Un encuentro furtivo (Privado (¿Advertencia?)

Heracles ni siquiera se perdió entre la oscuridad, conocía la biblioteca tanto como su amada nación.

Llegó hasta la recepción, donde la silla nuevamente estaba vacía, justo como la encontró en un principio. Todo era demasiado raro, y fué hacia la puerta esperando encontrarla abierta.

Pero estaba cerrado.

Golpeó la puerta con frustración, nada cambiaba. Decidió regresar con Kiku y pensar en algo mejor.

Escuchó los pasos del griego volver, los reconocía por lo pausados y suaves. Supuso entonces que era verdad.... habían quedado encerrados en la biblioteca.
-¿De verdad... nos dejaron aquí?

-Eso... parece...

Habló lento, con serenidad a pesar del problema en el que se encontraban. Esperaba no haber asustado a Kiku, estaba muy oscuro ahi atrás.

Las nubes oscuras auguraban tormenta, y eran tantas que iba a durar toda la noche, salir de allí no era una opción.

-Sería mejor que pasáramos la noche aquí... no se ve nada bien... el cielo... -señaló con la vista hacia el cielo. Volvió a tomar asiento en el mismo lugar, esperando por una segunda y más sabia opinión

-Es verdad... y no hay modo de salir por las ventanas, están muy alto.- suspiró- Será mejor esperar hasta mañana que abran para irnos.
Pensó un momento.
-¿Tus superiores no se preocuparán si no regresas?

Por un momento esa pregunta le pareció de un chico de secundaria cuando nota la hora y espera que no haya problemas para ninguno.

-Bueno... si... -levantó la vista distraídamente- ...pero eso no me importa, no puedo hacer nada

Y justo cuando pronunció esas palabras, su teléfono comenzó a sonar. Heracles decidió ignorarlo.

Se escucharon golpeteos en las ventanas, la lluvia comenzaba a caer y algunos truenos no tardaron en escucharse. El gatito que cargaba Japón empezaba a ponerse muy inquieto y maullaba sin control.

El griego se agachó hasta quedar a la altura de la cintura de Kiku, acariciaba el gatito por detrás de las orejas para que se calmara. Tenía un brazo y su cabeza recargadas en su regazo.

Notó al gato inquieto y por un momento temió que lo afectara mucho la lluvia pero al ver lo que hacía el griego se calmó.
"De verdad entiende a estos animalitos" pensó.
Aunque también él temía un poquitito a las tormentas porque siendo un país formado básicamente por islas apartadas una de la otra tenía que navegar de un lado a otro en su propia casa... y una tormenta fuerte hacía que se perdieran muchas vidas.

-No estés nervioso Kiku... aquí estoy yo -abrazó a su japonés de la cintura, con su cabeza recostada miraba hacia arriba, sonriéndole cariñosamente.

El gatito comenzó a ronronear ya más tranquilo pasando todo su pequeño cuerpo por el rostro del griego.

Jugueteó con sus manos en la cintura y la espalda del japonés, intentando darle un masaje que lo tranquilizara un poco

-Sé lo que piensas... no pasará nada... te lo aseguro...

Se sonrojó un poco al sentirse abrazado así, nunca pero nunca nunca lo habían tratado de ese modo. Ni siquiera Yao.
Trató de sonreír calmado, aunque se sintiera nervioso por los abrazos que eran tan de repente.
-Supongo que todos tenemos algunos miedos ocultos.- dijo calmándose al sentir las manos de Heracles dándole ese pequeño masaje, cerrando los ojos lentamente.

-Después de todo, no somos muy diferentes de los hombres.

Se incorporó hasta besar sus labios una, dos y tres veces. Una mano se coló por detrás de su nuca, masajeándola con suavidad, subiendo de nivel el contacto.

El gato se alejó de un brinco, y Heracles aprovechó para acariciar un poco sus caderas, rozando con las yemas de los dedos la poca piel que se encontraba expuesta.

Le encantaba sentir que lo tenía entre sus manos, y que era todo suyo.

