Viento en la playa [PRIVADO]

El leve contacto con el otro le fué agradable al tico, su mano era delicada y su piel suave y con cierta frialdad que contrarestaba muy bien la calidez del costarricense, con un leve esfuerzo ayudó al rubio a ponerse de pie, observó como se sacudía y se arreglaba la ropa con sumo cuidado y dedicación.

Luego el mayor le propuso invitarlo a comer lo cual el pareció espléndido, el tico jamás rechazaría que lo invitaran a algo, a pesar de su gran orgullo de creciente capital, la cultura de los costarricenses predominaba en él, la cual le dictaba que donde había algo gratis, ahí debía de estar (asi somos los ticos ¬¬U)

-Me encantaría ir a comer!! la verdad ya me estaba dando bastante hambre!!- exclamó sin verguenza y con un tono de voz vivaracho.

Escuchó luego las divagaciones del mayor con respecto a su comida favorita con una leve sonrisa en su rostro, cuando de pronto una ráfaga bastante fuerte de viento azotó, logrando desprender el broche de la coleta del tico, llevándolo através de la arena, hasta el agua clara, siendo arrastrado por la corriente a las profundidades marinas.

-Me lleva!!!! - exclamó enfadado.

-Ya regreso!!- se dirigió al joven y salió corriendo lanzándose de inmediato al mar.

(puro ramdon 8'D)

Escuchar que el otro aceptaba su invitación lo animó mucho. Aunque Benjamin a veces se sintiera incómodo en cuanto a comer frente a alguien más, le alegraba el hecho de compartir aquel momento con otra persona, dado que usualmente estaba solo y no podía conversar ni nada que se le asemejara.

Nuevamente sintió la energía que Jo desprendía con cada palabra y cada gesto. Luego de envidiarlo por unos instantes se río de su propia estupidez y dejó que aquella alegría irradiada por el costarricense lo invadiera. Se sintió reconfortado y comenzó a caminar con calma y contra el viento hasta el restaurante, pero súbitamente algo lo distrajo. La voz molesta del otro llegó a sus oídos y Benjamin volteó un tanto preocupado al pensar que tal vez había hecho algo que le molestó al menor.

Se sorprendió al escuchar el aviso de que ya regresaría y verlo correr y lanzarse al mar. El rubio definitivamente no pudo creer que el otro fuera tan inconsciente como para arrojarse al agua teniendo en cuenta el estado del clima. Realmente era muy peligroso y supo que debía ayudarlo cuanto antes. Sin dudarlo ni un segundo, corrió con todas sus fuerzas hacia donde el otro se había sumergido, se quitó la remera y fue a sacarlo de allí.

La temperatura del agua era aceptable, pero la corriente estaba verdaderamente fuerte y revuelta. Por fortuna Jo no se hallaba tan lejos, nado hacia él y con un poco de enojo lo jaló hasta la orilla dejándolo en la arena —¡Jo, eso fue algo peligroso, no debiste haberlo hecho! —lo regañó como si el otro fuera un niño pequeño. En su preocupación no fue capaz de medir ni su tono, sus palabras o movimientos. Acarició con suavidad la húmeda mejilla del otro mientras dejaba que unas lágrimas se asomaran en sus ojos. —Me asusté mucho... ¿Acaso no te diste cuenta de lo peligroso que está el mar? Si te hubieras alejado unos cuantos metros más me hubiera sido imposible sacarte y quizás no hubieras podido regresar. —no pudo hablar más, tanta tensión repentina lo debilitó lo suficiente como para ponerse a llorar. —Perdón... —murmuró despacio mientras sollozaba como un chiquillo.

El tico divisó su broche siendo llevado por las olas en un vaivén interminable, el mar estaba bastante revuelto, el viento azotaba allí con mucha más furia que en la playa, y las olas lograban revolcar al tico unas cuantas veces.

Sin embargo nadó con fuerza y convicción tras el preciado adorno de su cabello, hasta que se vió atrapado por el rubio, quien al parecer había saltado para ayudarlo. Este lo llevó hasta la orilla, dejándolo sobre la arena, en donde de inmediato se sentó jadeando intensamente a causa del esfuerzo realizado.

Entonces fué cuando el mayor comenzó a reprenderlo, cosa que nunca creyó que el otro podría llegar a hacer, gracias a su caracter y personalidad tan pasivos, pero para la sorpresa del tico, allí estaba recibiendo una reprimenda por parte del joven; la cual estaba a punto de contestar, pero sus palabras se vieron ahogadas por la visión del otro llorando desconsoladamente, excusándose en la preocupación que el menor le había causado al llevar a cabo ese impudente acto.

El chico quedó estupefacto por unos segundos ante la visión que se llevaba a cabo delante suyo, y aún más por el motivo de su llanto: realmente Benjamin se había preocupado tanto por él?. Un sonrojo se apoderó de sus mejillas ante ese pensamiento. Se acercó un poco nervioso al sollozante joven.

-Discúlpame Ben... de..de verdad fuí un idiota, y fué imprudente de mi parte, lamento haberte preocupado tanto...- se disculpó lo mejor que pudo y se acercó aún más al joven, pasando su brazo a como pudo, sobre el hombro de este.

-Pero mira que no fué en vano!!- le dedicó una enorme sonrisa y abrió su mano, mostrándole el tan preciado broche que causó todo el caos que reinaba en ese momento.

