pero al instante de la brusca reacción del prusiano, una risa espontánea brotó de sus labios, mientras que Gilbert lo maldecía y se separaba rápidamente de su flojo agarre, tampoco hizo algo por impedirlo, simplemente llevó una mano a su boca tratando de apaciguar la risa.

-Era sólo una inocente bromita- dijo entre risas-¿crees que sería capaz de hacer eso?-preguntó divertido, aunque ambos sabían cual sería la respuesta- sí, en realidad sería capaz de hacerlo o más bien ya lo he hecho-admitió con relajo, como si fuese algo sin importancia.- No te preocupes, no pretendo sacrificar a tus hombres, ni devolverte Kaliningrado.

Se acercó nuevamente al otro, temblaba agachando la cabeza, tratando en vano de parecer fuerte. Tartamudeaba, pero no podía sentir lástima, al contrario, lo disfrutaba.

-¿Acaso estás asustado?- levantó su rostro- pobrecito, ¿de verdad me creíste?- preguntó aparentando compasión y lo abrazó, acariciándole los cabellos platinados, al igual que si estuviese consolando a un niño pequeño.

-¿Acaso no lo eres?- preguntó dulcemente sin dejar de acariciarlo.- Fuiste fuerte alguna vez, incluso también sentí admiración por tus hazañas militares- admitió, pues en el tiempo de Pedro III brindaron apoyo al reino de Prusia.- Es una lástima que hayas perdido la fortaleza de antes junto al gran imperio que formaste-continúo recordándole aquella parte de su historia- Pero mírate, ahora, dependes de otros, eres débil, lo sabes y lo niegas, imagino que por orgullo.- decía con voz aterciopelada, queriendo no sólo acariciarlo con la manos, también con las palabras.

Dejó de acariciarle el cabello, bajó su mano quedando más a la altura del rostro delineando el contorno de este. Lo veía vulnerable, no porque fuese más bajo o algo relacionado con el físico, sino porque ahora podía sentir su miedo.

-Sabes, creo que puedo comprenderte, en tu lugar haría lo mismo, no admitiría que soy débil- habló mirándolo a los ojos, no quería perder ninguna expresión.- La diferencia es que he perdido y me he recuperado, en cambio, lo que tú llegaste a ser, simplemente ha quedado en la memoria de algunos. Avísame si digo algo hiriente- añadió con ironía lo último.

Lo único que hacía era buscar su ira, humillarlo con recordarle pequeñas verdades, quizás por capricho a simple vista. Lo estrechaba contra su cuerpo, sin ejercer demasiada fuerza, por eso no le sorprendió que el albino pudiese deshacerse fácilmente de su abrazo. Dejó que se alejara, viendo como se dirigía hacía una ventana y desde ahí le hablaba sin mirarlo.

-No es necesario que me agradezcas por repetir lo que ya sabes, Gilbert- respondió cariñosamente- digamos que puedes tomarlo como… ¿una crítica constructiva?- preguntó con un aire mordaz.

Estaba observando cada uno de los detalles y se percató que apretaba los puños, debía estar sintiendo rabia, pero se controlaba. Se aproximó con lentitud, quedando a pocos pasos de distancia.

-Brindemos por eso- sonrió irónicamente aceptando el brindis, obvio, se traba de vodka y eso no podía despreciarlo.- Aunque no creo que dures mucho en pie- dijo casi como en un susurro suave, que perfectamente podía ser oído por el otro.- Necesitamos el vodka para hacerlo- retomó el tema anterior. Se acercó un poco más y sujetó su mentón con sus ojos violáceos fijos en los rojizos que tenía el prusiano.- Tráelo- fue una como una orden, pero sin usar un tono autoritario.

No era complicado adivinar, más bien, inferir lo que debía estar sintiendo el prusiano, era poco decir que estaba molesto por su reciente comentario, pero pareció olvidarlo cuando sujetó su mentón, recordándole que debían brindar. Nuevamente se zafaba de su agarre con rapidez y volteaba huyendo de su mirada fija, como tratando de evitar que notara su sonrojo, pero no lo logró.

-Gilbert está sonrojado~ -se burló infantilmente del albino mientras lo seguía en busca del vodka, caminando tras de él actuando como una sombra imponente.- ¿Crees que no me di cuenta~?-era una sombra bastante molesta que se divertía fastidiándolo.