Pensaba en responder algo hasta que sintió el primer beso tomarlo por sorpresa pero rápidamente se puso a la defensiva y respondió a los otros dos, tomando entre sus manos la cara del mayor, estremeciéndose con sus manos acariciando lo poco que su ropa dejaba descubierto.
Aunque sonara egoista para él, aunque realmente eso no pudiera ser cierto, el griego era suyo.

-Eres mío... sólo mío... -el tono de voz de Heracles cambió, se volvió más grave y más posesivo. Su vista se volvía líquido y se fundía con la del japonés.

Dejó de beber de sus labios para formar un camino hacia el cuello, devorando cada porción de piel que se atravesaba en su camino. Siempre lo había deseado, talvez era el efecto que ejercía la luna sobre él pero tenía tantos deseos de estar con él...

Atacaba sin piedad cada porción de él, ya habían pasado largos minutos y no tenía intenciones de parar. Pasaba sus manos por encima de su ropa, y a pesar de tener acceso por debajo de ellas se abstenía de hacerlo, quería que el japonés también sintiera la necesidad de tocarlo, necesitaba sentir que lo estaba haciendo bien, si no estaba sometiendo a su compañero.

No quería terminar convirtiéndose en lo que más odiaba.

(asdasdasdas.... que cute quedó.... <3____<3 *intento fail de ojitos de corazón)

Al escuchar esas palabras comprendió exactamente qué pasaba. Sí, tal vez fuera porque estaban solos y no había posibilidad alguna de que los vieran, cosa que mas que asustarlo, le tranquilizó.
Apenas podía saber qué hacer, nunca había estado con alguien, solo el instinto le indicaba que eso era deseo lo que sentía. Y la conciencia que no debía estar así con el mayor.
Pero quería, realmente quería. No sabía cuanto más pasaría antes de verlo otra vez, en cambio conocía cuanto tiempo había esperado decírle la verdad.
Se aferró con fuerza a Heracles, para dejarse guiar por él.

La tormenta cayó con más fuerza convirtiéndose en diluvio, y el sonido de los truenos era cada vez más fuerte. Ya ni siquiera se filtraba la luz de la luna por ningún resquicio. Todo se encontraba totalmente a oscuras.

Heracles tomó al japonés de los muslos y entrelazó sus piernas alrededor de su cintura, levantándolo en vilo. Este movimiento pareció asustarlo, ya que se agarró de su camisa. Heracles le sonrió seductoramente mordiendo el lóbulo de su oreja, resoplando en su cuello.

Enseguida el griego se sentó en la silla, dejando a kiku sobre su regazo. Masajeó su espalda y el final de ella, sin llegar a su trasero. Siendo él, no podía ser tan atrevido... cualquier otro ya hubiese estado debajo de él pidiendo más. Pero le tenía respeto y adoración al japonés.

~Purrrrr~....-ronroneó con esa voz tan sexy que sólo kiku tenía la dicha de haber escuchado- Quiero oírte Kiku... vamoos... -lo tomó de la cintura pegándolo más a su cuerpo, realizando suaves movimientos.

Ya iban muy lejos como para correr, lo sabía, era una pequeña guerra ir por todo o nada, a la conquista.
Simplemente miró a los ojos al griego cuando quedaron ambos sobre la silla. No comprendía bien qué le pedía.
-Nyaa- intentó decir, sonrojado.

-Hn... dilo otra ves... -lamía todo el contono de su oreja, susurrando cada palabra sólo como él sabía hacerlo.

Volvió a aterrizar sobre sus labios, esta vez los besos no fueron suaves. Introdujo su lengua sin cuidado en su boca, explorando toda esa cavidad gimiendo y moviendo las caderas de kiku con ambas manos. La temperatura de su cuerpo estaba subiendo rápidamente, los pantalones comenzaban a incomodarle, pero quería ver mucho a Kiku en esta situación.

Siguió besándolo, desabrochando los dos primeros botones de su camisa, estaba haciendo mucho calor a pesar de que les salía vaho por la boca.

-Kiku... anda... habla para mi...

