Un encuentro furtivo (Privado (¿Advertencia?)

-Dime, como te sientes? -tomó su mentón, acercando su rostro al suyo separados tan sólo por pocos centímetros y se hundió en su mirada, disfrutando del silencio que se formaba en la librería. Sabía que al amanecer todo esto iba a terminar y volverían a encontrarse en el campo de batalla, fingiendo que todo era mentira.

Acercó su chaqueta y cubrió el cuerpo desnudo de kiku. Le brindó pequeños masajes en la espalda, mientras pensaba en todo lo sucedido esta noche y que seguro jamás iba a olvidar.

-Es algo... que no me puedo explicar con palabras- le dijo.- Es como si algo doliera dentro de mí, pero ese dolor me da fuerza.- susurró.
Lo abrazó mas fuerte, en parte por el frío que sentía, otra parte por oír su corazón latir, aunque se podría jurar que con el silencio se escuchaban los dos perfectamente.

Lo estrechó en sus brazos, acariciando su cabello relajándose completamente. El paisaje ofrecido a través de la alta ventana ya anunciaba el amanecer y Heracles no podía creer lo rápido que había pasado el tiempo. Miró el reloj de pared, calculando el tiempo que faltaba para que alguien viniera a abrir la librería.

Escuchó atento lo que Japón le declaraba y lo analizó, palabra por palabra, diseccionándola y guardándola muy dentro de él. Ambos sentían lo mismo, estaban perdidos en el mismo dolor.

-Nunca te voy a dejar... ni siquiera en el campo de batalla. No me importa traicionar a nadie, ni perder lo que me queda, siempre que tú te encuentres bien. Quisiera entregarte lo que tengo... aunque esto sea muy poco... -una lágrima resbaló silenciosa por su rostro, casi imperceptible al frío de la noche.

-Hera-san...- dijo sintiendo una gota cálida caer sobre su cabeza- no importa qué, tomaré las medidas que sean necesarias para que no te sigan dañando mis... compañeros. Te lo prometo.
Notó que la noche clareaba un poco.
"Por favor dame un poco mas de tiempo, Dios" pensó, recordando que tenía que volver con Doitsu e Italia.
-¿Que pasará? ¿Te harás responsable de esto?- le susurró.

-Por mí no te preocupes... he sobrevivido a peores guerras -cerró sus ojos, recordando amargas experiencias del pasado. Sonrió al escuchar lo último, ya le habían hablado acerca de algunas costumbres de Japón y le parecía muy tierno.

-Hacerme responsable... -se llevó una mano al mentó, dubitativo- por haberte desvirgado? -lo miró con aire divertido sonriendo seductoramente.

-Eh... lo decía por si pasara algo... extraño...- dijo sonrojándose un poco- Como un hijo o algo así. Aunque no es posible ¿verdad?
Se levantó un poco, buscando su ropa con la vista, mas que nada para no ser encontrado en una situación algo extraña o vergonzosa.
Y volvió a su mente la misma pregunta ¿como era que habia terminado encerrado con Grecia en una biblioteca solitaria?

-Kiku... -lo miró fingiendo seriedad- recuerda que no somos personas, no somos normales, asi que un embarazo no podemos descartarlo.

Muy dentro de él quería creer que esto sí era posible, pero conocía muy poco de su situación. Nunca antes había oido hablar de un embarazo de alguna nación.

-Pero... -continuó antes de que Japón lo interrumpiera- si resulta que eso sucede... que esperas un hijo mío jamás te daría la espalda, tenga o no tenga descendencia siempre voy a estar contigo, no te libras fácilmente de mí.

-Eso lo sé- le dijo sonriendo- y por eso confió en tí.
Miró que el sol casi había salido, era hora de disimular lo ocurrido.
-Creo que... debemos limpiar aquí. Y vestirnos.- comunicó.

-Si... tienes razón -miró hacia la alta ventana, sólo había un avecilla blanca y gorda que pillaba con desesperación. Esperó a que Japón se incorporara e hizo lo mismo, vistiéndose con parsimonia. Aún faltaban algunas horas antes de abrir el lugar y debían dejar todo limpio. Vió algunos libros manchados y rió levemente.