(Je je je no sabía que Jo podía llegar a ser tan llevadero 8D)

—¡Tonto!... —no dudó en darle un fuerte abrazo. Benjamin se encontraba tan nervioso en aquellos momentos que aquel contacto directo fue lo único que podía calmarlo. Su piel, húmeda y fría chocó contra la del otro; ambos estaban empapados y el viento frío los golpeaba de un modo demasiado brusco. La piel del rubio se erizó a causa de esto y un escalofrío le recorrió la columna haciéndolo sacudir un poco los hombros. Lo soltó lentamente y luego dirigió su mirada hacia la mano de Jo en la cual vio el pequeño broche. —Ha de ser muy especial para ti... —le sonrió dulcemente y comenzó a acomodarle el pelo, escurriéndolo y luego colocándole el broche —Supongo que todos tenemos algo especial... —al decir esto tocó suavemente la cruz que llevaba siempre al cuello. —Aún así no deberías haberlo hecho... pero ya pasó y por suerte estas bien.

Luego de unos instantes recordó que estaba, según él, semidesnudo y buscó con la mirada la parte superior de su vestimenta. Se maldijo por habérsela sacado al ver que el viento la había arrastrado hasta la orilla pero agradeció que no hubiera sido llevada por el mar. Se puso de pie y corrió a buscarla antes que las olas se la llevaran, estaba completamente mojada y llena de arena.

Al volver se arrodilló nuevamente cerca del otro y sacudió un poco la prenda. —Si seguimos así vamos a pescar un resfriado... Bueno... yo estoy acostumbrado al frío pero de todos modos esto podría hacernos mal. —se quedó pensativo por unos instantes sin saber verdaderamente qué hacer y una vez que su remera estuvo libre de arena volvió a ponérsela sintiéndola horriblemente incómoda. —Pues... no sé que preferirías hacer ahora que estamos en este estado, no creo que podamos entrar así al restaurante... —se acomodó un poco el pelo mientras miraba a Jo mucho más aliviado que antes.

Se sorprendió bastante de que el joven le dijera esa palabra, realmente no se esperaba esa reacciñon, y mucho menos el que le abrazara de esa manera, era como si el otro pensara que pudo hacer muerto en el mar, y al tico no le pareció tan riesgoso lo que hizo.

Luego el chico con sumo cuidado le volvió a colocar el broche en el cabello, y le recordó el porqué era tan especial para él. El adorno le fué dado en conmemoración a su nombramiento como capital, era como un recordatorio de su deber de representar correctamente al país ante el mundo, y un símbolo de su propio orgullo. Muy importante para él.

Observó como el otro recogía su ropa y se la ponía, el tico no tenía el mismo problema de verguenza extrema que tenía el mayor, y no le importaba estar como en ese momento: sin camisa y con un traje de baño algo pequeño. Sin embargo se dirigió a la orilla, para con un poco de agua de mar, lavarse la arena que tenía pegada en la piel.

Escuchó luego la preocupación del muchacho, era cierto!! ya no podían ir al restaurante en las condiciones en las que se encontraban, y el tico vió irse volando su oportunidad de conseguir un almuerzo gratuito.

-Bueno, cerca de aquí en la otra playa, mi hermano tiene una casa pequeña, podemos ir allí..- ofreció al chico la solución.

(8D de nuevo una mierda!! D:)

Los ojos de Benjamin siguieron con cuidado a Jo mientras éste iba hacia la orilla. Tenía la certeza de que ya no se metería al mar pero aún así quiso observar su marcha hacia el agua para asegurarse. Lo vio valerse del mar para quitar de su piel las partículas de arena que se le habían adherido. Se quedó contemplándolo, viendo cómo el más joven, sin miedo, exponía su piel al sol y al viento. La suya no estaba del todo hecha para resistir los rayos solares, pero eso no era problema, ya que usar protector solar era una más de sus costumbres. En su casa, el sol podía quemar con mucha facilidad la piel debido a la poca contaminación de la atmósfera.

Tironeó un poco su remera para que no se adhiriera tanto a su piel. La acomodó una y otra vez sin poder sentirse a gusto vistiendo aquella prenda empapada por el agua de mar, a pesar de esto el chico decidió soportarlo como era debido y no quejarse por tonteras como esa. En lugar de preocuparse por la ropa debía agradecer a Dios porque Jo estuviera bien.

Sonrío un poco al verlo regresar y se alegró al oír lo que le decía. —Espero que a tu hermano no le moleste que ocupemos la casa por unos instantes. —Se volvió a acomodar el cabello aun mojado y un poquito desprolijo, mientras pensaba que tal vez en la casa podría pedirle algo de ropa prestada a Jo y dejar secar la propia. De todos modos, aunque tentadora, la idea le pareció demasiado atrevida, así que se lo replanteó y decidió que sólo le pediría una toalla.

Se puso de pie sintiéndo horriblemente pesados sus pantalones de jean a causa del agua. Los acomodó como pudo pero la ropa volvió a ganarle. Pensó que, en el trayecto que suponía ir hasta la playa vecina y luego a la casa, el viento reinante en el lugar y el sol le harían el favor de secarle un poco sus prendas. Le sonrió a Jo una vez más mientras metía la mano en el bolsillo —Si no me equivoco la otra playa está a poco menos de dos kilómetros, así que la caminata no será tan larga. —miró al cielo y luego a su acompañante mientras emprendía su marcha con paso seguro y lleno de elegancia a pesar de llevar toda su ropa mojada. Esa era quizás una de las cosas que hacían a Benjamín destacarse, podía mantener la gracia y la compostura aún en situaciones un tanto embarazosas e inoportunas. —Tal vez no nos dejen entrar al restaurant, pero estoy seguro que sí nos dejarán entrar a la tienda que está antes de llegar a la playa vecina. Espero que no te incomode si te digo que me agradaría cocinarte algo para compensar que no pudimos ir al restaurant. —el rubio volvió a sonreír con dulzura mientras miraba de reojo a Jo —No soy un "super chef" pero tengo mejores habilidades culinarias que Arthur, de eso estoy seguro. —dejó escapar una tímida carcajada al pensar en la comida de Inglaterra, no era que le disgustase, sólo que algunos métodos eran un poquito "pintorescos" y además a veces las cosas se le quemaban quedando con un sabor muy feo. —¿Qué dices? ¿Te animas a comer algo preparado por mí?