Le indicó que se sentara frente, sin reparos obedeció de la misma forma que sus sirvientes. Se acomodó en la silla, apoyando sus codos en la mesa, contempló los girasoles mientras esperaba que el otro trajese el vodka y las copas, para brindar por “la voluntad de Prusia”, lo que a su parecer no era más que otra excusa para beber, motivos nunca faltaban para brindar, incluso la idea de “brindar por los girasoles” podía ser válida, aunque sería mejor “brindar porque todos serán parte de Rusia”.

Soltó una risa bajita, pero que no resultó muy disimulada, el albino parecía un completo paranoico, volteaba bruscamente a mirarlo como si creyese que le haría algo malo mientras estaba de espalda, había pensado en hacerle una bromita y asustarlo, pero no sabía si eso podría considerarse como malo y de todas formas ya no había alcanzado a hacerlo.

Esperó a que Gilbert se acercara a servir e vodka para hacer el brindis. Extendió una mano para recibir la copa que le ofrecían, con una sonrisa aparentemente alegre adornando su rostro, observando como vertía ese líquido incoloro.

-Por “la voluntad de Prusia”- repitió sin alzar tanto la voz, tomado firmemente la copa y haciéndola chocar con la del otro y luego llevándola a su boca, apenas lograba percibir el frío del cristal contra la superficie de sus labios, pero si el agradable y suave calor que le producía el vodka, después de acostumbrarse a beberlo, difícilmente podría encontrarlo fuerte, ya no quemaba su garganta.

Nuevamente rió al escucharlo, pero no le causó gran sorpresa, ¿le daba mala espina? No era al único, lo sabía bastante bien y ni si quiera perdía el tiempo en cuestionárselo, a menos que fuese con una intención irónica. Tenía en cuenta sus defectos, su gran deseo que todos estuviesen y formasen parte de él, no tenía intensión en cambiarlo, y si alguien decía algo en relación a eso, era más simple decir que los demás no entendían sus razones.

-Entonces, para que no te afecte tanto, vendré a visitarte más seguido, Gilbert- dijo divertido, apartando la copa de sus labios al hablar.- A veces es necesario estar con alguien, por lo menos a mi no me gusta estar solo- añadió bebiendo un poco más de su preciada “agüita”.

Le llamó la atención ese último comentario dicho en un susurro, que alcanzo a escuchar. “Ser invencibles”, era algo ambicioso, pero estaba más que de acuerdo en que personalmente podría lograrlo ¿cómo sería uno con todos si no se volvía invencible?

-Lo seremos-respondió, aunque estuvo a punto de decir “yo lo seré”; no supo muy bien por qué no lo hizo.- Deberías unirte a mi...-pronunció al acabar el contenido de su copa-sería más fácil lograrlo...

- Oh, Ludwig- susurró con cierto resentimiento, ¿cómo no tenerlo? Era imposible después de la “Operación Barbarroja”, no se olvidaba fácilmente de las cosas, más de las que le causaban rencor. -¿Y por qué?-preguntó curioso, aprovechando que ahora entraban más en confianza.- Creí que te visitaba a menudo, como Austria ¿o tampoco lo ha hecho?- cuestionó dejando su vaso vacío en la mesa.

Notaba que el otro se encontraba más tranquilo, la tensión que había en un principio disminuía poco a poco, pero ambos parecían cuidar sus comentarios, aún más el albino, si es que no querían romper ese clima relativamente amistoso.

Jugó un momento delineando la boca de la copa por unos segundos, escuchándolo atentamente, absorto en cada palabra que decía, le llamaba la atención la sinceridad que ahora expresaba.

-Sí, no dudes que si unimos fuerzas estarán nuestros pies- dijo sonriéndole de la misma manera, favoreciendo a esa atmósfera grata.- Acabo de procesar algo, ¿acaso has aceptado ser uno conmigo?-bromeó amigablemente, aunque igual deseaba que fuese así.

-¿Por qué? ¿Acaso has estado teniendo problemas con Austria?-nuevamente cuestionó con las misma curiosidad, más el escuchar como escapaba una pequeña risa de los labios del otro.

Debía hacer que aceptara su propuesta, ¿cómo? no sabía muy bien, no existía formula mágica que hiciese que todos aceptaran unirse a él, más allá de formar una alianza poderosa. Primero partiría por buscar puntos débiles, indagar en sus emociones y si a eso se le suma algunas cuantas copas más de vodka, quizás sería más fácil poder controlarlo, aunque dudaba que Gilbert se embriagara fácilmente.

-Me gusta que pienses así- comentó con cierta satisfacción por el convencimiento que el prusiano expresaba sus ideas.- Entonces, ¿no crees que deberíamos nuevamente brindar, pero esta vez por la formación de una alianza poderosa?-tomó su copa indicándole que estaba vacía.