"Sólo espero que nadie note eso..."

Recogió el mar de cojines y los volteó para ocultar sus "fluídos de amor"

-Kiku... has visto mi camisa? -buscó entre los estantes pero no había nada, sólo su chaqueta hecha un ovillo- No puedo salir así...

Pasos

Sonido de pasos...

-No- susurró.- buscando donde esconcer a Heracles si es que los pasos se acercaban a ellos, cosa que en efecto pareció ocurrir por un momento y luego los pasos se perdieron un poco.
Entonces notó algo blanco en el piso, apenas a poca distancia de ellos.
-Ahí está tu camisa- la recogió y se la entregó.

Gracias -se colocó la camiseta que apenas le quedaba y se colocó la chaqueta encima. Los pasos se escuchaban cada vez más cerca y vió a Japón dando vueltas algo nervioso. Heracles buscó alguna puerta pero no había, la ventana estaba muy alta y sólo delatarían su posición al enemigo. Siguió buscando más pero era inútil, estaban en la última sección atrapados.

Por Zeus... qué haremos? -Miró un poco más, concentrándose en todos los lugares o posibles vías de escape. Estaban rodeados por estantes repletos de viejos libros, algunos montones de sillas extras al fondo, mesas para estudio.

De pronto un pequeño ratón salió disparado desde donde provenían las pisadas y se perdió hasta detrás de un pequeño estante que a simple vista parecía igual a los demás salvo por algunos detalles. El sujeto se acercaba cada vez más. Heracles tomó la mano de kiku y ambos corrieron hasta el pequeño estante de libros.

-Ayúdame, vamos a moverlo -cogió un extremo del estante y con ayuda de Japón lo movieron, encontrando una puerta oculta. Abrió la puerta y tomó la mano de kiku, entrando al pequeño y apretado compartimento. Heracles arrastró el estante volviéndolos a ocultar.

-Ahora... guardemos silencio... -lo tomó de la cintura atrayéndolo contra su pecho para reducir el espacio, y porque tenía muchos deseos de estar cerca de él.

-¿Quien nos estará rastreando?- susurró, bastante contento de poder estar al lado de Grecia un poco más.
Fijó la vista para tratar de escubrir a esa persona que parecía querer seguirles el rastro.

Los pasos resonaban en toda la librería, como si fuesen calzado de mujer, talvez hechos de madera...

Le colocó un dedo sobre sus labios para guardar silencio. Agudizó bien el oído y escuchó algunos murmullos en la lejanía. El ambiente dentro del armario se volvió algo tenso, sólo podía escuchar el corazón de ambos fusionarse en el silencio, una sensación muy cálida invadió desde su estómago y recorrió todo su cuerpo. Tenía a Japón tan cerca que deseaba volver a tomarlo y repetir lo de anoche... talvez esta ves...

Sacudió la cabeza alejando esos pensamientos y volvió a concentrarse en la persona. Esa voz le sonaba realmente familiar...

-Es una mujer, estoy seguro. De origen oriental -escuchó más atentamente- Kiku... -se acercó hasta su oído y susurró estas palabras, respirando su aroma y rozando con sus labios el lóbulo a propósito- puedes reconocerla?

Se sorprendió al notar esa precisión para saber quien caminaba, pero era verdad. Las mujeres americanas tenían el paso seguro, se sabían dueñas de la tierra. Las europeas con pasos mas disimulado, como afectado. Las africanas casi invisibles con su habilidad para escabullirse.
-Seré mas preciso, una geisha. Solo ellas tienen ese paso pequeño y suave. Y solo conozco una geisha que anda en la librería a estas horas: mi hermana Yumi

-Deben de estar por aquí esos dos- suspiré buscando las cámaras que había escondido en la librería.
Y es que la idea de que Kiku-nii-sama le pidiera a Heracles que se vieran fue ABSOLUTAMENTE Y ENDIABLADAMENTE mía. Y luego los encerré y pasó todo TAL COMO QUERÍA
Ah.... Bendita magia negra... que bien me sirvió para capturar la desvirgada de Kiku por manos de Grecia.
-Ayy... estoo se vaaa a vendeer muuuy bueno entre las demááás chiiicas.- suspiré emocionada.