Emprendieron la marcha hacia la playa vecina, el tico caminaba despreocupadamente sobre la arena, con el sol sobre su cabez, calentándo y secando la poca ropa que llevaba puesta. Dejándo tambien una sensación pegajosa sobres su piel, a causa de la arena y el agua salada, pero que no le importó ya que apenas llegara a la casa de su hermano, podría tomar un baño.

Escuchaba atentamente lo que el mayor le deciía, mientras lo veía unas cuantas veces, pudo notar el porte y elegancia que tenía el joven, que de seguro lo haría verse tosco a su lado. Pudo notar luego la incomodidad del rubio hacia su ropa mojada. Antes de poder comentar respecto a eso, el joven le habló sobre cocinarle en compensación por no haber podido invitarlo a comer en el restaurante.

-Me encantaria!! la verdad es que a veces me aburro de la comida de mi país, así que sería un buen cambio!!-aceptó la nueva invitación.

-Oye, cuando lleguemos puedes bañarte, y te prestaré ropa de mi hermano si quieres, al menos hasta que la tuya se seque-ofreciópor su parte en respuesta a la amabilidad del mayor.

(luego de mil años y una mierda de post como siempre 8D)

Aquellas palabras que resonaron en sus oídos fueron como el canto de los ángeles. Finalmente Benjamin podría librarse de la incomodidad causada por la ropa húmeda y la arena. Sonaba tan bien la idea de tomar un baño que lo hizo sonreír alegremente. —Te lo agradezco muchísimo Jo, de verdad. Espero no causar molestias a tu hermano mayor... —No aceleró el paso ni nada, quería aprovechar la caminata, pues mientras más esperara, más placentero sería relajarse en la ducha.

Tras varios minutos de caminata que transcurrieron en un ameno silencio, Benjamin divisó la tienda a la que se había referido con anterioridad. Volvió a sonreír al saber que la playa vecina estaba cada vez mas cerca. —Ya veo la tienda. Estoy seguro que ha de estar abierta. —Tanteó sus bolsillos y sintió que su billetera estaba sólo un poco húmeda; supuso que el dinero estaba a salvo.

Finalmente se encontraron frente al mercado aquel. Benjamin se acomodó un poco la ropa la cual ya estaba un poco mas seca. Y decidió entrar solo a la tienda, dado que tal vez no admitirían a Jo or como estaba vestido —Espérame, no tardaré. —le dijo cortésmente y se dio la vuelta para entrar en el comercio, caminando con la misma gracia de siempre.

Una vez dentro, se tomó un par de minutos para decidir qué sería lo que prepararía para su nuevo amigo. Tras seleccionar una receta adecuada, comenzó a buscar los ingredientes necesarios. —Creo que ya tengo todo... —sonrió alegremente al terminar y revisar que nada faltara, sería un poco molesto tener que volver u omitir algún ingrediente. Esperó en la fila para luego pagar y salir. Afortunadamente la billetera de cuero protegió bastante bien el dinero y Benjamin estuvo agradecido por ello.

Se acercó con las bolsas hasta Jo. —Lamento mucho haberte hecho esperar. Ya tengo todo. —sonrió de ese modo en el que sólo él podía sonreír y levantó un poquito las bolsas como mostrándole que ya había hecho las compras. —¿Vamos, Jo?

Escuchó las disculpas del rubio y no pudo evitar molestarse tan solo un poco, es que realmente le desagradaba que las persoans fueran tan desconfiadas.

-A mi hermano no le importa que usemos su casa, así que no debes preocuparte por nada!!- exclamó para seguir su caminata, inmerso en sus pensamientos, hasta que el mayor advirtió de la tienda de la que le habló con anterioridad.

El mayor entró solo a la tienda y el tico simplemente se quedó afuera esperándolo y preguntándose que sería lo que le iba a cocinar. La verdad ya empezaba a rugir su estómago y estaba realmente ansioso por comer algo delicioso.

Miraba el lento pasar de las nubes y los pájaros consteños que volaban a lo lejos en la inmensidad del cielo, el viento golpeaba con algo de fuerza y hacía que escalofríos recorrieran su espalda esporádicamente. Al cabo de un rato al fin Benjamín salió de la tienda con algunas bolsas, el tico inmediatamente se dirigió a su encuentro.

-Déjame ayudarte- le dijo tomando una de las bolsas para llevarla consigo.

-Vamos!!- sonrió al mayor y emprendió de nuevo la caminata, en marcha acelerada, ya que estaba ansioso por comer lo que fuese que el rubio le prepararía.

Al cabo de un rato pudo divisar la tan afamada casa de playa que se erigía a unos cuantos metros de la costa.

-Allá está!!!- exclamó radiante y emprendió una rápida carrera hasta la puerta de esta.

Dejó que el otro tomara una de las bolsas luego de que se le acercase —Thanks, Jo. —el oír sus voz amable le gustó, dado que momentos antes se había sentido regañado por él al oír el tono con el que le decía que dejara de preocuparse. Oero lamentablemente disculparse y ser educado le salía por naturaleza y no podía reprimirlo.

Se rió por unos momentos mientras caminaba. Miró divertido al menor, a decir verdad no había nada en particular que le hiciera reír en aquel instante, tan sólo se sentía alegre con aquella compañía. Adecuó su paso al del otro para no quedarse atrás, pues Jo parecía tener un poco de prisa. Benjamín supuso que el chico quería llegar rápido, ducharse y cambiarse, lo cual también le pareció conveniente.

