Misión Compra de Viveres

Impresionado por las profundas palabras del chico, no supo muy bien que decir a continuación. A pesar de ser mayor con él, empezaba a sentirse muy pequeño a su lado, casi inmaduro, y a lo mejor hasta infantil.

- M-me alegra que te gustara... - balbuceó como pudo, y prosiguió a recoger todo y llevarlo a la cocina.

No le parecía demasiado correcto aceptar la propuesta de su invitado, ya que el anfitrión debía encargarse de su comodidad, pero por otra parte... El chico parecía de verdad tener ganas de ayudarle, de seguro le gustaban las tareas que tuviesen algo que ver con el orden. Además de que la limpieza no era su punto fuerte, de esas cosas se ocupaba su hermana... Así que se encogió ligeramente de hombros y le dijo:

- Bueno, si quieres...

Le enseñó el camino a la cocina y depositó los platos en el fregadero, para luego abrir los grifos, hacer un poco de espuma, arremangarse como pudo el traje y ponerse manos a la obra.

- Ah... gracias. - sonrió ante su gesto. De verdad le agradaba que el otro se preocupara por nimiedades así, consideraba ser tan detallista como una gran virtud. Uno no puede ir así nomás por la vida, después de todo.

Continuó fregando los platos unos minutos en silencio, hasta que se le ocurrió preguntar:

- Heinrich, ¿cómo es que eres así de detallista...? No creo que por tomar ejemplo de tus hermanos, sinceramente...

- Lo entiendo... - asintió ante su explicación, guardando los platos y las cucharas ya impecablemente limpios en la alacena. - ...y lo admiro mucho, sinceramente. Es una gran virtud... un poco obsesiva, sí, pero una virtud, al fin y al cabo - le sonrió con franqueza.

Se quedó unos segundos en silencio, ordenando sus propias ideas, para luego proseguir.

- Y lo comparto, de cierta forma... yo tampoco puedo tolerar los errores, sobre todo si son de los que se pueden evitar. La negligencia es imperdonable.

Sonrió con tranquilidad, de verdad encariñado con el chico. Nunca había tenido un hermano menor, y aunque adorara a Lilly, solía preguntarse cómo sería su relación si tuviesen algunas cosas más en común, cosas que compartiesen de una forma distinta. Comenzaba a hacerse a la idea.

- Es la sangre de Germania... - le dijo, convencido de ello. - Supongo que tener un ancestro común conlleva que nos entendamos mejor entre familia que con los demás. Aunque... no sea demasiado indicado para hablar de esas cosas - admitió, recordando sus escasas habilidades para relacionarse.

- Estoy seguro de que lo serás... - le dijo sonriendo ante su comentario. ¿Qué decendiente de Germania que se preciara no deseaba serlo? Había sido un ejemplo, una imágen digna de admiración, para todos ellos.

- Y sí... aunque no todo el mundo nos comprenda... es agradable saber que somos una familia. - admitió, ruborizándose un poco. - Y, bueno... además de tus hermanos... quiero que sepas que las puertas de mi casa también siempre estarán abiertas para tí.

Sólo pudo reír alegremente ante su comentario. ¿Tan grande como Germania? Dudaba mucho que alguna vez, a lo largo de su prácticamente inmortal vida, volviese a haber alguien que pudiese siquiera compararse con él.

- Así será. - le respondió. - Te visitaré tantas veces como desees.

Acomodó las mangas de su abrigo, una vez finalizada la labor, y rebuscó entre sus alacenas hasta que encontró lo que buscaba: una caja enorme de bombones.

- Toma. - le ofreció. - Te la regalo... pero convídale a tus hermanos también, si los comes todos tú sólo, te harán mal - sonrió.

No tenía ni idea de dónde salía tanta amabilidad para con el joven, pero no se arrepentía para nada. Había algo en él que lo impulsaba a tratar de complacerlo, como si no pudiese negarle nada si llegaba a pedirle algo. Una sensación muy parecida a la que le inspiraba Liechtenstein.

- ¿En serio? Sería genial... - respondió a su oferta, complacido. Desconfiaba bastante de los productos extranjeros, pero esta vez de verdad sentía curiosidad.

Cuando Heinrich le dijo que tendría que marcharse no pudo evitar entristecerse un poco. Había llegado a sentirse bastante ligado al rubio, aunque no lo conociera demasiado, pero era consciente de una afinidad especial entre ellos.

Aún así, ya era hora de acabar con la visita. Si sus hermanos se enteraban de que el motivo del retraso de sus preciadas cervezas era él, podía darse por muerto.

- Supongo... - le respondió. - Pero bueno, seguro que volvemos a vernos pronto.

- Pues no sé... - meditó, tratando de encontrar una fecha que no fuese ni demasiado cercana ni demasiado lejana. Aunque, pensándolo bien, lo correcto era que escogiera él.

- Cuando quieras estará bien, en serio. Es tu casa, lo adecuado es que tú me digas un día que te venga bien... yo no tengo nada planeado, pero cualquier cosa que surja se puede posponer, también - le sonrió -.

- Por mí está bien - le respondió, de verdad no tenía ningún inconveniente con la fecha, ya que los fines de semana solía tenerlos libres. Aunque a veces los utilizaba para pasar algo de tiempo con Lilly, supuso que no le molestaría demasiado que por una vez no fuese así.

Se dió cuenta de que al otro le estaba costando lo suyo despedirse, pero él mismo tampoco estaba por la labor... aunque tendría que hacerlo tarde o temprano.

- Bueno... supongo que tus hermanos me matarán si no llegas pronto... - trató de bromear.

El abrazo lo dejó absolutamente en blanco. Había tenido el impulso unas cuantas veces a lo largo de la tarde de aunque sea acariciarle la cabeza, pero no se había atrevido. Así que a penas pudo volver a coordinar sus extremidades, correspondió brevemente al contacto, estrechando por fin su pequeño cuerpo contra sí. La sensación le pareció muy bonita.

- No lo olvidaré, lo prometo. - afirmó con vehemencia a su recordatorio, aún con la voz algo afectada, y lo acompañó hasta la puerta. Al verlo allí parado en el umbral, se sorprendió pensando cómo sólo en un par de horas ese chico había conseguido meterse en su casa, cosa de la que no cualquiera podía alardear. Sonrió.

- Auf Wiedersehen, Heinrich... nos veremos pronto.

Y deseó de todo corazón que así fuera.

Acomodó perfectamente su uniforme lo mejor que pudo para salir impecablemente, no podía ir dignamente caminando dando una mala proyección de su respetado uniforme y su respetada casa. No pudo evitar voltear un poco nuevamente hacía lo que dejaba atrás, le animaba un poco la promesa de un futuro encuentro, más las despedias siempre eran así, amargas. Decidió regresar su atención al camino, después de todo ahora debía volver más que deprisa a casa ya que las cervezas tenían que estar inmediatamente en casa, antes que su familia entrase en alguna especie de histeria combinada con abstinencia alcoholica. Suspiró y retomó su camino avanzando igualmente del modo pulcro aunque con mayor rápidez. También tenía algo de entusiasmo por llegar, si tenía suerte Baviera estaría disponible para ayudarle con su recolección de ingredientes para preparar lo que sería un digno y ejemplar weisswurst para el fin de semana.

((.___.U perdon de nuevo por las demoras el trabajo de verano me ha complicado... y eso no se si quieras k sigamos aqui eso de la continuación de la invitación de henry o prefieres un tema nuevo y espero no demorarme mas ;O; perdón ))

[ASDFASDF no te preocupes :3. Podríamos empezar uno nuevo, ¿no~?]