Sentía extrañamente su cuerpo estremecerse con esos leves movimientos entre ambos, sonrojándose un poco más al responder los besos, sintiendo el calor que los llenaba en ese frío.
-Nyaaa....- volvió a repetir, imitando otra vez un gato pero con los gemidos que comenzaban a formarse en su garganta parecían un gatito pequeño.- Ehm

-Nyaaa....-ese gemido había terminado con la poca cordura que le quedaba al griego, lo había desestabilizado completamente...

Devoró salvajemente su boca, se ahogaba en placer. Todo Japón era obscenidad para él, nadie más que él mismo podía percibirlo y tan grande y maravilloso es el destino que le permite compartir un momento tan íntimo como éste. Grecia había perdido la cabeza.

Abandonó bruscamente su boca para seguir atacando en su cuello, donde mordía, besaba y succionaba, dejando unas bonitas marcas que seguramente no serán bien vistas por la mañana. Abrazó posesivamente su cintura con uno de sus fuertes brazos, mientras la otra se colaba entre ellos y se perdía entre las piernas del griego.

Comenzó a embestir provocando que el japonés diera leves saltos en su regazo, haciendo movimientos con la mano. Trató de distraer su atención besándolo en la barbilla y obligándolo a mirar al techo mientras terminaba de auto-satisfacerse, evitando gemir. No quería que se enterara de su "pequeño problema", muy avergonzado de su poco autocontrol.

Se había sorprendido como de pronto había cambiado, como se movía con él encima y como le besaba y le marcaba.
Al principio se hizo el desentendido pero ya después sintió algo diferente en el cuerpo del mayor y supo que él no quería que se diera cuenta que ya necesitaba más. Y lo peor era que con esos movimientos también él empezaba a querer más. Ni tan peor, pero no sabía como decírselo o qué hacer, sólo se mordió un labio, tratando de razonar.
-Hera-san....

-Ahhh... Kiku... no es buen momento para... hablar... -su voz se había vuelto tan ronca que apenas se le entendía. Siguió masturbándose cada vez más rápido, ya no le importaba haberse visto descubierto.

"Sabía que debí haberme ido antes de que se saliera de control... eres un idiota Heracles, seguramente kiku se levantará y te dejará con el Partenón en pié"

Aflojó el agarre que tenía sobre el japonés. Lo soltó de sus brazos dejándolo en libertad y escondió su cabeza entre el hueco que formaba su cuello. Subió el ritmo de las embestidas y entonces...

-Aahhh... hn... -...se vino en su mano. Cerró bien el puño para evitar manchar a su compañero con su esencia. Su voz era gruesa y áspera, empapado en sudor y con los músculos del brazo tensos a causa del ejercicio.

Creyendo que había terminado y sumamente avergonzado, levantó el rostro para enfrentar al japonés... en lugar de eso... la expresión de confusión que tenía kiku en su rostro sólo hizo que volviera a excitarse. El Partenón volvía a levantarse.

Heracles se veía derrotado y frustrado sexualmente.

-Hera...- le dijo con una sonrisa- Si lo que querías era hacerlo conmigo solo era que me lo pidieras.- apartó un poco la mirada, eso era un poco vergonzoso de pedir, pero también lo necesitaba porque ya tenía bien alborotado Tokyo- De verdad quiero darte mi primera vez.
Se sonrojó de pies a cabeza al decir eso, pero su voz sonó firme.

-...¿Esta hablando en serio? -la frase hacía eco en su mente -¿está hablando en... serio? Lo miró como si fuera la primera vez que lo hacía, parecía sincero. Kiku estaba completamente sonrojado, se veía adorable.

"-De verdad quiero darte mi primera vez."

Tocó su mejilla con su mano, acariciándolo tiernamente. Podía sentir todo el calor que emanaba y se encerraba en su rostro. Se veía precioso... lucía estupendo, aun con el problema de ambos entre sus piernas. Heracles se acercó a sus labios besándolo dulcemente, y no tardó en convertirse en algo más apasionado.