Mientras caminaba iba bastante concentrado en la receta que prepararía, no quería decepcionar al más joven ni tampoco desperdiciar los ingredientes. Pensó una y otra vez el orden en que debía hacer las cosas y las cantidades justas. Sonrió satisfecho al descubrir que no se le había olvidado ni el más mínimo detalle. El ser tan meticuloso era algo que adoraba y odiaba de sí mismo, pero en ocasiones como ésta era verdaramente útil. —Espero que mis habilidades culinarias no te decpcionen... —le dijo sonriendo.

Luego de unos momentos logró divisar una casa e inmediatamente oyó a Jo diciéndole que allí estaba. Para cuando reaccionó, el otro se encontraba a unos metros corriendo en dirección a la entrada. Lo miró por unos instantes mientras se preguntaba si debia alcanzarlo o caminar con ritmo ligero pero con calma. Finalmente se decidió y corrió para alcanzar al menor. Se sintió bastante infantil pero también logró olvidar por unos momentos su ropa mojada y la incomodidad que lo agobiaba, en otras palabras se sintió libre y feliz.

Suspiró al detenerse frente a la puerta esperando tranquilo y sonriente mientras Jo buscaba las llaves. Se había entretenido tanto durante la caminata que no notó que el listón que sujetaba su cabello había sido robado y llevado muy lejos por el viento.


[pfff... cada vez peor xD... sorry por le crappy post xD... ah y te aviso que en este tema Ben permanece con el pelo largo porque el corte no es retroactivo xD]

Se sorprendió un poco de que el mayor emprendiera una pequeña carrera hasta el lugar, no pudo evitar que en su rostro se dibujara una pequeña sonrisa ante tal visión. Buscó entre sus cosas las llaves de la cabaña, poniendo la bolsa que llevaba por un momento en el piso.

Al fin la encontró y abrió la puerta, recogió la bolsa y dejó la puerta abierta para que el rubio entrara también. Al ver la sala de la cabaña no pudo evitar que un sonrojo se apoderara de sus mejillas y la pena lo invadiera.

-Pero que demonios hace mi hermano aqui?!!- fué lo que pudo expresar al ver la habitación totalmente revuelta. Los cojines de los sillones en el suelo, la alfombra arrollada en el piso, hasta había unos trastos sucios, incluso uno de los sillones estaba volcado.

Y si así estaba la sala, no quería imaginar las habitaciones. Volteó a ver a Benjamin con toda la verguenza del mundo.
-Disculpa este maldito desorden!!- se excusó bastante molesto y de inmediato comenzó a arreglar un poco.

-Estupido, estupido Al!!- gruñía a regalñadientes, era la primera vez en su vida que realmente se había disgustado son su hermano, hasta el punto de llegar a insultarlo. Su cara se puso totalmente roja y sentía que sus mejillas hervían, al encontrar una pieza de ropa interior debajo de uno de los cojines. Volteó a ver al rubio con la esperanza de que no se hubiese dado cuenta de esa embarazosa situación.

(asdsdd que tus post son wenos!! ò_ó)

Esperó a que el menor entrara y luego decidió pasar tranquilamente. —Con permiso... —dijo sonriendo y, al abrir los ojos, quedó espantado con el desorden. Cerró la puerta y dejó las bolsas sobre una mesa. A decir verdad se sentía totalmente incómodo en aquel lugar tan desordenado y sucio. Tenía deseos de ponerse a acomodar y limpiar todo hasta que quedara reluciente y prolijo. Le temblaron un poco las manos y dio unos pasos hacia Jo. Respiró unos momentos buscando aligerar su nerviosismo —No te preocupes, Jo. Seguramente tu hermano tuvo... uhm... una fiesta de esas que hace la gente joven... —habló como si fuera un anciano y sonrió aún un poco afectado luego de ver aquel caos cuando el menor le ofreció sus disculpas.

—Te ayudaré. Si lo hacemos juntos será más fácil y rápido. —se agachó para acomodar el sillón volteado y levantar otro cojín. Luego fue al lado de Jo en el mismo instante en que éste volteaba a verle. Notó que sus mejillas estaban totalmente sonrojadas. Se acercó para tocarle la frente y cerciorarse de que la temperatura del costarricense fuera normal —Estás rojo pero no tienes fiebre... Qué extraño... —sonrió como para tranquilizarlo y en cierto modo engañarlo, haciéndole creer con aquel gesto que no le molestaba aquel lío en lo más mínimo. Desvió un poco su mirada y sin querer vio lo que Jo no hubiera querido que viera. En su mente algo se asustó, otra parte se rió, una más sintió vergüenza y otra le dijo que hiciera como que no vio nada. Fue a la última a la que obedeció.

Continuó acomodando las cosas y dejando en un rinconcito la basura para luego recogerla adecuadamente. —Tranquilizate Jo, please... —le dijo ya un poco más tranquilo y acostumbrado al ambiente al escuchar las quejas de su acompañante. Volvió a sonreír —Mira... ya no falta tanto... —si el caos lograba poner a Benjamin intranquilo, limpiar y ordenar definitivamente conseguían calmarlo y ponerlo de buen humor. Se agachó para levantar del suelo un almohadón y esta vez le tocó a él sonrojarse. Bajo el susodicho objeto había otro de forma muy particular y color violeta. Se quedó un breve instante contemplándolo, un escalofrío le recorrió el cuerpo e instintivamente arrojó de vuelta el almohadón. —"Ok Benjamin, calm down... es algo normal... todas las personas jóvenes deben hacerlo... tranquilo... no es nada para sorprenderse... sólo mantente alejado y no lo toques..." —intentó calmarse a sí mismo y luego se acercó a Jo. —Necesitaríamos una escoba y una bolsa para la basura... —le dijo sonriendo aún un poco perturbado por haber visto un consolador en el piso.