Tu sabes que hace ella aqui? -lo miró con algo de duda. Talvez si pudiese haber una remota posibilidad de que fuese una dama japonesa, pero Kiku sonaba muy seguro de que fuese ella. No podía evitar pensar en algo malo, pero viniendo de su japonés estaba totalmente equivocado

Abrió levemente la puerta para ver mejor y efectivamente, una pequeña y menuda chica bastante familiar estaba revolviendo la librería, y viniendo de ella no podía ser nada bueno.

-Supongo que justamente nos tocó encontrarnos en la sección donde ella toma sus novelas... aunque suene raro lee muchas novelas de amor hetero. Eso o ella es tan malévola que planeó todo con tal de...
Se detuvo a pensar. No... eso no podría ser obra de su hermanita ¿O sí? Sin duda el encuentro furtivo había sido sugerencia de Oosaka-chan ¿pero lo demás? ¿Entonces por eso la biblioteca había estado sola? ¿Por eso pasó todo?
-...de tener filmada mi primera vez.- completó Japón.

Heracles se quedó helado cuando escuchó esas palabras. Tragó duro tratando de asimilarlo y encontrarle un lado coherente, pero no lo había. -Y-y tu te dejaste filmar? -lo miró extraño- Kiku... si querías filmar nuestra primera vez yo me hubiese encargado... -aún perplejo.

Creo que tu hermana se ha pasado... -su tono de voz cambió a uno más sereno- tengo que hablar con ella ahora -se agarro de la puerta dispuesto a encarar a esa pequeña pervertida.

-¡NO! No me dejé filmar... ella tiene sus mañas para captar todo lo que le gusta, es casi mejor espía que Mata Hari...
Suspiró un poco fastidiado por tener que hacer eso, pero ya era demasiado. Su querida hermana menor tenía que ser regañada y de modo muy fuerte.
-Tal vez deba encargarme yo de eso.

-Ayy... que bonito es el amoor...- suspiré guardando en un morral las cintas de vídeo, esperando llegar a casa para editar todo.
Aunque ¿No era extraño que ya se hubieran ido? Había aceptado trabajar en la librería apenas días antes solo para guardar la llave, fingir como guarura y así evitar que mas gente entrara. Y finalmente dejarlos encerrados.
¿Entonces como escaparon?
A menos que decidieran seguir en el baño o en otro lugar...

-Y cómo te encargarás de ella? es muy lista... -se puso una mano al mentón, recordando todas y cada una de las veces en que caía en una trampa de yumi y le daba lo que quería, era una gran mujer, muy manipuladora y sabía como escaparsele de las manos- creo... que deberíamos quedarnos aquí y esperar a que ella se marche. Luego puedes hacer labores de espionaje y robar su material... -dijo no muy convencido, esperando escuchar una mejor opinión.

Cerró la puerta un poco más al sentir como si ella los mirara, pero talvez solo era cosa de su imaginacion.

Miré detrás de un pequeño estante, donde parecían haberse movido algunos libros, me inqué para acomodarlos, topándome sin querer con dos ojos verde olivo y otro par exactamente igual al mío.
-¿Eh?
A lo mejor eran mis alucinaciones.

-Es mas sencillo de lo que parece- susurró- Ella es de lo mas fácil de convencer o de hacer que haga lo que se debe. Aunque... nunca pude educarla para que fuera una digna mujer japonesa.
Notó esos ojos llenos de curiosidad cruzarse con los de ambos por un breve momento.

Lo miró escuchandolo atentamente. El brillo de sus ojos contrastaba con la oscuridad del pequeño cubículo, dándoles cierto aire felino. Se relajó y se apoyó en la pared, dejándose resbalar y llevándose a kiku consigo.

-Hmm... disculpa, estoy algo cansado... -se talló la espalda incómodo, haciendo morritos. El ambiente se volvía menos tenso.

-Está bien... tal vez luego pueda ver qué piensa hacer con todas esas cintas de video.- suspiró, sintiéndose mas relajado. A lo mejor y no era cierto. Yumi no podría ser de las que por dinero, todo.