Bajó su mano hasta el cierre del uniforme del japonés para encontrarse con una sorpresa tan grande como la suya. Acarició su miembro por encima del pantalón dando leves masajes circulares con las yemas de los dedos, era la primera vez que tenian un contacto tan íntimo.

Japón ya estaba preparado.

Lo miró a los ojos, así sin palabras podrían entenderse bien. Heracles se había sorprendido con su confesión, tal como esperaba, pero no le mentía. Jamás lo haría.
Mientras respondía el beso se aferró un poco a la playera del griego. No sabía hasta que punto soñaba -otra vez- o era realidad.
Se estremeció al sentir como le tocaba allá abajo, estaba increíblemente sensible y por mas que intentó salió un gemido, ahogado entre sus labios y los del griego.

Japón soltó un gemido, era buena señal. Sentía el pantalón de Kiku a punto de reventar, y decidió liberarlo de su prisión de tela. Desabotonó y bajó la cremallera rápidamente para encontrarse con su erección. Se relamió los labios, estaba dudoso de cómo empezar o por dónde empezar.

Kiku lo veía impactado y algo asustado. Era normal pues la primera vez nunca es fácil, encontrar un buen lugar, a la persona indicada que claro debía tener más experimentada... Era totalmente comprensible. ¡Y eso es lo que lo ponía nervioso! no pidía defraudarle. Sus gemidos eran una tortura para él... sólo lograban impacientarlo. No era cuestión de solo tómalo y déjalo, estaba hablando de la persona que más quiere.

Se separó de él y dejó de trabajar en su erección. Se levantó de la silla sosteniendo a Kiku de los muslos aferrándolo a su pecho y lo colocó sobre la mesa. el japonés lo miró confundido, talvez pensando que lo iba a abandonar allí, sólo siguió caminando con la cremallera abierta y la erección en alto, se dirigió hacia una esquina de la sala, donde habían cojines de todos colores esparcidos talvez como decoración. Los juntó todos y luego los acomodó para habilitarlo como descanso, muy parecido a una cama.

-Esto es perfecto...

Se dirigió con paso y miembro firme hasta él, donde lo tomó entre sus brazos a pesar de los reclamos del japonés y lo depositó entre los cojines. Se tiró encima de él, abrazándolo posesivamente. Japón se cubrió con un cojin avergonzado, se veia muy lindo, pensaba el griego. Heracles se sentó encima de sus piernas, rozando su erección mientras se quitaba la camisa, dejando todo su torso al descubierto.

Su respiración aumentaba de ritmo al igual que su cuerpo, se quitó un poco el cojín de la cara para poder ver al griego sin camisa, con una mezcla de curiosidad y morbo. Su piel era muy blanca, aunque no hubiera mucha luz podía notar algunas cicatrices de su pasado, algunas sabía que eran de parte del turco enmascarado, otras, mas recientes les podía poner fecha porque eran de esa guerra y de verlas le dolían.
Pasó su mano por esas con cariño.

Sintió la suave caricia sobre sus antiguas cicatrices, nunca antes había sentido ese tipo de toque. Tomó sus dos manos entrelazándolas en su cuello.

-Esta es la primera vez que lo hacemos... - lo besó mientras lo desvestía, le gustaba cada vez más lo que veía. Ya pronto Japón sólo quedaba en ropa interior. Se colocó encima yendo directamente hacia su níveo pecho para jugar con él. Besó y lamió explorando cada centímetro, observando el rostro cargado de placer de su compañero. Lo estaba haciendo bien. Engulló uno de sus rozados pezones y comenzó a torturarlo con lentas succiones haciendo que lo tomara del cabello, retorciéndose y moviendo las caderas. Sentía que clavaba sus dedos en su espalda y sonrió complacido. Lo mordia, lo lamía, lo besaba, gimiendo su nombre en su oído...

Llevó su mano hasta su otro pezón, dando suaves masajes para equilibrar la jugada. Lo tomó de la cintura con su mano libre y lo apretó contra él. Lo chupó por última vez para rehacer su camino de besos bajando por su abdomen y se detuvo al llegar a sus regiones vitales, que aún se encontraban cubiertas por los interiores, casi a reventar.