(diox xD me morí con tu post Izu xD)

En el preciso momento que volteó a ver al mayor para cersiorarse de que no había visto ese calzoncillo en sus manos, sintió el frío tacto de su mano sobre su frente, si era posible sonrojarse más, pues lo hizo, ya que a esa distancia era imposible que el otro no hubiera visto semejante cosa en sus manos.

Para su alivio, el otro hizo como si no vió nada y se fué a seguir acomodando por otro lado. El menor por su parte respiró profundamente y lanzó la ropa interior a la pila de basura que el rubio había acumulado en un rincón, y se dedicó a acomodar la alfombra, y una vez más un escalofrío recorrió su espalda y en lugar de rojo su cara tomó un color pálido al ver el preciso instante en el que el otro levantaba un almohadón para encontrarse cierto objeto bajo el.

Observó como la cara del mayor se volvió de un color carmín en solo unos segundos, y también como lanzó de vuelta el almohadón sobre el asqueroso objeto. El tico esta vez maldecía a las promiscuas costumbres de su hermano, y estaba seguro que cuando lo viera no aguantaría y le daría un puñetazo justo en la nariz, por toda la verguenza que había pasado ese día todo por culpa suya.

Se acercaba al rubio cuando escuchó como le pedía una escoba y una bolsa para recoger todo.
-Iré a buscarlas, espera aquí- le dijo y puso una mano sobre el brazo del mayor.- Disculpa todo esto Ben, es que mi hermano tiene ciertas costumbres de las cuales no me enorgullezco para nada.-

Dicho eso emprendió el camino hacia la cocina rápidamente, cual fué su sorpresa al ver que esa parte de la casa estaba impecable, con suerte, sería solo la sala la que tenía ese desorden, pero para serciorarse se dirigió también al baño y a las habitaciones. Pudo con esto comprobar que estaban igualmente ordenadas y limpias. El tico experimentó un alivio infinito.

Entró a la sala nuevamente con la escoba, la pala y una bolsa en mano.
-Si quieres puedes ir a ducharte, en el baño te dejé una ropa de mi hermano, yo me encargo de terminar aquí- ofreció a su invitado.

(si yo te maté imaginate como quede yo D: haces ver a Al más pervertido de lo que es D<)

Sintió la mano de Jo en su brazo y le sonrió inmediatamente, aún seguía afectado por lo que había visto pero su mente estaba en proceso de asimilación, buscando convencerse de que aquello era algo normal y que no tenía por qué reaccionar así; aunque claro, el pudor era algo fuerte en el rubio. —De verdad, Jo. No te preocupes. No pasa nada... después de todo es su casa y puede hacer lo que le plazca. —le dijo sonriendo y con tono dulce y comprensivo pero aún así bastante sonrojado.

Lo miró mientras se iba a la cocina luego de que él le pidiera una escoba. Continuó recogiendo un par de cosas más que había en el suelo al tiempo que deseaba con todas sus fuerzas no encontrar ningún otro objeto extraño. Mientras seguía ordenando no escuchó ningúna queja por parte del más joven lo que le hizo asumir que no había más desorden en la casa. Suspiró aliviado por eso y lo vio volver. —Todo está en orden, ¿cierto?... —preguntó mientras sonreía un poco viendo que en el rostro del costarricense la mueca de enojo había desaparecido y se le notaba bastante aliviado.

Siguió acomodando unas últimas cosas y al escuchar el ofrecimiento del otro dudó por unos instantes. A decir verdad tenía tantas ganas de terminar de ordenar como de bañarse. Pero finalmente decidió hacerle caso a Jo e irse al baño, seguramente el chico no quería que viera nada más y posiblemente se molestara si le insistía. —Te lo agradezco mucho, Jo. Iré a ducharme ahora. —volvió a sonreírle y fue hacia el baño ya que suponía dónde estaba.

Al llegar al pasillo identificó rapidamente el baño ya que la puerta estaba abierta, entró y la cerró con cuidado. Miró a su alrededor para ver dónde estaba la ropa y también ubicó las toallas, había un par de ellas colgadas cerca de la ducha. Sin más comenzó a quitarse la ropa tranquilamente hasta quedar sólo con sus boxers verde agua. Enjuagó un poco su ropa en el lavabo para quitarle todas las partículas de arena que tenía adheridas, luego las dejó acomodadas por ahí con la esperanza de que se secaran.

Se miró de reojo en un espejo mientras se acercaba a a ducha y abría la llave para que el agua empezara a salir y tomara temperatura. Se quitó la prenda que le quedaba puesta y se metió bajo la cálida lluvia de la ducha sintiendo cómo golpeaba su piel. Comenzó a pasarse delicadamente el jabón mientras veia cómo los granitos de arena iban despegándose. Estaba todo enjabonado y dispuesto a enjuagar la espuma en su cuerpo cuando oyó un ruido extraño proveniente de las paredes y el agua dejó de salir súbitamente.

Lo primero que atinó a hacer fue a cerrar y volver a abrir las llaves pero la ducha no respondía. Salió y probó las canillas del lavabo pero tampoco había agua. Estaba desnudo, mojado, enjabonado y con un poquito de mal humor a causa de la falta de agua. —Ok... son cosas que pasan... — algo resignado, tomó una de las toallas y la colocó alrededor de su torso cubriendo desde el pecho hasta un poco más arriba de las rodillas. Abrió la puerta y asomó un poco la cabeza —¡Jo! Creo que hay un problema... No sale el agua... —le dijo con algo de pena sabiendo que, probablemente, el chico se pondría de mal humor.

En cuanto el mayor se dirigió hacia el baño, eltico comenzó a recoger rápidamente toda la inmundicia de la que era víctima ese día, barrió como si su vida dependiera de ello, recogiendo con la pala cada partícula de suciedad, cada basura, y cada objeto vergonzoso. Pronto llenó toda la bolsa de basura, la cerró y la sacó fuera, lejos de la casa. Era como si toda la humillación que había sufrido ese día, iba encerrada en esa bolsa. Y fué un gusto para el tico deshacerse de ella.

Luego se dedicó a quitar todos los almohadones y lanzarlos al cuarto de lavado, sustituyéndolos por almohadas que habían en las habitaciones, no sin antes cubrir los sillones con sábanas limpias, solo por si acaso. Estaba a punto de pasar el trapeador por sobre la alfombra, cuando escuchó el llamado del mayor. Inmediatamente se dirigió al baño.

-No sale el agua?- preguntó. Por la puerta del baño solo se asomaba la cabeza del rubio, de manera que el tico, empujó la pùerta, dándole a entender que quería que lo dejara entar. Una vez que el mayor se apartó, el tico entró, lo miró de reojo, extrañándose de la manera en la que se había cubierto, como si fuera una chica que tuviera que esconder sus pechos. Pero solamente le lanzó una mirada de "que raro eres", y se dirigió a la ducha.

Abrió y cerró la llave varias veces y el agua no salía, José comenzó a impacientarse, ya eran bastantes cosas las que le habían pasado ese día, y aún no terminaba su mala racha. El color rojo se apoderaba de su rostro una vez más, pero esta vez la pena fué sustituída con cólera.

-Es increíble!!! ahora solo me falta que se incendie la casa cuando intentemos cocinar!!! y eso solo si logramos llegar a cocinar algún día!!!- exclamó en tono sarcástico, irónico y colérico al mismo tiempo. Optó por dar patadas a la pared en donde se encontraba el tubo encerrado, lleno de ira, se desquitaba con esa pared.

Y no había terminado se ser tan malo todo, cuando de repente el agua comenzó a fluir con fuerza, empapándo de pies a cabeza al tico.

-Ahh maldicón!! me c*** una y mil veces en esta p** casa!!! y ya verá mi estúpido hermano cuando lo vea, le voy a dar un enorme puñetazo en toda su h******* cara!!! Me llevan todos los diablos en esta maldita casa!!!- gritaba encolerizado, a la nada, sin importarle que el mayor estaba presente, presenciando todo su berrinche.

Se apartó dejando que Jo entrara al baño y sintió un poco de vergüenza al darse cuenta de que lo miraba como a un bicho raro. Al principio se preguntó por qué sería, pero luego supuso, acertadamente, que se debía al modo en el que se había cubierto con la toalla. Sonrió un poco sonrojándose lo vio irse hasta la ducha.

El sustó se apoderó un poco de él al ver cómo el otro iba alterándose cada vez más, su expresión le daba, tal vez, un poco de miedo, sobre todo porque Benjamín usualmente era muy calmado y sólo perdía los estribos en situaciones muy extremas y escasas. No sabía qué hacer para calmarle, realmente estaba en blanco. Dio un par de pasos algo temerosos acercándose mientras sujetaba con ambas manos la toalla que cubría su cuerpo mojado y desnudo. —Jo... please... tranquilízate, nada solucionarás con tu enojo... —dijo casi susurrando con una voz que, en el fondo era temerosa pero, aún así sonaba muy apacible. Ni bien terminó de hablar se percató de cómo pateaba con mucha ira la pared. Ese chico realmente era irritable y con muy poca paciencia. Aunque un poco incómodo por la violencia que demostraba el menor, dio un par más de pasos hacia adelante en el preciso momento en que el agua comenzaba a fluir con fuerza de la ducha mojando completamente al castaño.

Escuchó atónito todas y cada una de las vulgares palabras que salían con cólera de la boca del más joven. Se llevó ambas manos a la boca, cubriéndola como si con eso pudiera también callarlo. No podía creer que una persona fuera capaz de decir tantas barbaridades juntas, era algo que ni siquiera viviendo con Arthur había experimentado, y eso era decir mucho.

Sintió que debía hacer algo para calmar la ira creciente del menor. Se acercó caminando despacio hacia él mientras le hablaba con voz dulce —Tranquilízate, please, Jo. —pero como si todo, aquel día en aquella casa, estuviera en su contra, Benjamin no notó la pastilla de jabón que estaba en el suelo y al dar el siguiente paso que acortaría la distancia entre ambos chicos, la pisó. Resbaló inmediatamente y cayó con torpeza sobre el costarricense quedando ambos en el suelo de la ducha y bajo el agua. —Perdóname, Jo... —murmuró muy apenado mientras se ponía de pie con sumo cuidado y sujetaba con una mano la toalla que por poco se le suelta. —¿Te lastimaste?... ¿Estás bien?... —lo miró con mucha preocupación mientras esperaba su respuesta.

Cegado por la rabia seguí lanzando insultos al aire y cunado se dió ccuenta, solo sointió el peso del rubio sobre su cuerpo, Dios sabe como se habrá resbalado, cayendo directamente sobre el menor, y el agua aún corría por sobre ellos.

Si era posible que su ira aumentara, entonces lo hizo, sintió unos enormes deseos de extrangular al mayor, más sin embargo se calmó un poco al escuchar las disculpas de este. Decidió respirar profundamente e imitar al rubio al ponerse de pie.

Se aferró sin querer a la toalla que cubría el cuerpo desnudo del mayor, arrebatándosela al hacer fuerza para levantarse, callendo nuevamente en el piso del baño, llevándose un gran golpe en el trasero, no comparado con la impresión que se dió al percatarse que había dejado al mayor "como Dios lo trajo al mundo", sin poder articular palabra alguna.

Esperaba, un poco más tranquilo, a que el menor se pusiera de pie cuando sintió con terror cómo la toalla se le zafaba de la mano al ser arrebatada por el otro durante su caída. Inspiró rápida y profundamente a la par que sus ojos se abrían por la incómoda sorpresa. Vio casi en cámara lenta cómo el otro caía sentado mientras sujetaba en una mano la única pieza de tela que protegía su propio cuerpo.

Se le aceleró el corazón y miles de escalofríos le recorrieron la espalda, Benjamín quedó atónito por unos instantes mirando a Jo fijamente. Quizo gritar, gritar con todas sus fuerzas para liberar la terrible tensión provocada por aquel incidente tan desafortunado. Pero de su boca abierta no salió ni el más mínimo sonido. Cayó de rodillas sobre el suelo mojado y arrebató sin delicadeza la toalla de las manos del chico para cubrirse sus partes íntimas de inmediato.

Ésta era una de las pocas veces en las que Benjamín sintió verdadera vergüenza. Era tan incómoda aquella situación, sinceramente nada podía ser peor para él en aquellos momentos. Acomodó más de una vez la toalla sobre su cuerpo con las manos temblorosas. Su rostro estaba rojo, muy rojo y le brillaban los ojos como si alguna lágrima quisiera escaparse. —Disculpa todo esto, Jo... —dijo con un hilo de voz y ya sin mirarlo a los ojos. —Yo... ehm... fue todo un accidente... —se puso de pie una vez más mientras sujetaba con fuerza y temor la toalla. Cerró la llave del agua y ayudó a Jo a ponerse de pie. —¿Te golpeaste mucho?...

El otro rápidamente le arrebató la toalla de nuevo, cubriéndose rápidamente, aunque sus movimientos eran entorpecidos por el temblor de sus manos, si el tico estaba avergonzado por la situación, el rubio estaba a punto de sufrir un paro cardíaco. El castaño escuchó las disculpas del mayor, con algo de dificultad, puesto que apenas le salía la voz.

Fué ayudado a ponerse de pie, y para su alivio, el otro acató a cerrar el tubo del agua también.

-No, disculpame tu.. desde que llegamos, no, desde que nos hablamos en la playa, todo ha resultado un desastre, tras otro, tras otro.. de verdad me siento apenado por todo lo que ha pasado el día de hoy...- se disculpó sinceramente.

-Mira, es mejor que te termines de bañar si? si el agua se vuekve a ir, ya sabes como se arregla.. je je...- rió nerviosamente. El tico estaba profundamente decepcionado de todas las peripecias que había pasado ese día.

Salió del baño y se fué directo a una de las habitaciones, tumbándose en la cama boca abajo, a esperar su turno en el baño. No le importó estar empapado, aún así se estiró en la cama y cerro sus ojos, mientras esperaba a que el otro terminara, y sin darse cuenta se quedó dormido.

Se acomodó un poco la toalla y el pelo mientras escuchaba las disculpas del otro. Jo se encontraba muy apenado a causa de todo lo sucedido aquel día, decepcionado tal vez, pero al menos su ira se había calmado. A Benjamin no le agradaba ver a nadie de ese modo, ni triste, ni deprimido, ni nada que se le asemejara. Su nerviosismo terminó disipándose, pues creyó que si seguía, no ayudaría de ninguna manera al otro. En su mente, Ben aún moría de vergüenza pero intentaba convencerse de que fue un accidente y, que a decir verdad, nada malo había sucedido. De todas formas, el que lo hubieran visto sin la más mínima pieza de ropa aún era algo que lo mantenía nervioso en su interior.

—Son... cosas que pasan, Jo... no es necesario que te disculpes... —lo miró con ojos tranquilos mientras le sonreía cálidamente. Posó una mano sobre su hombro y lo acarició con intenciones de reconfortarlo al menos un poco, cómo intentado decirle que ya todo estaba bien. Esperó a que se marchara y se dispuso, por fin, a terminar de ducharse. El agua salió sin problemas ni dificultades. Enjuagó su cuerpo y tras cerrar las llaves comenzó a secarse.

La ropa de Al le quedaba un poco grande. La acomodó mientras se miraba al espejo asegurándose de que estuviera bien y, por sobre todas las cosas, que el pantalón se ajustara correctamente, que no cediera ni un centímetro. Para Ben había sido muy dificil decidir entre ponerse la ropa interior que se había sacado y no usar nada. Tras varios minutos de serio debate interno, se decidió por la segunda opción ya que sus boxers aún seguían húmedos por el agua del mar. Se secó el pelo, se peinó y acomodó todo el desorden ocasionado, tambien secó los pisos para después salir de aquella habitación.

Llamó a Jo un par de veces pero al no recibir respuesta decidió buscarlo. Lo encontró tendido en la cama de una de las habitaciones y entró con cuidado. Comprobó que el muchacho se había dormido y se sentó a su lado mientras pensaba por unos instantes en dejarlo dormir, pero recordó que el chico también necesitaba un baño y que también debía comer. Acarició con suavidad su frente y su pelo mientras le hablaba con una voz muy dulce y calmada —Jo... Despierta, ya puedes ir a bañarte... —dejó de acariciarle el pelo y posó su mano sobre su hombro, esperando a que el menor abriera los ojos.

Estaba aún un poco en estado de vigilia, por lo que al sentir el tacto del otro sobre su hombro y el escuchar su voz, por más calma que estuviera, sobresaltó al tico bastante. Por lo que se incorporó en un movimiento rápido y brusco, dándole un cabezazo al mayor justo en la cara.

Le dolió bastante y se tomó la cabeza comenzándo a acariciarcela, hasta que unos segundos depués cayó en cuenta que el mayor fué el que se llevó la peor parte. Alarmando volteó a ver al rubio, solo para encontrarse al mayor tomándose la nariz, por debajo de su mano se asomaba una gotita color carmín.

-Oh por Dios!! Ben!! disculpa disculpa!!!- gritaba asustado mientras se ponía de pie.

-Iré...iré por el botiquín de primeros auxilios!!! espera aquí- dijo estúpidamente mientras corría al baño a buscar el dicho botiquín.

-Que más puede salir mal hoy?!!- se quejaba en el camino.

No pudo reaccionar a tiempo cuando el más joven se incorporó con tal brusquedad. De haberlo hecho, el impacto se hubiera podido evitar. Fue bastante fuerte pero, a decir verdad, no le había dolido demasiado. Dolía, sí, pero se sujetó la nariz más por la sorpresa que por el posible daño.

Sintió cómo un líquido tibio comenzaba a salir de su nariz y sin siquiera mirarlo supuso que era sangre. Volteó a ver al castaño aún sujetándose la nariz —No te preocupes, Jo. Sólo ha sido un golpe y sale un poco de sangre. Estoy bien. En serio... —le decía con esa voz tan extraña que sale cuando uno se tapa la nariz y habla. —Jo... —murmuró al verlo ir con mucha prisa hacia el baño. La reacción del chico le pareció un poquito exagerada pero aún así sintió algo de ternura y agradecimiento al notar su preocupación.

Apretó un poco su nariz mientras inclinaba la cabeza hacia delante para que la sangre no le fuera a la garganta. Al cabo de unos pocos minutos, la pequeña hemorragia había cesado y el rubio se puso de pie para poder ir al baño y lavarse la cara y las manos.

Se acercó al baño, la puerta estaba abierta y vio al menor todavía buscando el botiquín. —¿Jo?... Ya está, se detuvo... —le dijo con voz serena. —Gracias por preocuparte... —acto seguido, Benjamin entró y se lavó el rostro y las manos removiendo el poco de sangre que le había manchado. —¿Tú te golpeaste muy fuerte?... —se le acercó y le hizo voltear para examinarlo.

Rebuscaba en el botiquín cualquier cosa que le pudiere servir para aliviar el dolor y retener el sangrado del mayor, sus manos temblaban, y le era difícil manejarlas, de manera que se le cayeron varios frascos y paquetes, mientras continuaba refunfuñando y murmurando groserías, como era posible que pasaran tantas cosas malas en un mismo día?

Entonces el mayor entró, ya no sangraba y parecía que estaba bien. Se lavó los restos de sangre y se volteó a examinar al castaño.

-No, no me golpeé de verdad, no tengo nada...- le dijo mientras se alejaba y salía rápidamente del baño, estaba profundamente avergonzado, y la verdad ya no quería que más cosas malas continuaran sucediendo, y sentía que si pasaba más tiempo cerca del rubio, su mala racha continuaría.

Llegó a la sala y se sentó en uno de lsos sillones, tomándo una almohada y abrazándola, como si de esa forma pudiese protejerse de las peripecias que había pasado ese día, y de las que estaba seguro, vendrían luego.

(asdasdad gomen por la estupidez pero estoy seca D:)

Una extraña y triste sensación lo invadió al ver cómo el joven se alejaba de él con rapidez. Temió haber dicho algo hiriente o desconsiderado y fue por ello que intentó buscar en sus palabras previas algo que pudiera haber afectado al chico, pero nada encontró. Salió con paso lento del baño en dirección a la sala a donde, supuso, se encontraba su acompañante.

Al llegar, lo encontró sentado y abrazado a una almohada, se le veía aún un tanto nervioso y preocupado; aunque también le resultó una imagen muy tierna. Se acercó sigilosamente como si estuviera a punto de consolar a un pequeño animalito asustado, así era como Jo se veía en aquelos momentos. Una vez frente a él se arrodilló, posó una de sus manos en la rodilla del costarricense y con la otra le acarició la mejilla. —Jo, tranquilo... Sólo ha sido un poquito de mala suerte, nada más que eso. Ambos estamos bien. —explicó con profunda calma y ternura al hablarle. Se puso de pie para, acto seguido, tomar asiento al lado del chico. Le abrazó por los hombros y le atrajo con suavidad hacia su pecho para después acariciarle el pelo. Sinceramente, Benjamín no supo el porqué exacto de su reacción, pero en aquel momento se sintió como un hermano mayor que debía protegerlo. —Todo estará bien a partir de ahora... —le acarició un par de veces más para luego soltarlo, no deseaba que el otro malinterpretara sus acciones o algo similar. —Deberías ir a ducharte, eso te relajará. Mientras tú te bañas yo puedo cocinar. —se paró y, quitándole docilmente la almohada de entre los brazos, le invitó a ponerse de pie. —¿qué te parece?...

Estaba realmente decepcionado, comenzaba a moverse nerviosamente de un lado a otro aferrado feurtemente a la almohada, pero de inmediato el mayor llegó hablándole calmo y tranquilizándolo, el tico no dijo nada, tampoco habló al sentir la mano del otro acariciándole, y menos cuando se vió acunado en el pecho del otro, un sonrojo nuevo se apoderó de sus mejillas, no estaba acostumbrado al calor de la amistad, y eso le producía un poco de incomodidad y sorpresa a la vez.

El mayor le arrebató la almohada con cuidado y le brindó su mano para que pudiera levantarse, el tico no sonrió, pero aceptó la mano del otro, y su propuesta.

-Está bien, me iré a bañar, y disculpa el drama!- le habló pero su rostro estaba inexpresivo.

Se dirigió al cuarto y sacó un conjunto de ropa limpia, de ahí pasó al baño, se quitó el traje de baño rápidamente y abrió la llave del agua, la cual corría sin problema. Se metió de inmediato bajo el chorro y cerró sus ojos. Comenzó a quitar toda la arena de su cabello y los restos que quedaban en su cuerpo, y luego se enjabonó cuidadosamente, dándose un suave masaje por todo el cuerpo, a fin de liberar la tensión.